Entrevista a Ricardo Napurí, ex senador y diputado constituyente peruano
M.H.: El motivo
del llamado de hoy tiene que ver con el proceso electoral abierto en tu
país donde hasta el pasado 10 de enero se podían inscribir las
candidaturas presidenciales.
R.N.: Se inscribieron 19.
M.H.:
El 10 de febrero deberán registrarse las listas parlamentarias, se
estima que habrá alrededor de 2.600 candidatos para 130 lugares y el 28
de julio asumirán tanto los diputados como el nuevo jefe de Estado.
Antes de entrar de lleno en el tema de las candidaturas, quiero
referirme y consultarte por una situación, porque este proceso electoral
se da en el marco de una crisis económica internacional que ha golpeado
fuertemente la economía del Perú, se preveía un crecimiento anual del
4% ahora se habla de un 2,6% que sería uno de los más bajos de la región
y el peor de los últimos años. Esto tiene que ver con la caída de los
productos de exportación en el mercado mundial, pero hay otro fenómeno,
el del Niño, que amenaza con lluvias, temporales, desmedido calor en los
próximos meses; se espera un alza de no menos de 3° de la temperatura
ambiente, un peligroso incremento de la emisión solar que afectaría
severamente a la producción agrícola asolando campos, destruyendo
cosechas y azotando aún más a regiones deprimidas, particularmente los
sectores andinos. ¿Qué me podés comentar de esta situación que enmarca
este proceso de elecciones presidenciales?
R.N.: Lo
que has dicho es cierto, Perú es un país fundamentalmente minero, el 70%
de los ingresos en divisas vienen de la minería, y si la minería cae
como el resto de las materias primas, obviamente la suma inmensa que
entraba en materia de exportación minera ahora se ha reducido a un 30 o
40%, con lo cual las consecuencias son previsibles, sobre todo en un
país con liberalismo salvaje como es Perú.
¿Quién paga el costo
de este hecho económico? Para hablar de las elecciones es necesario
recordar brevemente qué cosa es Perú, un país que tiene más de 30 años
de gobiernos de liberalismo salvaje, los gobiernos de Belaúnde, García,
Fujimori, Toledo, nuevamente García, Ollanta Humala. Sobre todo el de
Fujimori, diez años, de 1990 al 2000. Se llamó a su gobierno de
democracia autoritaria porque se dio un autogolpe en 1992 con el mérito
de haber derrotado a Sendero Luminoso, o sea a la insurrección, la
guerra civil en el país y porque hizo un giro violento a una economía de
liberalismo salvaje, además por ser un gobierno enormemente corrupto y
un agente del imperialismo.
Pero también hay que decir que este
es uno de los países de desarrollo desigual más profundo de América
Latina, si tienes en cuenta que el 60% de los puestos de trabajo lo dan
los pequeños propietarios y que los pequeños campesinos son los que
aportan el 70% de los alimentos, ya tenés un hecho inusitado, tal es así
que el autor del libro El Otro Sendero, Hernando de Soto,
había dicho que el Perú tenía que empezar la acumulación capitalista a
partir de la economía marginal, o sea, que la economía marginal es
superior a la economía real.
Ese es el país que tenemos, el 40%
son pobres absolutos en Perú, la marginación es total, el subempleo es
del 60%. Las estadísticas por supuesto son tramposas, hablan del país
oficial, los que tienen empleo pero no de los marginales que no entran
en las estadísticas. Digo esto porque en la coyuntura electoral tenemos
un hecho importante, el gobierno de Ollanta Humala se va derrotado
porque subió con cierto apoyo popular, con esperanzas, porque se
consideraba que era un gobierno de tipo chavista y las masas descreídas
apostaron a este nacionalista que prometía ser diferente a los gobiernos
reaccionarios anteriores, pero el hombre de un tibio chavismo en los
primeros momentos en los que forjó su movimiento, se devino Lucio
Gutiérrez, el coronel ecuatoriano que apoyado en las masas las traicionó
al mes de haber asumido la presidencia. De tal manera, que es un
gobierno que tiene apenas el 12 o 13% de apoyo popular.
