Entrevista con Alfredo Forti, director del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa de UNASUR
Cronicón.net
Tras
décadas de dictaduras cívico-militares en América Latina que abrieron
el camino durante el final del siglo XX en el continente al malhadado
modelo neoliberal para profundizar el expolio de los recursos naturales
combinando represión a través de la doctrina de Seguridad Nacional y
ajustes draconianos en lo económico que ahogaron a los pueblos en la
desesperación y la desesperanza, hablar hoy en día en la región
suramericana de un nuevo concepto de defensa, es un progreso sustancial
que nadie habría podido imaginar hace apenas un par de lustros. El
estar transitando hacia la concreción de una doctrina propia de defensa
a partir de la integración política ha sido posible gracias a los
avances que ha logrado en este sensible tema la Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR).
A través de su Consejo de Defensa
Suramericano que es una instancia de consulta, asesoría, cooperación y
coordinación, creado por los jefes de Estado de este instrumento de
integración en Salvador de Bahía, Brasil, el 16 de diciembre de 2008,
este subcontinente avanza a paso firme y en forma paulatina en la
consolidación de una nueva institucionalidad de la defensa, más
democrática, respetuosa de la soberanía y de los derechos humanos, y
con un sentido plenamente regional.
Argentina, tan azotada
por los regímenes de facto y el neoliberalismo que han ido de la mano,
ha jugado un rol protagónico en la generación de un nuevo concepto de
defensa en Suramérica, porque una vez creado este importante Consejo
consultivo, planteó la necesidad de desarrollar en su interior un
centro de pensamiento sobre la materia. Es así que desde el gobierno de
este país se impulsó e implementó previa aprobación de los ministros
del ramo de los doce países que integran UNASUR en marzo de 2009, el
Centro de Estudios Estratégicos de Defensa.
Al frente de la
dirección ejecutiva de este importante centro de pensamiento en asuntos
de defensa que tiene su sede en Buenos Aires, se encuentra Alfredo
Forti, un experimentado exfuncionario tanto de la Cancillería como del
propio Ministerio de Defensa de Argentina.
Forti, es
licenciado en Relaciones Internacionales de American University con un
máster en Administración Pública de la Universidad de Harvard, y
especializado en resolución de conflictos. Fue embajador de Argentina
en Honduras y Viceministro de Defensa. Como diplomático en Tegucigalpa
entre 2004 y 2007 tuvo la oportunidad de investigar cómo la dictadura
argentina de 1976 exportó “la guerra sucia” a Centroamérica y a Bolivia
dentro de la fatídica Operación Cóndor, auspiciada y secundada desde
Washington, trabajo en el que para su desarrollo tuvo el respaldo
personal del presidente Néstor Kirchner.
Además, el director
del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa fue víctima directa de
la dictadura cívico-militar que encabezó el dictador José Rafael
Videla. En efecto, cuando su familia se aprestaba a salir hacia el
exilio, vino la tragedia y el dolor a causa del secuestro y
desaparición de su señora madre en 1977.
Corría el 18 de
febrero de ese año, Nélida y los cinco hijos varones subían a un avión
de Aerolíneas Argentinas con destino a Caracas. Un grupo de tareas de
la dictadura los sacó del avión. A los chicos los dejaron tirados en
una plaza mientras que a Nélida le hacían correr el mismo destino que a
miles de sus compatriotas y es, desde entonces, una detenida
desaparecida. Alfredo Forti se fortaleció estudiando e investigando en
centros universitarios de México y Estados Unidos. Cuando asumió como
Viceministro de Defensa ante la presidente Cristina Fernández de
Kirchner lo hizo por la Patria, por su madre y por los 30.000
desaparecidos que dejó la genocida dictadura encabezada por Videla y
por sectores civiles reaccionarios de Argentina.
Desde mayo
de 2011 Forti está al frente de este centro de pensamiento coordinando
y articulando acciones de integración regional y de cooperación para
que UNASUR cuente con herramientas que le permitan al subcontinente
salir del eje de Washington.
Precisamente en la sede de este
Centro de Estudios Estratégicos de Defensa, localizado en la calle
Carlos Pellegrini, adyacente a la emblemática Avenida 9 de Julio de la
capital argentina, recibe al Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net para sostener un diálogo periodístico sobre el alcance misional del organismo que dirige y la integración suramericana.
