Alainet
En las décadas
recientes, se ha acentuado la tendencia a negociar acuerdos entre grupos
de países y, de esas negociaciones, las más significativas, por la
magnitud económica y peso político de los participantes, son las
referidas al Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión
(TTIP por sus siglas en inglés, negociado entre EE.UU. y la Unión
Europea) el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, con
participación de 12 países, tres de ellos de América Latina [1]), y el
Acuerdo sobre el comercio de servicios (TISA, con participación de 50
países, siete de ellos de América Latina [2]), que se conocen como “mega
acuerdos”, en todos los cuales la negociación ha sido secreta.
Si
bien esos tres acuerdos están en distintas etapas de negociación o
puesta en marcha, involucran a diversos países y se refieren
principalmente, en dos casos, al comercio de bienes y, en el tercero, al
comercio de servicios, todos ellos tiene en común, por una parte, que
constituyen estrategias alternativas ante el deterioro de las
negociaciones en la Organización Mundial de Comercio y, por la otra, que
implican grados importantes de avance en los procesos de desregulación
de la economía internacional y en el despliegue global de los grandes
capitales, los cuales, a través de esos acuerdos y con el apoyo de sus
gobiernos, están buscando las mejores condiciones para penetrar sin
restricciones en las distintas economías. A ello se agrega, por parte de
Estados Unidos –eje de los tres acuerdos–, el intento de contrarrestar,
al menos parcialmente, el avance regional y global que la economía
china ha venido logrando desde hace ya algunas décadas.
TPIP
De los dos acuerdos referidos al comercio, el TPIP se encuentra aún en
un proceso de negociación que lleva ya tres años, habiéndose celebrado
19 Rondas desde julio de 2013 a la fecha –la más reciente se realizó en
julio de 2016– y el conocimiento de los textos parciales filtrados de
dicha negociación ha despertado reacciones en contra, tanto en Europa
como en Estados Unidos.
A diferencia del TPIP, el Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica ya fue suscrito, el 4 de febrero
de 2016, luego cinco años y más de 20 Rondas de Negociación que
iniciaron en marzo de 2010 y terminaron en octubre de 2015, y
actualmente se encuentra en proceso de ratificación por los parlamentos
de los países miembros del Tratado, sin certeza de que dicha
ratificación se vaya a dar, sobre todo en el congreso estadounidense, y
con movimiento sociales, en varios países, exigiendo a sus parlamentos
que el acuerdo sea rechazado.
TPP y TISA
El
texto del TPP, que una vez suscrito se dio a conocer, está compuesto por
30 capítulos, 4 Acuerdos Paralelos y 17 Instrumentos Bilaterales,
abarcando los capítulos temas referidos al comercio de bienes y
servicios (entre otros, Trato Nacional y Acceso de Mercancías; Reglas de
Origen; Defensa Comercial; Medidas Sanitarias y Fitosanitarias;
Obstáculos Técnicos al Comercio; Comercio Electrónico; Servicios
financieros; Servicios de telecomunicaciones), a la administración del
TPP (Disposiciones Administrativas e Institucionales; Solución de
Controversias; Excepciones y Disposiciones Generales), a aspectos
normativos de los países (Política de Competencia, Coherencia
Regulatoria, Transparencia y Anticorrupción), y a otros temas como son:
Inversión; Contratación Pública; Empresas Propiedad del Estado y
Monopolios Designados; Propiedad Intelectual; Medio Ambiente; Laboral;
Cooperación y Desarrollo de Capacidades; Desarrollo; y, Pequeñas y
Medianas Empresas.
Según se ve, el TPP incluye una amplia
variedad de temas y tan sólo el cuerpo de los 30 capítulos –sin contar
los anexos– abarca más de 600 páginas, si bien los capítulos tienen muy
distintas extensiones, que en alguna medida reflejan las preocupaciones e
intereses que se impusieron en la negociación. A modo de ejemplo, entre
los capítulos más breves están el de Cooperación y Desarrollo de
Capacidades (3 pp.), el de Desarrollo (5 pp.), y el de Pequeñas y
Medianas Empresas (3 pp.), dirigidos, los dos primeros, hacia las
economías participantes menos desarrolladas y el tercero hacia empresas
que no son grandes –a lo que se agrega la total ausencia de algún
capítulo dedicado a las migraciones, excepto lo referido a “Entrada
Temporal de Personas de Negocios”–, en tanto que, en el otro extremo, el
capítulo más extenso del Acuerdo es el de Propiedad Intelectual (80
pp.) con un tratamiento sumamente detallado del tema a lo largo de los
83 artículos que lo componen, y con el término “protección” (de los
derechos de propiedad industrial, de obras literarias, de la propiedad
industrial, de indicaciones geográficas, de las marcas, de datos de
prueba) utilizado ¡146 veces!
En lo que respecta al TISA, su
negociación inició formalmente en marzo de 2013, y hasta la fecha se han
realizado 19 Rondas, la más reciente en julio de 2016. De acuerdo a los
textos que han sido filtrados, con el Acuerdo se busca cubrir una muy
amplia gama de temas: servicios financieros; servicios TIC (incluyendo
telecomunicaciones y comercio electrónico); transporte marítimo;
transporte aéreo; servicios de entrega competitivos; energía; servicios
profesionales; entrada temporal de personas de negocios; y compras del
sector público.
Esos textos, reflejan una clara decisión de
avanzar al extremo en la liberalización de todo tipo de servicios, en
parte reproduciendo los contenidos más cuestionables del Acuerdo General
sobre el Comercio de Servicios (AGCS) de la OMC [3], y en gran parte
ampliando sustancialmente dichos contenidos, tanto respecto de los temas
recién mencionados que son objeto de negociación y compromisos de
apertura, como en relación a la profundidad de dichos compromisos. Esa
mayor profundidad, por ejemplo, respecto del “trato nacional” implica
que se pasa de una modalidad de “lista positiva” en el AGCS (esto es,
que los compromisos de tratar a los servicios y proveedores extranjeros
por lo menos igual que a los nacionales, solo se aplican a los sectores
que cada gobierno enlista de manera explícita) a un modalidad de “lista
negativa” en el TISA (el “trato nacional” se aplica a todos los sectores excepto aquellos que cada gobierno enliste de manera explícita).
En suma, con el TISA se acentúa el principio general, que desde hace ya
tiempo viene imponiéndose, de negar el carácter y función social de
muchos servicios, asumiéndolos en su totalidad como mercancías a ser
vendidas a clientes bajo las reglas del mercado y de las empresas que en
él dominan. Con el conjunto de los mega acuerdos, se pretende dar un
paso decisivo en contra, tanto de la capacidad de los estados para
reglamentar sus economías, como de los estándares sociales y
ambientales, y a favor de la desregulación plena de los mercados, de la
multiplicación del poder de las grandes empresas y de la creciente
mercantilización del conjunto de la vida económica y social, limitando
al máximo los márgenes de acción de los gobiernos y otorgando todas las
facilidades y derechos imaginables a los inversores.
Ese avance
y posible concreción de los mega acuerdos ha contado con la
participación de siete países latinoamericanos en el TISA, de los cuales
tres también participan en el TPP, lo que no resulta extraño dada la
permanencia del neoliberalismo en distintos países de la región y, con
él, de estrategias gubernamentales de inserción internacional que
claramente apuntan hacia el Norte, y que incluyen la sujeción a los
dictados, intereses e iniciativas estadounidenses como son el TTP y el
TISA.
Sin embargo, dicha participación no por esperable es
menos peligrosa, y no sólo para las sociedades cuyos gobiernos se han
embarcado en los proyectos estadounidenses, que con ello están viendo
seriamente comprometidas sus posibilidades futuras de desarrollo
nacional autónomo.
