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miércoles, 4 de mayo de 2016

Sodalitium, una nueva deshonra de la derecha católica



Bernardo Barranco V.
La Jornada
Llama la atención la aguda crisis de Sodalicio de Vida Cristiana, sociedad de vida apostólica fundada en Perú hace más de cuatro décadas por Luis Fernando Figari, grupo ultraconservador que tuvo un fulgurante crecimiento durante el pontificado de Juan Pablo II.
A mediados de abril la comisión que investigó los casos de abusos en Sodalicio emitió un duro informe final, en el cual determinó que tanto Figari como Germán Doig, fundadores de la sociedad, así como otros actores que han fungido con responsabilidades en el Sodalitium Christianae Vitae (SCV), cometieron abusos de índole física, sicológica y sexual contra miembros de esta sociedad religiosa, que depende de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las sociedades de Vida Apostólica. Este grupo peruano va conformándose desde los años 70 para contrarrestar y combatir a los pujantes movimientos y comunidades cristianas que simpatizaban con la Teología de la Liberación. Figari, principal figura, provenía de las filas de Tradición, Familia y Propiedad, grupo católico derechista fundado en 1960 en Brasil por Plinio Correa de Oliveira. El actual superior general de SVC, Alessandro Moroni, informó en un video que el Vaticano ha acogido nuestro pedido de intervenir directamente en el proceso de reforma de la comunidad. Estamos en espera del decreto que nombre oficialmente al prelado que nos acompañará en el gobierno durante este tiempo. Es decir, el Vaticano intervendrá la sociedad para determinar su futuro. Por su parte, Change.org dio a conocer que cerca de 800 religiosos, sacerdotes y laicos solicitan al papa Francisco suspender a esa sociedad planteando cuatro medidas: 1. Intervención y disolución de Sodalitium Christianae Vitae por el Vaticano. 2. Sanción a todas las autoridades implicadas en el SCV. 3. Prohibición de incorporar nuevas vocaciones al Sodalitium. 4. Reparación a víctimas y sus familias.
Hay un claro paralelismo entre los legionarios de Cristo y Sodalicio, entre Marcial Maciel y Luis Fernando Figari, así como el difunto y nefasto Germán Doig, a quien también querían santificar. Igual que los legionarios de Cristo, Sodalicio ha desarrollado un emporio económico basado en colegios, universidades, cementerios, empresas agrícolas e inmobiliarias, entre otros. El diario limeño La República (20/4/16) consigna la gerencia de 35 cementerios, que les generan ganancias anuales de más de 35 millones de dólares.
Desde hace más de un lustro antiguos integrantes del grupo han venido denunciando en medios los abusos sexuales, maltratos y posicionamientos político-religiosos de este grupo. El periodista Pedro Salinas, quien perteneció a esta sociedad, presentó recientemente el libro Mitad monjes, mitad soldados, que reúne testimonios de 30 ex integrantes de la institución católica peruana. Las revelaciones reunidas por Salinas son demoledoras, remiten a la manipulación de la conciencia, reseñan abusos físicos, sicológicos y sexuales cometidos por Figari y otras cabezas del movimiento. Según Salinas, tres ex sodálites han denunciado esos abusos desde hace cuatro años ante el Tribunal Eclesiástico del arzobispado de Lima, pero todavía no han obtenido respuesta porque SCV cuenta con el apoyo del inefable cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani, del Opus Dei, quien no sólo los protege, sino mantiene una alianza eclesial y conservadora en Perú. Parte del sometimiento y manipulación de la persona consistía en desayunos de lechuga y agua de una semana, noches durmiendo en las escaleras, baños en el mar a las 6 de la mañana en invierno o bullying constante para forjar un carácter y sentido de pertenencia a una institución que está por encima de la voluntad y dignidad de la persona; dichos episodios, relatados por el periodista en el texto, se asemejan a las sectas destructivas para subyugar a sus adherentes.
Tuve la oportunidad de presenciar en Lima, en 1978, el lanzamiento de un opúsculo contra los cristianos comprometidos en Perú, en especial contra Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación. Su título era sugestivo: Como lobos rapaces: Perú, ¿una Iglesia infiltrada?, de Alfredo Garland, distinguido integrante de SCV. Otro ex miembro de esa cofradía siniestra, Martin Scheuch, reseña en su blog el impacto de ese libro: El prólogo se convirtió para nosotros en materia de estudio, pues contenía una especie de resumen de la interpretación de la historia que debíamos adoptar, basada en el pensamiento del P. Julio Meinvielle, sacerdote argentino de ideología ultraconservadora, nacionalista y antisemita. El libro de Garland busca presentar la Teología de la Liberación como fruto de una conspiración anticristiana que tiene como fin infiltrar la Iglesia para destruirla desde dentro, que supuestamente se remontaría a las corrientes teológicas modernistas que fueran condenadas por el papa Pío X, las cuales evolucionarían después hacia posturas aliadas con el marxismo
Hay un claro parentesco con el Yunque mexicano y los legionarios de Cristo. Una derecha teocrática profundamente hipócrita, de doble moral. Y desde el nombre mismo nos remite a la Sodalitium Pianum o La Sapinière, organización secreta creada por Pío X en 1906 para espiar y denunciar a los actores religiosos que simpatizaran o fueran sospechosos del modernismo que penetraba la teología y el pensamiento social de los católicos. Hubo muchos casos de abuso, condenas y violaciones de los derechos humanos por parte del Santo Oficio.
La curia bajo Juan Pablo II tiene mucha responsabilidad al haber apoyado a esos movimientos de extrema derecha dentro de la Iglesia. En su momento, el Pontificio Consejo para los Laicos los llamó los nuevos movimientos eclesiales de espiritualidad, en contraposición con los viejos movimientos de la Acción Católica que se habían politizado a raíz del concilio. Para mostrar la hipocresía y doble moral, lo invito a mirar el portal Aci prensa, fuertemente ligado a esta siniestra hermandad, en la que no reparan en adjetivos para denunciar, denostar y perseguir a cristianos progresistas, como Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, o jesuitas como Ignacio González Faus. Basta ver cómo se escandalizan por los atuendos utilizados por Raúl Vera en una fiesta de disfraces. En cambio, son sobrios y parsimoniosos con las atrocidades y patologías sexuales de sus fundadores.

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