Martín Granovsky *
La Jornada
La presencia masiva,
junto a Cristina Fernández de Kirchner en Comodoro Py, confirmó que hoy
es la dirigente política con mayor capacidad de movilización de
Argentina. Sin embargo, su discurso pareció indicar que ella no vive con
éxito esa potencia movilizadora. Por eso mismo, quizá, no propuso ayer
un frente cristinista, sino uno ciudadano. Y ni siquiera se postuló para
liderarlo.
¿Cristina apuesta a un proyecto sin organicidad previa?
Aunque habrá que esperar para saber la respuesta exacta, a primera
vista se trata de un proyecto que se iría plasmando en la práctica.
El punto de partida sería traducir en política la experiencia
cotidiana de cada uno. Más allá de por quién votó el 22 de noviembre,
¿está mejor o peor que antes luego de las que Cristina Fernández llamó
calamidadesdel gobierno de Mauricio Macri?
El intento apuntaría a capitalizar y organizar en primer lugar a los
descontentos o a los desencantados, y ni hablar de los arrepentidos que
votaron por Macri, y a ponerlos en sintonía con los opositores de la
primera hora.
Aunque hubo una mención a la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual pulverizada por Macri, la lista de calamidades abarcó más
bien el día a día del bolsillo, la salud, la educación, la tristeza de
haber perdido el trabajo o la incertidumbre de perderlo. Es coherente
con esa agenda que la primera mención de la ex presidenta haya sido al
sindicalismo. Las tres centrales, una con la sigla CGT y dos con CTA,
llegaron antes que nadie a la conclusión de que es preciso impedir los
despidos y no centrarse en el voto de cada uno el 25 de octubre y el 22
de noviembre. Las cinco centrales harán una jornada de protesta conjunta
el próximo 29, como adelanto de la conmemoración del Día del
Trabajador, el primero de mayo. Y ya están trabajando en el Congreso con
todos los bloques para lograr una ley que impida las cesantías por un
año. Ese motivo llevó a Cristina a mencionar en su discurso al Congreso.
Es el lugar de mayor fortaleza del peronismo, o el Frente para la
Victoria, y también es el sitio donde ya hay negociaciones para
articular mayorías temáticas –o sea, no permanentes– que permitan
instalar temas antipáticos para el Poder Ejecutivo.
Una organicidad mayor de ese frente ciudadano chocaría con la
interna peronista y con el juego del Frente Renovador de Sergio Massa,
que combina la aprobación a medidas del oficialismo, como el acuerdo con
los holdouts y el reclamo por la severidad del ajuste de tarifas.
Una organicidad menor o nula daría chance de una acumulación
interesante de masa crítica contra el gobierno. También privaría al
gobierno de un blanco fijo.
Una frase del discurso de ayer tal vez haya marcado la prudencia de
Cristina para no apostar, al menos por ahora, a su liderazgo, decisión
congruente con la lectura histórica según la cual no es la dueña del 48
por ciento que no votó por Macri.
Esa frase también va en dirección de la búsqueda de acuerdos
temáticos en un frente ciudadano que podría ser, en rigor, un frente de
hecho.
Cada uno es un dirigente, dijo.
Una traducción podría ser:
No se la pasen mirando qué hago yo. Otra:
No miren especialmente a nadie. Una más:
Que cada uno juegue más fuerte.
Si esta interpretación se ve confirmada en los hechos, sería un
llamado a tejer acuerdos amplios y a persuadir. Exactamente lo contrario
de hacer política con el odio o con el simple acto de autoafirmación
kirchnerista.
* Página/12
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