Pepe, presidente de Uruguay
Pendientes, reformas educativa y del Estado
Estamos atrasados en infraestructura
Es una política que procura robar el mercado al narcotráfico
Carlos Gabetta* / II y última
Especial para La Jornada
Periódico La JornadaLunes 23 de febrero de 2015, p. 2
CG: Volvamos al Uruguay. Entre las cosas a mejorar, el FA ha dicho que lo esencial es la educación…
JM: No soy especialista en educación, soy observador. Los uruguayos
mantenemos una vieja polémica: ¿qué es lo prioritario, la formación
humanística integral o la de carácter científica, tecnológica? Esa
disputa se arrastra hasta hoy, y es común en toda América Latina,
porque por algo somos hijos de España, no de Inglaterra… Lo cierto es
que nosotros dimos prioridad a la formación de carácter humanístico y
eso devino una cultura. Si una familia mandaba a sus hijos a la escuela
industrial, lo tomábamos como cosa de segundo orden. Tenemos una
educación que no puso énfasis en las matemáticas, la física, la
química, en todas las ramas de la ingeniería, que están ligadas al
producto material de una sociedad. Somos fecundos en poetas, escritores
y periodistas, una intelectualidad muy importante, pero abandonamos el
campo del trabajo…
CG: De la educación e investigación científica…
JM: Sí… caímos en una especie de fantasía, creer que por la vía de
la matemática o de la física no se desemboca en la filosofía, hacer
contradictorio algo que no lo es.
CG: Más bien todo lo contrario…
JM: ¡Ta! Los viejos matemáticos eran todos filósofos, ¿verdad?
CG: Empezando por Pitágoras.
JM: Sí…. Pero el pueblo uruguayo nos viene dando una señal: la gente
hace días de cola para poder anotar un muchacho en la enseñanza
industrial. La matrícula aumentó casi 40 por ciento, pero no le dimos
recursos como para satisfacer esa demanda; entonces, estamos en una
situación híbrida.
CG: De transición más bien, ¿no?
JM: Y de combate en el campo de las ideas, porque yo no tuve el
apoyo de las fuerzas políticas… Como premio de consuelo me concedieron
la formación de una nueva universidad tecnológica para el interior…
La conversación con el mandatario, en su granja ubicada a pocos kilómetros de Montevideo
Foto Óscar Bonilla
CG: Cuando decís
me concedieron, ¿te referís al Congreso, al Parlamento?
JM: No, en las negociaciones previas… Me quedé con mis fuerzas
políticas (el FA, N del R.) divididas al respecto. Se los voy a
recordar hasta el juicio final… Ahora, cuando venga la discusión del
presupuesto, voy a pelear para que a la Universidad del Trabajo del
Uruguay le den un presupuesto independiente; si le das plata, la
independencia viene sola. La educación es fundamental, pero no está
aislada de otros fundamentos, porque si educo y formo, pero no
desarrollo el país, lo único que estoy haciendo es formar gente pa’ que
se vaya; es decir, me quedo con los costos. No se puede dejar la
educación sin dirección política, sin orientación política. Si creemos
que masificando la enseñanza la sociedad va a florecer espontáneamente,
estamos soñando, disimulando, eludiendo la tragedia de la lucha de
clases. Ese es el problema…
CG: Hay que desarrollar la estructura material del país, la economía…
JM: Claro… no podemos agarrarnos de la educación como una tabla
salvadora, porque en América Latina hemos tenido una fábrica de
cerebros que se fueron al carajo…
CG: En Argentina, unos 50 mil técnicos y científicos de primera categoría abandonaron el país en las últimas décadas.
JM: El problema es económico. Si los formo y después no les doy
oportunidad, si les pago la cuarta parte de lo que pagan en el mundo,
¡se me van a ir!
CG: ¿Qué otra cosa considerás que no se ha hecho durante tu gobierno o que hubiese podido hacerse mejor?
JM: Creo que estamos atrasados en infraestructura. Creció mucho la
economía del país, la producción, pero no la infraestructura. Tenemos
puertos atascados, malas vías de comunicación, déficits en el
transporte, no explotamos los ríos… Eso es criminal; hay todo un
terreno para trabajar… Hemos progresado mucho en energía, un problema
solucionado por varios años, pero hay que dar una batalla por la
infraestructura…
CG: ¿Otra carencia de los gobiernos del FA?
