Jesús Chuy García*
La semana pasada, en
medio de una crisis económica sin precedentes y un virus que asola a
las comunidades afroamericanas y latinas, George Floyd fue asesinado a
plena luz del día por la policía en Minneapolis. El video y las imágenes
de su muerte causaron horror en todo Estados Unidos. La gente salió a
las calles para exigir el fin al racismo en las prácticas policiales.
El asesinato de George Floyd es el resultado de la historia racista
de Estados Unidos: siglos de esclavitud y el sistema de leyes
segregacionistas conocidas como
Jim Crow. Durante largo tiempo, los supremacistas y racistas blancos han controlado nuestra cultura policial que trata a las personas afroamericanas y latinas como menos que humanos. No todos los policías son culpables, pero debemos terminar de raíz con el racismo y la complicidad en nuestras fuerzas de la ley.
Sabemos por experiencia que hay fuerzas que buscan dividirnos para
beneficio de sus propios intereses. También sabemos que las comunidades
afroamericanas y latinas han logrado avances significativos cuando hemos
trabajado juntas.
En lugar de unificar a un país en pena y mostrar la determinación
para lograr justicia, el presidente Donald Trump y sus simpatizantes
están avivando intencionalmente la división y el odio. Están propiciando
estratégicamente enfrentamientos entre las comunidades afroamericanas y
latinas, una táctica que hemos visto antes.
Cuando el Ku Klux Klan y las fuerzas policiales intentaron
desacreditar al doctor Martin Luther King, desestimaron la humanidad de
millones y utilizaron la
ley y el ordencomo una excusa para la brutalidad. Cuando enviaron agentes de migración a nuestras calles para separar a los niños de sus madres, usaron
la ley y el ordenpara justificar la deshumanización de las familias migrantes. Ahora, Trump está usando la vieja jugada de la
ley y ordenpara enfrentar a los afroamericanos y latinos entre sí. Nueva década, mismas malas jugadas.
En lugar de ser víctimas de una división instigada, debemos resistir y
enfocar nuestra energía hacia el desmantelamiento de un sistema
mantenido por la supremacía blanca que es nuestro enemigo común. Ese
sistema, basado en la premisa de que las comunidades afroamericanas y
latinas deben conformarse con las migajas de la sociedad, está
alimentado por la desconfianza, los disturbios y la división.
Ahora, más que nunca, debemos aferrarnos al amor y la justicia, de
ahí proviene nuestro poder. Ahora es el momento de solidarizarse con
nuestras hermanas y hermanos afroamericanos y darnos cuenta de que su
lucha es nuestra lucha. Cuando la comunidad afroamericana es asesinada,
nos asesinan a todos. Si ellos no son libres, nosotros no somos libres.
Nuestras historias están entrelazadas y depende de nosotros escribir
nuestro legado futuro.
Las vidas afroamericanas importan. La justicia importa. La
solidaridad importa. Sólo si nos unimos podremos marchar hacia un cambio
duradero y hacia la equidad racial en Estados Unidos.
*Congresista por el cuarto distrito de Illinois en la Cámara de
Representantes de Estados Unidos; es el primer migrante mexicano de
Chicago elegido al Congreso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario