Por Stella Calloni *
Buenos
Aires (PL) Imágenes de la guerra contrainsurgente que aplica Estados
Unidos en forma simultánea se ven cada día en varios países de la
región, para recordarnos que la ofensiva está activada y que no hay
ningún tipo de ocultamientos sobre el objetivo central que no es -como
se dice- lograr una restauración conservadora, sino como estamos viendo
en Argentina, una restauración colonial.
¿Es por "errores" que caen los gobiernos populares y progresistas? En
realidad el mayor error que se ha cometido es no haber advertido que la
"nueva" derecha brutal a la que se enfrentan, es hoy como nunca fue
antes la más decadente pero organizada, dirigida y financiada por
Washington.
Gobiernos sin poder, como lo son y lo fueron, se
enfrentan nada menos que al poder imperial, que los castiga no por sus
errores sino por sus mejores aciertos. El error es no haber percibido al
enemigo real en período de expansión global y descarnada. No iba a
dejar Estados Unidos avanzar el mayor proyecto emancipatorio de estos
tiempos, cuando su plan desde principios del siglo era la recolonización
continental.
La imagen de los diputados "coloniales" del
Congreso de Brasil, cuando en "nombre de Dios" de la "democracia" del
"pueblo brasileño" protagonizaban un violento "golpe suave" votando a
favor del juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, sin
ninguna acusación válida, sin ninguna prueba, dio cuenta de la guerra
contrainsurgente de este período histórico.
Rousseff, espiada
día por día como lo denunciara en 2013 Edward Snowden, consultor de la
Agencia Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, por órganos de
inteligencia de ese país, estaba siendo golpeada, desacreditada tanto
por la Red O'Globo, poderoso dueño mediático de Brasil, más la revista
Veja, especialista en denuncias falsas, entre otras tantas.
El
espionaje es un crimen contra la ley brasileña y la Constitución, que
garantiza el derecho a la intimidad y privacidad, violado esto cada día
por los medios del poder hegemónico.
La Guerra psicológica,
parte esencial de la contrainsurgencia en la Guerra de Baja Intensidad
(GBI) que está aplicando el Imperio en el continente, derivó en
terrorismo mediático de un nivel nunca visto, mientras los millones de
dólares invertidos por Washington sirven para financiar a la oposición
brasileña, mediante una serie de Fundaciones y Organizaciones No
Gubernamentales (ONGs), dependientes de las Fundaciones "madres" de ese
país. Una oposición en cuyas filas se agrupa uno de los poderes
económicos más corruptos de América Latina.
Esa imagen del
Congreso en la noche del 17 de abril será inolvidable para nuestros
pueblos, para los millones de brasileños que por primera vez en la
historia, bajo los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) y
de Dilma Rousseff (2011, reelecta en 2014, asumiendo en enero de 2015),
lograron sacar a 50 millones de ciudadanos de la miseria y la
indigencia.
Esa imagen desdoblada estaba en las calles. Por un
lado, una evidente clase alta y media y los integrantes de muchas ONGs
pagadas por Washington, y por la otra, el pueblo, los intelectuales, los
trabajadores, los sin Tierra, los que no pudieron ser cooptados por la
propaganda fascista (aquella que usó Joseph Goebbels, el "comunicador"
de Adolf Hitler en la Alemania nazi), y por eso denunciaron el golpe.
Detrás de los primeros está la sombra de los militares, aquellos que
mantuvieron una larga dictadura desde 1964 hasta 1985, después de
derrocar con apoyo de EE.UU. también al presidente Joao Goulart.
Era tan evidente la diferencia de clases, que es bueno registrarla
entre las imágenes de esta ofensiva contrainsurgente, lo que demuestra
que desde el inicio encuentra resistencia en todos nuestros países.
En Brasil estamos viendo un nuevo golpe -como los de Honduras 2009,
Paraguay 2012- donde fiscales y jueces actuaron junto a parlamentarios,
muchos de ellos de partidos de larga tradición y responsables de todas
las formas de corrupción, para destituir a un presidente
democráticamente elegido por el pueblo.
Pocos han hablado de las
nuevas "Escuelas de las Américas", en este caso para entrenar y cooptar
a jueces y funcionarios judiciales, a parlamentarios, o a jóvenes
estudiantes y empresarios, como aquellos de la ex Europa del Este que
participaron activamente de los golpes suaves o blandos, de las
falsamente llamadas "revoluciones de colores" cuyas acciones se
planeaban en la sala de situaciones del Pentágono estadounidense.
Y hay que decirlo, se financiaban por medio de las mismas famosas
Fundaciones y sus crías las ONGs, que en estos tiempos se extienden como
redes de araña invasora por toda América Latina.
La justicia
nunca se democratizó en nuestra región. Y los parlamentarios de la nueva
derecha decadente y amoral-como lo estamos viendo en Argentina o en
Venezuela o en Bolivia o Ecuador- fueron muchos de ellos "comprados",
como sucedió y se demostró en el golpe hondureño. Es claro que
tardíamente.
