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lunes, 23 de mayo de 2016

Brasil: ilegitimidad e incertidumbre



La Jornada
El ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso advirtió al ex vicepresidente Michel Temer que sea cuidadoso en su administración por la falta de apoyo popular y la fragmentación del panorama político. Cardoso, conocido por haber aplicado en el país un programa económico de neoliberalismo sin restricciones, también pidió recordar que el actual es un gobierno interino, pendiente del proceso de juicio político que se sigue a la presidenta constitucional, Dilma Rousseff.
La advertencia hizo eco de la conducción del actual mandatario y sus ministros, quienes en apenas 10 días han impulsado un viraje regresivo en todos los ámbitos de la administración brasileña, pese a que su estadía en el poder podría limitarse a unos meses.
Las declaraciones del ex mandatario constituyen un nuevo episodio del proceso en que los grupos oligárquicos de Brasil intentan desalojar de la presidencia al Partido de los Trabajadores, triunfador en las urnas cuatro veces consecutivas. Cabe recordar que el jueves 12 de mayo la mandataria Rousseff fue suspendida de sus funciones durante 180 días por decisión del Congreso, donde dos de cada tres legisladores enfrentan investigaciones por actos ilícitos que van de desvíos y recepción de prebendas a intento de asesinato.
Que Cardoso, entusiasta promotor del golpe de Estado blando, muestre ahora reservas ante la actuación de quien ha sido el máximo beneficiario político de tal maniobra, es indicio de la descomposición y las rivalidades existentes dentro de los propios sectores golpistas, factores ambos que abonan a la inestabilidad de un gobierno fundamentalmente ilegítimo.
Tal ilegitimidad proviene no sólo de la falta de todo sustento jurídico para la remoción de la mandataria, sino de las medidas anunciadas por Temer, incluso antes de votarse la procedencia del juicio político, todas ellas contrarias a la plataforma política y económica que 54 millones de brasileños eligieron en octubre de 2014. El repudio a la traición de la voluntad popular impulsada por el gobierno de Temer –compuesto de modo exclusivo por hombres blancos millonarios– ha tenido cauce en las protestas de miles de ciudadanos que se organizan a diario, incluso en bastiones tradicionales de la derecha, como Sao Paulo.
Por si todo esto no fuera suficiente, el propio Temer se encuentra sujeto a un pedido de investigación del Supremo Tribunal Federal (STF), por lo que los seis meses en que deberá desarrollarse el proceso contra la mandataria suspendida serán un periodo de incertidumbre potencialmente devastadora en un país que, además, enfrenta una severa crisis económica que no da indicios de remitir.
La restitución de la presidenta y del orden legal y democrático es una condición urgente para poner fin a una situación de golpeteo desestabilizador, inaceptable en la máxima potencia económica, política y militar de Latinoamérica.

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