Mondialisation.ca
Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos
A
lo largo del año 2014, casi cinco años después del devastador
terremoto, en Haití se han celebrado muchas manifestaciones importantes
pidiendo a la vez el fin de la ocupación de la ONU (MINUSTAH [siglas en
francés de Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en
Haití] ), el cese del presidente haitiano Michel Martelly y el del
primer ministro Laurent Lamothe, el cual dimitió finalmente en
diciembre de 2014.
Los grandes medios no han cubierto estas grandes manifestaciones. ¿Por qué?
Las
manifestaciones en contra del gobierno que tienen lugar en un país que
no está dirigido por un aliado de Estados Unidos tienen derecho a una
vasta cobertura mediática. Los actuales dirigentes de Haití son
«convenientes» para los dirigentes occidentales, sobre todo para
Estados Unidos, puesto que en realidad son ellos quienes eligen a los
dirigentes del país, no el pueblo haitiano.
El 12 de enero se
cumplió el quinto aniversario del terrible terremoto sin abordar las
cuestiones importantes y los problemas estructurales. En el mejor de
los casos estas cuestiones se presentan de manera que avalen la
engañosa noción de la carga del hombre blanco*. «Haití necesita
nuestras ayuda». ¿Es cierto eso? Y, ¿de qué tipo de ayuda estamos
hablando?
«La ayuda internacional» no es sino una herramienta
capitalista e imperialista concebida para mantener al Sur prisionero de
las desastrosas políticas neoliberales del Norte, que obstaculizan un
verdadero desarrollo e impiden la soberanía económica y política del
Sur.
¿Adónde va el dinero de la ayuda? A los mismos bolsillos de aquellos que pretenden donar.
Probablemente Haití es el mejor ejemplo de la auténtica estafa que es la ayuda internacional.
Los salvadores Bush y Clinton
Como
todo buen neoliberal que sabe aprovecharse de una crisis grave, Bill
Clinton vio el terremoto de 2010 como una gran oportunidad. En palabras
de Dady Chery:
«[Al principio de la ocupación estadounidense en 1915] se impuso a Haití un tratado que creaba el puesto de Alto Comisario de Estados Unidos para dirigir el país al lado de su presidente «haitiano» seleccionado […]. El control de las finanzas del país, las obras públicas y los servicios sanitarios se transfirieron a los demócratas estadounidenses del Sur que habían apoyado la campaña [del presidente] Wilson, de la misma manera que hoy se transfieren a USAID y a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG). El objetivo entonces era el mismo que ahora: toda la economía de Haití debe servir a Estados Unidos y casi todos los dólares estadounidenses que pagan los salarios en Haití deben volver a Estados Unidos.
Clinton vio en el terremoto de 2010 su oportunidad de convertirse en el nuevo Alto Comisario Estadounidense de Haití […]. En los cuatro meses posteriores al terremoto formó la Comisión Provisional para la Reconstrucción de Haití ( CIRH , por sus siglas en inglés), un club selecto en el que hay que «pagar para jugar», es decir, un grupo de funcionarios y de ricos hombres de negocios procedentes de los países de la MINUSTAH y de otros lugares que suministran tropas nacionales o dinero [...] a cambio de un poco de acción en Haití. Después de algunas presiones y unos brotes de corrupción el parlamento haitiano se vio obligado a declarar un estado de emergencia de 18 meses en el curso de los cuales Clinton y su banda del CIRH pudieron dirigir la reconstrucción a su antojo, sin arriesgarse a ser perseguidos. Un año y un medio después, cuando el Senado haitiano indicó que se había hecho muy poco, acusó a la CIRH de ser un fraude y no se renovó el estado de urgencia (Dady Chery, Haiti: Time for Clinton and Co to Pack and Go , Nouvelles Junkie Post , 15 de diciembre de 2014)».
La
nefasta influencia de Bill Clinton sobre Haití no data de ayer. Un
estudio de las estrategias de liberalización económica que Estados
Unidos impuso a Haití en las décadas de 1980 y 1990 demostró que «el
presidente Clinton y otros inquilinos recientes de la Casa Blanca
condenaron a Haití a un futuro de pobreza endémica por medio de una
egoísta política estadounidense de exportación de arroz»:
«La Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), entre otros organismos, animaron a Haití a empezar a exportar productos agrícolas preparados y transformados al tiempo que ponían de relieve la necesidad de importar cereales de base del mercado internacional […]. Los expertos trabajaron para desmantelar la economía rural de Haití, a pesar de que los responsables de USAID reconocían que eso podía aumentar la pobreza y contribuir a que descendieran los ingresos medios de los haitianos y empeoraran sus las condiciones sanitarias. En 2003 se importaba de Estados Unidos aproximadamente el 80% consumido en Haití» (Leah Chavla, Bill Clinton’s Heavy Hand on Haiti’s Vulnerable Agricultural Economy: The American Rice Scandal , Council on Hemispheric Affairs , 13 de abril de 2010).
El comercio de la ayuda a las personas damnificadas y la ayuda internacional
El
terremoto de Haití supuso una ocasión para hacer negocios y varias
industrias se aprovecharon de la catástrofe, sobre todo la industria
minera, la del vestido y la del turismo. El dinero donado favoreció más
a las empresas de los países donantes que a los haitianos, varios
proyectos superaron el dinero presupuestado y otros resultaron ser
inútiles debido a una falta crítica de infraestructuras.
Entre
los medios de comunicación independientes es bien conocido y está
documentado el hecho de que la ayuda internacional no es sino una
empresa lucrativa disfrazada de obra de caridad. Aproximadamente el 80%
de los fondos de la ayuda internacional consagrada a los países en
desarrollo acaba en las arcas de las empresas y ONG de los países
donantes. Lejos de ayudar, esta dinámica crea una relación de
dependencia que obstaculiza el desarrollo de las mismas estructuras que
podrían liberarlos de esta relación colonial e incluso lo impide.
Aunque
la mayoría de las personas que trabajan en estas organizaciones
humanitarias tienen buena voluntad, las políticas «humanitarias»
occidentales hacia países como Haití se conciben deliberadamente para
mantener la superioridad financiera del Norte sobre el Sur. Lo han
demostrado los efectos devastadores de los tristemente célebres
programas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional
(FMI). Estas medidas, que se centran únicamente en una privatización
generalizada y el libre comercio, destruyen la economía y agricultura
locales de los países que las aplican y, en consecuencia, destruyen
también su soberanía alimentaria, lo que los convierte en dependientes
de la «ayuda humanitaria». Eso es lo que ocurrió en Haití:
«Aunque algunas agencias gubernamentales estadounidenses afirman que sus programas están destinados a erradicar el hambre y a promover la producción agrícola, otros programas han obligado a abrir el mercado haitiano y a crear así millones de nuevos consumidores de productos estadounidenses, como el arroz, las aves de corral, el cerdo y otros productos, al tiempo que destruyen la producción agrícola local y cambian los hábitos alimentarios de la población haitiana.
Dado que ente el 50% y el 60% de la población se sigue ganando la vida en el sector agrícola, estas políticas han tenido unos efectos muy negativos sobre la economía en su conjunto. Por ejemplo, un estudio de la organización Christian Aid de 2006 calcula que 831.900 personas se han visto afectadas directamente por la bajada en 1995 de los aranceles que anteriormente protegían el azúcar, el arroz y el pollo haitianos.
Actualmente Haití importa, sobre todo de Estados Unidos, al menos el 50% de la comida que consume y se ha convertido en el segundo importador de arroz estadounidense del planeta.» ( HAITI: Aid or Trade? The Nefarious Effects of U.S. Policies , Ayiti Kale Je , 6 de noviembre de 2013).
Las ONG occidentales son una herramienta imperialista, según Ezili Dantò:
«Las ONG ponen en marcha las políticas imperialistas en Haití a cambio de “financiación caritativa”, lo que significa que blanquean el dinero de los contribuyentes estadounidenses y el dinero de los donantes, y se lo meten en el bolsillo . El objetivo de las políticas imperialistas de Estados Unidos es destruir la economía de transformación y la economía local de Haití expropiando los recursos naturales del país y ampliando el mercado haitiano para sus monopolios subvencionados de Wall Street.» (Ezili Dantò, Haiti: US to Re-Write Haiti Constitution to Better Service the One Percent , Black Agenda Report , 2 de julio de 2013)
En efecto, según datos del gobierno estadounidense , las cinco principales empresas estadounidenses que han recibido fondos vinculados a Haití en los 5 últimos años son:
1. Chemonics International Inc (una sociedad de desarrollo internacional, Estados Unidos): 118.961.374 dólares,
2. Development Alternatives INC, (consultoría, Estados Unidos): 67.703.366 dólares,
3. Cce / DFS Inc (consultoría, Estados Unidos): 20.551.722 dólares,
4. Tetra Tech INC (empresa de consultoría, de ingenieros, etc., Estados Unidos): 16.294.596 dólares,
5. Pathfinder International (ONG, Estados Unidos):16.036.859 dólares.
En ese mismo periodo de tiempo, los cinco principales beneficiaros de los fondos federales para Haití han sido:
1. Ministerio de Sanidad, Haití: 137.751.752 dólares.
2. Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH): 117.111.216 dólares.
3. Oficina de Gestión de Urgencias, Ciudad de Nueva York: 36.912.020 dólares.
4. Ciudad de Miami: 35.270.000 dólares.
5. Miami- Servicio de incendios Dade: 34.070.000 dólares.
Financiación de la ocupación
A continuación del ministerio haitiano de Sanidad, la suma más
importante de financiación estadounidense ha ido a parar a la ocupación
militar. En 2013 el Departamento de Estado estadounidense destinó
117.111.216 dólares a la llamada Misión de las Naciones Unidas para la
Estabilización en Haití (MINUSTAH), para sus «actividades de
mantenimiento de la paz».
La MINUSTAH se creó el 1 de junio de
2004 tras el golpe de Estado llevado a cabo por Estados Unidos, Francia
y Canadá que derrocó a Jean-Bertrand Aristide, el presidente elegido
democráticamente perteneciente al partido Fanmi Lavalas, el partido
político más popular del país. Tras vencer claramente los sufragios en
las dos elecciones en las que había participado, Fanmi Lavalas fue
ilegalizado en las elecciones 2010, que «ganó» el candidato favorito de
Estados Unidos, Michel Martelly. Según explica Dady Chery:
«Clinton y sus compañeros había empezado a buscar otra manera de seguir manteniendo su dominio sobre el país y para ello era necesario un presidente haitiano conveniente que, más concretamente, fuera popular entre los jóvenes, pero careciera de patriotismo. Encontraron a su hombre en el músico mediocre Michel Martelly. Su elección se convirtió en una simple formalidad después de que una comisión electoral excluyera la participación del partido Fanmi Lavalas, que atraía al 80% del electorado. Observadores de la Comunidad del Caribe (CARICOM) y de la Organización de Estados Americanos (OEA) legitimaron los resultados a pesar de las muchas irregularidades y de contar solamente con los votos de aproximadamente el 20% del electorado. Esas fueron las condiciones de las (s)elecciones que convirtieron a Michel Martelly en presidente de Haití.» (Chery, op., cit. )
El
15 de octubre de 2014 se prolongó el mandato de la MINUSTAH. Habría que
denominarla fuerza de ocupación para reflejar su verdadera naturaleza.
Desde el principio sus operaciones de «mantenimiento de la paz»
implicaron la represión política de los partidarios de Fanmi Lavalas.
Recientemente ha disparado fuego real contra manifestantes:
«A lo largo de estos diez años la MINUSTAH ha recopilado un historial horrible de violaciones de los derechos humanos entre las que se incluyen, entre otras, las ejecuciones extrajudiciales, una epidemia de agresiones sexuales contra hombres, mujeres y niños haitianos, la represión de manifestaciones políticas pacíficas, además de haber desencadenado debido a una negligencia criminal una epidemia de cólera que provocó la muerte de más de 9.000 personas y la infección de otro millón de personas.» (Dr Ajamu Nangwaya y Kevin Edmonds, On October 15, the United Nations Will Fail Haiti Once Again , Global Research , 14 de octubre de 2014)
La empresa privada militar y de seguridad estadounidense (EPMS) DynCorp formó a la policía haitiana:
«En abril de 2013 DynCorp recibió un contrato por valor de 48,6 millones de dólares procedente de la Oficina de Asuntos Internacionales contra el Narcotráfico y de Aplicación de la Ley del Departamento de Estado estadounidense para un periodo de base de una año, con tres opciones de un año para la inserción de personas en prácticas de su empresa en las fuerzas policiales de las Naciones Unidas en Haití.» (Dady Chery, Tontons Macoutes Reconstitution d’Haïti et de leur fusion avec la MINUSTAH , Haïti Chery , 24 de diciembre de 2014)
Donaciones humanitarias para construir hoteles de lujo y nuevos barrios de chabolas
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en diciembre de 2014 80.000 personas
seguían viviendo en campos [de desplazadps], lo que supone una
disminución del 92% desde el inicio de la crisis cuando un millón y
medio de personas carecían de techo. Sin embargo, la Organización no
dice adónde fueron quienes abandonaron los campos.
Hace un años la organización Ayiti Kale Je
(Haïti Grassroots Watch) señalaba que 200.000 víctimas del terremoto
habían abandonado los campos improvisados para irse a «tres grandes
barrios de chabolas nuevos llamados Canaan, Onaville y Jérusalem». ¿Qué
ocurrió con los proyectos de construcción de viviendas pagados
generosamente por los donantes?:
«¿Quién ocupa estas viviendas? ¿Quién controla los proyectos? ¿Pueden pagar los alquileres los residentes? Y, ¿son verdaderamente víctimas del terremoto? […]
En total los proyectos permitieron construir no menos de 3.588 casas o apartamentos por un coste total cercano a los 88 millones de dólares, según cifras del gobierno (en cambio hay que señalar que los proveedores de fondos internacionales y las agencias humanitarias privadas gastaron más de cinco veces esa cantidad, unos 500 millones de dólares, para unas “viviendas provisionales” llamadas “T Shelters”) […]
El 21 de julio de 2011 el presidente Martelly, el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y el entonces primer ministro Max Bellerive inauguraron Expo Habitat: una exposición de unos 60 prototipos de viviendas en Zoranje [...]
