por Randy Saborit Mora
Cumplir
con su trabajo puede costarles la vida a reporteros de Guatemala. Las
agresiones contra la prensa se multiplican en un país con graves
problemas de pobreza y corrupción. Los últimos dos asesinatos cometidos
contra periodistas que denunciaban prácticas corruptas ha provocado un
clamor social por que los hechos no queden impunes
Guatemala, Guatemala. El reciente asesinato de dos
periodistas en Guatemala pega en la piel de sus colegas como terapia
electro-convulsiva para recordar a todos que la locura de denunciar la
corrupción cometida por autoridades de poder se paga con la vida.
El corresponsal de Prensa Libre, Danilo López, fue ultimado a
balazos en el parque de Mazatenango, 167 kilómetros al suroeste de esta
capital, mientras que a Federico Salazar, de Radio Nuevo Mundo, también
le segaron la existencia.
El periodista de un canal local, Marvin Túnchez, sobreviviente de
ese atentado, confesó que recuerda muy poco del hecho, pero aclaró que
el homicida se acercó en forma directa a Danilo, en tanto que Salazar y
él fueron víctimas colaterales.
Con vigilancia policial y una bala alojada en el pecho, Túnchez
declaró al periódico guatemalteco Publinews que el Estado no garantiza
la libertad de emisión de pensamiento.
“Siempre he sabido que expresarse libremente no es posible y menos
al dedicarme al periodismo. Nosotros informamos a la población, no
somos delincuentes”, señaló al anunciar su retiro de este oficio.
Afirmó que antes de ese suceso había analizado concluir su labor
como periodista, y que lo hará luego de graduarse de abogado, carrera
en la que cursa el séptimo semestre.
Presentir la muerte
“Tengo miedo, el ambiente está muy cargado”, habrían sido las
palabras dichas por López 1 hora antes del trágico desenlace, cuando
llamó a la Unidad de Delitos Contra Periodistas del Ministerio Público.
Un funcionario de la Fiscalía de la Unidad de Delitos contra
Periodistas del Ministerio Público –que pidió no ser identificado– dijo
al medio informativo Plaza Pública que el martes a las 11:30 horas el
reportero Danilo se comunicó con él.
Quien hace 8 años se desempeñaba como corresponsal de Prensa Libre
en el departamento de Suchitepéquez explicó al fiscal que su temor se
debía a una investigación (en reserva hasta el momento) que realizaba
sobre lavado de dinero en una municipalidad de Suchitepéquez.
El Centro de Reportes Informativos sobre Guatemala (Cerigua) informó
el 9 de julio de 2013 que el alcalde de San Lorenzo Suchitepéquez, José
Linares, profirió amenazas contra el corresponsal López.
Según el texto periodístico, supuestamente el jefe edil estaba
molesto por una nota publicada en abril de aquel año referida a su
gestión, por lo que le advirtió que se atuviera a las consecuencias.
Durante una cobertura, López saludó a Linares en el lugar, y después
de un apretón de manos éste lo golpeó varias veces por el lado
izquierdo del pecho, diciéndole que él se encontraba en el poder y
tenía el dinero necesario para tomar acciones en su contra, apuntó la
agencia Cerigua.
La amenaza surgió aparentemente de una publicación del 10 de abril
del 2013, en la que se señala a la municipalidad de San Lorenzo por
ejecutar 2.8 millones de quetzales (360 mil 360 dólares) en obras
inexistentes.
López acudió a la Fiscalía del Ministerio Público en Mazatenango,
donde presentó la denuncia del hecho y solicitó investigar por qué el
alcalde vertió esa amenaza en su contra, al manifestar que temía por su
vida o la de o algún familiar suyo.
Presuntos responsables y condena
La Policía Nacional Civil (PNC) arrestó al presunto autor material
del homicidio, Artemio Ramírez, en la aldea El Carmen, en Retalhuleu
(Suroccidente), cuando iba manejando un camión, precisó el Ministerio
Público en un comunicado.
La captura, coordinada por la Fiscalía Distrital de Suchitepéquez y
la Unidad de Delitos Cometidos contra Periodistas de la Fiscalía de
Derechos Humanos del Ministerio Público, se efectuó 2 días después de
la detención del supuesto cómplice Valdemar Cardona.
La audiencia de primera declaración de Cardona fue programada para
el 31 de marzo, cuando el Ministerio Público lo sindicará del delito de
asesinato.
El Observatorio de los Periodistas de Cerigua, la Fundación
Rigoberta Menchú Tum, la Oficina del Alto Comisionado de la
Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh)
en Guatemala y la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por su sigla en inglés)
fueron algunas de las instituciones que repudiaron el homicidio.
“Todo acto de violencia que queda impune es una invitación abierta
a nuevos actos de violencia”, declararon conjuntamente los respectivos
representantes en Guatemala de la Oacnudh y la Unesco, Alberto Brunori
y Julio Carranza.
Ambas organizaciones expresaron en la nota que han observado con
preocupación el incremento de ataques contra periodistas que, según
registros de la Fiscalía correspondiente, de enero a la fecha alcanzan
la cifra de 21 casos.
Túnchez, el reportero herido, pertenece al mismo medio de
comunicación donde trabajaba Carlos Orellana, periodista ultimado en
2013, recordaron en la nota conjunta.
Brunori y Carranza reiteraron la importancia de contar con un
Mecanismo de Protección a Periodistas conforme al compromiso asumido
voluntariamente por el Estado de Guatemala ante el Consejo de Derechos
Humanos en 2012.
El Comité de Desarrollo Campesino (Codeca) y el partido Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca Movimiento Amplio de Izquierda
(URNG-Maiz) se sumaron a la avalancha de manifestaciones de condena por
el asesinato de dos corresponsales.
El Secretario General de URNG-MAIZ, Ángel Sánchez, al condenar la
violencia, destacó que ésta se registra en el contexto de la
inseguridad que como partido han identificado y favorecen la impunidad
y la corrupción como formas del ejercicio del poder.
Por su parte, Codeca, como movimiento social pro Derechos Humanos,
exigió a las autoridades investigar y castigar a los responsables
materiales e intelectuales de este acto violento.
Instó, además, a los sectores del poder a “parar con la política de
persecución y criminalización contra pueblo organizado, defensores de
derechos y comunicadores sociales”.
La Cámara Guatemalteca de Periodismo llamó a quienes tengan
señalamientos contra medios o periodistas que los diriman por la vía
correspondiente y no por amenazas o presiones, como ha ocurrido en
estos casos.
Asimismo, reclamó más responsabilidad de las autoridades políticas
locales para que apoyen la investigación de hechos delictivos y no
emitan amenazas, frases de descrédito o utilicen cualquier forma de
presión contra quienes informan sobre la acción pública y denuncian
delitos.
El Movimiento Sindical, Indígena y Campesino Guatemalteco consideró
que esas víctimas se suman a las de “un Estado fallido que retorna a
las tácticas de la guerra para acallar la voz de los que luchamos por
construir juntos una patria en donde podamos vivir con dignidad”.
Decenas de periodistas, fotógrafos y comunicadores sociales hicieron
un plantón frente a la capitalina sede del Ministerio de Gobernación
(Interior), y marcharon hacia la Casa Presidencial para demandar acción
al Estado y esclarecer el ataque.
La muerte de López y Salazar ocurrió 5 días después de que la
coordinadora del Observatorio de los Periodistas de Cerigua, Ileana
Alamilla, recordara que en la época electoral los reporteros están
propensos a ser blanco de agresiones por parte de las autoridades y
miembros de la seguridad de éstos.
“Pese a que el Estado es el responsable de garantizarnos la vida y
la seguridad, nosotros podemos poner de nuestra parte para minimizar
los riesgos”, subrayó Alamilla el pasado 5 de marzo durante el
lanzamiento de documentos para periodistas y comunicadores sociales.
Aunque el año pasado no se reportaron asesinatos de trabajadores de
la prensa en Guatemala, en 2013 sí perdieron la vida cuatro
comunicadores sociales.
Esta práctica de callar las voces a balazos y amenazas pone en
alerta a quienes ejercen en cualquier latitud lo que el Nobel de
Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, definió como el mejor
oficio del mundo.
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