La guerra es sólo la continuación de las políticas con la suma de otros medios
Klaus von Clausewitz (Vom Kriege)
Creo
que estamos en una tercera guerra mundial que decidirá si el futuro es
unipolar anglosajón o multipolar. El aspecto bélico de la lucha se hace
por intermediarios, porque una confrontación directa entre los
protagonistas resultaría en derrota mutua. El dinero es el nervio de la guerra (Thomas More), la estrategia es agotar económicamente los adversarios; el arma es la diplomacia económica.
Putin
propone compartir con Europa los recursos de la Unión Económica
Euro-Asiática, para crear una entidad económica de Lisboa a Vladivostok.
Eso es la peor pesadilla anglosajona, porque la economía mundial basada
en el dólar dejaría de ser y Europa continental regresaría como
potencia protagonista. Esa propuesta tan ventajosa para la Unión Europea
debiera despertar el entusiasmo europeo, pero su clase política sirve
un interés distinto al de sus pueblos, por ello colaboró en el golpe de
estado en Kiev, que desestabilizó a Ucrania, su vecina, y pone en riesgo
su más segura conexión energética.
Los Estados Unidos
tomaron el relevo de Gran Bretaña en servir los mismos intereses
financieros y heredaron la misma política de sembrar conflictos, que
justifican bases e invasiones en todas partes. Los excesos cometidos con
la emisión desaforada de dólares inorgánicos que alimentan el alza de
los valores en la bolsa, desvincularon el sector financiero del resto de
la economía que muestra indicadores negativos. El dólar debe mantener
su rol de moneda excepcional e imprescindible porque su uso es un
tributo mundial que se paga a los Estados Unidos. La red de acuerdos de
libre comercio -ahora de asociaciones oceánicas- propuestos por Estados
Unidos, tiene la función esencial de mantener el uso del dólar como
referencia de valor. Es para mantener esa ventaja avasallante que hoy
propone dos acuerdos ambiciosos, negociados en secreto: el Trans-Pacific
Partnership Agreement (TTP) y el Trans-Atlantic Trade and Investment
Partnership. En el primero excluye a China; en el segundo excluye a
Rusia.
Esta semana ha sido testigo del inicio de una ola
de protestas populares contra esas dos iniciativas de la diplomacia
económica norteamericana. El día 21 de abril manifestaban en Washington
los sindicatos y muchos congresistas demócratas contra el Trans-Pacific
Partnership (TPP). El día 19 de abril en toda Europa se protestaba
contra el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), apenas
después que el Congreso de Estados Unidos autorizara, el 17 de abril, el
llamado Fast Track, para negociarlo.
Ese llamado Fast Track, cuyo
nombre oficial es « autorización para negociar comercio», vino esta vez
con una curiosa condición. La Sección 8, sobre Soberanía, dice que
todos los acuerdos comerciales de Estados Unidos no son vinculantes para
Estados Unidos, cuando contradigan una norma suya presente o futura.
Con lo cual los acuerdos son obligatorios sólo para los otros socios,
pero obligan a Estados Unidos sólo cuando quiere. Para asegurar mejor
esa excepción, el congreso se otorga a sí mismo la facultad de
sentenciar si el caso es parte del derecho internacional. Los vasallos
tienen los derechos que su señor tenga a bien reconocerles.
China
por su parte ha tenido mucho éxito con su propia red de acuerdos de
libre comercio y de asociación económica, en que se comercia también en
remimbis. En particular el Regional Comprehensive Economic Partnership,
que excluye a Estados Unidos, pero incluye economías importantes del
Pacífico como Japón, India, Corea del Sur, Australia e Indonesia. Otra
iniciativa china es un fondo de $40 millardos para crear infraestructura
de transporte y cooperación industrial en los países asiáticos que
atraviesan la versión terrestre o marítima de la Nueva Ruta de la Seda.
En
el área financiera de la diplomacia económica suceden movimientos
estratégicos. Desde la Conferencia de Bretton Woods, en 1944, Estados
Unidos tuvo poder de veto en el Fondo Monetario Internacional, en el
Banco Mundial y los bancos de desarrollo regional. Los préstamos allí
imponen medidas inspiradas por la filosofía neoliberal favorable a los
intereses de las grandes empresas. Países como China, que ahora es la
primera economía mundial, desean actualizar el valor de los votos en
esos organismos financieros internacionales, pero Estados Unidos lo
veta. Esa rigidez llevó a la creación de dos nuevos organismos
financieros: el New Development Bank ($40 millardos) de los BRICS y del
Asian Infrastructure Investment Bank (57 países, $50 millardos) del que
son socios todos los países de importancia financiera, salvo Japón y
Estados Unidos.
El contenido de los acuerdos de asociación
Aunque
se negocien en secreto, el contenido de los acuerdos que propone
Estados Unidos a la cuenca del Pacífico y a la Unión Europea es
conocido, porque no se negocia nada, sino la adhesión, como en los
contratos con bancos. Estados Unidos viene imponiendo a sus socios el
mismo texto desde el TLCAN (NAFTA) con México y Canadá en 1994. Usó el
mismo modelo para Jordania, Chile, Centroamérica (CAFTA), Marruecos,
Colombia y un largo etcétera. Cuando quiso expandirlo a nivel regional,
con el ALCA, fue rechazado con firmeza, en Buenos Aires, por los países
del Mercosur, además de Bolivia, Ecuador y Venezuela.
La
principal desventaja de esos acuerdos, que pretenden ser varios y son
siempre el mismo, es que imponen el neoliberalismo como única política
económica y miran sólo a la ganancia de las grandes empresas
internacionales. Los rasgos más salientes son cuatro.
