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viernes, 20 de febrero de 2015

Bolivia: Socialismo comunitario del vivir bien

Carlos Angulo-Rivas (especial para ARGENPRESS.info)


Si algo llama la atención en la América Latina de los últimos años es la voluntad del cambio político-social. Los pueblos han despertado tomando conciencia de la importancia de los procesos democráticos de hacer valer el voto ciudadano como un factor de fuerza popular capaz de establecer gobiernos representativos de izquierda o progresistas como suelen llamarse por esa vocación de lucha nacional antiimperialista a manera de recuperar la esencia de la emancipación soberana y la autonomía. La movilización social de vastos sectores populares, obreros, campesinos, indígenas, juveniles, de trabajadores y amas de casa, está cambiando las estructuras de poder a través de la democracia participativa.

Una corriente de liberación del yugo oligárquico pro imperialista en cada estado, desafiando la Globalización Neoliberal impuesta por el consenso de Washington, se manifiesta en casi todos los países emergentes del continente y en las organizaciones de integración política, económica y social, tales como CELAC, ALBA, UNASUR y MERCOSUR. América Latina se ha colocado de esta forma en la vanguardia mundial de sembrar ideas y proyectos revolucionarios de sociedades alternativas contrapuestas al capitalismo salvaje de la depredación y la grosera acumulación de riqueza en pocas manos, todo ello a consecuencia del libre mercado y las políticas neoliberales. Sin embargo, la lucha es resistente y tiene características propias.

A raíz de una tertulia radial acerca del liderazgo del presidente Evo Morales surgió la pregunta de cercanía o de comparación. ¿A quién se parece más Evo, a Hugo Chávez o a Lula Da Silva, por supuesto respecto a los procesos políticos seguidos? Ciertamente, el carisma de ellos es singular y semejante, pero los procesos revolucionarios o innovadores se ajustan a realidades concretas diferentes y la aspiración al socialismo es un campo de batalla donde como dijo el pensador peruano José Carlos Mariátegui no existe “ni calco ni copia sino creación heroica.” Nada de lo logrado en Bolivia desde el 2005 hubiese sido posible dentro del marco del capitalismo clásico, hoy en día globalizado y neoliberal. La creación del Estado Plurinacional desmonta la diversidad clasista de la sociedad e integra a las distintas procedencias indígenas (60% de la población) en un todo nacional-cultural; la permanente lucha contra la pobreza y el proceso de alfabetización y educativo asumen la peculiaridad de ser políticas de estado; con la nueva Constitución el pueblo vota, elige, participa, discute y decide, dando forma a una democracia sustantiva y de derechos ciudadanos; el discurso imperialista propio y de sus aliados se ha eliminado en las decisiones de gobierno; el modelo económico se fundamenta en la nacionalización de los recursos naturales estratégicos, en la industrialización y en el desarrollo de las fuerzas productivas, sin necesidad de recurrir al Fondo Monetario Internacional ni al Banco Mundial, habiendo logrado el crecimiento más alto de sudamérica (5.5 % del PBI) durante el año 2014.

En Bolivia actualmente se demuestra que un gobierno de izquierda puede ser eficiente, que el estado a pesar de algunos elementos corruptos puede ser buen administrador, que el estado no necesita de la ayuda norteamericana ni de sus asesoramientos, y por último como bien señala Evo Morales “los indios si saben gobernar” y ahí mandan ellos y no los gringos. En realidad, el gobierno boliviano no sólo es consecuencia natural de los cambios habidos en el continente sino que es la criatura de un estado revolucionario en movimiento. En un país que inicia su desarrollo económico social, con muchísimos años de retraso acumulado, se hizo indispensable la aceleración del crecimiento abierto de las fuerzas productivas mediante la intervención del estado.

Y no obstante que algunos componentes del éxito son los logros alcanzados, otro cantar es saber hacia donde se dirige Bolivia. En principio el proceso político boliviano es una apuesta por la recuperación de formas ancestrales de dirección del estado, de cuando los pueblos originarios de América si sabían organizarse y gobernarse. Tengamos presente que la conquista y colonización española encontró civilizaciones avanzadas y estados bien constituidos, encontró desarrollo cultural y organización comunal, encontró sectores artesanales y agricultura avanzada; los estudios arqueológicos acerca de los Mayas, los Aztecas, los Incas, demuestran aspectos fundamentales de intercomunicación humana y de bonanza social y económica. En conclusión, los indígenas sin la intervención europea si sabían gobernarse.

Acontece que el gobierno de Evo Morales de manera teórica se inspira en lo que fue el Tahuantinsuyo del imperio de los Incas que comprendía principalmente Perú, Bolivia, Ecuador, parte de Argentina y de Chile. Se inspira en la propiedad comunitaria, en última instancia en la gestión del pueblo organizado para administrar los bienes comunes que no deben ser privados ni sujetos a la acumulación de riqueza, por ejemplo el agua, los servicios de educación, salud, comunicación, medio ambiente, energía, desarrollo científico y tecnológico. Se inspira en una lucha tenaz contra la dictadura del capital y el afán desmedido de lucro, que en el mundo entero mediante el neoliberalismo y la globalización viene destruyendo las economías populares incrementando la desigualdad y la miseria. Con la filosofía de llegar al bienestar general o el “Vivir Bien” Bolivia marca pasos transitorios inevitables en un estado integrado plurinacional.

El gobierno a través de Evo Morales y su vicepresidente Álvaro García Linera diseña un proyecto llamado “Socialismo comunitario del vivir bien” como meta final de la sociedad. Y nos dice García Linera: “no importa el nombre, sino el contenido de comunitarización universal y total de todas las relaciones humanas y de los humanos con la naturaleza. Pero para que esta nueva civilización comunal triunfe se requiere un largo y complicado proceso de transición: un puente. Y ese puente es el que llamamos Socialismo. El Socialismo es el campo de batalla dentro de cada territorio nacional entre una civilización dominante, el capitalismo aún vigente, aún dominante, pero decadente, enfrentado contra la nueva civilización comunitaria emergente desde los intersticios, desde las grietas y contradicciones del propio capitalismo.”

La aceptación mayoritaria al proyecto se evidencia en el amplio respaldo recibido por Evo Morales en las elecciones de octubre del año pasado, donde con 64 % de apoyo popular registró una victoria en primera vuelta. Nunca en la agitada historia boliviana, donde más fueron los golpes de estado y las dictaduras civiles o militares, un presidente obtuvo tres mandatos democráticos consecutivos, y menos cuando enfrentando a la oligarquía pro imperial se ha roto con la tutela de los centros internacionales del poder capitalista, cambiando el viejo estado por uno moderno, creativo y participativo. En esa continuidad Morales tomó posesión de su tercer mandato (2015-2020) el 21 de enero pasado a fin de seguir construyendo el Estado Plurinacional con la convicción de que “un pueblo milenario con tecnología de avanzada es invencible”.

Carlos Angulo-Rivas es poeta y escritor peruano.

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