John Saxe-Fernández
A plazo la segunda
entrega del trabajo sobre el sector energético bajo asedio porque tal
parece que con Donald Trump, la ultraderecha y sus cuerpos de acción en
la Casa Blanca, el que está bajo asedio es Estados Unidos. En la
potencia norteña se sabe, desde el inicio mismo del siglo XXI, y el 11/
S, que es posible lanzar en EU una intentona contra la Constitución y
los derechos civiles tan frecuentes en sus operativos diplo-militares en
Latinoamérica y el Caribe. Al menos 40 ciudades de EU están bajo toque
de queda con la Guardia Nacional en 15 estados, por la protesta general
ante la atroz ejecución de George Floyd perpetrada por la policía de
Minneapolis.
Asesinar afroestadunidenses: he ahí la marca de la esclavitud y del
endémico racismo, admirado por el régimen nazi y alentado por un Trump
agazapado en el búnker de la Casa Blanca durante días de protestas ¿en
embeleso con el modus operandi de los nazis, lanzando dinamita
al tanque del estallido social vía tuits, como queriendo incendiarlo
todo como en el incendio del Reichstag? Él tampoco convocó a la unidad
nacional. Jerrold Nadler, coordinador de Asuntos Judiciales de la Cámara
de Diputados de EU dijo que
Trump siempre ha querido ser un dictador.
Luego de varios días, sale Biblia en mano para la foto y mientras
dice apoyar manifestaciones pacíficas, su policía en simultáneo lanzó
gas lacrimógeno, granadas cegadoras y balas de goma. Acusa a demócratas y
a
terroristasde izquierda de los saqueos y amenaza con despliegues militares. A sabiendas que la ley permite al Ejecutivo ese despliegue sólo a petición de los gobernadores, Trump dijo
si ante desmanes los gobernadores no me lo solicitan, lo haré por ellos. El sesgo hitleriano de Trump me lo advirtió Roberto Fernández Retamar, el notable historiador y presidente de Casa de las Américas, enviándome copia del libro de James Whitman, Hitler’s American Model (El modelo estadunidense de Hitler, Princeton, 2017).
Al revisar un acervo documental del Tercer Reich, Whitman se topó con
valiosos testimonios en los abundantes registros taquigráficos de lo
dicho en sesiones convocadas por Hitler desde el Ministerio de Justicia
para generar las leyes raciales del Reich, tarea a cargo del ministro
Franz Gurtner, quien presidió las reuniones entre abogados expertos en
la elaboración e interpretación de leyes, con integrantes clave de la
cúpula gubernamental nazi. Al inicio Gurtner presentó un memorándum
especificando al detalle las leyes raciales de EU, material base en las
sesiones, referido por los participantes como
el modelo estadunidense de legislación racial.Para Whitman “es de lo más significativo que los nazis más radicales ahí presentes, de manera recurrente mencionaron esas leyes como la pauta a seguir por Alemania. De ahí emanó una atrocidad judicial: la feroz legislación antijudía, que incluyó a mestizos, mulatos y gente de color. Entre los admiradores del supremacismo blanco del sur de EU estaba Roland Freisler, quien luego presidió la Corte del Pueblo Nazi, cuya actuación fue aterrorizante,
expresión clave de la salvajada judicial de las Leyes Nuremberg. En ese registro taquigráfico, Whitman encuentra sorprendente, en particular, descubrir que los nazis más radicales presentes eran los campeones más ardientes de las lecciones y perspectivas raciales de EU para Alemania”. Las fuentes del involucramiento nazi con la ley racial son variadas. A finales de los años 20 y 30, dice Whitman, “los nazis y el mismo Hitler se interesaron en la legislación racista de EU. En Mi Lucha, Hitler celebra a EU como el único estado que ha progresado hacia la creación de un orden racista del tipo de las Leyes de Nuremberg que estamos intentando establecer”.
El
nacional trumpismoopera desde una base electoral que apoya la relección del magnate, objetivo central de su actuación orientada al fomento de la conflictividad, auxiliado por quienes saquean, queman y violentan ofreciéndole oportunidades para aparecer, según su preferencia electorera. La ley y el orden encubren su fracasado manejo del Covid-19 con resultados tan trágicos o aún más, que los cosechados por su par brasileño, el otro rotundo fracaso epidemiológico que arrastra enorme sufrimiento a millones de familias. A Trump sólo le importa su relección, con él de campeón de la mano dura, no como quien preside una economía que añade 40 millones de desempleados, en un medio global que va hacia una crisis, como advirtió Istvan Mészáros,
que hará parecer a la Gran Depresión como una tarde de té en la vicaría, con EU como epicentro de eso y de la pandemia. El despliegue de la fuerza militar contra su población con la equívoca idea de eliminar su imagen como la personificación de la decadencia intelectual y moral de EU es asunto de alto riesgo mundial.
En EU persisten un atroz racismo escudado en un diseño judicial corrupto. Ambos deben desaparecer.
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