Perú
No. No fue “una gresca entre estudiantes de la Universidad Federico Villarreal”,
como dijo la tele digitada y complementó la prensa grande, hace algunos
días. Fue un hecho mucho más grave, que algunos quisieran que pasara
desapercibido, como si se tratara de una anécdota. Es la “táctica” de
García, que constituye un desafío y un reto vital para todos.
El miércoles pasado, un grupo de activistas del Partido Aprista
-probablemente los mismos que atacaron alevosamente al congresista
Sergio Tejada en el Hotel Riviera hace algunas semanas- impidió,
mediante la violencia, que se llevara a cabo un acto en homenaje a José
Carlos Mariátegui, con motivo de conmemorarse, el próximo 14 de junio,
los 120 años de su nacimiento. La cachiporra alcanzó otra vez más su
máximo esplendor en el “debate” que suele desarrollarse en esa Casa de
Estudios, írrito feudo del Partido de la Estrella.
La acción
tiene diversos significados. Por un lado, constituye una confirmación
del carácter agresivo del Partido de García que usa todos los
procedimientos a su alcance para detener y destruir cualquier modalidad
de pensamiento distinta a la que gusta imponer. Por otro, ratifica una
modalidad destinada a confirmar una imagen muy grata para la clase
dominante: impedir que la izquierda asome en cualquiera de sus
modalidades o tareas.
Pero, además, configura una suerte de advertencia al conjunto del movimiento popular para que “no se atreva”
a disputar la hegemonía callejera, o académica, del mensaje aprista que
busca obsesivamente recuperar un Poder que siente que le pertenece,
casi por voluntad divina.
El pretexto es obvio: los atacantes
dicen -sin contar con ninguna evidencia- que quienes convocaron el
homenaje al Amauta, eran “Senderistas”, agrupados en el “Movadef”. De
ese modo, mediante un artificio detestable, intentan matar dos pájaros
de un tiro: justificar la violencia salvaje, de la que hacen gala desde
hace décadas; y acusar de “terroristas” a todos los que buscan
reivindicar el mensaje de Mariátegui, el más importante pensador
peruano del siglo XX.
Para los apristas lo importante es
mostrar al país que ellos son la fuerza dominante en el escenario
social, la que está dispuesta a “impedir el resurgimiento de sendero”,
la que se la juega por neutralizar los “afanes terroristas” de ciertos
grupos de supuesta “izquierda”.
Esa “táctica” forma parte del
modo cómo el APRA pretende proyectarse como alternativa a Keiko en los
comicios del 2016. En otras palabras, procura perfilar un mensaje muy
simple: solo el APRA es garantía para los poderosos.
La expresión constituye una variante de lo que, a mediados de los años
cincuenta del siglo pasado, acuñara Pedro Roselló Truel, el politiquero
de entonces al servicio de los exportadores. Recordemos que dijo: “Haya de la Torre es el conservador que el Perú necesita”.
Hoy el cogollo aprista, desclasado, corrupto y sin imaginación, pero
con infinitas pretensiones, se empeña en asegurar que García es “el demócrata que el Perú necesita”.
Y es que Alan no busca el retorno al Poder tan sólo por vanidad
personal. Es verdad, como se dijo antes, que posee un ego colosal. Pero
aún él, no sería nunca suficiente para lanzarlo a una aventura como la
que trama, si es que no tuviera detrás la mano del Imperio, como la
tuvo el 2006. Recordemos entonces sobre todo para los jóvenes, la
historia de lo ocurrido en nuestro país hace ocho años.
Cuando la gran prensa daba por descontada una victoria neta de las
huestes que ella patrocinaba hasta el paroxismo en la primera vuelta,
confirmando un “balotagge” entre Alan García y Lourdes Flores; surgió de pronto, casi inopinadamente, un “out sider” -Ollanta Humala Tasso-
quien con un 31% en los sufragios, alcanzó el primer lugar en la
consulta de abril, y se proyectó como probable triunfador en el
“repechaje” de junio.
Mucho dependía entonces que quién le
hiciera frente. Y los escrutinios “a boca de urna” así como los
“contéos” iniciales, conferían esa posibilidad a Lourdes Flores, la
candidata del Partido Popular Cristianos, quien aventajaba a García.
Allí entró la mano aviesa del Imperio.
