Editorial nº 1 del 23/02/2015
El
frustrado intento de golpe viene a probar el nivel al que ha llegado la
crisis en el país. A la situación económica, alarmante para la mayoría
del pueblo que vive de su trabajo, se suma el impacto que tiene en el
imaginario colectivo la acción golpista develada el 12 de febrero
último.
Una intentona realizada por oficiales activos de la
FANB que contaría con la inspiración de parte destacada de la dirección
política de la derecha local, como sugiere la detención del Alcalde
Mayor Antonio Ledesma y con claro respaldo internacional de Estados
Unidos y sus subordinados del PP español y de Suramérica. Así se ha
agrietado, quiérase o no, un elemento, quizás el último, que perduraba
como base de estabilidad política: la certeza de que las fuerzas
armadas como un todo sostenían al gobierno.
Pero confundir la
dinámica de la situación con el momento concreto, es decir, la grieta
con el quiebre total, puede ser el mayor error que se cometa en el
análisis de situación. El gobierno del Presidente Maduro tiene una
ventaja: aún hoy, a pesar de que se desarrollan, con velocidad de
vértigo una serie de condiciones, de las cuales la más grave es la
crisis económica, la situación está represada, aunque esta ventaja esté
rodeada de un mar de confusiones y de conflictos aislados. Sin embargo,
la detención de Ledezma, la vuelta de La Hojilla y el pedido sobre
Julio Borges y María Corina Machado, muestran que estamos en el inicio
de una nueva coyuntura política.
Porque decir que la situación
está contenida no significa que esté quieta. No es que con la
develación del golpe haya terminado, es que ha empezado una batalla
decisiva. Y, en este caso, como en los primeros minutos de un match de
box, los actores sociales y políticos se estudian, hacen fintas, se
mueven, amagan con lanzar un golpe para estudiar la reacción del
oponente y así, hasta definir su línea de combate. Por ahora no está
claro en cuál escenario se dará el round decisivo de esta coyuntura.
Por eso cualquier situación puede presentarse. De todas formas,
pareciera que lo más probable, en todo caso lo más sensato, es que
todos los escenarios futuros deberían pasar primero por la alcabala de
las elecciones legislativas de este año.
Visto desde el lugar
de los que defendemos el Proceso Bolivariano, es tiempo de pensar con
cabeza fría, debatir las causas profundas que nos han traído hasta aquí
y definir los pasos a seguir. No es tiempo de propaganda hueca, vacía,
tampoco de polarización electorera. Se trata de explicar pacientemente
a nuestro pueblo las condiciones reales que hoy plantea la lucha y de
hacer las propuestas para que, cambiando el rumbo actual, el gobierno
aplique las políticas y medidas de solución a la crisis que el pueblo
perciba como correctas para defender sus derechos.
El debate en la oposición: Dos tácticas que confluyen
La
crisis en la oposición está asentada en una diferencia de política. Y
ese matiz es transversal a los partidos y formaciones que integran ese
arco, no corresponde sólo a algunos partidos o grupos. Aunque algunos
de estos partidos o dirigentes son la avanzada de cada una de las
tácticas.
Mientras que el sector con métodos más
contrarrevolucionarios, más radicalmente fascistoide, sostiene la
necesidad de una “salida” abrupta del gobierno, y la viene impulsando,
acompañado por el gobierno norteamericano y la ultra derecha
continental, otros actores, todavía aparentemente mayoritarios entre
los dirigentes opositores al chavismo, diseñan un rumbo más
gradualista, de acumulación de fuerzas y por ahora electoral. Estas dos
tácticas en realidad expresan dos caras de la misma moneda.
Pero
creer que esas diferencias tácticas son insalvables, o que alguno de
esos sectores es “pacífico o democrático”, es ilusorio. Ellos, más allá
de sus diferencias, tienen un acuerdo estratégico: los dos quieren
liquidar la Revolución, el Proceso Bolivariano. Ambos buscan borrar de
la faz de la tierra hasta el recuerdo del Legado de Chávez. Es decir:
las conquistas sociales, políticas, culturales y económicas del
Proceso. Y sobre todo pretenden borrar la idea de Justicia Social que
se logró instalar en el alma de nuestro pueblo. Para esto cuentan
además del apoyo internacional con la colaboración de la derecha
interna anidada en el gobierno.
Un nuevo llamado a la rectificación al presidente Maduro
Desde
Marea Socialista hemos presentado reiteradamente propuestas para la
emergencia. Estas propuestas son alternativas a las medidas que viene
implementando el gobierno del presidente Maduro. Son muchos los que
sostienen propuestas similares a las nuestras, como el Profesor Luis
Brito García, (Miembro del Consejo de Estado) entre ellos.
Pero
no han sido escuchadas. Las medidas del gobierno siguen por otro rumbo:
Las leyes habilitantes de fin del año 2014, con la apertura de las
zonas económicas especiales y la nueva ley de inversiones extranjeras.
La apertura del SIMADI, un nuevo mercado cambiario de características
especulativas similar al “dólar permuta” que llevó a la crisis bancaria
del 2009, y que ha provocado una fuerte devaluación. La reducción de
importaciones para cumplir los pagos de una deuda externa sospechada de
ilegítima. Noticias periodísticas como la aparecida el sábado 21 de
febrero, donde altas fuentes del gobierno dicen que se prepara la
devolución de empresas nacionalizadas, el ajuste de precios permanente
en los productos básicos como pollo, carne, azúcar, harina, arroz,
transporte público, el desabastecimiento, el próximo aumento del precio
de la gasolina, y un salario deteriorado en extremo, todo ello
complica, todavía más, la situación del pueblo que vive de su trabajo.
Estas
medidas que está aplicando o aplicará el gobierno y las consecuencias
que provocan, son las que, desde nuestro punto de vista, atacan en
primer lugar las conquistas del Proceso y están provocando un malestar
creciente en nuestro pueblo.
De continuar este rumbo, se
profundizará y se hará irreversible la pérdida de una parte sustancial
de la base social que viene sosteniendo al gobierno y al Proceso
Bolivariano. Ese es hoy el principal peligro que enfrentamos. Por eso
nuestro nuevo llamado al presidente Maduro a rectificar el rumbo, para
recuperar las palancas de soberanía, real participación popular y
justicia social que son pilares del Legado de Chávez.
No caer en la tentación autoritaria que provoca la crisis
La
combinación de crisis económica, aplicación de contrarreformas contra
algunas de las conquistas del Proceso, y la inestabilidad política nos
está poniendo a las puertas de una crisis de gobernabilidad. Esta
situación presiona a algunos de los dirigentes del gobierno y del
partido a una tentación suicida, una solución autoritaria.
Ya
hay síntomas peligrosos, aunque todavía aislados, de lo que eso
significaría, algunos de ellos son: la intervención antidemocrática en
procesos electorales autónomos de trabajadores, como el caso SIDOR. El
desconocimiento y violación de puntos fundamentales de la Ley Orgánica
del Trabajo, en el caso específico de la inamovilidad laboral, los
fueros sindicales y muchos otros puntos. La persecución, retaliación
política y detenciones arbitrarias en ámbitos locales o regionales y
laborales. La violación de derechos civiles por parte de autoridades
políticas, por ejemplo la represión brutal contra los campesinos de la
Cañada Avileña. Estos casos son algunos de muchos que suceden
cotidianamente y donde se violan derechos elementales de nuestro
pueblo. Estos hechos aislados que creemos no cuentan con el respaldo
del gobierno deben ser frenados.
Es necesario vencer la
tentación autoritaria que provoca toda crisis. La razón de ser del
Proceso es la participación democrática del pueblo en la conducción de
su propio destino. Si presionados por la situación se busca cortar los
canales de expresión al pueblo que vive de su trabajo o acotar las
garantías constitucionales, se estaría cometiendo un error grave. Se
debilitará la posibilidad de defender al proceso de nuevos intentos
golpistas.
Para enfrentar la agresión, moralizar al pueblo que vive de su trabajo
La
agresión se está desarrollando. Las declaraciones, cada día más
injerencistas del gobierno de Estados Unidos, el acompañamiento que de
esas declaraciones hacen los sectores más de derecha de América Latina,
como Álvaro Uribe, lo mismo que la derecha española. A esto se suman
errores propios que preparan la justificación de una escalada de esa
injerencia.
Se ha vuelto imprescindible abrir un profundo
debate con las bases del proceso. Con el pueblo que vive de su trabajo.
Un debate donde el gobierno escuche a su base social y no solo le
hable.
Si se abre ese debate, si se logra que del mismo surjan
medidas a favor del pueblo trabajador, si se avanza hacia lograr que la
crisis actual la paguen los que la provocaron los empresarios, las
cúpulas políticas y la burocracia corrupta y no el pueblo; entonces
empezaremos a recorrer el camino para moralizar y poner en pie de lucha
a un pueblo castigado por el desabastecimiento, la carestía, el
maltrato y la confusión.
Solo así podremos defender con
posibilidades de éxito el Proceso Bolivariano y sus conquistas y
enfrentar los intentos desestabilizadores de la derecha internacional y
local, la de adentro y la de afuera. De lo contrario estaríamos
recorriendo la breve distancia que nos separa de una crisis de
gobernabilidad de consecuencias impredecibles.
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