En
comercio exigen una apertura a la exportación subsidiada de productos
agrícolas de Estados Unidos –incluso OGM- que acaban con la agricultura
local. Eso destruye también la fuente de la cultura nacional y provoca
éxodo campesino hacia ciudades donde su hacinamiento genera miseria y
delincuencia o empuja a la emigración desesperada. Es el caso de México y
América Central.
En Propiedad Intelectual imponen normas
que prolongan los monopolios que otorgan las patentes, para producir
productos farmacéuticos y agroquímicos. Eso retrasa la fabricación de
medicinas genéricas baratas y encarece el cuidado de la salud pública.
En agroquímicos aplaza o encarece el uso de nuevos productos con
perjuicio de la productividad y rendimiento agrícola.
En
inversión extranjera, se mira como inversión extranjera la simple compra
por un ente extranjero de acciones en una empresa nacional, sin nuevo
aporte; sea aumento de capital, nueva tecnología, infraestructura o
nuevos empleos. El Estado receptor debe abrir las puertas y garantizar
el éxito de la inversión y deberá responde ante árbitros extranjeros por
cualquier cambio que afecte la ganancia de la empresa inversora. Por
ejemplo, la Occidental Oil obtuvo una sentencia contra Ecuador por
US$2,3 millardos, porque tribunales ecuatorianos le aplicaron leyes
ecuatorianas contra corrupción.
En comercio de servicios,
esos acuerdos cambian el enfoque usado en la OMC de «lista positiva»,
que abre sólo los sectores mencionados en una lista, por un enfoque de
«lista negativa» donde lo que no esté negado queda abierto. Eso abre
todos los servicios del porvenir y quita el derecho a diseñar futuras
políticas de desarrollo nacional. Es notable que en ellos Estados Unidos
especifica que el acuerdo no compromete a los estados y sólo vincula al
Distrito de Columbia y Puerto Rico.
Perspectiva de la Diplomacia Económica
Desde
el siglo XVI los anglosajones, bajo la etiqueta de libertad de
comercio, practican el imperialismo económico. Fue el caso de la
Compañía Inglesa de las Indias Orientales, la primera Big Corporation,
que mandaba a los señores de la India, Pakistán, Bangladesh, Myanmar y
Sri Lanka. Es significativo que la bandera de Estados Unidos es idéntica
a la usada por la CIIO/ BEIC, salvo por el cuadrante superior, donde
las estrellas substituyen el Union Jack (bandera de Reino Unido).
Lo
que se negocia hoy en foros multilaterales de fondo económico, como
OMC, OMPI, FMI, Banco Mundial, OMS, OIT, implica casi siempre una
erosión de soberanía; la reducción de espacios para políticas económicas
y sociales autónomas. Exigencias más drásticas se hacen en todos los
acuerdos bilaterales con las etiquetas de libre comercio, cooperación
económica o en los de asociación regional.
La percepción clásica de que los acuerdos internacionales reflejan y consolidan un Statu Quo, no
se aplica a la Diplomacia Económica. La iniciativa aquí tiende a
alterar el Statu Quo. Se le altera negociando normas internacionales que
tendrán consecuencias políticas, económicas y sociales al interior de
los países. Las normas no siempre versan sobre asuntos económicos. Las
negociaciones sobre comercio de servicios son sobre cambios en códigos
legales internos. Las negociaciones en la OMPI son sobre futuros
privilegios y monopolios privados. La OIT se mueve entre coaliciones de
gobiernos, empresarios y sindicatos. Los organismos financieros
internacionales suelen negociar decisiones políticas junto con sus
préstamos. La Ronda Doha de la OMC, iniciada para acabar con el subsidio
de exportaciones agrícolas, ahora gira sobre la futura apertura
agrícola, industrial y de servicios.
El uso de estrategias
económicas para debilitar al adversario antes de iniciar una guerra es
antigua. En época recientes la diplomacia usa sanciones económicas
desde la Sociedad de las Naciones. Lo novedoso es que se obligue a un
grupo de países soberanos a imponer a otro sanciones económicas que
también perjudican sus propios intereses económicos. Es el caso de la
Unión Europea imponiendo sanciones a Rusia y un caso claro de «matar dos pájaros de un tiro». ¿Cui bono?
El
pillaje, el botín, los tributos y el crédito han sido siempre acciones
económicas usadas para mantener una supremacía. Emmanuel de Waresquiel
dice en su Fouché (2014) que Napoleón financiaba sus guerras
con el pillaje y los ingleses las suyas con endeudamiento. Los Estados
Unidos usan ambos.
Conclusión
La
diplomacia económica debiera merecer mucha más atención por parte de
las cancillerías, porque su rol e incidencia en la política
internacional es real, concreto y determinante; es el arma principal de
la guerra en curso. En su lucha por prolongar su hegemonía, Estados
Unidos cuenta con gran fuerza militar, pero hay adversarios a quienes no
se puede aplicar. Su potencia tiene un punto débil y es el dólar,
imprescindible para mantener su arsenal, y vulnerable por la falta de un
respaldo de valor real y el gran cúmulo de deudas. Por ello teje una
red de acuerdos que impongan el uso del dólar, junto con su sistema de
distribuir la riqueza. Los países que prefieren un mundo multipolar
moderno, distinto al surgido de Bretton Woods, construyen otro mundo
económico paralelo y esperan el resultado, mientras modernizan sus
ejércitos. Si vis pacem, para bellum.
- Umberto Mazzei es
doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia. Es
Director del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales
Sismondi, en Ginebra. www.ireisismondi.org; www.ventanaglobal.info
http://www.alainet.org/es/articulo/169213
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