La defensa como uno de los componentes del esquema integrador
-
Comencemos haciendo un ejercicio pedagógico, explicando qué es el
Consejo de Defensa Suramericano de Unasur y cuál es el rol que juega
dentro de esta institución el Centro de Estudios de Defensa que usted
dirige.
- En primer lugar para poder explicar que es el
Consejo de Defensa Suramericano tenemos que ponerlo en el contexto de
ese órgano que lo engloba que es UNASUR. La Unión de Naciones
Suramericanas es la primera y hasta ahora más exitosa iniciativa de
integración política regional que nace entre los doce países que
conforman Suramérica, a partir de un momento histórico muy particular
de confluencia, afinidad política entre sus dirigencias nacionales. Lo
más importante que tiene UNASUR, en mi opinión, es que a diferencia de
todas las experiencias previas de integración, caracterizadas por
proyectos de nivel subregional bajo la guía de lo económico y de lo
comercial, caso Mercosur, Comunidad Unida de Naciones, caso Celac,
Aladi, para no hablar de la región de Centroamérica y el Caribe con el
Sica y Caricom, es que es un proyecto bajo el eje o el criterio
ordenador de la integración de la política, no de la economía, ni del
comercio, ni de otro aspecto. Es así que cuando se constituye UNASUR y
los doce jefes de Estado acuerdan el denominado tratado constitutivo se
evidencian los elementos políticos de la integración. Se habla por
primera vez de conceptos como ciudadanía sudamericana; y de cómo buscar
una integración de la infraestructura vial, marítima, comercial,
comunicacional entre nuestros países. Se habla de un Banco del Sur, de
proyectos como la homologación en muchos aspectos legislativos que
permitan funcionar más como región, como unidad regional que como un
grupo de países unidos por un proyecto. Y habiendo caracterizado de esa
forma a UNASUR, es la primera vez en nuestra historia de los diversos e
intentos de iniciativas de carácter integracionista en que aparece la
defensa como uno de los componentes de este esquema. Recordemos que
todos los proyectos anteriores tanto de carácter subregional, como
regional, como de grupo de países más chicos o inclusive a nivel
bilateral, cada vez que ha habido intentos de integración en nuestro
pasado el sector de defensa siempre ha sido el más reacio en
acompañarlos por una razón muy particular: nuestra formación militar y
de política de defensa se caracterizó siempre por el hecho de que su
diseño para una nación suramericana se hizo siempre, se planificó, a
partir de hipótesis de conflicto de países vecinos y la seguridad
nacional interna. Entonces, desde esa perspectiva, la defensa y
su instrumento militar nunca vieron a la integración como instrumento
positivo.
¿Por qué?, porque eso implicaba mostrar las cartas,
transparentar políticas, cuando por definición lo que siempre hicieron
fue precisamente lo contrario, esconder su capacidades militares,
diferenciarse sistemáticamente en la adquisición de equipamiento y tipo
de armamento para disminuir la vulnerabilidad, porque si yo soy el país
A, vecino del país B con el cual tengo conflicto, y adquiero el mismo
armamento del B y él sabe, muestro no solo todas mis capacidades sino
también todas mis vulnerabilidades, por lo tanto eso nos llevó también
a un estado de competencia, de carreras armamentistas en ciertos
momentos y de aislamiento entre nosotros mismos, a tiempo que teníamos
lazos de alianzas estratégicas con potencias extrarregionales que nos
vendían el equipamiento, los armamentos. Igualmente, la doctrina que
muchas veces fue un desastre para nuestras economías, nuestra historia
y nuestras situaciones en materias de derechos humanos con la invasión
que hubo por parte del estamento militar a la actividad política y de
dirección de nuestros gobiernos en nombre de la seguridad nacional, en
nombre de la mantención del “modelo republicano” entre comillas,
definido por nuestras constituciones y que resultó lo que todos
sabemos. Es así que por primera vez, en un proyecto integracionista
como UNASUR aparece por iniciativa de Brasil la idea de incorporar a su
esquema el componente defensa en el año 2008 y en el año 2009 se
presenta la iniciativa de crear un Consejo de Defensa Suramericano.
- ¿Ese fue el primero de los Consejos de Unasur?