Todo comenzó con la
inmensa campaña que hizo la “prensa grande” contra el candidato del
Partido Nacionalista al que acusó de ser “cómplice” y “aliado” de Hugo
Chávez y pretender importar el “modelo bolivariano” que se afirmaba en
Caracas. Todos los medios, a una sola voz, llamaron a cerrar filas
contra el “inmenso peligro”, que implicaba la “candidatura chavista” en nuestro país. El “oro de Caracas”, revivió la vieja leyenda del “oro de Moscú”.
A continuación, vino la especulación de algunos analistas políticos
entre los que destacaron quienes hoy pontifican sobre lo mismo,
pensando en el 2016. Ellos coincidieron en asegurar que Lourdes Flores
no constituía “garantía” para hacer frente a esa “amenaza”, que la
candidata del PPC “no mostraba una voluntad recia ni poseía una
estructura sólida que la respalde”. Se necesita un hombre “más
enérgico” con un “partido más fuerte”, dijeron. En otras palabras, la
garantía, sólo era García.
En mayo del 2006 Lourdes Flores,
que superaba por una mínima diferencia a García, fue invitada a la
residencia del embajador de los Estados Unidos, frente al Parque
Washington. Allí el portavoz del imperio le hizo saber la mala nueva:
debía admitir que había perdido y ceder el segundo puesto en la
votación al candidato aprista. Era eso, lo que le pedía la Casa Blanca.
A Lourdes Flores, la petición debió parecerle como un injusto
mazazo en la cabeza. Ella era amiga de los diplomáticos yanquis,
contaba con excelentes relaciones en los Estados Unidos, aseguraba una
política complaciente con Washington ¿Por qué, entonces, le pedían
esto? La respuesta no se hizo esperar: sólo García, puede derrotar en segunda vuelta a Ollanta Humala.
Aunque a regañadientes y con los ojos empañados por lágrimas, la
invitada de aquella tarde debió aceptar la voluntad del Imperio como
una decisión inapelable. Requerida por la prensa casi se negó a prestar
declaraciones, pero aún así alcanzó a decir algo: “se me quiere quitar la victoria”.
Desde el día siguiente de este aciago encuentro, cambió la tendencia de
la votación. Se redujo aún más la diferencia que separaba a García de
la Flores y, finalmente, éste desplazó a la dama apenas por una
fracción de puntos. Así, pasó a la segunda vuelta contra Humala en el
mes de junio. Finalmente se impuso en ella por un margen de 52% a 48%.
De ese modo quedó catapultado para un segundo mandato. Ahora, quiere el
tercero.
El tema llamaba por cierto a escándalo. García tenía
una gran resistencia en el seno del pueblo, pero también en otros
estamentos de la sociedad. Se recordaba -hoy, casi, se ha olvidado- que
con AGP en el gobierno, la inflación llegó al SIETE MIL POR CIENTO
(no al “increíble 56% de Venezuela”, como braman ahora los áulicos del
Imperio); y los muertos por el Terrorismo de Estado sumaron miles. No
era fácil “limpiarle la cara” al mozo para ponerlo ”decente”, pero se
hizo, ante un pueblo desconcertado que pronto se vio embebido por otras
distracciones.
Pocos días después de los comicios -el 9 de
junio- comenzó el XVIII campeonato mundial de futbol celebrado en
Alemania y que le daría finalmente la victoria al equipo italiano de
Gianluigi Buffon y Fabio Cannavaro. Pronto hubo carnaval deportivo y
éste hizo que secaran las lágrimas de Lourdes y la gente “olvidara” la
afrenta que implicaba la imposición de ese “nuevo” gobierno.
Claro que ahora, “la táctica” de García, no es tan simple. A ella se
añaden otros elementos: acosar al gobierno en todos los terrenos;
centrar los fuegos contra Nadine Heredia para demolerla; derribar a
funcionarios de confianza -el caso de Dacia Escalante, podría ser
emblemático; alentar huelgas como la de los médicos; chantajear en la
elección del Tribunal Constitucional; bloquear a personalidades
influyentes como José Antonio Eguiguren y promover a otras de
ejecutoria discutible, como Villa Stein o Peláez; asomar como el
“principal invitado” en la fiesta de “El Komercio”; son algunas de las
perlas que brotan de racimo de trampas que tiene atado al cuello el
señor García.
Su “táctica” -en extremo peligrosa-
constituye un abierto desafío y debe ser derrotada por la unidad más
amplia, y por la lucha. Ese, es un reto vital.
Gustavo Espinoza M. Del colectivo de Dirección de Nuestra Bandera
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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