Denunciada Dilma por diputados tan corruptos como
Eduardo Cunha, como es de público conocimiento, y jueces abiertamente
involucrados con la oposición en contra de Dilma, como Sergio Moro, sin
pruebas de ningún delito cometido por la mandataria, esto es de una
gravísima ilegalidad e inconstitucionalidad.
El mismo Moro
ordenó espionaje telefónico contra la mandataria, violando leyes y
contra el expresidente Lula, quien fue secuestrado en su casa el pasado 4
de marzo por órdenes del mismo magistrado para una declaración forzada.
lo que fue y sigue siendo ilegal.
Y para añadir
irregularidades, el juez Itagiba Preta Neto, públicamente opositor al
gobierno como Moro, ordenó suspender el nombramiento de Lula como
ministro de la Casa Civil, que había decidido la presidenta. La imagen
del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva caminando esposado entre
policías, sólo para humillarlo y que esa foto recorriera el mundo, es
parte de las imágenes de esta guerra contrainsurgente.
El
secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA),Luis
Almagro, negó que hubiera una "acusación bien fundada" contra Dilma
Rousseff y se habló de irregularidades. ¿Qué hará ahora? Lo mismo hizo
The New York Times, en una reciente portada.
Almagro es el mismo
que ampara a la oposición venezolana, mayoritaria en el Congreso que
intenta utilizar a éste no para debatir y legislar como corresponde,
sino lisa y llanamente para intentar por todos los medios destituir al
presidente Nicolás Maduro, como lo han declarado públicamente aunque no
cuentan con una justicia "injusta" como quisieran.
Ese
parlamento como el de Brasil están en grave falta y dinamitan al propio
Congreso como institución de la "democracia", lo que es necesario
evaluar por las consecuencias políticas hacia el futuro cercano.
Los canales de TV del monopolio de la desinformación en Brasil como es
la Red Globo siguen jugando su juego golpista cada día, lo cual no es
novedoso si miramos su pasado.
En abril de 2014 un documento
desclasificado y divulgado por la periodista Helen Sthephanowitz, de la
cadena Rede Brasil Atual, puso en claro el papel cumplido por Roberto
Marinho, titular del poderoso grupo O'Globo durante la dictadura militar
en ese país (1964-1985). Marinho además era el hombre al frente de la
Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Se trataba de un
documento de comunicación del embajador de Estados Unidos en Brasil,
Lincoln Gordon, informando al Departamento de Estado sobre sus
conversaciones con el poderoso empresario Marinho.
Helen
Sthephanowitz mencionó los detalles del documento sobre la discusión de
ambos -el diplomático y el empresario- en relación con la sucesión del
general Humberto Castelo Branco, "el primer presidente de facto de la
larga dictadura".
La fecha del documento era 14 de agosto de
1965, cuando Gordon envió a sus jefes un telegrama clasificado como
"altamente confidencial" donde decía que Marinho estaba "trabajando en
silencio para lograr la extensión o renovación del mandato que sus pares
le habían otorgado a Castelo Branco".
Mencionaba también en esa
misma tarea al jefe de la Casa Militar, general Ernesto Geisel -quien
reemplazó a Castelo Branco en la sucesión dictatorial- además al jefe
del Servicio Nacional de Información, general Golbery do Couto e Silva, y
el jefe de la Casa Civil, Luis Vianna.
"De acuerdo con Gordon,
el general se resistía a la idea", destaca la periodista. Según el
documento, el propietario de Globo también sondeó a Gordon sobre la
posibilidad de "traer" al entonces embajador en Washington, Juracy
Magalhaes, para ocupar el Ministerio de Justicia.
"El objetivo
era tener a Magalhaes cerca para endurecer al régimen, ya que el
ministro Milton Campos era considerado demasiado débil, según el
telegrama", señaló la periodista de Rede Brasil Atual. Agregó que
Magalhaes, desde la cartera de justicia, "reforzó la censura a los
medios de comunicación y pidió a los dueños de los periódicos la cabeza
de los periodistas".
De manera que el papel golpista de O'Globo
es una continuidad de la tarea con Estados Unidos, que decidió regresar a
su patio trasero mediante el nuevo esquema de "golpe suave" imitador de
las llamadas "revoluciones de colores" en Europa, y de las "primaveras
árabes". Estas dieron inicio a las guerras coloniales del siglo XXI y
los genocidios, que continúan en la zona de Medio oriente, el Norte de
África, Siria y otros países.
El terrorismo mediático de los
poderosos no dudaría en apoyar una invasión militar de Estados Unidos en
nuestra región ya sea "humanitaria o en defensa de la democracia". Y
todos sabemos lo que eso significa para "limpiar el territorio" a
ocupar, asegurarse la muerte anticipada de toda resistencia y así
consolidar su retorno colonial. Eso si los dejamos, pero ya están viendo
que no será tan fácil lo que viene.
*Periodista, escritora e investigadora política argentina que colabora con Prensa Latina.
arb/mh/sc
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