- No, en términos cronológicos. El primer Consejo que se crea es el de
Ministros de Relaciones Exteriores. Después estaba pautado y
establecido crear una serie de consejos sectoriales que explica que
este es un proyecto integracionista guiado por la política. Porque el
conjunto de Consejos Sectoriales que conforman UNASUR hoy en día
prácticamente reproduce un gabinete ministerial de cualquiera de
nuestros gobiernos; donde están las áreas de política exterior,
economía, educación, ciencia y tecnología, infraestructura, salud,
educación, seguridad, etc. Tenemos prácticamente un gabinete. Volviendo
al tema, lo más importante es ver que por primera vez la defensa
empieza a entrar, con esa paradoja histórica de que este tema siempre
fue el último en tener y mostrar interés y participación en proyectos
integracionistas. Los avances reales de orden político cualitativo que
hemos tenido en los últimos diez años nos llevan a poder decir hoy con
total propiedad que hemos tenido un avance cualitativo muy
significativo a partir del establecimiento de este Consejo de Defensa
Suramericano.
- ¿Por qué?
- Yo lo
resumiría de la siguiente manera: primero, hemos ido superando
sustancialmente la vieja elaboración de políticas de defensa a través
de hipótesis de conflicto para ser reemplazado por elaboración de
políticas de defensa en nuestros países a partir de escenarios de
confluencia, de cooperación y de integración con nuestros vecinos.
Segundo, el carácter morfológico del Consejo de Defensa por definición
expresa la prevalencia de otro principio que ha sido, de alguna manera,
adoptado en mayor o menor grado, pero adoptado y consensuado por todos
nuestros países como es el principio de la conducción política de la
defensa y del instrumento militar. Es por eso que el órgano superior
del Consejo de Defensa Suramericano lo constituyen los doce ministros
de Defensa, no los jefes militares de ninguna de las fuerzas de Estado
mayores conjuntos.
- ¿Usted como director de este Centro
y el equipo del Consejo Suramericano de Defensa son consciente de que
hay países en el área geográfica de UNASUR en los cuales las
directrices militares las determinan aún el Pentágono y el Departamento
de Estado? Porque lo que usted me acaba de decir en teoría es
interesante, pero en la realidad dista mucho, ¿o no?
-
Yo lo que estoy diciendo es que desde el punto de vista fáctico la
estructura del Consejo de Defensa tiene un órgano superior que es el
Consejo de Ministros de Defensa y en todos nuestros países, estos
ministros representan la conducción política e institucional de la
defensa. Mucha gente habla de la conducción civil de la defensa y es un
principio que le puedo demostrar con hechos, que está en vigencia. Y
bueno, en tercer lugar para terminar de hablar del Consejo de Defensa,
yo lo podría definir como un foro de diálogo, concertación y
cooperación en esta materia entre doce países que conforman este
proyecto integracionista, que es la UNASUR, algo que también no tiene
precio. Cuando se inició el proceso de su concreción y con el fin de
institucionalizar un poquito más este proyecto, desde el Ministerio de
Defensa de Argentina planteamos la necesidad de que para seguir
adelante con lo acordado y con carácter permanente, para tratar de
continuar en la vida diaria los lineamientos y los consensos era
pertinente crear un Centro de Estudios Estratégicos de Defensa que sea
compuesto con representantes de todos los países, pero que tenga como
misión y función trabajar al servicio del Consejo de Defensa de
Ministros generando análisis, investigaciones, propuestas, ideas que
vayan en la dirección del objetivo común que es y está definido así en
nuestro propio estatuto como Centro, de trabajar para la generación, la
articulación de un pensamiento geoestratégico netamente suramericano.
- Es decir, que el Centro de Estudios sea el alma y nervio del Consejo Suramericano de Defensa…
- Exacto. Nosotros trabajamos elaborando análisis, ideas, estudios y
todo es en un esquema no de ejercicio académico, no de una instancia
para formar gente, cuadros, personas, no como una instancia de
divulgación, no como una instancia de producción de material didáctico,
no. Nosotros nos vemos más como una instancia de pensamiento de
elaboración de estudios y análisis exclusivamente para este Consejo de
Ministros generando insumos para la adopción de decisiones políticas.
- Pero obviamente los estudios son públicos…
- Sí, se hacen a pedido del Consejo y en materias y áreas específicas
que el Consejo lo pide aunque muchas veces también tenemos la
posibilidad de plantear iniciativas, que si son aprobadas, nos dicen
prosigan. Pero estamos orientados a generar insumos para la toma de
decisiones, no para un ejercicio académico.
Hacia una doctrina regional en materia de defensa
- ¿Eso quiere decir que UNASUR va camino de generar una doctrina de defensa propia?
- Personalmente estoy convencido que este es el camino, esa es la
tendencia que se está instalando actualmente y esa es la necesaria
culminación de un proceso histórico, porque en los avances que hemos
tenido hasta ahora yo diría que son muy importantes algunos conceptos y
preceptos que poco a poco se están instalando para, en algún momento,
convertirse en elementos constituyentes de una doctrina regional en
materia de defensa. Sin ir más lejos, lo que yo hablaba de que el
principio de la conducción política de la defensa es un elemento
central. Aspectos y principios como por ejemplo la subordinación de lo
militar a lo civil y al Estado democrático de Derecho, el respeto,
vigencia y compromiso con los derechos humanos en el ámbito militar, la
caracterización de algo que es muy importante como lo son las áreas
específicas en las cuales los doce países nos estamos poniendo de
acuerdo para trabajar conjuntamente. Ejemplo, todo lo que es ejercicios
y adquisición de capacidades y principios doctrinarios en materia de
mantenimiento de la paz bajo banderas de Naciones Unidas, que todos los
países en mayor o menor grado participamos. Estamos llevando a cabo
ejercicios anuales, ejercicios de gabinete por hora, para después pasar
a ejercicios de terreno, donde estamos compartiendo nuestras doctrinas,
nuestras experiencias con la idea de avanzar hacia la adopción de
denominadores comunes y doctrinas comunes.
También se está trabajando a
través de ejercicios y actividades anuales en un tema como lo es el rol
del instrumento militar en la atención de situaciones de catástrofes y
desastres naturales, para combinar capacidades, equipamientos y atender
conjunta o coordinadamente a situaciones que afecten a cualquiera de
nuestros países hermanos. Otra actividad que igualmente está dejando un
precedente es un curso anual suramericano para civiles sobre defensa,
para tratar de fortalecer las capacidades de los ministerios, de los
funcionarios civiles en la materia. Otro ejercicio similar, ya más
orientado hacia los militares, se realiza en Brasil desde hace cuatro
años. Adicionalmente, se está trabajando con buenos pasos en el avance
de estos preceptos de integración a partir de nuestros intereses
nacionales en la búsqueda de mayores márgenes de autonomía no solo
desde el punto de vista doctrinario sino también desde el punto de
vista tecnológico, científico. En ese sentido estamos trabajando
también en toda una fase exploratoria muy significativa de buscar
actividades concretas que nos lleven hacia la futura articulación de
una suerte de base industrial regional en materia de ciencia y
tecnología, investigación y desarrollo asociado a la defensa. Uno de
los proyectos que tenemos en este momento en ejecución, que me
enorgullece de haber sido en este caso quien planteó la iniciativa, es
el actual proyecto de llevar a cabo el diseño y construcción en forma
conjunta del primer avión suramericano de entrenamiento primario básico
para todas nuestras fuerzas aéreas.
- ¿Ya está en plana marcha el proyecto?
- Está en plena marcha, ya hay un equipo que presentó la fase de los
requerimientos consensuados. La fábrica está en Argentina y se
encuentra en la fase de diseño y articulación de la arquitectura,
llamémosle empresarial- industrial para posibilitar la fabricación, y
qué es lo que va a aportar cada uno de los países.
El TIAR, instrumento vigente pero de obsolescencia total
-
¿Con todo este avance que usted ha esbozado en materia de defensa en
Suramérica, se podría colegir entonces que el TIAR, el Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca quedó para la historia, quedó
corto y prácticamente es obsoleto?
