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La continuidad del proceso
por la obtención de mayor soberanía de los pueblos que
combina interesantes elementos de anticapitalismo para enfrentar el
criminal modelo neoliberal y que se viene dando en buena parte de América
Latina depende de que haya la posibilidad de profundizar los cambios,
se logre una mayor integración y se recree la unidad interna
del campo popular, sostiene la socióloga argentina, Paula Klachko.
Esta investigadora social y docente universitaria destaca
los avances que los gobiernos progresistas de la región han logrado
en los procesos de nacionalización de los recursos estratégicos,
en la creación de empresas estatales, en los altos índices
de inversión social, en los esfuerzos por lograr una mayor integración
política que rebase lo meramente comercial. Considera que la
actual fase de descomposición del capitalismo es una buena oportunidad
para seguir avanzando en la construcción de un modelo de Estado
con elementos socialistas.
Klachko, investigadora de temas relacionados con historia
y conflictividad social, participó como expositora de las II
Jornadas de Estudios de América Latina y el Caribe que se realizaron
a finales de septiembre pasado en la Facultad de Ciencias Sociales de
la Universidad de Buenos Aires.
Al término de su charla orientada a analizar
la geopolítica regional, las tensiones y las alternativas en
un sistema mundial multipolar, el Observatorio Sociopolítico
Latinoamericano www.cronicon.net, dialogó con ella y las
siguientes fueron sus reflexiones:
- Ha señalado usted en su disertación
en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires
que el capitalismo está en fase de descomposición pero
que eso no quiere decir que se vaya a terminar o que vaya a morir en
un breve lapso,y que ese proceso de descomposición puede durar
mucho tiempo. ¿En su concepto, qué elementos característicos
tendría esa etapa de descomposición del capitalismo?
- La caracterización de la fase de descomposición
tiene que ver centralmente con tres grandes elementos indicadores. Por
un lado, lo que planteaban los clásicos que lo vislumbraban y
que actualmente lo podemos ver en su forma manifiesta que es, que las
relaciones sociales, de producción, de ser motor del desarrollo
de las fuerzas de producción, ahora son un freno, no porque no
haya desarrollo de las fuerzas productivas sino porque este desarrollo
está desquiciado, atado a la lógica del consumo antes
que nada y a la tasa de ganancia a cualquier precio. Entonces, hay un
desarrollo desquiciado de estas fuerzas productivas, anárquico
que si tiene un potencial para resolver los problemas verdaderos, profundos
de la humanidad y que todo lo contrario, los exacerba. Eso es en un
primer plano. Después en otro sentido hay una cuestión
que ya estaba incluso en el Manifiesto Comunista. Esto de tener que
alimentar a sus esclavos en vez de ser alimentados por ellos. Hay una
gran parte de la población que ya no puede reproducir su vida
en condiciones normales del sistema, y por otra parte, hay una tendencia
de largo plazo a la expulsión de población de los lugares
sociales que ocupaban, es decir, no en el sentido de exclusión
del sistema, porque todos somos parte del sistema, pero si el sentido
de sobrepoblación o población sobrante desde el punto
de vista del capitalismo. También al contrario de otros modos
de producción antiguos habían terminado cayendo como producto
de la falta de fuerza de trabajo, la falta de esclavos, de servidumbre,
en este caso el capitalismo le cobra a la población sobrante
que aveces está latente en algunos puestos de muy baja productividad.
- Pero esa población "sobrante"
para el capitalismo es desechable, ¿o no?
- Sí, qué más quisieran, pero no
es tan fácil desechar porque es una tendencia que aumenta, y
tampoco es tan fácil deshacerse de esa parte. Para ponerlo en
términos muy crudos: desecharla, aniquilarla, matarla, tampoco
es tan sencillo en el marco del capitalismo que además, toma
en la actualidad forma de democracia liberal, supuestamente.
- Pero a veces el capitalismo adopta mecanismos bélicos como una guerra, como un conflicto, para poder superar sus crisis…
- Sin duda, pero como tendencia de largo plazo no va
a resolver su crisis con un conflicto bélico, además que
no está planteado en el escenario la posibilidad de una tercera
guerra mundial en términos de lo que fueron la primera y la segunda,
lo que no significa que no haya guerras. Entonces no es tan fácil
de aniquilar esta población sobrante que crece enormemente.
- Hablemos de geopolítica. ¿Desde su
óptica cree que América Latina es en este momento un observatorio,
un escenario geográfico, donde se están dando pasos de
anticapitalismo?
- Sí, yo creo que sí. Teniendo de presente
la realidad que de la que siempre hay que analizar y tener en cuenta
no en términos ideales de lo que uno quiera, de cómo debe
ser una sociedad, sino en términos de la realidad inmediata anterior
y de la realidad histórica. Si en esos términos tenemos
en cuenta el contexto histórico inmediatamente anterior, de las
olas revolucionarias desde el 59, yo creo que en medio de una gran derrota
popular en América Latina, en el mundo, la caída de la
Unión Soviética que generó todo una quiebra en
el ideario socialista, en el horizonte revolucionario, hoy estamos frente
a un laboratorio de experiencias alternativas. Porque teniendo en cuenta
eso, ese fin de la historia, el fin de la lucha de clases que fueron
los noventa, supuestamente el triunfo del capitalismo sobre el globo;
años en que nadie hablaba de socialismo, que era un término
de unos pocos locos en las universidades, sí creo que hoy por
hoy en América Latina con estas experiencias que nacen a partir
de los procesos de resistencia al neoliberalismo de la década
de los noventa, con cada gobierno popular, cada experiencia, toma su
característica en relación a cómo fueron esos procesos.
Y creo que sí, que hay una experimentación, un laboratorio
de prácticas alternativas sociales, lo cual no quiere decir que
hay socialismo. Hay que tener de presente que en Europa y en Estados
Unidos están los verdaderos centros de poder económicoy
de pensamiento y que ahí además se encuentran las maquinarias
que mueven los hilos de la humanidad por lo que es difícil pensar
en una sociedad socialista, aun habiendo laboratorios y experiencias
que dan pasos en este sentido.
¿Y cómo configura las experiencias políticas de Venezuela Bolivia y Ecuador?
- Creo que avanzan, se plantean, buscan ir hacia el poscapitalismo, se proponen salir del capitalismo y avanzar hacia una alternativa. Lo que pasa es que si bien se proponen la cuestión del socialismo no sé si lo van a ver, puede ser, de repente las oportunidades políticas se dan, como decía Atilio Boron en una charla: la Revolución cubana tampoco se planteó el socialismo sin embargo, las cosas se dieron de tal manera que hubo la coyuntura para plantearlo. Bueno, no sé. ojalá eso pase. Pero más allá de eso creo que hay elementos y teniendo en cuenta estos justamente es todo mucho más gradual. Además son procesos mediados por elecciones con esta envoltura democrática liberal, que es muy permisiva porque también se democratiza la corrupción y muchas otras cosas, no solo las cosas buenas. Entonces, me parece que hay elementos del socialismo, elementos de antiimperialismo, de anticapitalismo, que conviven con todo lo viejo y conviven con el Estado capitalista, conviven con los monopolios capitalistas, en esa lógica yo pienso, hay un esfuerzo porque primen, porque prevalezcan los elementos socialistas, creo que son los que hay que defender a muerte. Ojalá se profundicen, pero no hay posibilidades que se profundicen si no hay una integración mayor regional de esos proyectos, si no hay unidad interna de lo que significa la izquierda o el campo popular que sostenga, porque hay mucho rupturismo también
- De todas maneras hay que sobrevivir en un mundo
capitalista y estos experimentos son valiosos porque están enfrentando
toda la ola especulativa en lo económico y una guerra política
y mediática sin cuartel, ¿no le parece?
- Absolutamente valiosos, por eso hay que defenderlos
a muerte y creo que ahí en esos propios territorios tiene que
prevalecer la unidad, la autocritica cuando merece, hay que darla. Es
lo más valioso que tiene la humanidad en este momento, como avance
hacia otra cosa y ojalá que no quede en un testimonio y que puedan
avanzar.
- Dentro de la experiencia latinoamericana de principios de este siglo es notorio el avance en soberanía, como señalaba en su disertación…
- Sí, en los casos de los países que estamos
hablando se han dado pasos más que concretos, con toda la nacionalización
de los principales recursos estratégicos en Bolivia; el petróleo
y el gas en Venezuela, que garantiza la base material para el despegue
de una política independiente en todos los sentidos, en el plano
de lo económico o en el plano de lo cultural. En Bolivia, el
rescate de lo propio, de la dignidad del pueblo en sus diferentes fracciones,
el rescate del trabajador, del obrero, de su cultura; en el ámbito
internacional, cuando vemos que se paran los presidentes y le dicen
al imperialismo unas cuantas verdades en su rostro como lo hizo el Che
Guevara en la década del 60. En ese sentido hay avances en materia
de soberanía importantes, insisto como destacamentos más
avanzados en estos tres países, pero también en los otros,
en los llamados países moderados, como Argentina.
- En su charla se quedó corta al referirse a un tema fundamental como es la necesidad de una nueva doctrina militar para América Latina que sepulte la funesta doctrina de seguridad nacional. ¿Cuál es en ese sentido su enfoque?
- Para avanzar en la consolidación de la construcción
del poder popular, porque no es lo mismo, como decía Evo Morales,
llegar al gobierno que tener el poder, se hace necesario además
de lograr soberanía en lo económico, en lo político,
en lo internacional, en lo cultural, obtenerla en el ámbito militar.
Esta cuestión de tener una férrea defensa militar, es
una fase que todavía falta consolidar. Si bien han habido avances
falta una verdadera reestructuración de las fuerzas armadas.
Ni hablar en países como Argentina que todavía están
manchadas de sangre, o en países como Colombia. Pero esa es una
realidad aparte, porque Colombia no entra en ningún proceso de
cambio como los que estamos hablando, ni siquiera un cambio moderado,
ni progresista, teniendo en cuenta eso sí que es importante el
proceso de paz y que hay que apoyarlo puntualmente.Volviendo a los proceso
de cambio, a los procesos reformistas, incluso en Argentina, hay un
cierto grado de restructuración, no son las mismas fuerzas militares,
no son los mismos asesinos, sin embargo, tampoco hay una restructuración
profunda en cuanto a su doctrina. En Bolivia hay un avance, hay una
democratización, una inclusión de hijos de trabajadores
y de movimiento campesino indígena en la estructura de las fuerzas
armadas, por lo menos en el discurso de los altos mandos, un discurso
antiimperialista, incluso bastante anticapitalista, pero hay que ver
qué grado real. Y en Venezuela también, Chávez
había incentivado permanentemente la formación de milicias
obreras, de milicias de defensa de la revolución, de milicias
populares en el campo, en las fábricas. Aunque en realidad no
tengo en la mano estudios que hablen sobre el revelado de realidad de
esos avances, cuánto se avanzó en la aplicación,
en la formación de esas milicias obreras, qué rol tuvieron,
si cumplieron algún papel preciso en algún enfrentamiento.
Sí hubo avances en cuanto a cómo pensarlas, cómo
también popularizar las fuerzas armadas y con la visión
de lo que decía Chávez de la guerra popular prolongada.
Ya con la visión de que algún momento Venezuela iba a
entrar en el punto de bifurcación.Como dice el vicepresidente
boliviano Álvaro García Linera, o en términos de
Gramsci, en el momento de la relación de fuerzas político-militares,
porque sabemos que en algún momento cuando puede la derecha asecha
cada vez más y en un momento los procesos pueden entrar perfectamente
en un proceso de guerra civil, como ha ocurrido en cualquier proceso
revolucionario de la historia. Y llegado ese momento era claro que había
que tener el pueblo en armas.
- Ha señalado usted que un palo en la rueda
para la integración regional es la Alianza del el Pacífico
a la que ha caracterizado como un Alca pero sin Estados Unidos…
- Sí, sin duda es una verdadera amenaza. El imperio
es muy hábil y no va a hacer la misma embarrada dos veces. Es
decir, no se va a poner el mismo disfraz dos veces, pero sí,
la Alianza del Pacífico es un nuevo Alca, una nueva zona del
libre comercio, reforzada con una matriz política.Es evidente
que constituye un muro, incluso geográficamente, y geopolíticamente
en el Pacífico. Un muro contra la consolidación y el avance
que venía presentando estos procesos reformistas con el gigante
Brasil, con Argentina, Venezuela y ahora hay que hacerle frente a este
monstruo del imperialismo, que aparece potente y que es una amenaza
para el avance de la integración regional.
Buenos Aires, octubre de 2014.
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