David Brooks
En West Virginia, uno de los estados más pobres de Estados Unidos, más
de 15 mil maestros y personal escolar estallaron una huelga para exigir
salario digno y seguros de salud. El liderazgo del sindicato llegó a un
acuerdo con el gobernador por un incremento de 5 por ciento, con lo que
se había anunciado la reanudación de clases el jueves pasado, pero las
bases lo rechazaron con el argumento:
nosotros somos los líderes. La imagen es de la semana pasada afuera del Congreso, en CharlestonFoto Ap
De repente la oscuridad, crueldad
y obscenidad derechista que intenta imponerse en este país es
interrumpida por una ferocidad digna, transparente y solidaria que
rehúsa someterse, que se decide por la rebelión.
La historia de este país esta hecha de eso también y aunque por ahora
esa resistencia rebelde aún no alcanza las dimensiones que se requieren
para revertir uno de los asaltos reaccionarios más severos en este país
en tiempos recientes, está brotando por todas partes, y desde esquinas
desconocidas e inesperadas, como si viniera de la nada.
En West Virginia, uno de los estados más pobres del país, acaba de
surgir una de las acciones laborales más grandes en años: en los pasados
siete días hábiles, una huelga de más de 15 mil maestros y personal
escolar, muchos vestidos de rojinegro –han cerrado todas las escuelas
públicas en los 55 condados– en un estado donde no gozan del derecho a
la huelga. La demanda por un sueldo digno y seguros de salud continuó
aun después de que a mediados de la semana pasada el liderazgo del
sindicato magisterial llegó a un acuerdo con el gobernador por un
incremento de 5 por ciento, con lo que se había anunciado la reanudación
de clases el jueves pasado, pero las bases se amotinaron y decidieron
desobedecer a sus líderes, declarando:
nosotros somos los líderes. La huelga continuará, prometen, hasta que cumplan sus demandas y esto sea concretado en ley.
Cientos de maestros y sus aliados –incluidos estudiantes– han cercado
la sede del gobierno estatal en Charleston, denunciando que su estado
ocupa el numero 48 de 50 en salarios para maestros, razón por la cual
unas 700 plazas siguen vacantes, porque los maestros se ven obligados a
buscar empleo en otros estados, o en otros profesiones. Entre sus
aliados está el legendario sindicato minero (UMWA), cuyos líderes
señalan que los maestros son los herederos de las grandes luchas
históricas del siglo anterior que se libraron ahí en las minas de
carbón.
West Virginia tiene una larga historia de militancia sindical, y a
principios del siglo pasado fue escenario de algunas de las batallas más
sangrientas entre empresas mineras y sus trabajadores. Algunos
historiadores consideran la llamada
Batalla de la Montaña Blair, que duró cinco días en 1921, como una de la acciones de rebelión laboral más grandes en la historia del país. Uno de los maestros en huelga es tataranieto de uno de los líderes de esas guerras sindicales de hace un siglo y muchos de los maestros de base que empezaron la acción sindical son hijos de mineros en los condados históricamente ligados a la minería.
Hace cien años mineros de West Virginia ayudaron a encabezar la lucha por salarios justos y dignidad en el empleo. Hoy los maestros de West Virginia están llevando adelante esa valiente tradición. Estoy con ellos en su lucha por la justicia y la dignidad, declaró el senador Bernie Sanders.
Después de décadas de una guerra contra los sindicatos en el sector
privado, los cuales ahora se encuentran en su momento más débil desde
sus inicios, la derecha se ha dedicado a lanzar una ofensiva para
debilitar a los sindicatos del sector público. Un caso pendiente ante la
Suprema Corte podría asfixiarlos por completo si la mayoría
conservadora falla en favor del demandante financiado por agrupaciones
derechistas y antisindicales poderosas tan pronto como este verano.
La huelga en West Virginia estalla en momentos en que la
derecha busca desmantelar el estado de bienestar y los derechos
laborales y civiles, sino aniquilar a los propios sindicatos, columna
vertebral de movimientos sociales progresistas que lograron esas
conquistas sociales. No es por coincidencia que a la par de que se ha
reducido el poder político y económico de los sindicatos en este país
durante los pasados 30 años –parte de una estrategia neoliberal que
incluyó al TLCAN– la desigualdad económica está en su mayor nivel desde
poco antes de la Gran Depresión.
Aunque parezca que la acción de los maestros parece salir de la nada,
brota de su historia tal como recuerdan los propios trabajadores. Más
aún, hay antecedentes recientes de la lucha magisterial en lugares como
Chicago, Seattle y hasta Texas, contra la imposición de supuestas
reformasque, con apoyo tanto de republicanos y demócratas, buscan convertir la educación pública en un mercado con miras a privatizarlo y debilitar o destruir a sus defensores como los sindicatos.
Estas rebeliones son más vitales ahora en la era Trump que amenaza a
este pueblo, y al planeta, con políticas semi-fascistas (aunque
incoherentes). Con trabajadores, mujeres, inmigrantes, estudiantes,
latinos, afroestadunidenses y otras minorías bajo ataque frontal –ni
hablar del medio ambiente y de guerras criminales– cada lucha no sólo
tiene que ver con su propio ámbito, sino forma parte del rescate del
todo.
Los movimientos y expresiones disidentes que están brotando de esquinas inesperadas, como de la nada, incluyen el
ni una másque acaba de nacer con los estudiantes después de la masacre en un pueblo poco conocido en Florida, el Black Lives Matter que nació hace pocos años en pueblos poco conocidos como Ferguson, Missouri, o el de los dreamers, que estalló desde decenas de esquinas que vivían
en las sombras. Y claro ahora está el TimesUP y/o #MeToo, donde las mujeres están sacudiendo el paraíso de los hombres más poderosos.
Todos estos sorprenden al poder y a gran parte de analistas y
expertos políticos, por salir como de la nada. Pero la historia de este
país es, junto con el cuento oficial, la de los de la nada. Todos estos
movimientos ahora, como bien recuerdan los maestros de West Virginia,
tienen antecesores, que en sus tiempos, también parecían aparecer de la
nada para, una vez más, estar más que presentes, y regalar esperanza.
Para Ron Blackwell, rebelde elegante de intelecto brillante y
corazón valiente, voz feroz por la dignidad y la justicia,
internacionalista y proteccionista de los derechos de los trabajadores,
quien nos acompañó en buscar construir el otro mundo posible. Hasta
siempre, hermano.
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