La disputa alrededor de la reforma migratoria y la obstinación de los republicanos contra la tímida concesión otorgada por Obama producen la ilusión de una disputa entre fuerzas antagónicas. Una mirada más de cerca revela que a pesar de diferir en sus tácticas y en su discurso –acomodado de acuerdo a su base electoral- los dos partidos defienden intereses similares.
Los republicanos, que no tienen necesidad de responder a las
demandas de estos sectores, han rechazado de plano todo intento de
proteger a los inmigrantes indocumentados y vienen presionando por
mantener las deportaciones masivas. Esta postura sirve para consolidar
el apoyo de su base reaccionaria y racista, y sirve al mismo tiempo
para dirigir la atención sobre un chivo expiatorio de la crisis
económica para la cual se han demostrado, al igual que los demócratas,
incapaces de dar una solución.
Sin embargo, tanto republicanos como demócratas defienden los
intereses de las compañías que obtienen inmensas ganancias de la
explotación de los trabajadores inmigrantes, como las empresas de
servicios, las constructoras y los grandes productores del agro.
Incluso bajo el plan de reforma migratoria de Obama, entre 6 y 7
millones de inmigrantes indocumentados seguirán sin acceso a una
residencia legal y obligados a trabajar por bajos salarios.
Los trabajadores inmigrantes y el Estado
La dinámica de los trabajadores inmigrantes ha sido estudiada por
distintos autores, entre ellos Burrawoy y Arrighi. Ambos han demostrado
la importancia de las políticas estatales en generar y perpetuar los
sistemas de trabajo inmigrante. Los casos de África del sur y
California han servido como paradigmas para explicar este mecanismo.
Primero, a través de una política de desposesión, competencia desleal y
ataque económico –entre otras medidas- se priva a los individuos de una
economía subsidiaria (en nuestro caso, México y Centroamérica) de la
capacidad de subsistencia (o autosuficiencia). Como consecuencia, se
ven obligados a abandonar su territorio de origen en busca de trabajo.
El NAFTA es un buen ejemplo de una política de estrangulamiento de los
trabajadores no calificados y trabadores rurales de México y otros
países de Latinoamérica.
El segundo golpe por parte del Estado viene después de llegar al
país de destino. Para asegurarse que el nuevo ejército de trabajadores
de segunda no levantarán la cabeza y trabajarán bajo las condiciones
que se le impongan, se le niegan los derechos elementales de protesta,
asociación y huelga. ¿Cómo? Manteniéndolos en la ilegalidad.
Tanto el plan de los republicanos como el de los demócratas sirve
para disciplinar a todo trabajador inmigrante que decide ponerse de pie
y reclamar sus derechos, pelear por un mejor salario o pedir mejores
condiciones de trabajo. Presionados por un descontento creciente de su
base electoral, el plan de los demócratas apunta a proteger una parte
de los trabajadores indocumentados de las redadas y deportaciones. Al
otorgar ciertas concesiones, como parte de una táctica más general de
cooptación del movimiento de inmigrantes a través de organizaciones
religiosas y ONGs, los demócratas han logrado por el momento contener
el conflicto dentro del camino institucional y lejos de la movilización.
Pero ni el plan de Obama, ni por supuesto los republicanos, ofrecen
un camino a la ciudadanía para los trabajadores inmigrantes. Ya vimos
por qué los dos partidos están interesados en mantener el estado actual
de las cosas.
La lucha de los trabajadores inmigrantes por los derechos
democráticos es de primer orden. La mayoría de los sindicatos ha
subestimado o ignorado este sector durante décadas, aunque las cosas
parecen estar cambiando. Para lograr el derecho a la ciudadanía de un
sector tan amplio de la clase obrera será necesario que todos los
trabajadores, tanto los sindicalizados como aquéllos más explotados, le
pongan el hombro a esta pelea y se organicen por fuera del partido
demócrata y sus organizaciones acólitas. Una conquista de esta magnitud
fortalecería enormemente no sólo a los trabajadores inmigrantes, sino
al conjunto de la clase obrera estadounidense
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