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jueves, 12 de mayo de 2016

Capitalismo y colapso climático



John Saxe-Fernández/VI
La Jornada 
El calentamiento global se acelera a un ritmo que asombra y alarma a meteorólogos y científicos del mundo: datos de la NASA indican que en los pasados 11 meses se han batido todos los récords y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EU (NOAA, por sus siglas en inglés) dice que es la secuencia de incremento en temperatura, mes a mes, más larga jamás registrada. ¿Será irreversible? Agréguese que en Antártida el asombro de los científicos es mayor ante la rapidez con que se desintegran inmensas placas de hielo, o la conmoción de los paleoclimatólogos que desde los 90 detectan derretimientos de hielo antiguo en el orbe, por ejemplo de mil 800 a 6 mil años, en el glaciar Quelccaya (Perú) y se entenderá por qué se generaliza entre científicos el llamado a los gobiernos para acordar una urgente regulación de las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI). Lonnie Thomson, uno de ellos, indica que una gran mayoría de científicos ahora están convencidos de que el calentamiento global representa un peligro claro y presente a la civilización (EcoWatch,16/3/16).
Parte significativa de la comunidad científica acompaña esa convicción de urgencia con temor y autocensura, no tanto por la rotulación de alarmistas o catastrofistas frecuente en medios de comunicación que desinforman sobre el colapso climático antropogénico (CCA), sino ante poderosas corporaciones con ganancias vinculadas a la combustión de fósiles, firmas que, teniendo el conocimiento científico del vínculo entre los GEI y el CCA, auspician el negacionismo y además hacen saber de su capacidad para cerrar institutos de investigación o colocar trabas legislativas en EU a los presupuestos de entes públicos cuya generación de conocimiento les irrita o afecta, como la NOAA. Suelen poner en duda el consenso científico sobre la naturaleza antropogénica del fenómeno o, como se visualizó en París, tienen capacidad de penetrar y modular las COP a la medida de sus intereses. Son las mismas firmas que, ahora lo sabemos, no sólo han retrasado la acción climática ¡por más de cuatro décadas! sino que también, desde Wall Street, junto a las Goldman Sachs, Citigroup y Morgan Stanley de siempre, participan en el asalto neoliberal en América Latina para extender las ventajas jurisdiccionales otorgadas a las trasnacionales, incluidas las del petróleo, gas y minas, derivadas del Acuerdo Transpacífico y el de Inversión con Europa, neutralizando derechos laborales, del consumidor y ambientales.
Documentos corporativos recién hallados y circulados en DesmogBlog, abril 27, 2016, muestran que Exxon sabía desde finales de los 60 que el CO2 era principal preocupación que afectaba la ecología global, según un informe de 1970 de H. R. Holland, ingeniero químico responsable de lo ambiental de la División de Ingeniería de Imperial Oil, brazo canadiense de Exxon. Sus científicos enteraron a Exxon que el CO2 de su principal producto, generaría un calentamiento catastrófico. La firma engañó a público e inversionistas: dedicó millones a publicitar y a financiar grupos negacionistas del fenómeno y sembrar duda sobre la ciencia. Estos datos ahora son parte del cúmulo de información develada por Inside Climate News y Los Angeles Times, (La Jornada, 12/11/15 p.31).
Si con aumento de 1º C (celsius) desde la era preindustrial hay eventos de alto impacto, a 1.5º C pueden sobrevenir eventos catastróficos. Así afirman el IPCC de la ONU y el Banco Mundial el primero ante gobiernos que operan con presencia de las petroleras, y el BM, que en estos como en otros asuntos se comporta como gran cabildo empresarial. Para ambos aun límites menores a 2º C acarrearán mayores y más costosos incendios forestales (como en Canadá hoy); huracanes más intensos; importante reducción en la producción de alimentos; sequías extremas; continuo derretimiento del Ártico; un drástico aumento en niveles oceánicos y más inundaciones.
La mencionada sensación de escepticismo/urgencia parece coincidir con lo dicho en entrevista por Naomi Klein conocida –y reconocida– autora (Esto lo Cambia Todo, Paidós, 2015), de que un manejo serio del cambio climático es incompatible con el capitalismo como lo conocemos. Klein pronto agrega que el sistema económico debe calibrarse, si es que vamos a tener la oportunidad de salvar al planeta de los peores impactos del cambio climático. Otro sistema asentado en otro patrón energético ya en curso (solar, eólico, geotermia) saldrá de esas entrañas, como las conocemos. Ahora preservar vida y medio ambiente es frenar los GEI.
La ruta y modelo no es un Plan Marshall. EU, principal fuente de CO2 acumulado en la atmósfera, necesita, como sugirió el socialdemócrata y candidato presidencial Bernie Sanders, una gran movilización de recursos humanos y materiales, como contra el fascismo, pero ahora para vencer, regular y transformar las fuerzas e intereses que dan sustancia a lo antropogénico del calentamiento global.

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