- Mire, yo le voy a
dar una respuesta que es personal, solo como interesado en estos
aspectos de política internacional, de seguridad y defensa. Yo creo que
el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, representa un
instrumento vigente pero de una obsolescencia total, que demostró su
falta de eficacia precisamente en el momento en que tendría que haber
hecho eficaz su vigencia como fue en el caso de Malvinas. Yo creo
sinceramente que existe un factor de obsolescencia, no solo del Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca sino de otros órganos e
instrumentos del denominado Sistema Interamericano de Defensa, que yo
incorporaría junto al TIAR, a la Junta Interamericana de Defensa, el
Colegio Interamericano de Defensa y las denominadas Conferencias de las
Fuerzas Armadas como la CEA, la Conferencia de Ejércitos Americanos y
sus similares de la armada y la fuerza aérea. Todos esos son esquemas
que vienen de la etapa de la guerra fría, actuaron en función del
interés hegemónico de uno de los países miembros de este continente
pero que hoy ya no nos sirven para nada, que no nos representan y que
es necesario dar una vuelta de página para actualizar ese esquema, si
es que hace falta, mantenerlo de manera tal que todos los países nos
sintamos identificados y que sirva para un bien o beneficio colectivo
y/o regional. Empezando porque ya se acabó el mundo bipolar, por lo
tanto la doctrina de Seguridad Nacional que se basaba precisamente en
esa dicotomía y bipolaridad ya no existe, en consecuencia es
prácticamente imposible concebir que exista algo tan obsoleto,
anticuado y a contramano de la historia.
- Ese es un tema
muy interesante. Yo si quisiera que me precise histórica y
políticamente la posición de los países de la OEA frente al conflicto
de las Malvinas, porque Colombia en el nefasto gobierno de Julio Cesar
Turbay Ayala se alineó con los Estados Unidos arguyendo que no hubo
agresión por parte de la Gran Bretaña hacia Argentina y por eso no
apoyaba, la aplicación del TIAR. ¿Histórica y políticamente cuál es la
interpretación de Argentina por la no aplicación de TIAR en el caso
Malvinas?
- Lo que en su momento invocó al
TIAR fue una situación en que una potencia extrarregional estaba
invadiendo espacios que comprenden a lo que el propio tratado delimita
como el hemisferio occidental, el continente americano sobre el cual
ejerce su jurisdicción. Ese Tratado de Asistencia Recíproca, ante el
ataque de una potencia extrarregional fracasó totalmente. Esto no habla
de legitimar la acción de la dictadura argentina, de ninguna manera, lo
que si habla es de que imposibilitó, que no se pudo preservar u
observar el verdadero espíritu que planteaba el TIAR. Es que ante una
situación abierta de hostilidades, que ese era el escenario real, con
la presencia de una potencia extrarregional, no existió la más mínima
coordinación, la más mínima respuesta prevista en un tratado del cual
todos éramos parte. Ahora, las disquisiciones de orden político, de
principio de derecho internacional etcétera, cada país tendrá su
posición y es normal y lo lógico. El punto nuestro es que no tuvo la
menor vigencia de eficacia ese tratado. ¿Por qué? Porque no fue un
tratado pensado para situaciones como Malvinas. El TIAR, convengamos,
en los años 47 se da en el marco de la posguerra y en el inicio real de
la guerra fría donde las únicas veces que se lo invocó fue en
situaciones de conflictos armados internos entre nuestros países o
situaciones de conflictos bilaterales con una fortísima carga
ideológica, donde se acusaba que el bloque oriental del comunismo bajo
la Unión Soviética, a través de sus agentes en la región, tanto como
países como ciudadanos nacionales internos, estaban involucrados en un
ataque, en una agresión a nuestro sistema. Para eso sirvió el TIAR.
Pero no cuando estuvo en juego la soberanía territorial de un país como
en el caso Malvinas. Ese es el punto.
- O sea, la agresión a Malvinas es prácticamente desde que Gran Bretaña está en posesión de esos territorios…
- Exactamente, y en violación de los principios de derechos
internacionales, en violación de los innumerables resoluciones de la
Asamblea General de Naciones Unidas y del derecho internacional. De
todos modos volviendo al tema, cuando hablamos del TIAR, del Sistema
Interamericano, cuando hablamos del esquema de seguridad, la verdad es
que hoy por hoy estamos, yo diría, en una fase de transición: por un
lado los países de América Latina, no todos pero varios, seguimos
siendo miembros de ese esquema interamericano y al mismo tiempo somos
los miembros impulsores de estas nuevas iniciativas con mucha más
energía, con mucho más futuro, con mucha más legitimidad y con mucha
más representatividad que de lo que son nuestros países, nuestros
pueblos y nuestra historia.
- Pero eso es una contradicción…
- Yo no sé si para usted es una contradicción. Para mi define un
proceso de transición, porque pretender que un grupo colectivo de
naciones rompa al mismo tiempo, en el mismo momento es casi imposible,
estamos hablando de procesos y como todo proceso lleva tiempo, fases,
diferentes velocidades en los diferentes países, pero a mí lo que me
interesa más que la disquisición de cuál es la proximidad del cambio y
quién está dispuesto, es que la resultante final de todo este proceso
que estamos viviendo hoy por hoy de transición, tiene una tendencia,
tiene una direccionalidad, un sentido de dirección bastante claro y
definido, eso es lo importante. El verdadero desafío no es la
velocidad, la magnitud o la profundidad del cambio. El verdadero
desafío es si es o no irreversible y eso es lo que más nos interesa a
nosotros.
La amenaza de las bases militares de Estados Unidos en América Latina
-
Escuchando sus reflexiones me asalta otro interrogante y es el
siguiente: dos investigadores sociales argentinos como Telma Luzzani y
Atilio Boron elaboraron respectivamente trabajos bibliográficos muy
concienzudos, documentados, que son altamente interesantes, en los que
dejan en claro y en evidencia que hasta 2013 Suramérica estaba rodeada
de por lo menos 77 bases militares norteamericanas. Durante el gobierno
de Bill Clinton, la secretaria de Estado, Madeleine Albrigth preguntó
¿para qué sirven tantas bases militares?, altos funcionarios del
Pentágono le contestaron: en algún momento las vamos a utilizar. Y para
nadie es un secreto que las van a utilizar para aprovecharse
básicamente de la gran biodiversidad y riqueza de recursos naturales
que hay en América Latina. ¿Ustedes en el Consejo de Defensa de UNASUR
son conscientes de esta grave amenaza?
- Yo diría lo
siguiente. Sin duda que si hay un país, si hay una nación que tiene
claridad de objetivos estratégicos, que tiene coherencia entre sus
políticas concretas y sus políticas de inversión, financiamiento,
acompañando todo esto de proyección y defensa de carácter militar, ese
es Estados Unidos. Sin caer en la definición que si estamos o no de
acuerdo hay que respetar que es un país con una claridad estratégica
que le ha permitido literalmente estar donde está. Segundo punto, yo
creo que lo de las 77 bases militares en Suramérica es una
caracterización que tal vez resulta un poquito, yo diría desmedido,
desde el punto de vista objetivo real. Por lo que usted me dice, a ver
dónde están esas bases. Cuando alude a la definición de base militar en
un país se está hablando de la presencia en el terreno, en este caso de
un país soberano, de un ejército o fuerzas militares de otro país con
acceso o uso de su territorio y de las capacidades logísticas que le
brinda en términos de solución de necesidades de energía, de
alimentación, etc. Entonces, yo quiero que usted me indique cinco
lugares, no 70, donde hoy en Suramérica hayan soldados, guarniciones y
unidades militares norteamericanas en territorio nacional de los doce
países de UNASUR.
- Colombia y Perú. En Colombia, el
Pentágono no manda soldados norteamericanos sino contratistas, en un
proceso de privatización de la guerra que para saltarse su ley interna
busca no comprometer al Estado norteamericano. En territorio colombiano
bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el “terrorismo” y
según investigaciones muy conservadoras operan alrededor de tres mil
mercenarios, porque además hacen presencia agentes del Mossad israelí y
el MI6 británico. Además no solo funcionan de facto las siete u ocho
bases militares que el gobierno de Uribe Vélez entregó al Comando Sur
de los Estados Unidos. Realmente funcionan once bases que están bajo el
mando castrense norteamericano. Y en el Perú una de las principales
bases que operan los estadounidenses es la de Iquitos…
-
Le voy a contar un episodio para que usted vea cómo fue el debate y el
tratamiento para la resolución de este tema en el marco de UNASUR. Cómo
se creó el problema de la firma del gobierno de Colombia con Estados
Unidos para brindar acceso a militares norteamericanos a las bases
colombianas. Usted recordara muy bien el debate y el conflicto público
que se armó particularmente con países vecinos de Colombia. En ese
momento hubo una reunión especial que se llevó a cabo en la ciudad de
Bariloche convocada por la actual presidenta de Argentina, donde fueron
los doce presidentes de UNASUR, desde el presidente Chávez, Lula, hasta
el presidente Uribe de Colombia. En ese debate, los presidentes
acordaron solicitar un estudio para determinar la búsqueda de una
solución a este conflicto. Y a nosotros en el Consejo de Defensa y en
el propio Centro de Estudios Estratégicos nos tocó canalizar esa
situación, y yo diría que el resultado de ese proceso fue casi lo que
podríamos describir como una verdadera doctrina en esta materia y fue
lo siguiente: En primer lugar, todos los Estados y Gobiernos estuvieron
de acuerdo en que a partir del respeto a la soberanía todo país tiene
el soberano derecho de realizar acuerdos de cooperación con la
contraparte que determine soberanamente. Número uno.
Todos estuvimos de
acuerdo, desde Colombia hasta Argentina. Número dos, al mismo tiempo
acordamos que ningún país en ejercicio de esa soberanía de tener
fuerzas militares extrarregionales en su territorio tiene el derecho a
que el efecto, el impacto o la incidencia de esa presencia exceda la
frontera de su país y afecte la seguridad y defensa de cualquier país
vecino. Así fue que se logró neutralizar la creciente situación de
conflicto y militarización que venía presentándose en una forma
periódica. Es por eso que yo digo que lo de las bases, si analizamos
este consenso hacia dentro de Suramérica, como gobiernos que tienen una
limitación muy particular, muy seria y muy drástica en lo que es el
efecto de extraterritorialidad constituye un acervo de mucha
importancia, que ha sido dejado de lado como importante por muchos
analistas. Eso no lo podemos perder de vista, al contrario hay que
reforzarlo y consolidarlo para evitar situaciones de ejercicio ilegales
de presencia o de proyección militar desde la denominada paz. Entonces
yo pienso que por ahí vamos, por esa dirección vamos construyendo
institucionalidad y doctrina regional a partir de la autonomía y a
partir de la defensa que nosotros denominamos aquí en este Centro el
concepto del interés regional.
- Y en ese sentido, ¿la gran riqueza en biodiversidad y en recursos naturales, constituye una amenaza para América Latina?
- Mire usted, ha tocado un punto que es muy importante y permítame
definirle, en primer lugar, qué es para nosotros el concepto de interés
regional. El concepto de interés regional no es otra cosa que los
elementos comunes y complementarios del interés nacional de cada uno de
nuestros países. Todos tenemos claridad de qué es el interés nacional.
Pero cuando analizamos como región, todos aquellos elementos comunes
del interés nacional dentro de nuestros países, eso pasa a conformar el
interés regional de un nivel superior. No hay un ejemplo más
paradigmático de un factor de interés regional como son los recursos
estratégicos abundantes en nuestra región como el agua, los alimentos,
la biodiversidad, la energía, los minerales, las riquezas piscícolas de
nuestras plataformas continentales pero también la población y el
territorio. Al determinar ese interés regional tan concreto se impone
como decíamos, un nivel superior, que es lo que nosotros denominamos el
nivel estratégico regional, por encima del nivel estratégico nacional.
En ese nivel estratégico regional uno de los componentes de interés son
los recursos, constituyen elementos que nos llevan, nos deben llevar a
la articulación de una estrategia propia de defensa, protección de los
mismos, a una estrategia de consensuar políticas de acceso y de su
preservación, criterios de evitar la consolidación de la explotación
primarizante y extractivista de esos recursos que se los llevan de acá
limpios digamos, para después vendernos batería para los celulares, o
autos, o cualquier otro tipo de elementos. Si nos ponemos de acuerdo y
trabajamos conjuntamente deberíamos posibilitar y lograr fácilmente la
adquisición no solo de inversiones sino de transferencia de tecnología
que nos permita otorgar el valor agregado a esos productos en nuestros
territorios.
Los tratados de libre comercio, otra amenaza para la seguridad de la región
-
¿Desde ese punto de vista, entonces, los tratados de libre comercio
atentan contra la seguridad regional, apuntando a su tesis?
