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martes, 1 de enero de 2019

Los condenados de siempre

Desde el otro lado
Arturo Balderas Rodríguez

Mal y de malas. Según diversos medios de información, los estragos ocasionados por la pandemia derivada del coronavirus han tenido un mayor impacto entre las personas de menores recursos, y entre ellas los afroamericanos y los hispanos. No es extraño, ya que de acuerdo con la organización PEW, los hispanos son el grupo que en mayor número carecen de seguro médico. Obesidad, diabetes, deficiencias cardiacas, etcétera, son el resultado de una salud precaria por la falta de prevención y atención médica adecuada, lo que a la postre los convierte en blanco de epidemias como la del Covid-19. Al viejo aforismo que solía repetir la población afroamericana cuando los blancos en América tienen gripa, los negros tienen pulmonía, y que hoy en un giro trágico se ha convertido en cuando los blancos tienen coronavirus, los negros mueren ( New Yorker, abril 19), habría que agregarle: y los hispanos en una mayor proporción.

No se conocen estadísticas precisas sobre el número de hispanos afectados por la pandemia, pero no deben ser muy diferentes a los afroamericanos. De lo que sí hay constancia, según rebela un reportaje en el diario The Guardian, es que las condiciones en las que los hispanos trabajan en el campo distan mucho de ser las que han recomendado las autoridades sanitarias. En California se producen dos terceras partes de la fruta y una tercera de las verduras que se consumen en el país, y la mayoría de quienes las siembran y cosechan son originarios de México. De las entrevistas a los trabajadores se desprende que, debido a las características de su trabajo, es difícil que conserven una sana distancia física, a más de que no se les proporcionan los medios para protegerse, como tapabocas y guantes. Para ellos no hay cuarentena hoy ni mañana; la cosecha tiene que levantarse cuando es temporada, de lo contrario se perderá. Los consumidores estadunidenses montaron en pánico cuando se percataron de que los productos del campo pudieran escasear debido a la falta de mano de obra y, en consecuencia, al desabasto de los bienes que provienen de ese sector (CNN). Cuando sonaron las alarmas ante dicha posibilidad, la Casa Blanca ordenó de inmediato detener la deportación de un número indeterminado de trabajadores del campo. Es la mayor evidencia de que los mexicanos son insustituibles para el funcionamiento de la economía estadunidense y de la hipocresía de Donald Trump, quien los sigue vilipendiando como un grosero recurso para su relección.

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