La pupila insomne
“Las leyes del capitalismo, invisibles para el común de la gentes y ciegas, actúan sobre el individuo sin que este se percate…” Ernesto Che Guevara: El Socialismo y el Hombre en Cuba, 1965
Vuelvo
al tema, que considero crucial, acerca del pulseo a que estamos
obligados ante la influencia y las pretensiones de la potencia del
norte.
Justo esta semana, cuando escribía estas líneas, el presidente Obama,
en su entrevista para el portal estadounidense Vox, ha reconocido que
su política exterior tiene una “dosis de realismo”, por lo que EE.UU .
“en ocasiones tuerce el brazo a los países cuando no hacen lo que
queremos”.
Es por ello aún más pertinente llamar la atención acerca
de algunas de las ideas que sobre la dominación, la subversión y el
poder a ejercer para doblegar a otros han elaborado ideólogos del mundo
capitalista. Precisamente por aportar una óptica y reflejar intenciones
muy alejadas de las nuestras, esta aproximación a las propias palabras
del adversario puede resultar interesante.
Aparte de la conocida y
temprana ambición por parte de los círculos de poder de los Estados
Unidos por anexar a Cuba, y de las lecciones que brinda toda nuestra
historia con ese vecino, podemos también sacar enseñanzas del
pensamiento imperial per se.
Al respecto hay interesantes textos
a considerar provenientes de esos medios. Con ello dejamos de lado y no
pretendemos entrar aquí en el muy importante y complejo tema del Poder,
que ha sido tratado extensamente por muy serios autores, tanto en la
actualidad como desde tiempos ancestrales.
Para empezar citemos
al politólogo Robert Dahl, que fue presidente de la Asociación
Americana de Ciencia Política, quien definía el poder como “la
habilidad para lograr que otros hagan lo que de otro modo no harían”.
Un
concepto parecido fue desarrollado por el académico Joseph S. Nye Jr.,
en ocasiones funcionario del aparato civil del “Departamento de
Defensa” (léase ministerio de la guerra), quien desde finales de los
‘80s, viene argumentando que la naturaleza de las fuentes del poder
están cambiando hacia factores tales como la tecnología, la educación,
la “industria del entretenimiento”, el crecimiento económico, y otros,
algunos de los cuales caen dentro de lo que denomina “soft power”
(poder suave).
Por aquellos años Nye argumentaba que los Estados
Unidos en lo adelante, y cada día más, ejercería su dominación y
“liderazgo” a partir del amplio predominio y “atractivo con que cuenta
en términos de imagen”, en influjo de sus medios de difusión, su
industria cinematográfica, su música, su modo de vida, etc., y que
dejaría de recurrir progresivamente al uso de su fuerza bruta y el
poder militar.
En esto último, evidentemente, se equivocó. Todos
sabemos que EEUU pretende dominar por medio de la violencia y la
arrogancia. Solo basta ver los aletazos y el caos que genera en esta
etapa de su declinación.
Pero volvamos a lo que nos interesa en
cuanto a conocer mejor “por donde vienen”. Este ideólogo hace una
distinción entre el “poder suave” respecto a la capacidad de forzar
(command power), que se ejerce tanto mediante amenazas y uso directo de
la fuerza (“garrotes”), como por medio de dádivas (“zanahorias”), que
gracias a los recursos económicos del país le permite comprar
voluntades y encandilar a muchos.
Sin recurrir a las
“zanahorias”– dice Nye – hay también una manera indirecta de ejercer el
poder. “Un país puede lograr los resultados que prefiere en la política
internacional debido a que otros países quieren seguirlo o se han
sumado a un sistema que produce tales efectos. En este sentido es igual
y tan importante establecer la agenda y estructurar las situaciones en
la política internacional, como lo es lograr que otros cambien en
determinadas situaciones”.
Y agrega: “…Si un estado puede hacer
su poder legítimo a los ojos de otros, encontrará menos resistencia a
sus deseos…, si puede sostener instituciones de apoyo que alienten a
otros estados a canalizar o limitar sus actividades por vías que sean
las preferidas del estado dominante, este podría no tener la necesidad
de ejercer más costosos poderes coercitivos o duros durante situaciones
de regateo y negociación”.