- En la medida en que los tratados de libre comercio no contemplen la
defensa de políticas nacionales orientadas a propiciar la incorporación
de valor agregado a los recursos estratégicos nacionales, sí atentan
contra la seguridad regional. Ahora yo no sé, porque no soy economista,
si existe compatibilidad entre un tratado de libre comercio y una
política nacional de propiciar la industrialización y la incorporación
de tecnología y valor agregado en los mismos países. La experiencia
dice que no y lo está demostrando.
Justicia, reparación, memoria y perdón en procesos de reconciliación
-
Finalmente, déjeme hacerle una pregunta de tipo personal. Actualmente
en Colombia estamos en pleno proceso de paz con el grupo insurgente de
las Farc, en el cual el centro de atención son las víctimas y se habla
de elementos como verdad, justicia, reparación y memoria. Usted como
víctima de la dictadura argentina que le desapareció un ser muy
querido, ¿ya logró perdonar? ¿Y cómo concibe la reparación y el rescate
de la memoria?
- En primer lugar para perdonar es
indefectiblemente necesario un reconocimiento de responsabilidad
conjunta como diríamos en términos más religiosos. En Argentina no es
posible perdonar porque aquellos que estuvieron involucrados directa e
indirectamente como autores intelectuales y materiales de la gravísima
violación de derechos humanos, nunca reconocieron su responsabilidad y
nunca expresaron arrepentimiento. Por lo tanto, perdonar en esas
circunstancias es algo total y absolutamente descabellado, sin sentido,
y al contrario, de ninguna manera una acción constructiva. Yo creo que
la mejor forma de avanzar en esta materia es como alguna vez lo dijimos
con otros colegas: los grandes pueblos de la historia no son aquellos
que nunca vivieron periodos de barbarie, de muerte, de violencia. Los
grandes pueblos de la historia son aquellos que habiendo sufrido etapas
negras en su devenir supieron superarlas mirándose de frente y tomando
las medidas necesarias para clarificar a través de la justicia, de la
verdad, de la memoria y de la participación. Y solo con esos elementos
se puede superar esas etapas y pasar a otras. De no darse esos
elementos para superar etapas, el conflicto no termina, se mantiene y
yo creo, que los casos entre comillas, “exitosos” de tratamiento a esas
etapas negras de nuestras historias se han dado en gran medida a través
de la decisión y voluntad política, consustanciada con las demandas de
la sociedad y de los pueblos que han generado procesos particulares que
responden a las características, a la idiosincrasia de cada uno de los
países en particular. Por lo tanto, no fue lo mismo el proceso de
revisión del pasado en materia de violación a los derechos humanos en
Guatemala después de la firma de los acuerdos de paz que solucionaron
el conflicto armado interno.
No fue lo mismo ese al caso de El Salvador
donde se estableció una comisión de la verdad; no fue lo mismo ni en
Guatemala, ni El Salvador, ni en Argentina donde hubo un primer inicio
de una comisión de investigación del destino de desapariciones, pero
después vino un proceso judicial; como no fue lo mismo en el caso de
Suráfrica donde hubo todo un proceso, que fue una mezcla de aspectos
jurídicos con aspectos idiosincráticos en los cuales el Estado obtuvo
la facultad de perdonar a aquellos individuos que estuvieron
involucrados en violaciones de derechos humanos, pero expresaron en
primer lugar lo que sabían y reconocieron sus responsabilidades, porque
eso ayudó al esclarecimiento y a cambio de eso hubo la facultad del
Estado surafricano de perdonar. Cada país tendrá las particularidades
de su metodología, de cómo implementar estos principios, pero los
principios son claves: memoria, verdad, justicia y participación. Cada
experiencia define las formas de reparación de diferentes maneras. En
el caso de Argentina se han hecho a partir de diferentes medidas
políticas, institucionales, reconocimiento de víctimas, indemnizaciones
a familiares y deudos, programas de asistencia para educación, para
vivienda, etc. Cada país y cada proceso tienen su forma en la medida en
que es legítimo saber encontrar las fórmulas. No existe una formula
enlatada pero si existen principios irrevocables que de no estar
presentes, estas cosas no funcionan.
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