Escrito por PABLO JOFRE LEAL
En los últimos años, el interés por los temas relacionados con el
mundo musulmán ha ido en aumento, sobre todo lo relacionado con el
accionar de aquellos grupos considerados radicales dentro de las
sociedades donde el Islam es mayoritario y que con ese actuar
invisibilizan la enorme riqueza de esta cultura y su aporte al
desarrollo en el planeta.
Previo a cualquier análisis es necesario tener claro que EIIL (Daesh
en árabe) o Al-Qaeda no deben vincularse en modo alguno al Islam o a
conceptos como la Yihad. Esta interesada asociación es propio del
análisis de quien no conoce el Islam, de una prensa occidental que con
claras intenciones políticas trata de mostrar una cara violenta del
Islam y los musulmanes.
Y para ello hechos como los de París generan marchas con un claro
sentido islamófobo. En Alemania, por ejemplo, bajo la guía del
autodenominado grupo de Patriotas Europeos Contra la Islamización de
Occidente (PEGIDA, sus siglas en alemán: Patriotische Europäer gegen die
Islamisierung des Abendlandes) unido a la matanza de una decena de
personas del semanario satírico francés Charlie Hebdo y otras cuatro
personas muertas después del intento de rescate tras un secuestro
asociado a dicha acción, sacaron a la calle a cientos de miles de
alemanes y franceses. Ya sea a favor de las posiciones xenófobas,
racistas y islamófobas, como también en contra de esos grupos, que al
amparo de estas acciones pretenden presentar a la comunidad musulmana
residente en Europa como culpables, no sólo de las dificultades
políticas y económicas, que vive gran parte del Viejo Continente, sino
también hacerlos cómplices de la acción marginal de grupos terroristas
que usan la excusa del Islam para cometer sus crímenes.
Pero esta expresión de horror, con líderes políticos de decenas de
países, reunidos para condenar la acción de un trio de terroristas no se
ha visto cuando se trata de condenar las acciones de Daesh y quienes
los apoyan (cuyos gobernantes estaban también en esa marcha parisina,
como Benjamín Netanyahu por ejemplo) y los 220 mil muertos en Siria o
los miles de muertos kurdos o reprobar los atentados en Bagdad, Yemen,
en Kabul o cualquier otra parte donde las acciones terroristas cobran la
vida de decenas de miles de fieles musulmanes.
¿Vale más la vida de un parisino, un europeo que un musulmán? Cuando
Occidente deje esa doble moral, ese doble rasero frente a los hechos
que suelen tener como causa la propia ineficacia de sus políticas contra
los pueblos del mundo, ese día podrán unir las manos condenando todo
tipo de terrorismo, sin que se piense que es más una máscara hipócrita
que un deseo honesto.
El semanario Charlie Hebdo, tras la masacre del 7 de enero volvió a
salir a los quioscos. Cinco millones de ejemplares que se agotaron el
primer día de salida, mostrando nuevamente la figura del Profeta del
Islam en su portada. Mientras que no es razonable, ni lógico, ni
sensato, publicar dibujos y películas que ofenden al Profeta o atacan al
Islam. Si se está de acuerdo en que los autores del atentado en París
son una minoría que no representa al Islam y a los musulmanes, ¿cómo se
puede responder con actos que no están dirigidos contra ellos, sino
contra el Profeta venerado por 1500 millones de musulmanes?
DE AMIGO A ENEMIGO MORTAL
Esta idea ha tenido un lento y sostenido discurrir, ha sido influida
por una serie de una serie de acontecimientos, que tiene su momento
catalizador con la lucha llevada a cabo por grupos armados contra la
invasión de la ex Unión Soviética (URSS) a Afganistán, entre los años
1979 y 1989, desarrollándose, a partir de allí una serie de movimientos
integristas, que basaban su actuar político en concepciones radicadas en
la doctrina takfirí y Wahabita. Grupos aliados de occidente en ese
momento, enfrascados en una lucha con el Bloque de países liderados por
la ex URSS.
Si de algo sirve la historia en esta intríngulis derivada del ataque
a Charlie Hebdo es recordar, por ejemplo, que esa invasión soviética a
Afganistán en diciembre del año 1979, en plena Guerra Fría, llevó a
Estados Unidos, junto a gobiernos aliados como Paquistán y Arabia
Saudita a crear, organizar, financiar y abastecer de armamento a una
guerrilla en clara oposición ideológica con el comunismo, Guerrilla
reclutada en todo el mundo árabe y musulmán, principalmente en
Afganistán, Paquistán y Sudán instruyéndoseles en Arabia Saudita y las
madrazas repartidas por el mundo musulmán, en torno a una concepción
radical con base en la doctrina Wahabita.
En Afganistán, por ejemplo, contarían con la inestimable ayuda
estadounidense, que en ese momento utilizó como herramienta útil al
millonario de origen yemenita Osama Bin Laden. En aquel tiempo, el
expresidente estadounidense Ronald Reagan proclamaba, a los cuatro
vientos, su admiración por los grupos radicales que luchaban contra la
ocupación soviética, saludando a esos movimientos radicales
anticomunistas de Afganistán como “luchadores por la libertad”. Nunca
antes el “cría cuervos y te comerán tus ojos” se expresó con tanta
propiedad.
Para la estudiosa del mundo musulmán, la española Gema Martín Muñoz
esa experiencia va a ser el germen de la radicalización de un grupo de
hombres, que amparados en su experiencia de combate y “adoctrinados en
una doctrina rigorista e intransigente, vivirán la exaltación de la
victoria sobre el comunismo y la experiencia del triunfo a través del
combate. Cuando vuelven a sus respectivos países de origen van a
rechazar la moderación de otras organizaciones, donde podían integrarse y
lo que harán es nutrir las ramas más radicales y violentas” pero ahora
teniendo como blanco de sus acciones a los mismos que les permitieron
desarrollar sus acciones, apertrecharse y consolidar sus organizaciones.
No es posible entender el desarrollo de Al-Qaeda sin el
financiamiento de Madrazas en Paquistán y Afganistán, como no es posible
entender hoy la fortaleza de Daesh sin el sostén dado en su
oportunidad por Arabia Saudita, las Monarquías Árabes del Golfo Pérsico y
la luz verde dada por Washington para el surgimiento y evolución de
estos grupos destinados a enfrentar a los enemigos de los intereses de
Estados Unidos y el régimen de Israel en la zona de Oriente Medio. Hoy,
ese interés se ve redoblado por las acciones de Daesh y su supuesta
influencia sobre grupos radicales al interior de las sociedades
europeas, que ha significado que contingentes cada día más numerosos de
jóvenes de ese continente dirijan sus pasos a territorio donde opera
Daesh y vuelvan a sus países imbuidos del pensamiento takfirí.
Tras la experiencia afgana contra los soviéticos, se adicionaron una
serie de intervenciones de Estados Unidos y sus aliados: en Irak que
repetido la intervención e invasión de su territorio en dos ocasiones.
En Afganistán, invadido nuevamente el año 2001 bajo la excusa del
combate al movimiento talibán y la captura de Osama Bin Laden. Se
consolidó una red de Bases Militares y Navales de Estados Unidos y la
OTAN en el Golfo Pérsico y el Medio Oriente. Se ha trabajado, a partir
del año 2011 en derribar a gobiernos árabes en el Magreb, como también
seguir apoyando - desde 1948 a la fecha - la política de expansión,
ocupación y represión del régimen de Israel contra el pueblo palestino.
Sumemos a ello el avalar y apoyar financiera, militar y políticamente la
guerra de agresión contra Siria, que tiene como objetivo, no sólo
derribar al Gobierno de Bashar al Assad, sino también consolidar una
política de cerco contra el Gobierno de Irán. Hoy, en ese marco, se
constata como los grupos terroristas takfirí, como Daesh y Al-Qaeda y
sus distintas franquicias en Mali, Níger, Mauritania, Paquistán,
Afganistán, Yemen o Paquistán, verdaderos monstruos políticos y
militares creados por Occidente, tratan de imponer su ideología radical a
costa del sufrimiento de millones de musulmanes.
El efecto de esas políticas, para inquietud de los padres putativos
de los engendros terroristas, es que el influjo radical takfirí ha
ramificado sus acciones a territorio europeo. Es así que a inicios del
año 2015, esta expansión ha tenido su caja de resonancia con los hechos
que condujeron al asesinato de una veintena de personas con el ataque al
semanario satírico francés Charlie Hebdo y la posterior ejecución de
los autores materiales de la masacre. Los hechos tienen una carga de
interrogantes, que hacen pensar en la posibilidad de un tipo de acción,
denominada en la jerga de las agencias de Inteligencia, como bandera
falsa es decir, aquellos atentados o sucesos provocados por los
gobiernos o grupos de Inteligencia de los propios países que sufren esos
atentados, mediante operaciones secretas.
Agencias, que al amparo de estas operaciones usan a grupos o
individuos como chivos expiatorios, para concretar actos terroristas que
les permitan aplicar posteriormente, políticas de restricción de
libertades públicas en aras de la “seguridad nacional”. Como también
conseguir el aval de organismos internacionales, para llevar a cabo
operaciones punitivas a países y gobiernos que esas agencias y sus
gobiernos consideran culpables de terrorismo o cómplices de terrorismo.
Como también catalizar procesos sociales donde parte de la población, en
este caso en Europa, bajo un marco de islamofobia tiende a culpar a los
“otros” de sus desdichas y pesares políticos y económicos.
Los medios europeos han señalado que los hermanos Chérif y Said
Kouachi, autores de la matanza en el semanario satírico galo y Amedy
Coulibaly, que asesinó a un policía y a cuatro personas en un
supermercado en Francia, estuvo sujeto a vigilancia policial hasta poco
antes de cometer sus crímenes por los servicios antiterroristas. Acción
que se interrumpió hace unos meses. Said estuvo bajo la mira policial
entre noviembre de 2011 y junio de 2014, y Chérif, por su parte, tuvo el
teléfono intervenido entre noviembre de 2001 y finales de 2013. ¿Qué
pasó? ¿Qué hizo detener esta investigación? ¿Cómo tres hombres
sindicados como radicales y con acciones de apoyo a grupos takfirí se
les deja de vigilar? Seguramente no han sido problemas financieros, y no
es descabellado pensar que detrás de las acciones de estos ya
ejecutados personajes, se encuentren servicios de seguridad de países
occidentales y de Medio Oriente.
En esta línea de opiniones se ubica también la del el ex
subsecretario estadounidense del Tesoro, Paul Craig Roberts, quien
señaló que el ataque terrorista contra Charlie Hebdo en París “es una
operación de bandera falsa, diseñada para mantener a Francia como Estado
vasallo de Washington. Los sospechosos pueden ser tanto culpables como
chivos expiatorios. Basta recordar todos los complots terroristas
creados por el FBI que sirvieron para dar una apariencia de realidad a
la amenaza terrorista ante los estadounidenses” señaló este crítico
republicano en un artículo publicado en su sitio Web, agregando que “La
policía encontró el documento de identidad de Said Kouachi en la escena
del tiroteo. ¿Les suena familiar? Recuerden que las autoridades
estadounidenses afirmaron, en su momento, haber encontrado el pasaporte
intacto de uno de los presuntos terroristas del 11 de septiembre del año
2001, entre las ruinas humeantes del World Trade Center. Cuando las
autoridades descubren que los pueblos occidentales estúpidos van a creer
cualquier mentira transparente, recurren a la mentira una y otra vez”.
Por su parte, el Alcalde de Ankara, la capital turca, Melih Gokcek,
aseguró que detrás de los hechos en parís se encuentra el Mossad que con
este tipo de acciones atiza la islamofobia causando este tipo de
incidentes y como represalia al Gobierno francés que había expresado
hace pocas semanas su apoyo a la creación de un Estado Palestino y eso,
para los halcones del régimen de Israel resulta intolerable.
En la misma dirección se pronunció el Diario estadounidense
International Business Times quien sostuvo en una declaración, que
eliminó a las pocas horas que “el Mossad es el primer candidato, ya que
el régimen de Israel intentaba vengarse de Francia por el voto que dio
el pasado diciembre a favor del proyecto de la resolución pro-Palestina,
que buscaba acabar con la ocupación israelí antes de finales de 2017,
en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), añadió ese
artículo publicado el jueves. Además, el Parlamento galo votó el pasado 3
de diciembre a favor de la creación de un soberano Estado palestino.
Igualmente, el régimen de Tel Aviv pretendía mostrar que los musulmanes
eran autores de este atentado terrorista y para ello la inteligencia
israelí había pagado a unos árabes “musulmanes” para llevar a cabo ese
ataque”.
Los hechos de París pusieron, nuevamente en el tapete, la necesidad
de comprender de qué se habla cuando nombres como fundamentalismo,
grupos radicales o terroristas irrumpen a fuerza de balas y muerte.
Conocer quién es el responsable tras los que aprietan el gatillo y sobre
todo la precaución de tener muy presente, que detrás de acciones
desestabilizadoras como las de París suelen encontrarse decisiones de
grupos de inteligencia con objetivos determinados por círculos de poder
más allá de la mirada inicial de los que condenan estos crímenes, léase:
el Mossad israelí, la CIA estadounidense, la General Intelligence
Directorate, también conocida como Istakhbarat saudí. La francesa
Direction générale de la sécurité extérieure y el MI5 inglés.
EL PREJUICIO COMO ENEMIGO
Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre del año 2001 en
Estados Unidos, se comienza a motivar en la sociedad internacional una
serie de estereotipos y prejuicios sobre el conjunto del mundo musulmán,
metiendo en un mismo saco la rica amalgama política y cultural de estas
sociedades. Es así que los medios de comunicación y líderes políticos
occidentales comienzan una utilización indiscriminada de conceptos, para
designar al islamismo denominándolo indistintamente como integrismo,
fundamentalismo, activismo religioso, extremismo religioso radical. Esta
multiplicidad de nombres muestra la dificultad de comprender el
fenómeno y aún más dificultad en entender tanto su especificidad como su
heterogeneidad.
Fundamentalismo es un término, que en su origen, se utilizó para
designar a los grupos cristianos, básicamente bautistas, luteranos y
presbiterianos que pugnaban por un regreso a los fundamentos del
cristianismo. La primera vez que apareció el término “fundamentalista”
fue en una serie de ensayos que se publicaron entre los años 1910 y 1915
cuyo título era Los Fundamentos por los Evangelistas Británicos y
Americanos. En cuanto al término integrismo, éste se refiere a la
oposición a las innovaciones en materia religiosa y está estrechamente
ligado al catolicismo europeo. Por ello es más certero hablar de
Movimientos Radicales, refiriéndonos con ello a ciertos milicianos, que
pretenden resolver los problemas políticos y sociales por medio de su
propia interpretación religiosa.
Y es más acertado hablar de movimientos por la diversidad de grupos
organizados bajo distintas banderas programáticas, aunque con ciertas
características similares entre ellos derivados de un origen social,
económico, político y cultural determinado. El abordar el estudio de
estos movimientos se debe considerar un conjunto de factores y no como
meras expresiones inherentes a la esencia del Islam. Para el escritor
Libanés Amín Malouf “La forma de vivir la religión tanto del Islam, como
del cristianismo, ha cambiado profundamente, y sin embargo, el abismo
entre los dos sigue intacto. Siguen viéndose con las mismas ideas
superficiales y preconcebidas que han tenido siempre el uno del otro”.
Para tratar de superar aquello que sostiene Maoluf, primero es
pertinente distinguir entre Islam e Islamismo.
El Islam es la religión, el sistema de creencias en un solo dios que
cuenta con una serie de preceptos definidos en el Corán. El islamismo
es el movimiento contemporáneo que considera Islam como su ideología
política y como el vehículo que permitirá acceder a mejores condiciones
de vida para las sociedades musulmanas. Igualmente no es lo mismo hablar
de musulmán que islamista. El musulmán es el creyente que abraza el
Islam como su religión. El islamista es quien hace del Islam, en la
manera en que él lo entiende, el determinante de su identidad, el medio
único y perfecto que permitirá restaurar la justicia perdida en las
sociedades musulmanas.
Para el analista José Durán Velasco “el término “fundamentalismo” es
un cajón de sastre que a fuerza de aplicarse a cosas distintas
significa muy poco. Es un término que en Occidente se utiliza para
descalificar todo movimiento del mundo musulmán que vaya contra los
intereses de Estados Unidos”. Afirma Durán Velasco, que el Wahabismo,
que pretende ser “el pensamiento único” en el Islam, es un
ultra-hanbalismo que rechaza como bid´a (innovación herética) todo lo
que no encaja con su cerrada idea del Islam. Esta versión del Islam se
ha difundido fuera de Arabia Saudí gracias a la financiación de los
petrodólares saudíes.
No hay en el mundo islámico una forma de Islam más fanática e
intolerante que la saudí, pero eso no impide que Arabia Saudí, figure en
“el eje de los moderados” de Estados Unidos y que exista una alianza
fáctica - no sólo entre un gobierno de una democracia representativa con
una monarquía como la saudí - sino también entre fundamentalistas
neocons protestantes y los wahabíes a despecho del odio teológico que
los fundamentalistas protestantes profesan a los musulmanes y el que los
fundamentalistas wahabíes profesan a los cristianos. Tras esa alianza
teológicamente incomprensible no es difícil percibir una colaboración
plutocrática de intereses creados.
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