Lo que ocurrió en Colombia fue asunto de
locos, personajes del mundo entero asistieron a la firma definitiva
de los acuerdos entre FARC y Gobierno, sin
pensar que de definitivo no tenían nada.
Lo lógico era que el show se reservase para después que el pueblo los
refrendase. De todas maneras, el NO triunfador era algo que nadie
esperaba ni
siquiera los ganadores, y menos que el pueblo le diera la espalda al
plebiscito. En el fondo quienes
triunfaron, aún, no saben que ganaron. La abstención se
explica fácilmente porque casi nadie leyó los acuerdos, ya que no
existe la cultura de la lectura, y quienes
lo leyeron encontraron que la normatividad vigente va en contravía de lo
acordado, por ejemplo, a la democratización de la tenencia de la tierra
el
Régimen contestó recientemente haciendo
aprobar la Ley ZIDRES, que estimula la concentración de ésta. Así que
no había una real motivación, en las 297 páginas de los Acuerdos FARC
–
Gobierno no había una sola medida que alentara al pueblo víctima de la
violencia y demás males propios
del sistema socioeconómico. Santos, en su afán de mostrar resultados
contundentes referentes al sometimiento de la guerrilla, no permitió la
más
mínima reforma socioeconómica para aliviar dura situación, y las
FARC en su afán pacifista cedieron hasta su espíritu
guerrero.
Para
tratar de entender lo ocurrido en las
urnas hay que analizar por separado las distintas posiciones adoptadas
tanto
por los triunfadores como por los perdedores y los abstencionistas.
Al NO
triunfador pertenecen
los sectores más retrógrados de la
sociedad, a la encabeza está el ex
presidente Álvaro Uribe, siniestro,
fanático y enfermo mental; y le secunda un primo
del presidente Juan Manuel, Francisco
Santos, mejor conocido entre sus seguidores como Pachito, este individuo
adolece
de serias deficiencias en su cociente intelectual. En el NO participó
una mezcla ecléctica de población perteneciente a los más diversos
sectores sociales,
en primera línea la oligarquía
terrateniente, directamente interesada en que la guerra continúe, pues
vive de
ella y es la que desplaza, usurpa y acumula la tierra robada. No
obstante, la gran masa del
NO es gente perteneciente al
pueblo excluido, que carece de
conciencia de clase, con un común denominador: el odio y la irracionalidad,
pero no el odio entre clases sociales
sino odio intraclase. En cuanto
al SI perdedor, también, está nutrido por una variopinta gama de seguidores.
Hay que destacar los que propician la entrega de la guerrillas conocidos como
los “pazólogos”, entre ellos se encuentran intelectuales, académicos y políticos
de “izquierda”, que no quieren llevar
a las espaldas el INRI de seguidores de
la guerrilla. En el SI
había políticos como la senadora Claudia López y Antonio Navarro quienes
votaron afirmativamente, con el afán de eliminar
“por las buenas” a las FARC de la faz de la tierra. Desde luego que muchos votantes del SI creyeron
que era la manera correcta de buscar
soluciones.
Las
FARC en
realidad no tenían plan B. Una vez más la cúpula queda sin brújula,
así que “quien no sabe para dónde
va cualquier camino le servirá”. Cuando las tropas de los distintos
Frentes ya avanzaban hacia los campos de concentración
ahora
no saben para dónde coger. Se especulan todo tipo de medidas a seguir
en el
inmediato futuro. Quienes quieren la entrega
de la guerrilla a como dé lugar proponen
una Constituyente y en el mismo sentido están los que impulsaron la
anulación
del voto. Lo que no se tiene en cuenta es que,
de antemano, se sabe que esta sería
dominada, entre otros, por Álvaro Uribe y el ex procurador quienes
mandarían al país entero al medioevo. Otros dicen que se tramite en el
Congreso su
aprobación, pero qué
clase de Paz podrá eclosionar
en este nido de criminalidad. Otros dicen que se renegocie lo acordado y
se
borre lo poco que se le concedió a la insurgencia, nada de curules y
que vayan derecho a la cárcel a purgar largas
penas. Por otra parte el Centro
Democrático, quien se siente con toda la autoridad para imponer
condiciones, sostiene que no se trata de negociar ni
renegociar ningún acuerdo, pues según sus voceros en Colombia no hay
ninguna guerra civil ni
conflicto alguno sino simplemente una agresión por parte de un puñado de
“terroristas”;
desde esta visión lo correcto es exigirle a los “terroristas” que se
sometan y punto. Estas dos últimas propuestas para muchos son algo
menos que salidas
insensatas, pero dada la debilidad y ganas de entregar las armas
mostrada por la cúpula negociadora de las FARC en la Mesa de
“sometimiento” no es raro
que terminen aceptando.
Tanto
las bases como la cúpula fariana deberán
hacer un examen de conciencia para ver qué
pasó, qué está fallando, porqué el pueblo no responde; en una profunda
reflexión estará el que se hundan o por
el contrario salgan airosas. En todo caso las FARC deberían dar un
vuelco total e
inmediato a la orientación que han venido observando. Pero antes que
nada tendrían
que remover o, por lo menos, recomponer
la dirección máxima y la cúpula negociadora. Timochenko podrá ser un
excelente cardiólogo,
pero no tiene el corazón ni el cerebro para dirigir una guerrilla del
nivel de
las FARC, muestra no estar convencido de la justeza de la guerra ni de
las graves
causas que la motivaron y las profundas transformaciones sociales que
se
requieren para superarla. Si así fuera
no estarían hablando de paz sin que se toquen las viejas estructuras
económicas,
causantes de la tragedia humana que vive la mayoría de la gente. Al jefe
máximo
se le ve más como un abuelo consentidor que un combatiente al frente de
hombres
de hierro. Y en cuanto a los principales voceros se les nota el
cansancio y las
ganas de dejar el monte. Esta situación ha sido percibida por el grueso
de la
base, varios Frentes antes de ir al
plebiscito se apartaron de los acuerdos. Se dice que en el
momento de escribir esta nota muchos guerrilleros totalmente confundidos
se están replegando hacia sus territorios, preparándose para
reiniciar
la lucha. No creen en nadie y no tienen por qué hacerlo. Ahora que la
iniciativa la tiene Álvaro Uribe tendrán que estar preparados porque en
cualquier momento las fuerzas militares van a intentar aniquilarnos,
para no tener que
renegociar.
Pero las FARC, con unos voceros renovados,
podrán convertir el revés del NO en una oportunidad para sacar adelante lo que por
el afán de complacer al Régimen quedó en
el tintero, las salvedades podrían ser
una línea roja que daría seriedad a los negociadores rebeldes. Exigir la reforma agraria integral, sería un hecho que
justificaría el haberse sentado a negociar la salida política al conflicto. Suficiente
haberse reconocido como victimarios, algo que nunca debió haberse aceptado,
como para ir a la cárcel como vulgares criminales. Ahora se les quiere pedir que dejen las armas sin posibilidad alguna, en
la práctica, de hacer política, pues
esta votación demostró que, dada la matriz mediática negativa, nunca llegarían al Congreso. En cuanto a la
Guerrillerada de base mientras se aclara el futuro inmediato tendrá conformar un mando colegiado entre representantes
tanto de los Frentes declarados “disidentes”
como de los que, previsiblemente, se les sumen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario