Ilka Oliva Corado
Adital
¡Que vivan los estudiantes/jardín de las
alegrías!
Me gustan los estudiantes.
Violeta Parra.
Me gustan los estudiantes.
Violeta Parra.
Es la
primera vez que no sé cómo comenzar a escribir un artículo, me desborda la
alegría. Son tantas emociones. Este texto podría tener cientos de nombres, como
por ejemplo: Qué la rebeldía nos haga libres. Guatemala por fin despierta. El
pueblo guatemalteco se pronuncia. Resucita la dignidad. Vencimos el miedo. El
silencio es historia. Fuera la clica criminal Baldetti-Pérez Molina.
Foto: José Orozco.
Tengo
35 años de edad, pertenezco a la generación de la desmemoria y nunca en mi vida
había visto una manifestación tan rebosante de alegría y frescura y con tanto
tesón como la de hoy en Guatemala, que fue más allá de las fronteras porque
guatemaltecos en todas partes del mundo se pronunciaron al unísono exigiendo la
renuncia de la Vicepresidenta y el Presidente de la República. Esa unidad fue hermosa,
inspiradora.
Llevan
décadas haciendo lo que se les pega la gana, los gobiernos de turno siempre en
lo mismo, todos al mismo saco y todos cubriéndose con la misma sábana.
Saqueando Guatemala y lavándose las manos. Cortinas de humo tras cortinas de humo
para no evidenciar los desfalcos, los robos millonarios y las ventas de tierra.
La impunidad, la injusticia, la corrupción y la opresión. Esa forma tan de
ellos para dejar en la calamidad a la clase más golpeada por el sistema. Para
reírse en nuestras marices y no esperar castigo por el insulto.
En
Guatemala se vivió un ambiente de carnaval, de fiesta patria, de amor al
terruño. Manifestándose en todos los departamentos. Madres, abuelos,
estudiantes, niños, profesionistas, obreros, campesinos y proletarios. Lo que siempre
soñé y que creí que mis ojos no verían nunca, sucedió; marcharon alumnos de
universidades privadas junto a los alumnos de la Tricentenaria Universal -¡de
mis amores!- de San Carlos de Guatemala, viví ese momento tan emotivo a miles
de kilómetros de distancia, pero con el corazón ahí.
Sin
distinción de credos, razas, idiomas, clases sociales e ideologías los
guatemaltecos salieron y abarrotaron las calles del país para demostrar su
descontento. Para decir que estamos hartos de tanta impunidad y corrupción. Ahí
estaban sacerdotes, monjas, pastores, rabinos. Lo que era utópico se hacía
realidad, fue tan hermoso ser partícipe a distancia. Quién no hubiera querido
estar ahí en carne y hueso.
Después
de tantas décadas, de tanto escarnio debido al temor impuesto por el ejército
guatemalteco y sus secuaces oligarcas, el pueblo de Guatemala dijo basta ya, y
se hizo sentir, se hizo escuchar, dijo presente, dijo ya no más, dijo hasta
aquí. ¡Perdimos el miedo!
No, a
esos miles de guatemaltecos que asistieron a la manifestación masiva no los
acarreó ningún partido político ni organización alguna, ellos fueron por sí
solos, porque están cansados de tanta burla y descaro. Y a pesar que el
Gobierno utilizó todo tipo de aparatos para bloquear la señal de celulares y
con esto evitar la propagación de la noticia, les fue imposible. A pesar de sus
drones y de sus orejas y ojetes Guatemala dijo presente. A pesar de la
obediencia de las televisoras oficiales en no transmitir esa marcha histórica,
Guatemala dijo presente.
Finalmente
sucedió lo que era una quimera, el pueblo despertó. Guatemala renace de sus
propias cenizas. A todos aquellos que dijeron no, no se puede hacer nada,
Guatemala es difunta, ahí está que hoy esa misma Guatemala moribunda se puso de
pie y erguida caminó y exigió respeto, cuentas claras y justicia. Solo el
pueblo es capaz de crear poder popular. No hay Estado, ni sistema, ni Gobierno
que pueda contra el pueblo cuando éste se arma de arrestos y hace valer su
derecho.
No fue
una marcha cualquiera, esto es histórico, a esto hay que subrayarlo, hacerle
una reseña, tomarle foto y enmarcarla, pero más que eso esto de hoy tiene que
ser el inicio, la llama recién encendida que nos motive y nos impulse a ese
caminar, a reconstruir el tejido social, a levantar a Guatemala de los
escombros donde la han dejado los traidores, con nuestro consentimiento debido
a nuestro temor como pueblo.
Esto es
solo el primer paso, ojalá que toda esta euforia no sea llamarada de tuza o una
pasada de nube. Que ésta sea la chispa que se propague y encienda nuestras
venas de amor al terruño, a los ancestros y nuestras crías. Porque son tantas
las luchas que tenemos que afrontar, no solo la corrupción, esto no se resuelve
encarcelando a una clica, porque hay cientos infestando el país, en el sistema
de justicia donde hay tantos togados vendidos. Guatemala necesita ser
restaurada adoquín por adoquín. Adobe por adobe.
Así
como hoy nos indignamos por la corrupción también indignémonos por las niñas
abusadas sexualmente, por el Estado y la Iglesia que no permiten el aborto, por
nuestra niñas, adolescentes y mujeres víctimas del feminicidio. Por nuestros
jóvenes marginados, por la hambruna, por la desidia. Por la tierra que le
quitan a nuestros campesinos. Por los crímenes de odio contra personas
homosexuales. Por la negativa a crear una ley que permita un matrimonio
igualitario. Por los miles de hermanos que se van en la migración forzada.
Indignémonos pero que eso nos lleve a la acción. Como hoy.
Es
totalmente válido sentir miedo, pero es impostergable movilizarnos. No podemos
quedarnos estáticos, el miedo no nos puede atar de manos y pies, no nos puede
poner una mordaza. A pesar del miedo hay que salir, hay que actuar, ser parte
del cambio, promover, evidenciar. El seso que no sea solo de adorno y de
alarde, que sirva para transformar. Que nos vuelva humanos y consecuentes. Que
esa prestigiosa educación superior no nos convierta en escorias. Que no nos
obligue a olvidar. Más de treinta mil guatemaltecos, esa cantidad hablando
propiamente de un país atemorizado por el pasado sangriento, es de admirar.
Que
esto nos sirva de lección para pensar y re pensar nuestro voto, las elecciones
se acercan, están ahí a la vuelta de la esquina, que esos dos dedos de frente
que tenemos no sean por gusto. No necesitamos más puñaladas por la espalda de
politiqueros corruptos y ladrones.
Este
texto se lo dedico con todo mi amor a aquellas personas incansables en sus
luchas que llevan décadas ahí firmes, sin quitar el dedo del renglón, con su
sabiduría, su experiencia y sus anhelos. Que a pesar de las derrotas, los
agravios y los infortunios han continuado, porque creyeron y siguen confiando en
que nuestra Guatemala es rescatable.
A la
juventud que tiene toda la leche y la efervescencia, porque ahora le toca el
cambio de estafeta y ser consecuente con el pueblo raso, con los obreros, con
los campesinos, con esos miles de proletarios, con la infancia marginada, con
los miles que se van en las migraciones forzadas.
A los
que no pudieron asistir por causas mayores, pero que siempre han sido parte del
cambio, luchando desde sus trincheras, sembrando semilla a pesar de la derrota,
a pesar del cansancio, pero que siguen confiando porque saben que esa quimera
se dejará abrazar, la podremos acariciar todos como país, como una sola vena,
como la herencia milenaria, como la dignidad que nos fue arrebatada, con la
Memoria que nos pretenden robar y con la identidad que nos dicen que ya no
existe.
Que
esto sea el inicio de una vereda que nos lleve hacia una Guatemala justa,
equitativa y próspera. Es válido soñar, es válido abrazar utopías, es
obligatorio hacerlas realidad como pueblo. Es nuestra responsabilidad propiciar
los cambios reales. ¿Si no lo hacemos nosotros, quiénes? No esperemos que los
cambios vengan de fuera.
Gracias
a cada uno de los guatemaltecos y extranjeros hermanos que dijeron presente.
Que hicieron de esta manifestación un grito al unísono de millones de corazones
guatemaltecos que quieren un país limpio de impunidad. Siempre lo he dicho y me
voy a morir afirmándolo, la juventud puede tener toda la leche y todo el vigor
pero necesita guía. Gracias a esos candiles encendidos que nunca apagan su luz,
que el añejo del tiempo les pone el alma en solera, porque gracias a esas
candilejas es que las mocedades pueden avanzar sin torcer el camino.
Y para
el punto y final, ya que la emoción me desborda el alma y no me dejará
tranquila si no lo grito desde mi ronco pecho, ¡Viva la Tricentenaria
Universidad -de mis amores- de San Carlos de Guatemala! ¡Viva el pueblo unido!
¡Viva Guatemala! ¡Viva por siempre nuestra Guatemala!
El
pueblo unido jamás será vencido/el pueblo unido jamás será vencido/ el pueblo
unido jamás será vencido. El pueblo unido jamás será vencido. Quilapayún.
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