El
nuevo regionalismo latinoamericano y caribeño se consolida
paulatinamente y a los EE.UU. no le queda más que una Cumbre, es decir,
una reunión cada dos años para intentar injerir diplomáticamente, ya
que siempre lo hace subterránea o abiertamente, en la vida de Nuestra
América.
La estructura supuestamente panamericana o
hemisférica ha perdido influencia, credibilidad y autoridad moral.
Decimos supuestamente, ya que la OEA y sus herramientas asociadas,
históricamente han servido para imponer la agenda e intereses
estadounidenses, ha sido un instrumento unipolar y no multipolar de un
arreglo colonial o neocolonial que en este siglo, más pronto que tarde,
se desmontará hasta desaparecer.
Es una Cumbre que antes
de empezar ha mostrado al Imperio débil y contradictorio, como nunca
antes. Débil porque muchos presidentes de Nuestra América han
visibilizado su poco interés en asistir, y si asisten, algunos lo harán
sin mucho entusiasmo. Y contradictorio porque, por un lado el Imperio
para congraciarse con nuestra región anuncia normalización de
relaciones diplomáticas con Cuba, y por otro lado, prácticamente le
declara la guerra a nuestra hermana república de Venezuela.
El
Imperio en su arrogancia, se burla de nuestra Nación de Países,
pretende normalizar relaciones con Cuba, pero sin cambiar la política
hacia Cuba, el bloqueo se mantiene intacto, la ley de ajuste cubano
igual, a pesar de que el gobierno estadounidense a través de órdenes
ejecutivas puede cambiar esa realidad. Pretende darnos lecciones de
democracia, derechos humanos, civiles y políticos cuando ya no puede
ocultar su condición de Estado terrorista y violador de los derechos
humanos.
La misma presencia de Cuba en la Cumbre es una
victoria de Nuestra América. Cuba históricamente resistió y en esta
ocasión tampoco aceptará proposiciones sobre la base de esquemas
financiados y manipulados por EE.UU. Prueba de que no pierde sus malas
costumbres es por ejemplo que no ha permitido que se inscriba en el
foro de la sociedad civil la Central de Trabajadores de Cuba – CTC,
pero si promueve la presencia de organizaciones venezolanas y de
cubanos radicados en Miami, que tiene por misión llevar a cabo la
estrategia injerencista de cambio de régimen. Ya veremos como la
autodenominada ‘prensa libre e independiente’ resaltara las acciones de
esos instrumentos del Imperio.
EE.UU. no tiene la
intención real de mejorar las relaciones con Nuestra América, solo le
interesa recuperar su control y hegemonía. No respeta la soberanía de
nuestras democracias. Se burla de nuestra inteligencia cuando al mismo
tiempo que anunciaba el establecimiento de relaciones diplomáticas con
Cuba, Obama pone en vigor la “Ley para la defensa de los derechos
humanos y la sociedad civil en Venezuela”, una ley extraterritorial e
injerencista réplica de las leyes que según Obama durante 50 años no
funcionaron para destruir el proceso revolucionario cubano.
Y
sin ningún pudor el gobierno estadounidense proclama una ‘Alianza para
la Prosperidad’, solo le cambiaron Progreso por Prosperidad, repitiendo
estrategias ya muy conocidas por nuestros pueblos; una muestra más de
su soberbia imperial.
Deseamos que esa Cumbre solo sirva
para una cosa, fortalecer la vocación integracionista de Nuestra
América y darle a los EE.UU, una decepción más.
6 de abril del 2015
- Mario Ramos es director del Centro Andino de Estudios Estratégicos (CENAE)
http://alainet.org/es/articulo/168833
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