Ángel Guerra Cabrera
Periódico La Jornada
La visita a Francia del
presidente de Cuba, Raúl Castro, consolida una inteligente y audaz
apuesta de las diplomacias cubana y francesa. Calificada de histórica
por este diario, no es para menos, puesto que se trata de la primera
visita de Estado a Francia, y a un país miembro de la Unión Europea
(UE), de un mandatario de Cuba. Fidel Castro realizó una breve estancia
en París en 1995 pero con carácter privado, aunque fue recibido por su
homólogo Françoise Mitterand.
La estadía del general de ejército en la ciudad del Sena responde a
la también histórica visita de su par francés a Cuba en mayo de 2015,
primera de un jefe de Estado galo a la mayor de las Antillas.
Tampoco en 1995 los temas fueron, como en este caso, dar un impulso
sustancial al comercio, la colaboración económica, científica y cultural
y al diálogo político entre las partes, hacer una quita considerable de
los intereses de la deuda cubana y buscar un incremento importante de
la presencia de las empresas francesas en la isla. Este será monitoreado
por la Agencia Francesa de Desarrollo, que pronto abrirá una oficina en
La Habana, y reforzado por la creación de un fondo de inversión
cubano-francés ascendente a 212 millones de euros.
En resumen, fueron signados una decena de convenios y al mandatario
cubano le fueron dispensados los más altos honores por su contraparte,
en un maratón que incluyó casi una hora de diálogo entre los dos,
recibimiento en sus sedes por el premier Manuel Valls y por los
titulares de la Asamblea Nacional, el Senado y la alcaldía de París. Sin
pasar por alto la visita a la Unesco y a su directora general Irina
Bocova, organismo con el que Cuba mantiene excelentes relaciones.
No obstante que la Francia de De Gaulle no se sumó al bloqueo yanqui a
la isla caribeña y bajo el mandato del general las relaciones
conocieron un buen momento, el farisaico tema de los derechos humanos y
el creciente seguidismo a la Casa Blanca de la política exterior de la
UE, al que no han sido ajenos importantes sectores intelectuales galos,
tendieron a reducir considerablemente la reciprocidad que entonces
caracterizó las relaciones bilaterales, como ocurriría con casi todos
los países de la Europa comunitaria.
Aunque unas 80 empresas francesas están presentes en Cuba, entre
ellas Pernod-Ricard, representante internacional del emblemático ron
Havana Club, Alcatel-Lucent en el campo de las telecomunicaciones, y
Total y Alston en el de la energía, el intercambio comercial bilateral
no sobrepasa los 180 millones de dólares.
En 1996 la UE, a instancia de la nostalgia colonialista de José María Aznar, decretó la
posición comúnsobre Cuba, coincidiendo con la promulgación por Estados Unidos de la ley Helms-Burton, que arreciaba el bloqueo contra la isla en el momento del desplome de su aliado soviético.
La Habana ha denunciado que la medida tiene un carácter unilateral,
arbitrario e injerencista y al ser puesta en vigor empeoró
inevitablemente sus relaciones con los 28. Era una forma mezquina de
congraciarse con Washington a cambio de la suspensión de un artículo de
la Helms-Burton que perjudicaba a las empresas europeas.
La llamada posición común redujo al mínimo las relaciones entre las
dos partes y aunque en 2008 se reinició el diálogo político bilateral,
algunos países comunitarios han avanzado unilateralmente a una discreta
mejoría de los vínculos y desde 2014 se han sostenido varias rondas de
negociación, aquella sigue en vigor. Hollande acaba de manifestar en el
discurso de bienvenida a su homólogo cubano que
la posición común ha obstaculizado los intercambios y ha perdido ya todo su sentido.
Vale la pena leer ese discurso
porque es lo contrario a la arrogancia eurocéntrica de la posición
común y demuestra una clara voluntad política de sostener una relación
respetuosa y cordial entre una gran potencia como Francia y un Estado
pequeño y subdesarrollado como Cuba pese a las diferencias ideológicas y
políticas que los separan. Incluso, de soldar estrechos e importantes
lazos bilaterales en diversos campos sobre la base de los principios de
soberanía, igualdad de derechos y la no injerencia en los asuntos
internos.
Francia ha reconocido en Cuba a un país respetado internacionalmente.
Ventana idónea a la región latino-caribeña, que no desea atarse a un
solo mercado por más que Washington llegara a levantar el bloqueo.
Twitter: @aguerraguerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario