Por: David Brooks |
Cientos de miles participaron la noche del lunes en los llamados caucus,asambleas
electorales realizadas por separado por el Partido Demócrata y el
Partido Republicano, en unos 2 mil sitios en el estado, con lo cual
finalmente arrancó el proceso electoral presidencial de 2016.
El triunfo tan cerrado del lado demócrata –el cual no pudo declarar triunfador al cierre de esta edición, con 95 por ciento del voto contado– fue en efecto un triunfo de Sanders (aun si al final Clinton gana la votación) al constatar el inesperado surgimiento de Sanders, que logró empatar a la favorita, algo que hace sólo un par de meses era impensable. En los hechos, ambos candidatos se dividirán aproximadamente 44 delegados demócratas en juego en Iowa.
Martin O’Malley, el tercer contendiente demócrata, anunció que se retira de la contienda nacional como precandidato después de que nunca pudo hacer notar su presencia ante el electorado.
Por otro lado, el triunfo de Cruz ofrece un respiro para la cúpula como el menos malo de los llamados
Para Trump el segundo lugar es una derrota para su imagen de invencible, pero mantiene su ventaja en las encuestas a escala nacional. Marco Rubio, el otro cubanoestadunidense, festejó su sorpresiva fuerza al llegar a un tercer lugar, a sólo un punto de Trump; de hecho, podría considerarse como el que más avanzó en términos políticos. Los otros ocho contendientes republicanos lograron menos de 10 por ciento cada uno (Jeb Bush logró menos de 3 por ciento, y uno, Mike Huckabee, se retiró de la contienda).
Después de casi un año de campañas, millones en publicidad, infinitos sondeos y aún más infinitos comentarios –todo manejado por profesionales muy bien pagados–, llegó el momento donde el supuesto protagonista del espectáculo democrático por fin entra al escenario: el votante.
Aunque Iowa captó la atención nacional, millones de dólares en inversiones en propaganda y enormes recursos humanos y tiempo por los precandidatos, no es en sí un estado importante en el mapa político-electoral estadunidense. Tampoco, como recuerda el veterano analista político Charlie Cook, determinará el eventual ganador de la candidatura de uno u otro partido.
De hecho, esta noche en Iowa sólo se seleccionaron a menos de 2 por ciento –o sea, unas cuantas decenas– de los delegados que están en juego en el tablero nacional (un total de 2 mil 472 delegados del lado republicano, 4 mil 763 del lado demócrata).
Pero Iowa y Nueva Hampshire –la siguiente cita del calendario electoral, en ocho días– sí tienen una presencia nacional exagerada cada cuatro años sólo porque son las primeras dos contiendas en el proceso electoral presidencial y por lo tanto pueden desencadenar dinámicas que afectan los siguientes concursos, así como confirmar o minar la viabilidad de candidatos establecidos o insurgentes. Es la primera vez que se escucha la voz de los votantes.
El triunfo tan cerrado del lado demócrata –el cual no pudo declarar triunfador al cierre de esta edición, con 95 por ciento del voto contado– fue en efecto un triunfo de Sanders (aun si al final Clinton gana la votación) al constatar el inesperado surgimiento de Sanders, que logró empatar a la favorita, algo que hace sólo un par de meses era impensable. En los hechos, ambos candidatos se dividirán aproximadamente 44 delegados demócratas en juego en Iowa.
Martin O’Malley, el tercer contendiente demócrata, anunció que se retira de la contienda nacional como precandidato después de que nunca pudo hacer notar su presencia ante el electorado.
Por otro lado, el triunfo de Cruz ofrece un respiro para la cúpula como el menos malo de los llamados
insurgentes radicalesde derecha que están tomando por asalto al Partido Republicano. El cubanoestadunidense Cruz, quien dio gracias a Dios por su triunfo, por lo menos es senador y producto del establishment que recientemente se alzó sobre la ola del Tea Party, y por lo tanto forma parte de la cúpula.
Para Trump el segundo lugar es una derrota para su imagen de invencible, pero mantiene su ventaja en las encuestas a escala nacional. Marco Rubio, el otro cubanoestadunidense, festejó su sorpresiva fuerza al llegar a un tercer lugar, a sólo un punto de Trump; de hecho, podría considerarse como el que más avanzó en términos políticos. Los otros ocho contendientes republicanos lograron menos de 10 por ciento cada uno (Jeb Bush logró menos de 3 por ciento, y uno, Mike Huckabee, se retiró de la contienda).
Después de casi un año de campañas, millones en publicidad, infinitos sondeos y aún más infinitos comentarios –todo manejado por profesionales muy bien pagados–, llegó el momento donde el supuesto protagonista del espectáculo democrático por fin entra al escenario: el votante.
Aunque Iowa captó la atención nacional, millones de dólares en inversiones en propaganda y enormes recursos humanos y tiempo por los precandidatos, no es en sí un estado importante en el mapa político-electoral estadunidense. Tampoco, como recuerda el veterano analista político Charlie Cook, determinará el eventual ganador de la candidatura de uno u otro partido.
Tomen un respiro, todos, aconseja; falta mucho, sólo es el primer concurso de más de 50 que faltan.
De hecho, esta noche en Iowa sólo se seleccionaron a menos de 2 por ciento –o sea, unas cuantas decenas– de los delegados que están en juego en el tablero nacional (un total de 2 mil 472 delegados del lado republicano, 4 mil 763 del lado demócrata).