JM: No hicimos esfuerzos serios en las transformaciones que necesita
el Estado. Pero hay mucha resistencia… el Estado necesita cambios en el
Uruguay. Esto es decisivo, porque no podemos esperar que el Uruguay, un
pequeño país subdesarrollado, tenga una burguesía fundadora, creadora.
El Estado tiene que cumplir el papel de ir abriendo canales… porque de
lo contrario vamos a quedar en manos de multinacionales. La único con
estatura para sustituir la presencia de las multinacionales es el
Estado, pero no puede ser este Estado…
CG: ¿Y qué hay de una reforma agraria? ¿La consideran necesaria, posible…?
JM: El Uruguay, en la década del 40, luego de un debate histórico,
promulgó una ley que era más que una ley agraria: era un proyecto de
país. Fundamos una cosa que se llama Instituto Nacional de Colonización…
CG: ¿Colonización?...
JM: Sí… es el propietario de tierras más grande del Uruguay. El
latifundista más grande del país es un instituto del Estado… tiene
cerca de medio millón de hectáreas, y buenas. Pero durante un largo
período no se le dieron los recursos económicos. Como dijo un viejo
político,
les votamos la ley, pero no les dimos los recursos. Si en la década del 60 o del 70 hubiésemos aplicado a fondo el contenido de esa ley, probablemente el Uruguay de hoy se parecería más a Nueva Zelanda que a lo que somos…
No concibo la vida de jubiladoFoto Óscar Bonilla
“Nosotros le salvamos la vida al Instituto de Colonización. Cuando
llegamos al gobierno estaba moribundo, la renta que recogía apenas
alcanzaba para pagar el sueldo de la burocracia. Le dimos recursos,
tratamos de darle un empuje, de ponerlo al día. Hay renglones de la
producción que aún hoy encajan con la pequeña estructura familiar; por
ejemplo, el tambo, la producción lechera. Pero no podemos aplicar el
mismo criterio para la política cerealera, porque el mundo y las
tecnologías han cambiado. Creo que tenemos que seguir con la política
de colonización desde el Estado, favoreciendo aquellos renglones que
tienen viabilidad económica, pero no podemos transformar la tierra en
una fábrica de pobres. A la empresa grande la tenemos que poner contra
la pared y obligarla a que cumpla con la legislación moderna, a que
pague buenos salarios, a que cumpla con el seguro social y contribuya a
sacar a la gente de la pobreza… No me preocupa que haya propietarios
gringos, porque la tierra no se la pueden llevar. Y además hay algún
criollo peor que los gringos… Lo que me preocupa es cómo pagan y cómo
tratan a la gente, y cuál es el plusvalor que queda en el país. Tenemos
que cuidarnos del síndrome del perro del hortelano, al que, por
esquemático, la gente de izquierda somos muy afectos…
“Nosotros tenemos instrumentos, no tenemos que hacer nada; la
reforma agraria posible y necesaria en Uruguay se llama Instituto
Nacional de Colonización, que en lugar de tener medio millón de
hectáreas tiene que llegar a un millón y medio, a dos millones… El día
que tengamos capacidad de avanzar más, tal vez se puedan plantear otras
cosas, pero rechazo la idea de fabricar pobres a costa del campo.
CG: El
socialismo realnos enseñó algo sobre eso...
JM: Yo no pensaba así, pero los fracasos del mundo socialista me
enseñaron estas cosas, porque no puede ser que la revolución cubana
lleve el montón de años que lleva y aún tiene dificultades para darle
leche a los gurises… tiene que andar importando. ¿Por qué
fracasó? ¿En qué fracasó? Quiso hacer gigantescas unidades de carácter
colectivo y le salió una burocracia del carajo… En Venezuela se
metieron a nacionalizar estancias de 40 o 50 mil hectáreas, que hoy son
la soledad, un páramo, no producen un carajo, ¿te das cuenta?
CG: Durante tu gobierno se legalizó la mariguana.
JM: Eso lo queremos tener controlado. No es liberalismo jipi. No tiene tiene nada que ver con esa mentalidad de
mariguana librey todo lo demás. Nosotros no defendemos la mariguana como una panacea que es buena pa’ la salud. Se trata de una medida contra el narcotráfico, porque peor que la mariguana y que cualquier droga es el narcotráfico. Es una política que procura robarle el mercado al narcotráfico. Que sea un negocio legal, porque de lo contrario tengo que reprimir… si hay 150 mil tipos que deciden fumar, los tenemos que tener identificados, darles acceso a un producto bueno, y cuando vemos que el tipo tiene síntomas de que se está pasando de la raya, decirle: “m’hijo, usted se tiene que atender”… Igual que a un alcohólico. Si mantenemos a ese mundo en la clandestinidad, cuando se detecta el problema ya es irreversible o carísimo…
Para el presidente,
no se puede dejar la educación sin dirección políticaFoto Óscar Bonilla
CG: Además, hay que cobrar impuestos. Digo, al comercio de drogas. Los narcos no pagan impuestos… el Estado se tiene que hacer cargo de los enfermos, pero no recibe nada….
JM: Sí, y además, en el caso de la mariguana, satanizamos una planta
que en el fondo es maravillosa. Como fibra textil, por ejemplo, tiene
aplicaciones infinitas, para hacer tejidos y un montón de cosas… Y como
es ilegal, no podemos progresar en la investigación científica sobre
las aplicaciones que puede tener en el campo de la salud.
CG: ¿Tabaré Vázquez proseguirá con esa política? Parece algo reticente, igual que con el tema del aborto…
JM: Respecto a esas medidas, por lo menos parece que las soporta… (risas).
CG: ¿Antes de cerrar, hablamos un poco sobre tu pasado, tu vida, tu historia?
JM: Yo no tengo historia, tengo historieta… (risas) ¿Mi pasado? Hay
como 20 libros escritos; los periodistas se la rebuscan a costillas
mías (risas)… no los lean todos por favor, son insoportables…
CG: Tu vida será una historieta, como decís, pero apasionante. Basta
imaginarlo: la militancia armada, 15 años de cárcel, algunos de ellos
en un pozo, en un aljibe, solo… ¿Qué hiciste, qué estrategia empleaste
para sobrevivir y llegar hoy a lo que sos, el Presidente de Uruguay? La
mayoría de la gente que pasa por eso o muere o enloquece, o se quiebra…
JM: No sé si hay cuestiones genéticas, pero yo nunca tuve dudas de
que iba a salir e iba a seguir militando. A mí nunca me pasó por la
cabeza morir y dejar de militar… Esa ilusión la tuve siempre, y tal vez
me haya ayudado… Estuve seis años sin libros, y me inventaba cosas,
mecanismos para defenderme…
CG: ¿Como cuáles?
JM: Hacía ejercicios de herramientas, inventaba mentalmente
herramientas de uso agrario, que serían así o asá. Las calculaba, las
fabricaba mentalmente, y ahí me entretenía… Caminaba unos cuantos
kilómetros por día. Más que hoy, por cierto…
CG: ¿Dentro del pozo?
JM: Sí, tres pasos para acá y tres pasos para allá; tres pasos para acá y tres pasos para allá… hasta que me dolían las piernas…
CG: ¿Y nunca dudaste en salir vivo?
JM: Yo no pienso en la muerte. La tipa me ha coqueteado varias
veces; me ha andado dando vueltas, pero no me ha querido. Esta es la
parte más estructural de mi manera de pensar. Yo amo la vida, jamás
atentaría contra mi vida… para mí la vida es maravillosa. No vivo en el
campo por excéntrico, sino porque adoro la naturaleza… Ayer me lastimé
con una pinza acá (se señala una costra de sangre en el tabique nasal),
torciendo unos alambres (risas). Soy presidente de la Republica, sí,
pero andaba con un tractor arrancando tierra por ahí, llegué a casa
hecho una piltrafa, me di un baño, me limpié la nariz y me arreglé un
poco… Yo sé que son cosas chicas para casi todo el mundo, pero para mí
son decisivas; no puedo vivir de otra manera… Otros tendrán otras
cosas; bueno, eso es la libertad humana, cada cual tiene que tener
tiempo, un margen de tiempo para vivir las cosas que a él lo motivan.
Esa es la libertad; esa palabra grandilocuente, a la francesa, hay que
bajarla a tierra…
CG: Hablás mucho de la felicidad en tus discursos.
JM: Dicen por ahí que soy un presidente pobre, pero en realidad soy
sobrio en mi forma de vivir. Vivo con poco, liviano de equipaje,
deliberadamente. Es una opción. ¿Para qué? Para tener tiempo libre y
gastarlo en esas cosas que me motivan. Si me dedico a acumular plata,
después tengo que andar desesperado tapando agujeros; que me van a
robar acá y que me van a joder allá, y esto y lo otro, y estoy gastando
tiempo de mi vida –el tiempo no se puede comprar– en cosas que no me
motivan. A otro puede ser que lo motiven; allá él. Eso es la libertad.
Tiene que haber un margen de libre opción… Tampoco peleo por un Estado
o una sociedad que me regulen todas las cosas: póngase corbata o
póngase… ¡Póngase usted lo que quiera! Ande como se le cante, mientras
no ofenda a otro… Tal vez soy medio anarquista...
CG: ¿Qué sueño, qué proyecto te queda por cumplir?
JM: Los sueños no se terminan nunca, mientras hay existencia… Yo
tengo convicción socialista, aspiro a contribuir a que vaya quedando
una inteligencia, unos dirigentes de esos que al morir, o al cabo de su
mandato, dejan gente, una sociedad, que los supera con ventaja...
Porque las cosas se estiran en el tiempo y la vida humana resulta corta
para lo infinito de las tareas del futuro, para tener sociedades más
justas… Esas sociedades más justas no van a nacer por generación
espontánea; necesitan voluntad humana organizada. Me parece que eso es
lo imprescindible; no es lo único, pero sin voluntad humana organizada
las cosas no se hacen, el determinismo ese que…
CG: Aquello de Gramsci,
pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad.
JM: Sí… la formación de una cultura pública que ayude a los cambios
es un trabajo formidable. Es lo único que puede sostener los cambios
revolucionarios, en el sentido profundo…
CG: Decís que no odiás, pero cuando saliste de la cárcel, del pozo, ¿no odiabas?
JM: No, yo no odio. En realidad, si uno tiene una interpretación de
la lucha de clases en la sociedad sabe que el trabajo sucio que hizo
éste, si no lo hacía él, lo hacía otro, porque también él es producto
de las circunstancias. Desde luego, está la cuota mayor o menor de
sadismo que puede poner cada individuo. Pero en prisión también me
encontré con personajes… soldados que arriesgaban el pellejo por
traernos una copita de grapa o una manzana. Y encontré oficiales que se
indignaban con muchas cosas que les ordenaban. No hay blanco-negro;
siempre hay tonos intermedios. Pero obviamente, si soy luchador
político y social, tengo que luchar por el poder para realizar cambios
estructurales. Hoy, la izquierda parece creer que debe abandonar o
sustituir la lucha por el poder por una agenda social: el matrimonio
igualitario, el aborto, la gente de color, los indígenas, el feminismo…
Todo eso está muy bien, yo lo acompaño, pero el negro que está
realmente jodido es el negro pobre; la mujer que está más discriminada
es la mujer pobre, sometida, llena de hijos y viviendo a la bartola;
los indígenas, igual. No me vengan con disimular u ocultar las
diferencias de clases.
CG: Sí, pero hay cuestiones personales también, emocionalmente,
cuando uno sale de un lugar donde lo han tratado muy mal. ¿Como se
libera de eso?
JM: Yo fui a ver los calabozos donde estuve preso… me saqué una foto
con los coroneles de ahora y todo…. (risas). Pero lo pasado, pisado.
Sí, puede parecer doloroso, pero la vida… la vida es maravillosa; no
hay que vivir pensando en lo que pasaste, lamiéndote las heridas,
acomodándote las tripas, porque si uno está lloriqueando por lo que le
pasó, está sumido en el pasado. Y la vida es porvenir, la vida es
mañana. Del pasado hay que aprender, pero el pasado no debe sepultarnos.
CG: El año pasado te nominaron para el Nobel de la Paz…
JM: Les dije que estaban locos, porque florecían las guerras por todos lados. Era un quilombo lo que estaba pasando, ¡que me venís con el premio de la paz!... No tiene gollete (risas)… ¿De qué paz hablamos? Les sugerí que se lo dieran post mortem a Gandhi. Tiene más sentido…
CG: ¿Qué de ahora en adelante? ¿Qué vas a hacer a partir del primero de marzo, de tu salida del gobierno?
JM: Ahora estoy caminando hacia la tumba (risas).
CG: Menos mal que amabas la vida…
JM: Voy al paso lo más lento que puedo (risas). Yo veo la muerte
como una cosa tan de la vida… hay que aprender a morirse como el lobito
del monte, sin hacer espamento (sic). Es una manera de volver a la
fuente; hay que aceptarlo con naturalidad… pero mientras tanto,
mientras pueda mover las tabas, viejas como están, voy a seguir
militando. No concibo la vida de jubilado… Me moriría, sí, pero de
tristeza en un rincón.
* Periodista y escritor
No hay comentarios:
Publicar un comentario