Bernardo Barranco V.
La Jornada
Llama la atención la
aguda crisis de Sodalicio de Vida Cristiana, sociedad de vida apostólica
fundada en Perú hace más de cuatro décadas por Luis Fernando Figari,
grupo ultraconservador que tuvo un fulgurante crecimiento durante el
pontificado de Juan Pablo II.
A mediados de abril la comisión que investigó los casos de abusos en
Sodalicio emitió un duro informe final, en el cual determinó que tanto
Figari como Germán Doig, fundadores de la sociedad, así como otros
actores que han fungido con responsabilidades en el Sodalitium
Christianae Vitae (SCV), cometieron abusos de índole física, sicológica y
sexual contra miembros de esta sociedad religiosa, que depende de la
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las sociedades de
Vida Apostólica. Este grupo peruano va conformándose desde los años 70
para contrarrestar y combatir a los pujantes movimientos y comunidades
cristianas que simpatizaban con la Teología de la Liberación. Figari,
principal figura, provenía de las filas de Tradición, Familia y
Propiedad, grupo católico derechista fundado en 1960 en Brasil por
Plinio Correa de Oliveira. El actual superior general de SVC, Alessandro
Moroni, informó en un video que
el Vaticano ha acogido nuestro pedido de intervenir directamente en el proceso de reforma de la comunidad. Estamos en espera del decreto que nombre oficialmente al prelado que nos acompañará en el gobierno durante este tiempo. Es decir, el Vaticano intervendrá la sociedad para determinar su futuro. Por su parte, Change.org dio a conocer que cerca de 800 religiosos, sacerdotes y laicos solicitan al papa Francisco suspender a esa sociedad planteando cuatro medidas: 1. Intervención y disolución de Sodalitium Christianae Vitae por el Vaticano. 2. Sanción a todas las autoridades implicadas en el SCV. 3. Prohibición de incorporar nuevas vocaciones al Sodalitium. 4. Reparación a víctimas y sus familias.
Hay un claro paralelismo entre los legionarios de Cristo y Sodalicio,
entre Marcial Maciel y Luis Fernando Figari, así como el difunto y
nefasto Germán Doig, a quien también querían santificar. Igual que los
legionarios de Cristo, Sodalicio ha desarrollado un emporio económico
basado en colegios, universidades, cementerios, empresas agrícolas e
inmobiliarias, entre otros. El diario limeño La República (20/4/16) consigna la gerencia de 35 cementerios, que les generan ganancias anuales de más de 35 millones de dólares.
Desde hace más de un lustro antiguos integrantes del grupo han venido
denunciando en medios los abusos sexuales, maltratos y posicionamientos
político-religiosos de este grupo. El periodista Pedro Salinas, quien
perteneció a esta sociedad, presentó recientemente el libro Mitad monjes, mitad soldados,
que reúne testimonios de 30 ex integrantes de la institución católica
peruana. Las revelaciones reunidas por Salinas son demoledoras, remiten a
la manipulación de la conciencia, reseñan abusos físicos, sicológicos y
sexuales cometidos por Figari y otras cabezas del movimiento. Según
Salinas, tres ex sodálites han denunciado esos abusos desde hace cuatro
años ante el Tribunal Eclesiástico del arzobispado de Lima, pero todavía
no han obtenido respuesta porque SCV cuenta con el apoyo del inefable
cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani, del Opus Dei, quien no sólo los
protege, sino mantiene una alianza eclesial y conservadora en Perú.
Parte del sometimiento y manipulación de la persona consistía en
desayunos de lechuga y agua de una semana, noches durmiendo en las
escaleras, baños en el mar a las 6 de la mañana en invierno o bullying constante
para forjar un carácter y sentido de pertenencia a una institución que
está por encima de la voluntad y dignidad de la persona; dichos
episodios, relatados por el periodista en el texto, se asemejan a las
sectas destructivas para subyugar a sus adherentes.
Tuve la oportunidad de presenciar en Lima, en 1978, el
lanzamiento de un opúsculo contra los cristianos comprometidos en Perú,
en especial contra Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la
Liberación. Su título era sugestivo: Como lobos rapaces: Perú, ¿una Iglesia infiltrada?,
de Alfredo Garland, distinguido integrante de SCV. Otro ex miembro de
esa cofradía siniestra, Martin Scheuch, reseña en su blog el impacto de
ese libro:
El prólogo se convirtió para nosotros en materia de estudio, pues contenía una especie de resumen de la interpretación de la historia que debíamos adoptar, basada en el pensamiento del P. Julio Meinvielle, sacerdote argentino de ideología ultraconservadora, nacionalista y antisemita. El libro de Garland busca presentar la Teología de la Liberación como fruto de una conspiración anticristiana que tiene como fin infiltrar la Iglesia para destruirla desde dentro, que supuestamente se remontaría a las corrientes teológicas modernistas que fueran condenadas por el papa Pío X, las cuales evolucionarían después hacia posturas aliadas con el marxismo
Hay un claro parentesco con el Yunque mexicano y los legionarios de
Cristo. Una derecha teocrática profundamente hipócrita, de doble moral. Y
desde el nombre mismo nos remite a la Sodalitium Pianum o La Sapinière,
organización secreta creada por Pío X en 1906 para espiar y denunciar a
los actores religiosos que simpatizaran o fueran sospechosos del
modernismo que penetraba la teología y el pensamiento social de los
católicos. Hubo muchos casos de abuso, condenas y violaciones de los
derechos humanos por parte del Santo Oficio.
La curia bajo Juan Pablo II tiene mucha responsabilidad al haber
apoyado a esos movimientos de extrema derecha dentro de la Iglesia. En
su momento, el Pontificio Consejo para los Laicos los llamó
los nuevos movimientos eclesiales de espiritualidad, en contraposición con los viejos movimientos de la Acción Católica que se habían politizado a raíz del concilio. Para mostrar la hipocresía y doble moral, lo invito a mirar el portal Aci prensa, fuertemente ligado a esta siniestra hermandad, en la que no reparan en adjetivos para denunciar, denostar y perseguir a cristianos progresistas, como Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, o jesuitas como Ignacio González Faus. Basta ver cómo se escandalizan por los atuendos utilizados por Raúl Vera en una fiesta de disfraces. En cambio, son sobrios y parsimoniosos con las atrocidades y patologías sexuales de sus fundadores.
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