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domingo, 23 de noviembre de 2014

Guerra económica del G-7 vs. BRICS: Putin compra oro


Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme

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El premier japonés, Shinzo Abe, durante una conferencia de prensa el viernes pasado en TokioFoto Reuters

¿La “guerra multidimensional entre el alicaído G-7 y el ascendente bloque de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) prosigue su ineluctable curso en sus diversos rubros, salvo, hasta ahora, el militar/nuclear en forma directa.

A partir de las severas sanciones del G-7/OTAN/Unión Europea (UE) contra Rusia, a consecuencia del conflicto de la martirizada Ucrania, se ha agudizado la guerra económica, de la que ahora se expresa sin tapujos el presidente ruso, Vlady Putin, y que se puede sintetizar con el siguiente marcador deportivo: se dañan mutuamente Moscú y Bruselas y salen beneficiados Pekín (plenamente: mediante la abrupta caída del petróleo) y Washington (hasta cierto punto: mediante la devaluación del euro y las otras divisas del BRICS).
Vlady Putin fulminó que EU no quiere humillar a Rusia, sino subyugarla cuando nadie a lo largo de la historia ha logrado hacerlo ni lo logrará, para luego arremeter contra el abuso del término valores europeos cuando la democracia no es el derecho al golpe de Estado y al genocidio (http://goo.gl/l7hprS).
Más finamente, asistimos a una variante de una brutal guerra financiera mediante di­visas, metales preciosos (oro) y materias primas (el petróleo) entre el G-7 y el BRICS.

La guerra de divisas la ha acentuado Japón y su delirante abenomics –experimento fallido del pugnaz premier Shinzo Abe, quien sumió a su país en su enésima recesión y ha devaluado artificialmente al yen, para lastimar a China (y, de paso, a Sudcorea)–, mientras el dumping del precio del oro negro lo apuntalan los yihadistas, quienes lo venden a 20 dólares el barril en el mercado negro, muy bien controlado por los rivales del BRICS.

Se puede propiciar un punto de inflexión aparatoso sobre el devenir del oro cuando Suiza celebre un referendo por el Partido del Pueblo Suizo para conservar 20 por ciento de sus reservas internacionales.
En caso de un resultado favorable, el Banco Nacional Suizo será forzado a emprender pletóricas compras de oro en el mercado, lo cual subiría el valor de las reservas de Rusia, cuando las de EU se encuentran en tela de juicio sobre su existencia real, como ha propalado Ron Paul, feroz y veraz representante texano del Partido Republicano y padre de Rand, jefe del ala del Partido del Té.

El escenario de un voto positivo, según Leonid Bershidsky –muy crítico de Rusia a quien fustiga de paranoide–, ayudaría a Moscú a sortear las sanciones y el brutal declive del precio del petróleo.

En espera del crucial voto suizo, Rusia atesora a pasos acelerados su tenencia en oro y al tercer trimestre de este año había ya agregado 55 toneladas: casi 60 por ciento de las compras netas de oro por los bancos centrales, según el Consejo Mundial del Oro.

Las reservas oficiales de oro de Rusia –quinto lugar global detrás de EU (si es que todavía las posee, mientras no se auditen públicamente), Alemania (que pidió su repatriación de las bóvedas de la Reserva Federal que se las entregará a cuenta gotas de aquí a siete años), Francia e Italia– han superado las de China y constituyen más de 10 por ciento de sus reservas totales.

Bloomberg, portavoz de los intereses de Wall Street, se mofa del voto caprichoso del fin de noviembre a solicitud del Partido del Pueblo Suizo y sobredimensiona una encuesta sobre su esperado rechazo, al que se suman el gobierno de Suiza y su banco central de corte monetarista (http://goo.gl/dl4T2X).
¿Por qué Vlady Putin compra oro en forma masiva?

¿Para contrarrestar las sanciones presentes y por venir de EU/OTAN/EU?

¿Se trata de una guerra financiera, como parte consustancial de la guerra multidimensional en curso, para definir uno de los pilares fundacionales del incipiente nuevo orden multipolar?

¿Es posible que la Reserva Federal y el banco central de Japón, dos miembros poderosos del G-7, impriman alegre y antigravitatoriamente billetes de dólares y yenes sin afectar el valor intrínseco de sus divisas que hoy cotizan entre sí en relación inversamente proporcional?

Sergei Glazyev, conspicuo ase­sor económico del presidente ruso, se ha caracterizado por in­sistir, a partir del mundo post-Crimea, en la soberanía financiera cuando todas las divisas convertibles de facto –incluyendo el peso mexicano– se encuentran bajo el control unipolar del dólar estadunidense: uno de sus principales atributos de poder global.

Los metales preciosos también se encuentran bajo la férula del binomio bursátil anglosajón Wall Street/La City (Londres), en espera de la emancipación multipolar del otro embriónico binomio bursátil Hong Kong/Shanghai, que también atenderá los arbitrajes de oro que incrementaría su cotización conforme se intensifique la confrontación militar y política entre EU y Rusia –por extensión del G-7/OTAN/UE versus BRICS/Grupo de Shanghai/Unión Euroasiática– hasta que alguien venza de los dos bloques o se acuerde un acomodamiento multipolar del nuevo orden mundial que incluya a las divisas relevantes.

A juicio de Glazyev, quien naturalmente no contempla la derrota del oso ruso en su feroz confrontación, EU no tendrá más remedio que rechazar el pago de su deuda, lo cual afectará la confianza en el dólar y significará el fin de su imperio financiero cuando las divisas nacionales –que no divisas nacionalistas– recuperen su poder perdido para participar en la edificación de un nuevo orden financiero global.

Los críticos anglosajones de Glazyev aducen que hasta ahora se ha equivocado rotundamente cuando el oro ha declinado 16 por ciento, pese a las compras masivas de metal amarillo por Rusia.

Moscú adopta la misma política de China que compra cuando se desploman tanto el oro como el petróleo.
Según el portal Future Money Trends, citado por Russia Today, la tendencia se carga cada vez más en favor del oro y en detrimento de las divisas fiduciarias tipo dólar (http://goo.gl/Rld520).

Lucy Cormac, del Sydney Morning Herald, asevera que detrás de la política de compra de oro por Putin puede estar la anticipación a una posible guerra económica con Occidente(http://goo.gl/75jBmz).
Russia Today cita a algunos blogueros económicos que sospechan que la compra masiva del metal amarillo sería de una “conspiración financiera, en el marco de la cual Rusia cobraría en oro y no en dólares por el petróleo (http://goo.gl/oUVt6R)”.

The Economist (22/11/14) –con The Financial Times, perteneciente al Grupo Pearson que controla BlackRock, el mayor banco de inversiones del mundo–, cual su costumbre contumazmente desinformativa, se va a la yugular de las finanzas del oso ruso, a quien diagnostica herido letalmente.

La batalla por el control del alma ucraniana entre EU/OTAN/UE y Rusia ha resucitado la añeja colisión frontal entre el oro (artificialmente devaluado) y el dólar (paradójicamente ­revaluado).

¿Quién triunfará?

¿Se solucionará con una guerra nuclear o con una dolorosa cuan creativa negociación?
Lo cierto es que no existe marcha atrás.

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