Los peligros que entrañan los mega acuerdos,
son también muy altos para el resto de la región, así como para el
desenvolvimiento futuro del conjunto de América Latina y el Caribe. En
términos generales, la posible concreción de dichos acuerdos reafirmaría
un contexto global e internacional caracterizado por el dominio
creciente de los mayores países y las más grandes empresas
transnacionales, en el interior del cual se acentuarían las dificultades
para abrir paso a proyectos alternativos de base nacional y regional,
más aún dada la intención explícita de ampliar el alcance de los mega
acuerdos al ámbito multilateral, aplicando sus contenidos a la totalidad
de movimientos mundiales del gran capital bajo todas sus formas [4]. En
términos más particulares, la participación de países latinoamericanos
en ambos mega acuerdos –con todo lo que esos acuerdos representan e
impulsan–, con seguridad hará más difíciles no sólo los vínculos entre
esos países y los restantes de la región, sino también la marcha de
distintos mecanismos integradores en América Latina y el Caribe, y en
particular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en
cuyo interior se acentuarán las diferencias entre las visiones y
estrategias que hasta hoy coexisten en su seno.
Jaime Estay
es profesor-investigador en la Facultad de Economía de la Universidad
Autónoma de Puebla, México, y coordinador de la Red de Estudios de la
Economía Mundial (http://www.redem.buap.mx/).
Artículo publicado en la edición 517 (septiembre 2016) de la revista América Latina en Movimiento de ALAI, titulada “El poder transnacional y los nuevos TLCs”. http://www.alainet.org/es/ revistas/517
Notas:
[1]
Los participantes del TPP, son Estados Unidos, Japón, Australia,
Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y
Vietnam.
[2] Los participantes del TISA son Australia, Canadá,
Chile, China Taipéi, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Hong Kong,
Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein, México, Nueva Zelanda, Noruega,
Pakistán, Panamá, Paraguay, Perú, República de Corea, Suiza, Turquía y
la Unión Europea (representando a sus 28 estados miembros).
[3] A
modo de ejemplo, en el TISA se reproduce el criterio del AGCS, en
relación a que ambos Acuerdos están referidos a “todo servicio de
cualquier sector, excepto los servicios suministrados en ejercicio de
facultades gubernamentales”, agregando a continuación que “un ‘servicio
suministrado en ejercicio de facultades gubernamentales’ significa todo
servicio que no se suministre en condiciones comerciales ni en
competencia con uno o varios proveedores de servicios”. Con ello, por
ejemplo, servicios gubernamentales tales como salud y educación quedan
incorporados en los Acuerdos, ya que se ofrecen “en competencia” con
prestadores privados.
[4] Al respecto, tanto Estados Unidos como
la Unión Europea han declarado su intención de que, una vez acordado el
TISA, pudiera ser trasladado a la OMC, para su aplicación al conjunto
de la economía mundial. Por una parte, en un memorando de la Comisión
Europea (Negotiations for a Plurilateral Agreement on Trade in Services,
Memorando, 15 de febrero de 2013) se plantea que “En términos de la
estructura del acuerdo, se convino que estaría basado en el AGCS, con
algunos artículos fundamentales del AGCS incorporados (incluyendo las
definiciones, el alcance, el acceso al mercado y trato nacional,
exenciones generales y de seguridad). Esto, en general, haría posible en
una etapa posterior integrar el acuerdo plurilateral en el AGCS”. Por
otra parte, Kirk Ron, Representante Comercial Estadounidense, declaró lo
siguiente (Remarks by United States Trade Representative Ron Kirk at
the Coalition of Service Industries, 2012 Global Services Summit, 19 de
septiembre de 2012): “El TISA presenta nuevas e importantes
oportunidades para examinar los logros de los acuerdos de servicios
hasta el momento; la consolidación de los elementos más importantes y
eficaces en un único marco; y extender ese marco a un grupo más amplio
de países. El TISA también ofrece un medio para construir un consenso
internacional sobre las nuevas normas comerciales que algún día podrían
ser introducidos en la OMC”.
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