Mañana decidirá el pleno de los diputados de Brasil si turna la petición al Senado
El ex presidente Lula asegura que el impeachment será derrotado y con ello la crisis política
Simpatizantes de Dilma Rousseff preparan sus tiendas para acampar en
una plaza pública de Brasilia. Mañana habrá movilizaciones en todo el
país en apoyo de la mandataria
Periódico La Jornada
Con consignas como
fuera Dilmay
destitución ahora, la Cámara de Diputados de Brasil comenzó ayer una sesión histórica en la que decidirá sobre la apertura de un juicio político contra la presidenta, cuyo destino puede quedar sellado este domingo, cuando el pleno votará si la acción debe ser archivada o avanzar al Senado.
El debate comenzó luego de que el Supremo Tribunal Federal (STF)
despejó el camino y rechazó por la madrugada el pedido de la Abogacía
General de la Unión de suspender la votación del proceso de impeachment contra la mandataria.
Los jueces rechazaron la solicitud de Dilma Rousseff por ocho votos
contra dos, con el argumento de que no les corresponde implicarse en esa
fase del proceso, que según el principal responsable legal del
Ejecutivo, José Eduardo Cardozo, está
contaminado.
La mayoría de los magistrados apuntaron que el papel de la cámara
baja en el proceso es determinar si acepta las acusaciones contra
Rousseff. En ese caso, será el Senado el que deberá realizar un juicio
para examinarlas.
El derecho de defensa
Al presentar el jueves el recurso, Cardozo, abogado general del Estado, denunció
un proceso que violó el derecho de defensa de la presidentay advirtió que podría haber
otras acciones legales.
La jornada en la Cámara de Diputados comenzó con la presentación de
los argumentos de la acusación, los cuales señalan que Rousseff, de 68
años, cometió
crímenes de responsabilidadal haber maquillado las cuentas públicas y abrir créditos sin la aprobación del Congreso en 2014 –el año de su relección– y a principios de 2015.
Durante su participación, Cardozo negó importancia a esos cargos y denunció una tentativa de
golpe de Estado, mientras los diputados del Partido de los Trabajadores (PT, de Rousseff) gritaban
¡No habrá golpe!,
¡No habrá golpe!
Cuestionó además el papel activo que jugó en el procedimiento de impeachment
el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, quien es juzgado por el STF
por supuestamente haberse embolsado sumas millonarias de la red de
sobornos de la estatal Petrobras. Según Cardozo, Cunha actuó movido por
un deseo de
venganza, porque el gobierno no le ayudó a evitar un proceso por presunta corrupción en la Comisión de Ética de la Cámara.
El jurista Miguel Reale, uno de los autores de la denuncia,
echó en cara al gobierno sus manejos fiscales y rechazó las acusaciones
de golpismo.
Hubo un golpe, sí, cuando se escamoteó la revelación de que el país estaba quebrado, cuando se disfrazó la situación fiscal del país y se siguieron haciendo inmensos gastos públicos y cuando tuvieron que recurrir a empréstitos de entidades brasileñas para financiarlos, declaró.
La apertura de un juicio político requiere el apoyo de dos tercios de
la Cámara –342 diputados de un total de 513– y la ratificación por el
Senado en un plazo máximo de seis meses. En ese caso, la gobernante
sería separada del cargo y remplazada por su vicepresidente, Michel
Temer, del centrista Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB),
quien completaría el mandato, hasta finales de 2018.
Según una encuesta del diario O Estado de Sao Paulo, los partidarios del impeachment cuentan ya, desde el jueves por la noche, con 342 votos.
La mandataria, en tanto, canceló un discurso previsto para la noche
de este viernes, en el que defendería a su gobierno. La Secretaría de
Comunicación Social de la Presidencia informó que
un video alcanzaría sus objetivos si es difundido ampliamente por Internet. Una fuente del Palacio de Planalto dijo que la decisión de difundir el video por las redes sociales se adoptó por un tema de
eficacia política.
Mientras, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) expresó su confianza en que el impeachment
será derrotado el domingo y pondrá fin a la crisis política. Lula
consideró que el esfuerzo para que Brasil sea reconocido como un país
con instituciones fuertes puede ser dilapidado por
un paso impensado.
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