Este autor resalta las que considera
ventajas comparativas de EE.UU . dadas la atracción de las ideas,
símbolos y mitos de su “industria cultural” respecto a otros centros
importantes de poder en el mundo. Alega que ello le permite consolidar
su “liderazgo” y predominio, incluso para alterar el comportamiento y
los deseos del adversario, darle forma a sus preferencias y lograr que
otros quieran hacer lo que EE.UU . quiere.
Según esta línea de
pensamiento sobre la que se basa buena parte de la acción de los
distintos vectores del imperio, éste está en capacidad de estructurar
las creencias y preferencias de otros, lo que haría su dominación más
perdurable que si descansara solo sobre otros medios de control activo.
Mediante
el “poder suave” y la atracción de su cultura y valores los Estados
Unidos adquiere la habilidad de manipular la agenda de opciones
políticas, de tal manera que haga que el adversario o los actores en
juego dejen de expresar u optar por ciertas preferencias “debido a que
ellos lleguen a percibirlas como poco realistas e inalcanzables”. Un
ángulo complementario de la cuestión lo vemos en las palabras de David
Rothkopf, director del gabinete de consultorías de Henry Kissinger, cuando expresaba:
“Compete al interés económico y político de los Estados Unidos el
vigilar que si el mundo opta por un idioma único, éste sea el inglés;
que si se orienta hacía normas comunes tratándose de comunicación, de
seguridad o de calidad, sean bajo las normas americanas; que si las
distintas partes se unen a través de la televisión, la radio y la
música, sean con programas americanos; y que, si se elaboran valores
comunes, estos sean valores en los cuales los americanos se reconozcan”.
Todo
ello pesa en un contexto donde efectivamente la cultura fabricada en
serie y los conceptos y los modelos capitalistas son los hegemónicos en
el mundo e indudablemente se han venido asomando en nuestra sociedad.
Se hacen presentes ya ni siquiera de forma subrepticia.
Explícitamente
los voceros del gobierno de Obama han dicho que quieren penetrarnos con
sus “valores” y montarse – por una parte – en las que consideran
nuestras vulnerabilidades y – por otra – en la apertura necesaria que
nuestro país está haciendo al emprendimiento privado en pequeña escala
y al incremento de la inversión extranjera. El imperio alimenta con
ello la esperanza de dar un sustento objetivo y clasista a esas
ideologías de codicia individualista, consumismo, superficialidad y
enajenación.
Lenin, en su “Informe al XI Congreso del Partido”
(marzo 1922), luego de señalar que la apuesta de la burguesía
(remanente entonces) tenía una base social receptiva en “el estado de
ánimo de miles, decenas de miles…”, agregaba:
“No nos atacan
de frente, no nos agarran por el cuello…; a pesar de todo, la lucha
contra la sociedad capitalista es cien veces más encarnizada y
peligrosa, porque no siempre vemos con claridad dónde está el enemigo y
quién es nuestro amigo”.
Sabemos que el poder se ejerce en
una relación con otros, por lo que está claro que la otra parte también
cuenta. Aunque nuestra relación con EE.UU . es asimétrica, estos 55
años de Revolución demuestran que sí podemos mantener nuestra dignidad
y soberanía. Previsión es poder, y organización también. El propio Nye
y otros reconocen que la cohesión política es muy importante, tanto
para influir como para contrarrestar y defenderse ante un poder intruso.
Nuestro
pueblo patriótico está consciente sobre la necesidad de defender su
cultura, símbolos y valores frente a tal influjo desnaturalizador.
Corresponde a cada cual armarse con nuestros principios y tradiciones
nacionales; corresponde a nuestro sistema educativo, a los medios
comunicacionales, a nuestra sociedad organizada y a todos ARTICULAR EL
CÓMO enfrentar los cantos de sirena y diferenciar acerca de estas
influencias extrañas e indeseables.
Es urgente hacerlo. A pensamiento es la guerra que se nos hace; ganémosla a pensamiento, nos indicó Martí.
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El
grueso de la citas fueron tomadas del libro “Bound to Lead – The
Changing Nature of American Power”, de Joseph S. Nye Jr., de 1991. En
portada incluye el siguiente comentario de Zbigniew Brzezinski: “Este
libro es una oportuna y contundente respuesta a quienes hacen
conjeturas pesimistas y han proclamado la inevitabilidad del alegado
decline de los Estados Unidos”
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