Por José Gabriel Martínez*
La
Habana (PL) Mayo trajo avances sustanciales en el proceso pacifista que
desde 2012 protagonizan en La Habana delegaciones de las FARC-EP y el
gobierno colombiano, al punto de que para muchos la anhelada paz está
más cerca.
Quiso el devenir de las pláticas entre la agrupación insurgente y el
Ejecutivo de la nación sudamericana, contrarios en un conflicto armado
de más de medio siglo como consecuencia del que han muerto cerca de 300
mil personas, que este fuese el mes de la materialización de dos grandes
acuerdos mediante los que la paz se torna más cercana y asegurada.
El día 12, desde el habanero Palacio de las Convenciones, sede de las
conversaciones, las partes anunciaron de conjunto un acuerdo especial
que, de ser aprobado por el Congreso de Colombia, permitiría blindar
jurídicamente la paz, una vez sea signada.
Ello, gracias a la
introducción en el ordenamiento jurídico colombiano que el nuevo
instrumento establece para el Acuerdo Final, regulador del fin del
conflicto, como garantía sólida para su cumplimiento.
Para
cumplir esos objetivos, el nuevo convenio está basado en una serie de
mecanismos institucionales y democráticos complementarios, que hacen
posible el tránsito del proceso de paz por una ruta "expedita y segura",
según expusieron ambas delegaciones en el texto de su anuncio conjunto.
Entre esos mecanismos están el derecho constitucional de los
colombianos a la paz y lo recogido en el artículo tres de los Convenios
de Ginebra de 1949, referentes al derecho internacional humanitario, que
dicta las pautas a seguir por las partes en los conflictos armados.
El aprovechamiento de estos permitió adoptar el mencionado acuerdo,
que, de ser ratificado, proveería garantías constitucionales a todo lo
que se acuerde en La Habana, aseguraría la terminación del
enfrentamiento y facilitaría la construcción de una paz estable y
duradera.
En ese sentido, tras su eventual aprobación, el nuevo
instrumento permitirá que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos,
sancione y presente el Acuerdo Final que se logre, para garantizar que
sus términos sean respetados en el tiempo y se logre la no repetición
del conflicto.
Las muestras de respaldo a lo anunciado han venido tanto del Gobierno como de las FARC-EP.
Ambas partes lo han calificado como un impulso a las conversaciones de
paz; un allanamiento hacia el cese bilateral y definitivo del fuego, y
hacia la dejación de las armas por los guerrilleros, puntos polémicos
que aún se discuten.
De igual forma, constituye un gran paso de
avance el pacto rubricado el 15 de mayo, que estableció la salida de los
menores de edad de las filas de la mayor guerrilla colombiana y la
atención que estos han de recibir durante su reincorporación a la vida
civil.
Para Santos este fue un "histórico acuerdo" mediante el
que se saca a los niños de la guerra, tal como subrayó en su cuenta en
la red social Twitter durante la jornada del anuncio.
Representantes de las dos partes dijeron al momento del anuncio que el
convenio contempla la protección de todos los derechos humanos de los
jóvenes, incluida su seguridad y el acceso a la educación, la salud y a
una vivienda digna, con el objetivo de evitar que retornen al conflicto
armado.
Asimismo, prevé el diseño de un programa integral, que
también beneficiará a los niños y jóvenes que abandonaron las filas
guerrilleras en los últimos meses, para atenderlos y garantizarles su
participación activa en las comunidades.
Con la firma del
acuerdo, las FARC-EP se comprometieron a cesar el reclutamiento de
menores de 18 años de edad, entregar la información disponible de los
que dejan sus campamentos y gestionar la salida en consecuencia con el
plan de acogida.
Por su parte, el Gobierno trabaja en la
creación de una comisión con organizaciones internacionales como la
Unicef y el Centro Carter, entre otras, con el fin de que la hoja de
ruta de la salida de los jóvenes y su reinserción social sean lo más
efectivas posible.
Este amparo en las organizaciones de la
comunidad internacional se manifiesta igualmente en los mecanismos
consensuados para garantizar la seguridad jurídica del pacto final, lo
que legitima a ojos del mundo el proceso que las partes desarrollan para
alcanzar la anhelada paz; un proceso cuyo fin, gracias a los avances
sustanciales de este mayo, parece estar cada vez más cerca.
* Periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina.
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