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jueves, 26 de febrero de 2015

EU acelera el golpe en Venezuela



Ángel Guerra Cabrera
El plan golpista denominado Operación Jericó, que incluía ataques armados y el bombardeo aéreo de varios puntos estratégicos de Caracas, fue abortado por los órganos de seguridad bolivarianos los días 11 y 12 de febrero pasados. Los principales implicados fueron detenidos, entre ellos militares retirados y en activo. Sus declaraciones y la investigación de los hechos condujeron días después al arresto y encausamiento de Manuel Ledezma, alcalde metropolitano de Caracas.
Hace alrededor de un año también fue detenido Leopoldo López, quien poco antes había llamado desde Miami a “adelantar la salida del gobierno… y que Nicolás Maduro tiene que salir antes que tarde de la presidencia de Venezuela… cómo vamos a esperar seis años más… no podemos asumir una actitud propia de un sistema democrático”. López es el responsable del desencadenamiento en enero de 2015 de La salida, un plan desestabilizador que rápidamente tomó un cariz de extrema violencia, que costó la vida a 43 personas, entre ellas militantes chavistas y miembros de los cuerpos de seguridad. Intervinieron mercenarios, incluyendo paramilitares colombianos, entre ellos francotiradores que asesinaron a algunos de los fallecidos.
He visto en Caracas el indignado reclamo de miembros del Comité de Víctimas de las Guarimbas por que se haga justicia a los responsables de esos actos de violencia.
Ledezma, es el prototipo del político sin escrúpulos del viejo partido Acción Democrática. Como López fue partícipe del derrotado golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez de 2002, pero ambos se beneficiaron de la generosa amnistía del comandante.
Al igual que Atilio Borón, cabe preguntarse si estos personajes hubiesen corrido igual suerte en Estados Unidos de haber intentado allí el derrocamiento del gobierno (www.cubadebate.cu/opinion/2015/02/22/conspirar-en-estados-unidos ).
En su Doctrina de Seguridad Nacional de febrero de este año dice el presidente Obama: nosotros apoyamos a ciudadanos cuyo pleno ejercicio de la democracia está en peligro, como los venezolanos. He aquí la explicación del extraordinario incremento de las acciones golpistas contra la Venezuela bolivariana, uno de los países más democráticos del mundo desde la llegada de Hugo Chávez a la presidencia.
El golpismo se intensificó sobre todo a partir de la elección del presidente Maduro en abril de 2013. Washington y las oligarquías decidieron echar toda la carne al asador para destruir la revolución bolivariana, aprovechando la muy sensible ausencia física de su líder histórico. Desde ese momento la violencia brota periódicamente con el telón de fondo de una colosal campaña mediática internacional de descrédito contra el gobierno bolivariano, aún mayor que la llevada a cabo desde la primera campaña electoral de Chávez (1998) hasta su deceso.
La oposición venezolana detesta la democracia pero las instrucciones de Washington la llevan a transitar descaradamente de reiterados y –últimamente– constantes intentos de derrocar al gobierno bolivariano, al usufructo del mejor sistema electoral del mundo, según la definición del ex presidente de Estados Unidos, James Carter. La oposición gobierna en unos cuantos estados, en numerosos municipios y tiene una importe, aunque minoritaria, representación en la Asamblea Nacional.
Parte importante de las acciones golpistas ha sido el desabasto provocado por los grandes empresarios que acaparan o contrabandean hacia Colombia los productos subsidiados de la canasta básica que compran con dólares vendidos a precio preferencial por el gobierno venezolano.
En la planificación del golpismo contra Venezuela participa activamente Estados Unidos y sus embajadas en Caracas y Bogotá. Washington utiliza a fundaciones como el Instituto Nacional Demócrata y el Instituto Nacional Republicano o solicita la colaboración de personajes de confianza como los ex presidentes Álvaro Uribe, Sebastián Piñera, Andrés Pastrana o Felipe Calderón para encubrir su liderazgo golpista. Renglón aparte merecen los legisladores cubanoestadunidenses Ileana Ross-Lehtinen, Mario Díaz Balart, Marcos Rubio y Robert Menéndez.
El propósito de los planes golpistas, si no tuvieran éxito a corto plazo, es crear una situación de angustia y disgusto en el pueblo venezolano que propicie la pérdida de la mayoría parlamentaria por el chavismo en las elecciones de diciembre de 2015 y así crear un clima de anarquía e ingobernabilidad al presidente Maduro. Están jugando con fuego.

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