Luego de las actas faltantes de 2014
Alter presse
(…)
El 28 de Julio de 2015 se cumplirán cien años de la ocupación de Haití
por la gran potencia estadounidense. Sin embargo, para más de uno, el
porvenir inmediato de la República de Haití sigue manteniéndose opaco.
Ninguno de los plazos electorales previstos en la Carta-Madre, la del
26 de octubre de 2014, ni esta, anunciada por el presidente de la
república han sido respetados.
¿Por qué la polimorfa crisis política en lugar de aclararse se oscurece?
Existe
un discurso moral que quiere atribuirlo a la falta de voluntad para
realizar las elecciones del presidente Michel Martelly. Pero el
problema es más profundo. Porque en esta coyuntura política en que nos
hallamos anclados, la realización de elecciones constituye un paso
obligatorio para la rotación de la clase política. Si el presidente
Martelly y su gobierno no han respondido a estas exigencias es
necesario investigar más allá, por qué razón y por qué el apoyo de la
llamada comunidad internacional. Esta última aprueba todas las
decisiones del presidente Martelly, incluso las que han pisoteado la
Constitución. El nombramiento de Anel Alexis para ocupar la presidencia
de la Corte de Casación y automáticamente la del Consejo Superior del
Poder Judicial, pese a haber superado la máxima edad requerida de 65
años, es un ejemplo emblemático. Las múltiples protestas de varios
miembros del Senado del sector de los derechos humanos y de otros
sectores no han tenido ningún efecto disuasivo. ¿Navega con
transparencia el presidente de la República? El señor Martelly es más
político de lo que se suponía. Ha sido gracias a la subestimación de su
capacidad de enredar a los demás simulando que se enreda a sí mismo que
ha logrado arrinconar a la oposición tradicional en este callejón sin
salida.
Un vistazo retrospectivo al último
trimestre puede ayudarnos a aclarar cuáles son las verdaderas
expectativas del presidente Martelly y las de su equipo de potencias
extranjeras. Mantuvo en los meses de septiembre y octubre pasados una
serie de conversaciones con diferentes sectores políticos partidarios y
opositores. Todo dejaba traslucir, para los menos tontos, un proceso
dilatorio tendiente a desembocar en la fatídica fecha del 12 de enero
en que la Cámara de Diputados y las dos terceras parte del Senado
terminan su mandato. El proyecto del presidente Martelly para
arrinconar a la oposición que se mantiene decidida a contrariar las
pretensiones de su sector político, algunos grupos de la oligarquía y
la mencionada comunidad internacional, constituye otra maniobra. Ha
formado una Comisión consultora para que elabore propuestas para salir
de la crisis. Muchos miembros de esa comisión, a pesar de su
experiencia política pero demasiado confiados en su propia aura, se han
dejado atrapar. Gabriel Fortuné, que es uno de los miembros, con el
ánimo caldeado ha denunciado las relaciones bien hiladas que viniendo
de ninguna parte llegan, según dice, todas las mañanas a la comisión.
Es evidente que las decisiones ya han sido preparadas porque la
Comisión tiene su propia secretaría. Este mismo miembro, pese a su
alerta, se reintegró luego y firmó junto a sus pares el documento
final. La Comisión ha propuesto al jefe del Estado un calendario de
actividades y de renuncias, entre otras la del primer ministro Laurent
Lamothe, las de los miembros del Consejo electoral provisorio (CEP) y
la del presidente del Consejo Superior del Poder Judicial.
El
presidente Martelly, que tiene en su arco más de una cuerda, ha
aceptado las propuestas de la Comisión Consultora y queda en sus manos
ejecutarlas según su plan. Un plan que nos gustaría traspasar. Las
manifestaciones populares que crecen día a día tampoco lo han logrado.
Es una tarea que se vislumbra difícil porque la oposición más radical
comienza a resquebrajarse. Si la tendencia a la ruptura, difícilmente
irreversible debido a la emergencia en la oposición de apetitos
políticos personales, no se resuelve, el presidente Martelly logrará la
victoria final pese a la aparente pérdida de algunas batallas
coyunturales. Desgraciadamente eso sucederá en perjuicio del país y en
provecho de las multinacionales. Y las fuerzas populares se volverán a
desperdiciadas en vano.
La tendencia casi
general de querer orientar toda la atención hacia las elecciones se
evidencia como una grosera manipulación del conjunto de la clase
política tradicional para esconder la obsolescencia de un sistema
político bicentenario. Este último, incapaz de responder a los deseos
de nuestro tiempo, se encuentra en la base de todas las turbulencias.
Toda solución a una crisis coyuntural seguirá siendo superficial si no
se pone en tela de juicio y con profundidad la formación social. Solo
las fuerzas progresistas son adecuadas para emprender esa obra colosal
y eso tampoco será posible mientras no lleguen a convertirse en una
alternativa que solo puede crearse a partir de la lucha cotidiana.
Marc-Arthur Fils-Aimé es director del Institut Culturel Karl Lévêque
No hay comentarios:
Publicar un comentario