La exposición fue considerada un fracaso. La visitaron pocas personas y menos personas aún eligieron un modelo para su proyecto de construcción. Muchos de los modelos presentados eran demasiado caros para los haitianos.» ( Questionnements sur les projets de logements de la reconstruction , Ayiti Kale Je , 8 de enero de 2013)
Mientras
que cientos de miles de personas seguían viviendo en campamentos
improvisados se dedicaron importantes sumas procedentes de las
donaciones a la construcción de hoteles de lujo. Como indicábamos en
2013:
« Ahora, mientras 300.000 haitianos continúan viviendo en los campos, un “nuevo hotel Marriot que surge de los escombros en Haití tiene un impulso financiero de 26.5 millones de dólares” de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), miembro del Grupo Banco Mundial […]
El Banco Mundial ha sido criticado por iniciativas anteriores, como el Proyecto para el Desarrollo Comunitario Participativo (PRODEP) . Una investigación de ocho meses de Haiti Grassroots Watch concluyó que el PRODEP “ayudó a minar un Estado que ya era débil, dañó el ‘tejido social’ de Haití, llevó a cabo lo que se podría denominar ‘reingeniería social y política’, planteó dudas sobre de despilfarro y corrupción, […] contribuyó a reforzar el estatus de Haití como una ‘República ONG’, […] dañó los tradicionales sistemas de solidaridad y en algunos casos incluso fortaleció el poder de las elites locales”.» (Julie Lévesque, «Reconstruction» en Haïti: Luxueux hôtels, ateliers de misère et dérèglementation pour l’élite étrangère du monde des affaires , 5 de septiembre de 2013 [traducción al castellano, La “reconstrucción” de Haití )
Y en 2012:
«En el marco de la “reconstrucción” del país la Fundación Clinton Bush Haiti ha invertido recientemente dos millones de dólares en el Hotel Royal Oasis, un complejo de lujo construido en una zona metropolitana afectada por la pobreza y “llena de campos de desplazados en los que viven cientos de miles de personas”». (Julie Lévesque, HAITI: Les dons aux victimes du séisme investis dans un hôtel cinq étoiles , Mondialisation.ca , 10 de julio de 2012)
En 2013 se señalaba que «los haitianos ganan hoy menos que bajo la dictadura de los Duvalier». A menos que haya habido cambios en el curso del último año, los haitianos que trabajaban en el gigantesco parque industrial Caracol, inaugurado en marzo de 2013, acaban su jornada laboral con unos escasos 1,36 dólares tras haber pagado las comidas que han hecho y los transportes utilizados. Como no bastaba con explotar a los haitianos, la construcción de este gigante taller de miseria expulsó a los agricultores de uno de los graneros de Haití, cuando el país tiene una enorme necesidad de alimentos:
«[Haiti Grassroots Watch] ha sabido también que la mayoría de los agricultores expulsados de sus parcelas para construir el parque industrial continúan sin tierras.
“ Antes Caracol era el granero del Departamento del Norte”, declaró Breüs Wilcien, uno de los agricultores expulsados de la zona de 250 hectáreas. “Actualmente hay escasez de determinados productos en los mercados locales. Estamos en la miseria”.» ( The Caracol Industrial Park: Worth the risk? Ayiti Kale Je , 7 de marzo de 2013)
El
principal inquilino de Caracol es el fabricante de ropa coreano Sae-A,
suministrador de grandes distribuidores como Wal-Mart, y de las marcas
Ralph Lauren, Donna Karen New York, Gap, Zara, Old Navy, H & M y
otros.
Una vez más, la comunidad internacional ha traicionado a los haitianos:
«En 2015 los haitianos se hallan sumidos en una lucha encarnizada y en medio de nuevas movilizaciones políticas que tienen por objetivo crear el proyecto de construcción nacional prometido por los grandes gobiernos y los organismos humanitarios que les han traicionado cruelmente [...]
Las promesas de ayuda humanitaria por valor de varios miles de millones de dólares que deberían llegar a las masas han resultado ser una gran mentira.
En los meses que siguieron al terremoto una de las declaraciones clave era que la gobernanza democrática y la soberanía nacional son herramientas esenciales para la construcción de Haití sobre una base nueva y progresista. Hoy en el centro de la tormenta política que barre el país están la falta de democracia y de soberanía.» (Travis Ross y Roger Annis, La reconstruction d’Haïti est promise Unfulfilled que les Haïtiens Défi régime autoritaire , Haïti Liberté, 7 de enero de 2015)
* Se refiere al poema de Rudyard Kipling, “The White Man's Burden”, que
justifica la colonización como una noble, ingrata y altruista empresa
civilizadora del hombre blanco. (N. de la t.)
Julie Lévesque es periodista e investigadora del Centre de recherche sur la mondialisation.
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