Pero Iowa y Nueva Hampshire –la siguiente cita del calendario electoral, en ocho días– sí tienen una presencia nacional exagerada cada cuatro años sólo porque son las primeras dos contiendas en el proceso electoral presidencial y por lo tanto pueden desencadenar dinámicas que afectan los siguientes concursos, así como confirmar o minar la viabilidad de candidatos establecidos o insurgentes. Es la primera vez que se escucha la voz de los votantes.
La próxima cita son las elecciones primarias en Nueva Hampshire, el 9
de febrero, y de ahí a Nevada y Carolina del Sur, a mediados de mes. El
primero de marzo continúa el proceso con el denominado supermartes, cuando una docena de estados realizan primarias.
El proceso de elecciones internas de cada partido nacional sigue hasta el 14 de junio y culmina con las convenciones nacionales de cada partido, en julio. Los que ganan las mayorías de los delegados (incluidos superdelegados otorgados por las cúpulas partidarias) se coronan como candidatos presidenciales de su partido.
Más allá de Iowa, lo que continúa definiendo esta contienda es la insurgencia de precandidatos que están desafiando las cúpulas de ambos partidos: Trump, por el lado de los republicanos, y Sanders por el demócrata. En parte, la contienda es una expresión de hartazgo de las bases de ambos partidos y sus aliados contra el establishment.
Pero también hay otra vertiente en todo esto: por la presencia de Sanders, la pugna es entre millonarios (tanto varios de los precandidatos o sus principales patrones) y una expresión ciudadana en lo que se pronostica que será la elección presidencial más cara de la historia. El socialista democrático Sanders recaudó 20 millones sólo en el mes de enero, pero lo más importante es que todos los fondos (durante 2015 recaudó más de 73 millones de dólares) que han financiado su campaña provienen de más de un millón de ciudadanos que han donado más de 3.5 millones en contribuciones individuales de, en promedio, 27 dólares cada una; un nuevo récord.
Clinton sigue recibiendo directa e indirectamente la mayoría (81 por ciento según algunos cálculos) de sus fondos de donantes ricos. Todos los precandidatos republicanos son patrocinados por multimillonarios o en el caso del magnate Trump, por su propia fortuna.
Así, la pugna es, en cierto sentido, entre el poder ciudadano y el poder empresarial/corporativo/multimillonario.
Aunque a nivel nacional Clinton sigue gozando de amplia ventaja en las encuestas nacionales, el mensaje de Sanders por una
Sanders goza de amplia ventaja sobre Clinton en las próximas primarias de Nueva Hamp-shire, y con el empate esta noche ha provocado una contienda interna casi impensable hace un par de meses.
Mientras, los ahora tres cabalgantes principales de la derecha seguirán su sagrada cruzada.
Esto apenas empieza.
(Tomado de La Jornada)
El proceso de elecciones internas de cada partido nacional sigue hasta el 14 de junio y culmina con las convenciones nacionales de cada partido, en julio. Los que ganan las mayorías de los delegados (incluidos superdelegados otorgados por las cúpulas partidarias) se coronan como candidatos presidenciales de su partido.
Más allá de Iowa, lo que continúa definiendo esta contienda es la insurgencia de precandidatos que están desafiando las cúpulas de ambos partidos: Trump, por el lado de los republicanos, y Sanders por el demócrata. En parte, la contienda es una expresión de hartazgo de las bases de ambos partidos y sus aliados contra el establishment.
Pero también hay otra vertiente en todo esto: por la presencia de Sanders, la pugna es entre millonarios (tanto varios de los precandidatos o sus principales patrones) y una expresión ciudadana en lo que se pronostica que será la elección presidencial más cara de la historia. El socialista democrático Sanders recaudó 20 millones sólo en el mes de enero, pero lo más importante es que todos los fondos (durante 2015 recaudó más de 73 millones de dólares) que han financiado su campaña provienen de más de un millón de ciudadanos que han donado más de 3.5 millones en contribuciones individuales de, en promedio, 27 dólares cada una; un nuevo récord.
Clinton sigue recibiendo directa e indirectamente la mayoría (81 por ciento según algunos cálculos) de sus fondos de donantes ricos. Todos los precandidatos republicanos son patrocinados por multimillonarios o en el caso del magnate Trump, por su propia fortuna.
Así, la pugna es, en cierto sentido, entre el poder ciudadano y el poder empresarial/corporativo/multimillonario.
Aunque a nivel nacional Clinton sigue gozando de amplia ventaja en las encuestas nacionales, el mensaje de Sanders por una
revolución políticapara rescatar a esta democracia de las manos de una oligarquía multimillonaria y de Wall Street aún resuena muy fuerte entre las filas democráticas, sobre todo entre los jóvenes (cuyo voto estaba ganando de manera abrumadora esta noche, según encuestas de salida). Eso quedó comprobado en Iowa esta noche, cuando el proclamado socialista democrático empató a la poderosa maquinaria política no sólo de Clinton, sino de la cúpula del partido.
Sanders goza de amplia ventaja sobre Clinton en las próximas primarias de Nueva Hamp-shire, y con el empate esta noche ha provocado una contienda interna casi impensable hace un par de meses.
Mientras, los ahora tres cabalgantes principales de la derecha seguirán su sagrada cruzada.
Esto apenas empieza.
(Tomado de La Jornada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario