Venezuela y Colombia, dos procesos asociados en la estrategia regional del Imperio.
Sería
erróneo subestimar las especificidades de los casos colombiano y
venezolano pero también sería grave limitarnos a las tramas nacionales
o dotarlas de una autonomía excesiva. Mucho se ha escrito acerca de las
globalización del capitalismo a veces para diluirlo todo en una
dinámica supranacional apabullante pero en ciertos casos con un
resultado opuesto donde lo global aparece como una referencia
abstracta, inasible o bien operando como una fuerza exógena misteriosa
sobre lo aparentemente “concreto” o “tangible”, lo que está al alcance
de la mano, tan complicado y “nacional” que solo puede ser
entendido por los que están sumergidos en esa realidad. Entonces se
exagera el nivel de poder real de las oligarquías y mafias locales, de
sus supuestas fracciones “reaccionarias” o “civilizadas”, de sus
contradicciones en países donde como en Colombia están instaladas bases
militares del Imperio o donde como en Colombia y Venezuela proliferan
los negocios transnacionalizados financieros, mediáticos, narcos,
comerciales, etc. y donde importantes sectores sociales altos y medios
son, desde el punto de vista político-cultural, simples prolongaciones
coloniales de la sociedad estadounidense.
Los Estados
Unidos despliegan actualmente una guerra global cuyo fracaso
significaría el fin del Imperio, la lógica de la reproducción del
parasitismo norteamericano lleva a la superpotencia a una
multiplicación de ofensivas a escala planetaria destinadas a quebrar
los obstáculos que frenan su proyecto de superexplotación devastadora
de los recursos naturales y humanos del conjunto de la periferia. Los
dirigentes del Imperio consideran que ese pillaje desaceleraría la
decadencia en curso, impediría el colapso del dólar, bajaría
drásticamente los costos de mercancías y salarios coloniales engordando
los beneficios de sus empresas, sosteniendo sus mercados internos cada
vez más concentrados.
América Latina y el Caribe
constituye un espacio decisivo de dicho proyecto, su recolonización
integral es una pieza clave de una ofensiva planetaria cuya
implementación en la región abarca un amplio abanico de operaciones
convergentes. Se trata de una mega estrategia flexible que incluye las
desestabilizaciones de mediana intensidad en Brasil y Argentina, la
intervención directa encubierta en Colombia, los golpes de estado en
Honduras o Paraguay, la tentativa de desestabilización de alta
intensidad apuntando hacia la intervención militar en Venezuela, el
ensayo de “abrazo-de-oso” buscando desarticular a Cuba, la instalación
de avanzadas militares en Perú, etc. El objetivo final es la
transformación del patio trasero latinoamericano en una región caótica,
sin barreras estatales ni rebeldías significativas a su dominación.
La
exacerbación de las intervenciones imperialistas coincide con (busca
aprovechar la) declinación de los gobiernos progresistas cuyas
dificultades abren brechas que facilitan esas embestidas. La
agudización de la crisis global impacta sobre América Latina, las altas
tasas de crecimiento económico han quedado en el pasado, las
contradicciones sociales se agudizan y ponen en jaque a los equilibrios
progresistas que demuestran su fragilidad, un buen ejemplo de ello es
Brasil donde el gobierno derechiza su política económica causando
descontento popular sin por ello calmar el apetito de las elites y las
clases medias reaccionarias cada vez más reaccionarias que buscan la
revancha apuntando hacia la hiper concentración de ingresos y el
sometimiento integral de los pobres.
Es dentro de ese contexto global-regional que deben ser ubicadas las operaciones imperiales en curso sobre Colombia y Venezuela.
El hacha de guerra
Venezuela
aparece como el objetivo central del capítulo latinoamericano de la
guerra energética global de los Estados Unidos. La república
bolivariana cuenta con el 20 % de las reservas mundiales de petróleo
convencional, el primer puesto global. La confrontación de este hecho
con la información sobre las reservas limitadas y declinantes a mediano
plazo del petróleo convencional y de esquisto en los Estados Unidos
bastaría para medir la urgencia del Imperio por devorar ese bocado. La
propaganda acerca de las supuestas inmensas reservas norteamericanas de
petróleo de esquisto ha terminado por chocar con la dura realidad:
recientemente la Agencia de Energía de los Estados Unidos dio a conocer
que antes del fin de la década actual la producción norteamericana de
petróleo de esquisto llegará a su máximo nivel luego de lo cual
empezará a decaer, en realidad la crisis de ese sector ya ha comenzado
impulsada por la baja del precio del petróleo que ha reducido
sensiblemente sus beneficios (haciéndolos negativos en un número
creciente de casos).
Pero no se trata solo de petróleo,
pese a la demonización mediática internacional del proceso venezolano
el mismo sigue operando como un incentivo importante para los
movimientos populares de la región, para los comportamientos estatales
independientes respecto de la dominación estadounidense. Pese a la
desaparición de Chávez Venezuela sigue siendo una pieza decisiva de
articulaciones rebeldes ante el poder imperial como ALBA y otras
iniciativas regionales y hacia otros espacios de la periferia.
La “Orden Ejecutiva” de Obama contra Venezuela declarándola una “amenaza extraordinaria”
a la seguridad nacional de los Estados Unidos no es un ejercicio
retórico sino un paso decisivo de una ofensiva que busca acorralar al
gobierno y a las fuerzas armadas venezolanas, alentar a la oposición,
movilizando a sus grupos conspirativos más radicales. Con esa decisión
Washington da un salto cualitativo en la deslegitimación del estado
venezolano ante Occidente abriendo de esa manera un capítulo de
intervenciones directas y encubiertas, de reconocimientos legales o de
hecho a “representantes de la oposición”, de apoyo a posibles
levantamientos armados, a una agresión del ejército colombiano, etc.,
es decir a escenarios conocidos en otros lugares de la periferia como
Siria o Libia. Esa es la línea de acción principal.
No
faltan funcionarios de gobiernos progresistas latinoamericanos e
incluso del propio gobierno venezolano proclives a ver el lado moderado
de la tormenta para suponer que la declaración imperial tiende más bien
a presionar a Venezuela para empujarla astutamente hacia la derecha
buscando la instalación de un “gobierno de unidad nacional”
(mezcla pragmática de chavistas razonables y opositores conciliadores)
amigo o menos enemigo de los Estados Unidos. En realidad esa ilusión
forma también parte de la estrategia estadounidense golpeando por un
lado y ofreciendo al mismo tiempo una salida pacífica intentando así
ablandar al campo enemigo, crear fisuras y deserciones, el juego forma
parte del manual para principiantes en guerras coloniales.
Washington
sabe bien que a largo plazo no hay alternativa suave para Venezuela,
cualquier derechización brutal o gradual generaría una concentración de
ingresos acompañada inevitablemente por revanchas sociales de las
clases superiores que automáticamente harían estallar rebeliones
populares. El proceso bolivariano no trajo la transición socialista
prometida, no le quebró la espina dorsal al capitalismo (despegue
imprescindible del camino postcapitalista), se empantanó en una confusa
e interminable “transición” hacia la transición anunciada, pero lo hizo
aportando numerosas conquistas sociales, movilizando a los de abajo,
llenando sus cabezas de esperanzas, forjando identidad popular,
autoestima de los humildes. Eso no se puede borrar fácilmente.
Así
como existe en Venezuela un fascismo macizo en las clases medias y
altas que solo se conforma con una contrarrevolución sangrienta también
existe un chavismo profundo en las clases bajas que ha aprendido a
odiar al capitalismo, a los Estados Unidos, que sabe pelear. El
chavismo no aplastó al país burgués imponiendo al país popular y
socialista, el resultado de su conducción desordenada ha sido la
creación de dos países incompatibles entre sí.
Para
Washington se trata de conquistar Venezuela, ni más ni menos, no para
instaurar un nuevo orden colonial sino para parasitar libremente sobre
el caos, para saquear riquezas navegando en medio de la desarticulación
violenta de una sociedad estratégicamente sometida. Para visualizar el
futuro venezolano deseado por Washington no sirve leer los viejos
textos acerca del ascenso del fascismo en Italia o de los neofascismos
militares más recientes de América Latina, alcanza con echarle una
mirada a Irak o Libia.
El anzuelo de la paz
Una
pieza clave en la conquista de Venezuela es el ejército colombiano, la
fuerza armada regular con mayor experiencia de combate de la región,
460 mil personas (incluyendo las tres armas más la policía nacional).
Se trata de lejos del mayor aliado militar con que cuentan los Estados
Unidos en América Latina útil tanto para la realización de incursiones
rápidas como para una invasión a gran escala y como aparato de respaldo
a una guerra prolongada en Venezuela. A estas fuerzas profesionales es
necesario agregar varias decenas de miles de paramilitares
inmediatamente operativos o de fácil reclutamiento.
Pero
esa fuerza agresiva potencial está maniatada en el territorio
colombiano por una insurgencia que no ha podido ser doblegada luego de
medio siglo de represión y que en caso de guerra civil o de invasión a
Venezuela podría convertirse en el núcleo principal de una extendida
guerra popular abarcando a ambos países o por lo menos en una aliado
estratégico decisivo de los combatientes venezolanos. Para los
estrategas del Imperio sacar de la escena regional a esa insurgencia es
un objetivo prioritario, no lo han podido hacer por la vía militar
tratan ahora de lograrlo a través de un complejo operativo envolvente
de presiones directas e indirectas y de ofertas tentadoras combinadas
con la amenaza (y la práctica) permanente del garrote bélico.
Intentando convertir a la creciente debilidad (y decreciente
legitimidad) del régimen colombiano en una suerte de trampa letal
colocada en los pies de la insurgencia, “permitiendo” su
extensión (tendiendo a la sobre extensión) política más o menos legal
con la finalidad de crearle ataduras sistémicas de todo tipo
(institucionales, políticas, ideológicas, sociales, etc.) que le
impidan salir de la ruta del apaciguamiento. Al entramado local se
agrega un no menos embrollado juego de presiones regionales y
extraregionales más o menos “amistosas” completando el cerco
psicológico. Apaciguar, dislocar, dormir, penetrar a ese factor
perturbador extremadamente peligroso es la obsesión de esos
manipuladores de alto vuelo. La estrategia tiene algo de ciencia y algo
de póker porque se basa principalmente en la capacidad (difícil de
medir) de absorción (de degradación politiquera) del régimen colombiano
cuya evolución se articula cada vez más en torno de dos dinámicas
interrelacionadas que pueden ser maquilladas, adornadas con garantías
democráticas ilusorias pero no eliminadas ya que constituyen el núcleo
duro, sobredeterminante de la reproducción del sistema, de su inserción
en el capitalismo global.
En primer lugar el aparato
militar cuyo sobredimensionamiento con relación a la sociedad
colombiana se corresponde con la larga guerra interna de la que ha sido
protagonista pero también con su vinculación-dependiente con del
aparato militar norteamericano y sus estrategias coloniales. Atravesado
por negocios mafiosos propios y lazos directos con el imperio dispone
de significativos márgenes de autonomía respecto de las camarillas
burguesas locales con las que comparte intereses. No es un secreto para
nadie que los Estados Unidos cuentan con las fuerzas armadas de
Colombia para sus futuras operaciones militares regionales y
extraregionales, solo algún progresista iluso puede creer que el
Imperio y sus lacayos locales pueden llegar a aceptar pacíficamente la
democratización y reducción significativa de esa estructura criminal.
En
segundo lugar la creciente hegemonía económica en Colombia del complejo
agro-minero exportador (agricultura casi sin campesinos y minería
ultra-extractivista) expulsor de población y destructor del medio
ambiente, el modelo se va imponiendo en América Latina atravesando
gobiernos neoliberales y progresistas y responde a la lógica global del
capitalismo, de sus polos imperialistas (decadentes pero poderosos)
decididos a saquear los recursos naturales de la periferia.
La
eliminación o subordinación democrática de ese núcleo duro equivaldría
en términos concretos a la quiebra de la espina dorsal del capitalismo
colombiano, cuesta creer que los dueños del sistema se resignen a
perderlo mientras el Imperio exacerba su guerra planetaria.
Los crápulas transparentes
Los Estados Unidos expanden su despliegue militar por América Latina secundado por sus aliados de la OTAN.
Veamos
algunas noticias recientes. En Paraguay acaba de desembarcar un
contingente de expertos británicos en inteligencia militar, según lo
informado por el gobierno de ese país, que se suman así a una cifra
desconocida de “asesores” norteamericanos formales y de mercenarios de
distinto origen (1). Estados Unidos ha decidido la instalación en
Honduras (en la base de Palmerola) de una denominada “Fuerza de Tarea de Propósito Especial Aire-Tierra de Marines-Sur”
que dotada de la más alta tecnología estará en condiciones de operar
rápidamente en cualquier zona de la región considerada “en situación
de crisis” (2). Durante 2015 unos 3200 marines norteamericanos están
llegando a Perú prolongando las tareas de apoyo que ya venían
realizando destinadas, según la información oficial... “a combatir las amenazas insurgentes” (3).
Con
relación a la dupla Colombia-Venezuela las noticias no pueden ser más
claras. A comienzos de este año fue anunciada la instalación en el
departamento de La Guajira, fronterizo con Venezuela (próximo de
Maracaibo) de una unidad blindada capaz de desplazarse rápidamente
llamada “Fuerza de Tarea de Armas Combinadas Medianas” (FUTAM). La nueva unidad militar dispondrá de blindados de última generación, según la publicación especializada “defensa.com” en el acto oficial de entrega de los mismos el ministro de defensa de Colombia Juan Carlos Pinzón “refiriéndose
a un escenario futuro de pos-conflicto ante la posibilidad llegar a la
paz con la guerrilla de las FARC, resaltó que las Fuerzas Armadas de
Colombia 'están hoy en capacidad de interoperar con otras del mundo,
especialmente con las de otros países con estándares internacionales y
con misiones que busquen garantizar la paz global'...”. Los “otros
países” son en primer lugar los Estados Unidos y sus socios de la
OTAN & Co que “garantizan la paz” (?) con sus guerras en Libia,
Irak, Afganistán, Yemen, Siria, Palestina, Ucrania...
Esto
coincide con lo ocurrido en la “mesa de expertos” convocada por el
ministro Pinzón en torno del tema del futuro de las fuerzas armadas
colombianas donde Mary Beth Long ex subsecretaria de Defensa de los
Estados Unidos señaló que “los militares (colombianos) están
estudiando otras amenazas en la región que pueden representar sus
vecinos como es Venezuela, y prepararse para esas eventualidades, y los
felicito por ello porque hay otros desafíos en el horizonte, y su
fuerza pública, su liderazgo y su policía ya se están preparando para
eso” (4).
Pero el departamento de La
Guajira no es solo el lugar de una base operativa destinada a agredir a
Venezuela, hace pocos días la agencia de noticias ADITAL informaba que “Desde
que el principal río de la región fue represado y su agua privatizada
por la industria agrícola y por la mayor explotación de mina de carbono
a cielo abierto del mundo, la mayor comunidad indígena de Colombia,
compuesta por los pueblos Wayúu, muere de hambre y sed. Situada en el
extremo norte del país, en la península desértica de La Guajira,
la población sufre por desnutrición, contabilizando por lo menos 37 mil
niños indígenas desnutridos. Datos señalan que cerca de 14 mil niñas y
niños ya murieron de inanición”.
Notas:
(1), “Expertos británicos proveen asistencia de inteligencia en Paraguay”, HISPANTV, 19 de marzo de 2015, http://hispantv.com/newsdetail/Sudamerica/24647/Expertos-britanicos-proveen-asistencia-de-inteligencia-en-Paraguay
(2), "EEUU creará fuerza especial para América Latina con sede en Honduras", ANNCOL, 3 de Abril de 2015, http://anncol.eu/index.php/mundo/politica-economia/item/122-eeuu-creara-fuerza-especial-para-america-latina-con-sede-en-honduras
(3), “Arribó al Perú el segundo contingente de soldados de EEUU”, defensa.com, 19 de febrero de 2015, http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=14742:arribo-al-peru-el-segundo-contingente-de-soldados-de-eeuu&catid=55:latinoamerica&Itemid=163
(4),
“Exsubsecretaria de Defensa dice que Colombia se prepara para
eventuales conflictos con Venezuela”, noticias-uno, 28 de marzo de
2015, http://noticiasunolaredindependiente.com/2015/03/28/noticias/exsubsecretaria-de-defensa-dice-que-colombia-se-prepara-para-eventuales-conflictos-con-venezuela/
(5), Marcela Belchior, "Privatización de río provoca 14 mil muertes de indígenas por inanición", ADITAL, 5 de Abril de 2015, http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=84561
http://alainet.org/es/articulo/168827
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