En este
cuadro hay otro hecho inusitado, casi propio del realismo mágico que es
necesario mencionar, Alan García, que antes ganaba con el 40 o 50% se ha
juntado con la candidata del PPC, Lourdes Flores, de ultraderecha, que
fueron enemigos históricos, incluso en las elecciones.
Por otro
lado, Keiko Fujimori tiene más del 30% de apoyo popular, esto merece un
examen profundo, porque esta es una mujer casi analfabeta, hija de un
dictador que está preso, por un gobierno corrupto, casi asesino,
entreguista y, sin embargo, tiene 30% de votos cautivos. Es propio de la
especificidad de estos países, ver por qué Fujimori a través de su hija
puede tener esa cantidad de votos cautivos, al extremo que ella es
potencialmente la posible ganadora de las elecciones si no se da un
milagro.
El otro candidato es Pedro Pablo Kuczynski, un
norteamericano peruano, nació de casualidad en Perú y vivió toda su vida
en Estados Unidos; tiene el 11% y va subiendo su porcentaje. El otro es
Acuña, un millonario al que llaman populista de derecha que quiere ser
presidente, está asesorado ahora por el hermano de Altamira, Luis Fabre,
que le ha cobrado 20 millones por la campaña electoral y va tercero en
las encuestas, pretende llegar segundo y que a partir de la polarización
con Fujimori llegue a ser presidente.
La otra candidatura
visible en los diarios es la de Daniel Urresti, un criminal que fue
ministro del interior de este gobierno, represor que está encausado no
solamente por haber cometido actos homicidas en la represión en la
guerra civil contra Sendero Luminoso, sino que como ministro del
interior tuvo que ver con la represión en Cajamarca y en otros lugares, y
va como vicepresidenta con Susana Villarán que fue alcaldesa de Lima y
es una de las mujeres más importantes en la lucha por los derechos
humanos, fue Secretaria general de la Secretaria de Derechos Humanos e
integrante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA;
con ese currículum da un golpe total y se presenta como vicepresidenta
de un represor encausado y que es un genocida reconocido.
Lo
último que ha salido en los diarios es que el padre del Presidente
Ollanta Humala va como 2º vicepresidente de la candidatura de un
desconocido de apellido Castillo que tiene un 1% de votos. O sea, si
tenemos en cuenta la realidad de América Latina con su especificidad,
esto es específico de lo específico y como señalaste, hay una tragedia
de por medio, porque todos estos candidatos son o de derecha o de
ultraderecha, todo se da en la rosca de gobiernos anteriores,
reaccionarios y nuevos liberales a espaldas del pueblo, sobre el hecho
fundamental de que las masas consideran a Ollanta Humala un traidor
porque considerándolo un chavista ha devenido en un hombre del
imperialismo norteamericano. Recordemos que Perú es un puntal de la
alianza del Pacífico y el tratado del Transpacífico y ha firmado un
tratado bilateral con Estados Unidos.
La izquierda política en los ’70 y ’80 fue expresión de la izquierda social
M.H.:
Sin embargo la izquierda peruana supo ser muy fuerte hacia los años ´70
y ´80, se formó el Frente campesino estudiantil y popular, el FOCEP,
que tuvo un caudal de votos importantísimo, 21% en la Asamblea
Constituyente y posiblemente el apoyo haya sido mayor, pero se desconoce
porque no se pudo fiscalizar. Inclusive muchos de los candidatos no
estaban en Perú porque habían sido deportados.
R.N.: Yo entre ellos. Me enteré que fui elegido diputado estando exiliado en Francia.
M.H.: ¿Qué pasó con esa izquierda que tuvo referentes como Hugo Blanco, líder de los campesinos de Cuzco?
R.N.: Siempre
hay causales, intentaré ser breve. Mencioné a Fujimori como un hito en
la historia del Perú, no solo por ser un gobierno corrupto y
reaccionario, sino porque él al derrotar a Sendero Luminoso, que había
iniciado una guerra civil en el país con 70.000 muertos y 15.000
desaparecidos. Obviamente, el país se militarizó, Estados Unidos lo
apoyó totalmente y devino luego el autogolpe, en lo que luego se ha
llamado democracia autoritaria. Es muy importante porque hoy en América
Latina está en curso un proceso parecido, las democracias débiles que le
dicen a los gobiernos democráticos entre comillas, los protegidos que
son un poco menos débiles y la autoritaria que es una semidictadura
disfrazada con una forma democrática que es lo que Estados Unidos
intenta establecer en el país y que en su momento fueron los ejes
Brasil, Menem y, sobre todo, Fujimori.
