Por: Angel Guerra Cabrera
Hasta aquí expuse
sintéticamente cómo Cuba cumplió su deber internacionalista con los
pueblos en su lucha armada anticolonial o antidictatorial en situaciones
en que ese método era legítimo. En su momento, declaró que no brindaría
más ayuda militar a movimientos de liberación y hasta el día de hoy ha
continuado ininterrumpidamente su labor solidaria en educación, salud y
otras actividades civiles. Muchas veces sin retorno económico y siempre
tomando como divisa el pensamiento martiano de que “Patria es
humanidad”.
Al decidir excluir a Cuba de la lista de patrocinadores del
terrorismo, Obama rectifica una flagrante injusticia basada en el doble
rasero de Washington. Como ocurre hoy con la masiva e impune brutalidad
policiaca contra negros y latinos mientras acusa a Venezuela de no
respetar los derechos humanos, por solo poner un ejemplo entre tantos.
Obama ha tenido las más favorables condiciones de un mandatario
estadounidense para iniciar el arreglo político con Cuba, pero es
meritoria la valentía política de llevarlo a cabo y de admitir que la
política de Washington hacia la isla ha fracasado.
De Cuba, la única amenaza para Estados Unidos ha sido la que pueda
emanar de su ejemplo de dignidad, soberanía, patriotismo, justicia
social, participación democrática y solidaridad.
La gran potencia, por su parte, tiene arraigada por lo menos desde
1800 en la cultura de su clase dominante el deseo de la anexión de Cuba.
De 1898 a 1902 intervino militarmente en la isla para “ayudar” a su
independencia, pero lo que hizo fue impedirla al imponerle la Enmienda
Platt, que la convirtió en protectorado. Nueva intervención de 1906 a
1909 y un sinnúmero de actos injerencistas a los que solo puso fin la
alborada libertaria de 1959.
Washington apoyó militar y políticamente a la sangrienta dictadura de
Batista(1952-58) hasta su último suspiro, y cuando vio desbordarse la
gran rebelión encabezada por Fidel Castro quiso troncharla con un golpe
de Estado que el pueblo de Cuba liquidó mediante la huelga general
revolucionaria que coronó la victoria del Ejército Rebelde.
El gobierno estadounidense albergó a los personeros y criminales de
guerra de la dictadura, que vaciaron de sus caudales las arcas
nacionales, nunca devueltos. Con esa morralla y no pocos burgueses
expropiados por la revolución, la CIA creó el ejército mercenario para
lanzar en 1961, escoltada por naves y aviones de guerra estadounidenses,
la derrotada invasión por Bahía de Cochinos, y desde 1959 y hasta
fechas recientes ejecutar una campaña terrorista que duró décadas.
En Miami principalmente, viven en total impunidad los terroristas
cuyas acciones costaron al pueblo cubano 3 478 muertos y 2 099
discapacitados de por vida, así como el monstruo responsable de la
destrucción en el aire de un avión de Cubana con 76 personas a bordo.
Este, el más horrendo entre muchos crímenes de lesa humanidad contra la
isla de esos chacales, pero también contra revolucionarios
latinoamericanos, africanos y vietnamitas.
Por eso Cuba tuvo que enviar a Florida para monitorearlos a algunos
de sus mejores hombres. De allí surgieron los heroicos 5, hoy de regreso
a la patria. Dos al cumplir su injusta condena y tres en virtud de los
acuerdos anunciados por Cuba y Estados Unidos el 17 de diciembre.
Aquellos terroristas de Miami y sus sucesores son quienes tratan
rabiosamente de dinamitar a Obama su política de restablecer relaciones
diplomáticas con La Habana y abrir el debate en el Congreso para
levantar el bloqueo, que ha infligido a la isla pérdidas por más de 116
mil millones de dólares e impide su desarrollo económico.
En la guerra contra Cuba fueron cotidianos la extracción e
introducción ilegal de terroristas ya entrenados, el ingreso de miles de
armas y explosivos por aire y mar para las bandas de la CIA asesinas de
alfabetizadores, maestros y campesinos, que operaban en todas las
provincias. Escuelas públicas, cines y comercios atacados; cientos de
miles de hectáreas de cañaverales quemadas y fábricas, ciudades y
pueblos bombardeados o ametrallados desde aire, mar y y tierra. Aviones y
embarcaciones cubanas secuestrados a costa de la vida de pasajeros y
tripulantes. Cientos de planes para atentar contra Fidel. Guerra
biológica que mató aproximadamente 100 niños por dengue hemorrágico y
exigió el sacrificio del rebaño entero para erradicar el cólera porcino.
Plagas que arrasaron plantaciones completas. ¿Cuba terrorista?
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