La tierra fértil para
que germine masivamente este fenómeno social es la ausencia de
democracia, en la medida en que la institucionalidad es sólida, la
delincuencia deja de ser uno de los principales problemas nacionales.
La
delincuencia no es la causa, sin embargo, la lógica de atacar el efecto
es por falta de voluntad política de disminuir los índices delictivos,
porque constituye negocio, la violencia se ha erigido en industria y es
rentable, es saludable para la economía de los que se lucran de ella.
Los grupos económicos y elites políticas que se enriquecen con la existencia de la delincuencia, presentarán dos enfoques:
- El visible
Están
en contra de la delincuencia por la gran cantidad de muertos,
extorciones, desapariciones, etc., asimismo en contra de la emigración
de las víctimas hacia otros países en busca de seguridad y fuentes de
trabajo, situaciones que les servirá para justificar tomar medidas
represivas y coercitivas dentro de un ordenamiento jurídico que lo
diseñaran justo a la medida del “problema”. Se presentarán las medidas
como un show de entretenimiento mediático que generará falsas expectativas y explotará el morbo público.
- El invisible
Están
a favor de la inseguridad ciudadana, porque les genera la venta de
servicios y mercancías de seguridad en la mayor parte del proceso
productivo en las esferas públicas y privadas, que va desde la siembra,
cultivo, cosecha, recolección y distribución de los productos y bienes,
asimismo en los inmuebles donde se procesan, distribuyen o venden. La
emigración hacia Estados Unidos o países de Europa genera el ingreso de
divisas en los países expulsores de capital humano que se destinará al
consumo de los servicios y mercaderías que ofrecen las grandes empresas
criollas y transnacionales, asimismo el sistema financiero nacional. Nos
referimos a miles de millones de dólares estadounidenses.
No obstante, existe una tercera:
- Resolver el problema
Si la delincuencia es estructural, se atacarán las causas que le dieron
origen, por ejemplo, reforma tributaria y educativa; depuración de la
policía, fuerza armada, fiscalía, sistema penitenciario y poder
judicial; modernización de la ley de partidos políticos, códigos de
trabajo, electoral y agrario; destinar el ocho por ciento del Producto
Interno Bruto a financiar el sistema educativo nacional; aumento del
salario mínimo de acuerdo con el costo de la canasta básica;
descentralización del Estado y desarrollo local; participación de la
población en asuntos del Estado de forma directa a través de asambleas
comunales, cabildos abiertos, referéndums, plebiscitos, iniciativas de
ley ciudadana, y revocatorias del mandato de funcionarios públicos
elegidos por sufragio universal, etc., el poder es del soberano.
En algunos países de América Latina, la delincuencia ha alcanzado
niveles e índices elevados, a tal grado que el crimen organizado ha
permeado las instituciones del Estado, y ha logrado cierto control
territorial, social, cultural, económico y hasta político.
En
las ciencias sociales el lumpen era considerado como la descomposición
de una clase y en particular se refería al proletariado, y constituían
un pequeño grupo marginal, sin embargo, en el siglo XXI en ciertos
países de América Latina los lumpen: proletarios, clases medias,
burguesía y oligarquía llegan incluso a constituir una tercera o dos
terceras partes de la población total del país.
El crimen
organizado tiene la capacidad de aplicar “impuestos” a nivel nacional a
los empresarios, estudiantes, trabajadores y funcionarios, incluso
ostentan el poder para determinar quién será el próximo presidente de la
república, por la vía de dos formas, una mediante el financiamiento de
la campaña electoral, la otra, al ordenar a sus miembros y familias ir a
emitir el sufragio por determinado partido político.
En este
contexto, los principales dirigentes criminales, parte de la población
los percibe como héroes populares y son hasta admirados, a tal grado que
les componen canciones, escriben libros, producen películas y
telenovelas, en donde dan a conocer las fechorías, con un enfoque de
heroísmo y valentía.
El concepto Estado-nación adquiere una
connotación distinta, se observa la coexistencia de dos Estados, el
formal, y el el informal constituido por la delincuencia.
En
algunos países con gobiernos aparentemente democráticos, la población
aprueba el crimen organizado como una forma popular de enfrentar a la
institucionalidad estatal corrupta.
Los poderes políticos de
algunos países de América Latina que cogobiernan con el crimen
organizado, es una situación que favorece a los países imperialistas,
empresas transnacionales, organismos financieros internacionales, porque
se les facilita saquear los recursos naturales y económicos de estos
países en complacencia con los gobiernos de turno, mediante el soborno.
Oscar
Martínez Peñate. Lic. Relaciones Internacionales en Universidad
Autónoma de Centroamérica (UACA), Costa Rica. M.A. en Ciencia Política
en Université du Québec à Montréal (UQAM), Canadá. Doctorando en Ciencias Sociales Universidad de El Salvador, El Salvador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario