Entrevista a Beverly Keene, de Jubileo Sur y Diálogo 2000 Argentina
-M.H.:
Se cumplieron 5 años del terremoto que costara entre 250.000 y 300.000
vidas y también un nuevo aniversario de la independencia de Haití,
primer país independiente de Latinoamérica, en 1804, 6 años antes de
nuestro 25 de mayo. Con la característica particular de convertirse en
la primer República negra que, entre otras cosas, eliminó la
esclavitud. A estas efemérides se suma el hecho coyuntural que el
Comité por el retiro de las tropas de Haití, en representación de una
serie de organizaciones de nuestro país y latinoamericanas, se hizo
presente en la Embajada de Chile con el objetivo de entregar una carta
dirigida al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que visitó
Haití entre los días 23 y 25 de enero y este mes está presidido
precisamente por Chile.
Esta declaración lleva una serie de
firmas, como las de Jubileo Sur, Diálogo 2000 Argentina, Encuentro
Sindical Nuestra América, Comité Argentino de Solidaridad por el retiro
de las tropas de Haití, el premio Nobel de la paz Adolfo Pérez
Esquivel, Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo (Línea Fundadora),
Mirta Baravalle de la misma organización, Frente Popular Darío
Santillán, etc. Para conversar sobre esta carta al Consejo de Seguridad
que aborda varias temáticas que queremos profundizar, hoy hemos
invitado a Beverly Keene de Jubileo Sur, Diálogo 2000, miembro también
del Comité argentino por el retiro de las tropas de Haití.
Una carta al Consejo de Seguridad que creo es una pintura bastante
ajustada de la situación que vive el pueblo haitiano, donde se han
producido algunas novedades de la coyuntura política de ese país como
ser lo que humildemente he denominado un golpe de Estado, porque el
pasado día 13 de enero han caducado las autoridades parlamentarias del
Senado y la Cámara de Diputados y el actual presidente Martelly se ha
hecho de la suma del poder público estableciendo un gobierno que
funcionará por decreto, a través de la designación de un Primer
Ministro, Evans Paul, quien reemplazó a Laurent Lamotte y que ha
prometido en su asunción convocar a elecciones durante el transcurso
del corriente año. Mientras tanto esa situación se produzca, lo cierto
es que Michelle Martelly va a gobernar por decreto. ¿Qué nos podés
comentar respecto de esta situación?
-B.K.: En
primer lugar agradecer el espacio para hablar sobre Haití, a veces
parece algo muy lejano a nosotros, pero aquí en Argentina tenemos muy
presentes las estrategias diversas de intervención de Estados Unidos,
Canadá y Francia, los poderes centrales en nuestro mundo hoy, en lo que
son las vidas y las decisiones políticas de los pueblos de América
Latina. Sin ir más lejos, tenemos el golpe de Estado que se produjo en
Paraguay hace unos años atrás, el golpe en Honduras en 2009, y también
el golpe de Estado en Haití en 2004, que llevó a la constitución de la
Minustah, esta misión que se suponía era para la estabilización de
Haití, cuando en realidad lo que se percibió en ese momento y que se ve
con mucha más fuerza hoy, es que busca mantener a Haití al servicio de
los intereses de Estados Unidos, las empresas y los capitales que ellos
representan.
Efectivamente, el golpe de Estado que se está
dando en este momento en Haití, por las vías más modernas, no hace
falta que los marines estadounidenses ocupen Haití como lo hicieron en
1915 porque se pueden dar el lujo de tercerizar la ocupación militar,
como en este caso con las tropas de nuestros países de América Latina,
de Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, etc., una serie de países que se
utilizan no por un decreto del Departamento de Estado de Estados Unidos
sino a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al que
recientemente el Presidente boliviano bautizó muy correctamente como
“Consejo de Inseguridad”. En este caso se lo utiliza para imponer la
voluntad de los poderes de siempre. En Haití esto significa en este
momento el inicio de un período de gobierno por decreto. Justamente
esta visita que se realizó el fin de semana el Consejo de Seguridad,
sin duda tiene como objetivo legitimarlo, rodear esta nueva situación
de un nuevo Primer Ministro, que puso un gabinete que los medios llaman
“de consenso”, buscando legitimar este proceso que no es la voluntad
del pueblo haitiano, sino de los poderes que en este momento ocupan
Haití a través de las tropas de la Minustah.
Esta es una
situación a la que tenemos que prestar mucha atención, en la que
estamos involucrados directamente a través de la presencia de tropas
argentinas en Haití, por ende, apoyando esta situación, y tenemos que
escuchar la voluntad que expresan las voces de las organizaciones
sociales y populares haitianas, reconociendo que tanto en Haití como en
todos nuestros países hay una gran diversidad de opiniones políticas.
Hay partidos que se llaman y se dicen de la “oposición” que están
acordando con Martelly para poner en marcha este nuevo golpe de Estado
y hay partidos de la oposición que están en contra de esto y siguen
manifestándose día por medio de manera masiva en las calles de Puerto
Príncipe y en otras partes del país. También hay otros partidos,
organizaciones sociales, movimientos populares en Haití que siguen
reclamando lo que es lógico, su soberanía, el derecho del pueblo
haitiano de hablar y poder decidir por sí mismo sin la intromisión de
Estados Unidos, Francia, Naciones Unidas, la OEA o la Minustah, en sus
asuntos internos. Muchas de estas organizaciones con las que tenemos un
contacto permanente expresan su preocupación, no solamente por esta
pérdida de soberanía sino por lo que está sucediendo por detrás de
esto, un proceso de recolonización donde la política de mantener los
salarios de Haití como los más bajos de todo el hemisferio,
favoreciendo la instalación de la maquila, industrias sobre todo
textiles que exportan a Estados Unidos a precios de miseria y
favoreciendo la instalación de grandes empresas de exploración
petrolera y aurífera.
En estos momentos han llevado una queja
formal al Banco Mundial por su apoyo al gobierno de Haití por la
posibilidad de reformar la Ley minera para que las empresas mineras
ingresen y consoliden su posición sin ninguna posibilidad que el
Parlamento las supervise o controle.
También hemos visto en
estos últimos meses muchas manifestaciones y protestas de parte de
comunidades pesqueras costeras en algunas partes de Haití, que han sido
señaladas como sedes de futuras inversiones para el turismo de lujo,
oponiéndose a la política de desplazar a las comunidades locales y
quitar al pueblo no solamente los medios de su subsistencia sino
también cualquier posibilidad de decir algo al respecto.
Hay
protestas casi todos los días frente a estos avances en lo que es un
proceso de recolonización y saqueo, porque aunque no lleguen a nuestros
diarios hay una sociedad muy activa y alerta. Tenemos una situación muy
compleja, de la que nos llega poca información, la clave es entender
que hay un golpe de Estado en curso en Haití y la Minustah, la Misión
de estabilización de las Naciones Unidas, es cómplice de ese golpe.
Las tropas de Argentina, Brasil y otros países no están cumpliendo
misiones humanitarias, sino cumpliendo como guardia pretoriana de la
verdadera ocupación de Estados Unidos, Canadá y Francia. La situación
es de mucha dificultad para un pueblo que es el más empobrecido de
nuestra América Latina y el Caribe. Es importante recordar que en su
época de colonia francesa fue la más rica de Francia, entonces no es
que Haití, como todos los países de América Latina seamos pueblos
pobres, hay un proceso concreto de empobrecimiento que el pueblo
haitiano sigue sufriendo. No podemos aceptar que esos países
extranjeros sigan determinando su destino y menos aceptar tropas de
nuestros países ayudando en ese cometido.
La presencia de la Minustah forma parte de una industria rentable para las Fuerzas Armadas latinoamericanas
-M.H.: Luego vamos a volver sobre la realidad interna de Haití. Has
mencionado la presencia de tropas argentinas, y las has denominado como
tropas de ocupación, no son las únicas tropas que forman parte de la
Minustah, recientemente se ha producido un debate entre el gobierno
saliente y entrante en Uruguay, el futuro Canciller Nin, quien fuera
vicepresidente de Uruguay habló del inminente retiro de las tropas
uruguayas y rápidamente el Canciller Almagro y el Ministro de Defensa,
Huidobro, salieron a desautorizar ese punto de vista. Más allá de estas
“contradicciones” me gustaría que le expliques a nuestros oyentes
cuáles son los fundamentos por los cuales las autoridades argentinas
sostienen la presencia de tropas de nuestro país en Haití.
-B.K.:
En cierto sentido te podría responder que es muy fácil, en septiembre
del año pasado le tocó al Congreso Argentino aprobar la salida de las
tropas que participan en Haití de la Minustah, es una autorización que
tiene que dar el Congreso en cualquier situación en la que Argentina
quiera enviar tropas fuera del país o recibir dentro del país la visita
de tropas de otro. En ese debate que se hizo en septiembre en la
Comisión de Relaciones Exteriores y la de Defensa de la Cámara de
Diputados, un debate que el partido oficialista no esperaba, ya que
esperaba un trámite como en anteriores oportunidades, varios partidos
se presentaron para reclamar y exigir que hubiera un debate sobre la
participación de Argentina en la Minustah y acordaron que los
funcionarios del gobierno que fueron a defender la posición de la
participación de Argentina en la Minustah no tenían argumentos, pero es
una decisión que se sigue manteniendo.
Esa sería la respuesta
más fácil. Otra es la que nos dio el Ministro de Defensa, Agustín
Rossi, que en marzo del año pasado visitó Haití durante 36 horas
haciendo un saludo de rutina a las tropas estacionadas en Haití, cuando
volvió de este viaje, al que lo acompañaron un batallón de periodistas,
alrededor de 50 de casi todos los medios masivos, el mensaje fue muy
claro y lo repitieron todos los medios, diciendo que la Minustah y la
participación Argentina es una misión humanitaria, más o menos dando a
entender que se había establecido después del terremoto y no 5 años
antes del mismo. Se mostraban escenas de las tropas argentinas
entregando agua en bidones a la población, como ejemplo de misión
humanitaria. Esos son los argumentos oficiales.
En la
Cancillería, a la que hemos ido durante los últimos años en repetidas
ocasiones distintas organizaciones populares y sociales, para insistir
en nuestro reclamo de retiro de las tropas, por lo general tampoco
defienden mucho la presencia, sí hacen mucho hincapié en que no es una
decisión de la cual Argentina se hace cargo sola, afirman que están ahí
con otros países de América Latina y que el retiro sería en conjunto,
no se tomaría una decisión unilateral.
Podría resultar
respetable o entendible esta posición, pero no quita la responsabilidad
de cada gobierno de estar defendiendo una situación para la que no
tienen argumentos de peso. Si el motivo por el cual tenemos tropas de
Argentina en Haití durante 11 años es para seguir entregando agua a la
población, podemos concluir que ha sido un fracaso total, porque
supongamos que esa fuese su misión, la verdad es que tanto tiempo y que
no se haya podido resolver nada respecto a un problema que obviamente
es real, porque el suministro de agua se sigue manejando con camiones y
con bidones con agua y no se ha ido más allá de eso, lo que de por sí
sería reconocer el fracaso de la misión.
Está claro que ese
no es el objetivo. Según el Consejo de Seguridad, Haití representa un
peligro para la seguridad de la región. Muchos gobiernos siguen
aprobando eso en octubre cuando revén el mandato de la Minustah, y ese
peligro se pone en boca de Estados Unidos, que dice que si la situación
se complica en Haití van a tener muchos inmigrantes haitianos en las
costas de Florida y como no pueden permitirlo la situación debe ser
controlada.
Esa es la defensa oficial que se hace en el
Consejo de Seguridad. Pero, en realidad, lo que vemos es que la
permanencia se da por objetivos de control, dominación, saqueo y
colonización del pueblo haitiano. Podemos mirar un poco más los
argumentos que esgrimen distintos gobiernos en nuestra América Latina,
podemos reconocer que hoy en día existen debates, como el que hemos
visto entre el gobierno saliente y el entrante en Uruguay, que
significa que hay preocupación sobre esta presencia de tropas
latinoamericanas en Haití. Más de uno ha llegado a la conclusión de que
se han metido en un callejón sin salida, en una trampa que puso Estados
Unidos y Francia cuando invitaron a los gobiernos “progresistas”
liderados en 2004 por Lula de Brasil y Néstor Kirchner de Argentina, de
hacerse cargo de esa ocupación y que ahora no saben cómo salir con
elegancia.
El segundo problema, que puede ser muy pedestre,
es que la presencia de los latinoamericanos hoy en Haití, en cualquiera
de estas misiones de paz, es una industria, significa recursos,
posibilidades de viajar para los efectivos que se anotan, es un
privilegio, un premio monetario en su carrera.
En Argentina
en estos últimos días, cosa que no sale en los noticieros, las Fuerzas
Armadas han creado una escuela de capacitación y entrenamiento para los
efectivos que participen en misiones de paz. Todo esto forma parte de
una industria y cortar la presencia de Argentina en la Minustah la pone
en peligro. Ese es un tema que se ve en la discusión, por ejemplo, con
Uruguay. Las Fuerzas Armadas uruguayas tienen muchos más antecedentes
en la participación en estas misiones de paz de Naciones Unidas, y es
un reducto que también vemos en Brasil, incluso en Bolivia, Paraguay,
Ecuador, donde se ponen en juego las relaciones entre los distintos
sectores de nuestros propios gobiernos. Aquí, entre las Fuerzas
Armadas, el Ministerio de Defensa, Cancillería y Presidencia, no todos
tienen la misma postura. Y en más de un gobierno de América Latina en
voz baja se ha planteado que no pueden sacar las tropas de Haití porque
pueden crear un problema con las Fuerzas Armadas de su país. Esto es
importante y lo tenemos que tener presente, si volvemos a los
argumentos que los gobiernos esgrimen para sostener esa presencia en
Haití, en los inicios se hablaba de la posibilidad de crear una
política distinta, de cooperación regional con América Latina, que es
algo que la mayoría de nosotros quisiéramos apoyar, como hace Cuba con
la presencia de sus misiones médicas desde hace muchos años, como ha
sido la política de Venezuela a través de Petrocaribe, un apoyo muy
concreto a la vida cotidiana del pueblo haitiano. Pero lo que estamos
viendo es que los gobiernos de América Latina están repitiendo los
mismos errores, las mismas políticas de dominación y presencia de los
poderes centrales. Por eso entendemos que este año, 2015, el centenario
de la primera invasión y ocupación de Estados Unidos a Haití, es un
momento crítico en la vida del pueblo haitiano, porque las
organizaciones sociales haitianas están reivindicando la necesidad de
avanzar en la refundación de su país, no con la ocupación de tropas de
toda América Latina, sino con políticas realmente de cooperación,
solidarias, de los pueblos y los gobiernos latinoamericanos, es el
momento para avanzar en ese plano y eso significa, primero, retirar las
tropas y luego avanzar en políticas de apoyo en aspectos humanitarios,
las cuales sin dudas se pueden ofrecer y también en todo lo que pueden
ser políticas de apoyo a la institucionalidad haitiana, pero la que
decida su pueblo, no Estados Unidos, el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, la OEA o la Comunidad Internacional.
-M.H.: Uno de los argumentos esgrimidos por nuestros gobernantes ha
sido el factor que implica que la Minustah ayuda a detener la violencia
en Haití. Yo me tomé el trabajo de investigar al respecto y la tasa de
homicidios en Haití es de 7 por cada 100.000 habitantes, mientras que
el promedio en el Caribe es de 17, en México ese índice llega a 24 y en
Honduras a 91. Una de las cosas que llama la atención es que, a pesar
de las políticas asistencialistas y de las donaciones que
proporcionaron ayuda a los damnificados del terremoto, el país sigue
inmerso en la pobreza. Mencionaste en alguna de tus intervenciones
anteriores, la construcción de hoteles de lujo. ¿Cómo se entiende esto?
-B.K.:
Uno piensa en los intereses económicos que están en juego, tanto Haití
como Cuba, están cerca de las costas de Estados Unidos, y es un destino
caribeño muy atractivo, con aguas cálidas y hermosas. Esa atracción
juega un rol en lo que es la codicia, la política hacia un país al cual
efectivamente al poder no le importa que tiene un pueblo con mucha
historia, de respeto hacia sí mismo, de resistencia, siendo el primer
país en poner fin a la esclavitud, tal vez el único pueblo que logró
tanto su liberación de la esclavitud como del yugo colonial.
Haití sigue siendo muy codiciado, sus playas, su sol, la riqueza de su
suelo, que si bien ya está muy deteriorado por las políticas de saqueo
que se sostienen hace varios siglos, ahora se apunta al subsuelo y las
riquezas ahí escondidas. Ese es el problema, el pueblo haitiano
estorba, está de más, sea yendo para la costa de Florida en sus
barquitos buscando sobrevivir al hambre y la miseria que reina, o el
que quiere vivir en su país y seguir luchando.
La política de
dominación tiene intereses geopolíticos muy claros, de Estados Unidos a
Venezuela tenés que pasar por encima o alrededor de Haití, si se quiere
seguir bloqueando a Cuba, Haití está en un lugar privilegiado y como
hemos visto históricamente a Estados Unidos le es suficiente con decir
que es el “patio trasero” para seguir manteniendo el dominio. Desde
todos esos puntos de vista el pueblo haitiano sigue sufriendo esta
política de control y dominación.
La novedad de estos últimos
casi 11 años de la presencia de la Minustah es la participación de las
tropas de América Latina en ese proceso, lo cual lo torna doblemente
inaceptable. La política de Estados Unidos, Canadá y Francia sigue más
o menos sus canales de siempre, y han encontrado a muy bajo precio la
posibilidad de involucrar tropas de otros países para llevar a cabo el
trabajo sucio. Digo esto, porque hay varias declaraciones de los
Embajadores de Estados Unidos en los debates del Consejo de Seguridad,
e incluso hay un estudio hecho por una oficina de auditoría del
Congreso de Estados Unidos que ha arrojado como información que para
ese país mantener las tropas de la Minustah es mucho más barato que
pagar la presencia de tropas propias. O sea, lo que para los militares
de América Latina es un gran premio, por los recursos que se mueven
detrás de su presencia en Haití, para Estados Unidos es muy barato.
Para hablar de una realidad que tiene que ver con la actualidad del
pueblo haitiano, Estados Unidos, Francia y Canadá son los países que
más contribuyen al presupuesto de la Minustah, en este momento están
invirtiendo alrededor de U$S 500 millones anuales para mantenerla. Les
costaría muchísimo más mandar tropas de sus propios países. Esos mismos
gobiernos han sido incapaces, con todo el conjunto de la llamada
Comunidad Internacional, de poner U$S 50 millones para agua potable y
la erradicación de la epidemia de cólera que fue introducida por la
Minustah, es su responsabilidad aunque la ONU está escondiéndose detrás
de que las tropas tienen inmunidad.
-M.H.: Quisiera
señalar que el cólera había desaparecido de Haití hace 50 años. Hace
pocos días un Tribunal Superior de Nueva York, donde se presentaron los
damnificados a exigir indemnizaciones, se pronunció en este sentido que
mencionabas, que las tropas no son imputables, por lo tanto, no
corresponde el pago de ningún tipo de indemnización ni cargo a las
Naciones Unidas, por la reintroducción del cólera en Haití.
La prensa mundial tiende a presentar los problemas de Haití de manera
tendenciosa, extrapolándolos de su historia y del contexto neocolonial
en que se engendraron. Como si la pobreza endémica, la desforestación,
el cólera, los daños de las catástrofes nacionales y el arrebato de la
soberanía hubieran sido producidos por un pueblo inconsciente o por un
clima adverso, poco se habla de los despilfarros y costos logísticos de
las más de 10.000 ONGs presentes en Haití que en la mayoría de los
casos constituyen más del 60% de su presupuesto.
-B.K.:
Yo no conozco exactamente la cifra, pero la presencia de grandes ONGs
existe y me consta que es avasallante. No solamente por los informes y
las versiones periodísticas y las denuncias de las organizaciones
haitianas, sino porque te das cuenta llegando a Haití desde el propio
aeropuerto. La presencia principalmente de las grandes organizaciones
que se dedican supuestamente al desarrollo o reconstrucción después de
una catástrofe como el terremoto, que son una industria que mueve mucha
plata, tal vez en algunos casos con mejores intenciones otras con
peores, y ve cualquier situación de este tipo como un campo fértil de
ganancias, en prestigio, en plata y en la posibilidad de seguir su
cometido.
También hay una enorme presencia de organizaciones
más chicas pero que pertenecen a los sectores religiosos muy
conservadores de Estados Unidos, algunos independientes y otros que
forman parte de conglomerados con una clara intencionalidad política.
Otros tienen una intencionalidad política menos clara pero sirven a los
mismos fines. Esa presencia en Haití que fue terriblemente multiplicada
después del terremoto ha sido denunciada por las organizaciones
haitianas de manera sistemática. En cierto sentido sienten que detrás
de ese ejército llamado de cooperación o de desarrollo, se les escapaba
de las manos cualquier posibilidad de opinar sobre la reconstrucción de
su propio país.
Las decisiones y la plata siempre se mueven
por fuera del presupuesto del gobierno haitiano y el Estado ha sido muy
marginado. Es un proceso que lamentablemente no es único en Haití, se
puede ver en muchos otros países, como Indonesia después del tsunami en
2005, y lo vimos en Irak, porque las guerras significan una destrucción
descomunal de la población y su reconstrucción son industrias de gran
escala. En el caso de Irak, las denuncias de la tercerización de la
guerra a empresas contratistas de parte del gobierno de Estados Unidos,
y luego la reconstrucción de esos desastres realizadas por las mismas
empresas. Esta es una realidad de nuestro siglo XXI, la destrucción y
la reconstrucción son industrias y significan una exclusión de la
población de cualquier posibilidad de participación en la toma de
decisiones, en el diseño de esas reconstrucciones, en la construcción
de su futuro.
Hoy en Haití esto forma parte importante del
contexto, entonces cuando escuchamos a las organizaciones populares
haitianas o las manifestaciones callejeras pidiendo el retiro de los
extranjeros, tenemos que ubicarnos en esa realidad, están hartos de esa
intervención porque están en todos lados, desde lo más cotidiano hasta
el debilitamiento del Estado Haitiano. No hay organización popular
haitiana que defienda la capacidad del Estado haitiano o del gobierno
para resolver los problemas del pueblo, reconocen grandes debilidades,
pero en ese reconocimiento también está que, tanto los gobiernos de la
llamada “comunidad internacional” como las ONGs, las empresas
contratistas y las instituciones financieras, participan con políticas
deliberadas en ese debilitamiento del Estado.
Parte de lo que
reclaman las organizaciones populares haitianas en este momento es que
cambiar simplemente los nombres en el gobierno y en el gabinete y
seguir excluyendo al pueblo haitiano de cualquier posibilidad de tomar
las decisiones, no va a resolver los problemas políticos y sociales. Es
el propio pueblo el que tiene que resolverlos y construir su propia
fortaleza con organizaciones populares para lograr esos objetivos.
-M.H.: Personalmente los argumentos me han convencido de que Haití no
es una amenaza para la paz mundial ni regional. No sé si a los que han
escuchado este programa les ha sucedido lo mismo, pero el objetivo de
esta entrevista era justamente clarificar sobre algunos aspectos poco
conocidos de la realidad haitiana. Si ha quedado algún tema sobre el
que desearías ampliar te invito a que lo hagas.
-B.K.:
Algo que me gustaría agregar es una invitación, realmente tenemos una
posibilidad y un privilegio pero que es también una necesidad de ir
conociendo a este pueblo que ha contribuido tanto a la historia no
solamente propia sino de América Latina y el mundo en la lucha por la
independencia, por los derechos humanos y el fin de la esclavitud. Es
un pueblo que tiene una cultura impresionante en lo que tiene que ver a
sus contribuciones en el arte, la música, el teatro, el cine. Tenemos
mucho para disfrutar de este pueblo y para aprender de sus luchas y su
resistencia hoy en día. Es un deber que tenemos para ir consolidando
los lazos de hermandad y de lucha conjunta con otros pueblos de América
Latina.
Este año desde el Comité argentino de solidaridad por
el retiro de las tropas de Haití esperamos poder avanzar con
actividades, para lo cual nos ponemos a disposición de cuanta
organización o casa cultural, para acercar la cultura de este pueblo y
ver cómo podemos vincular más estrechamente las luchas, conflictos y
resistencias también del pueblo argentino por su supervivencia, por su
soberanía, por su autodeterminación con las luchas del pueblo haitiano.
Va esa invitación, más allá de la presentación mañana de esta nueva
carta en la Embajada de Chile.
-M.H.: Justamente aquí, en el barrio de Barracas, la Escuela 11 se llama República de Haití.
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