Fujimori al derrotar a
Sendero Luminoso derrotó a la izquierda institucional que era muy
fuerte, no olvidemos que Izquierda Unida alcanzó la alcaldía en Lima,
tenía regiones, senadores y diputados y que pudo ser la fuerza ganadora
en las elecciones posteriores y no Fujimori, pero como se dividió un mes
antes, se coló Fujimori y resulto electo.
Como mencionaste,
Perú ha tenido diez años de presencia muy importante de la izquierda. Yo
quiero hacer la diferencia entre la izquierda política y la social, en
Perú lo importante fue la izquierda social, las masas, los campesinos,
los pequeños propietarios, los trabajadores, las provincias que
obviamente tomaron un ritmo de resistencia y rebeldía y nosotros fuimos
una expresión política casi superestructural, por eso hubieron 37
diputados de izquierda en la Asamblea Constituyente y pudimos ser
diputados o senadores debido al ascenso de masas, porque aunque hubiera
decrecido todavía era importante.
Es importante tener en cuenta
la izquierda social, porque a raíz de los procesos que se dan en América
Latina hay que distinguir entre la crisis de los partidos profundamente
superestructurales o rechazados y lo que se llama la izquierda social y
los movimientos sociales que están presentes y tienen que luchar porque
el sistema, las patronales y los gobiernos los agreden.
El
protagonismo que hoy vemos en la escala social, ya entre nosotros tuvo
un curso importante a través de una multiplicidad de expresiones, ya sea
la autoorganización, los frentes populares, los de defensa, los votos,
además de la posibilidad real de acceder al poder, de tal manera que si
tomamos la realidad como estás señalando de América Latina, es
importante decir que hay que trabajar sobre Perú porque es un ejemplo
importante en muchos sentidos de la peculiaridad de América Latina de
múltiples experiencias, que ahora se van a repetir en formas diversas en
estos momentos en que las patronales se encuentran a la ofensiva.
M.H.:
Y en la actualidad, corriéndonos del panorama político e institucional
que acabás de desarrollar, ¿cómo se expresan esos movimientos sociales?
R.N.:
En nuestro tiempo era más fácil, porque se expresaban a través de
asambleas populares, que hay que aclarar que no eran las típicas de
Argentina, había representantes de movimientos sociales, partidos,
campesinos, siempre con una expresión multisocial de frente único de
clase y tenían tanto poder que a veces tenían que ser reprimidas con el
ejército, además los frentes que defendían los intereses del pueblo eran
organismos autoorganizados de poder dual embrionario.
En esos
diez años se dio un cambio de relación de fuerzas entre las clases.
Ahora, en la realidad actual eso no ocurre en Perú ni en América Latina,
porque los movimientos sociales tienen otras características, ha habido
toda una idea casi subjetiva de que los movimientos sociales eran la
respuesta al fracaso de los partidos y que estábamos ante una nueva
manifestación de poder social y ahora tenemos el ejemplo de que estos
movimientos sociales existen, son la base de la sociedad civil
militante, son el meollo de las respuestas populares que van a dar los
trabajadores y los que viven de su fuerza de trabajo, a la dirección
actual. Pero tenemos que ver también la realidad de América latina para
comprender que esos movimientos sociales no crean poder estatal, crean
rebeldías que pueden crear revoluciones pero no poder estatal, de tal
manera que si pensamos la realidad de América Latina hagámoslo en un
sentido de praxis crítico-práctica. Tenemos toda esa realidad de la
Revolución Mexicana para ver cómo hay en América Latina ejemplos que van
a determinar incluso las características de la nueva resistencia
popular ante la agresión del imperialismo y las fuerzas reaccionarias en
este momento en que se tiran abajo a los llamados gobiernos populistas o
de centroizquierda.
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