Página/12
La
presidenta de Abuelas festejó nuevamente Navidad con el arbolito y pasó
el Año Nuevo con su nieto recuperado. Señaló a Página/12 que no cree
que haya retrocesos “porque la sociedad está preparada para defender lo
que se alcanzó”.
En la casa de Estela de Carlotto todas las
navidades se armaba el arbolito. Hasta que asesinaron a su hija Laura.
Entonces, a Estela se le acabaron las ganas de festejar. Se enojó hasta
con Dios. Pero su otra hija, Claudia, que tuvo seis hijos, mantuvo la
tradición. Y desde hace algunos años la familia reunida en su casa
escribe deseos y los coloca en el árbol. Según la costumbre familiar,
estos papelitos se destruyen el 25 de diciembre, pero esta última
Navidad, cuando Claudia Carlotto desempolvó los adornos, allí estaba el
pedido que su madre había dejado en 2013: “Encontrar a mi nieto Guido”.
Y lloró por el deseo cumplido. Estela Carlotto dice, como no podía ser
de otra manera, que el 2014 fue un año “maravilloso”. Y revela que
empezó el 2015 en Olavarría, junto a su nieto Ignacio Guido y parte de
su familia. Y que allí le hizo entrega de la valija llena de remeras
que juntó para él y por todo el mundo en 36 años de búsqueda. La tarea
de Estela de Carlotto sigue, porque son muchos los nietos por
encontrar. Pero además, a la presidenta de Abuelas no le pasa
desapercibido que éste será un año de definiciones políticas. “Debemos
pedir a los candidatos que hagan públicos sus proyectos sobre los
derechos humanos del pasado y los del presente”, propone. Afirma que no
cree que pueda haber un retroceso en esos temas porque “la sociedad
está más que preparada para evitarlo” y que la memoria, la verdad y la
justicia deben ser políticas de Estado.
–¿Cómo es el balance del año que termina, el año en que apareció Ignacio Guido?
–El
balance personal que hago es que fue un año maravilloso. El año en el
que encontré a mi nieto después de 36 años de buscarlo. Encontré a un
ser humano maravilloso también, buena persona, sensible, totalmente
dispuesto a incorporarse a su familia biológica, a su verdad, con una
vocación musical espléndida. Fue un premio enorme a tanta lucha
encontrarlo y, además, no tener que pasar lo que ha pasado en otros
casos, que es una resistencia a la verdad, porque a veces duele y los
chicos al principio no quieren saber, aunque luego cuando saben son
libres. No me tocó pasarlo. Me resultó un poco difícil dividir mi rol
de presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo del de abuela de mi nieto,
porque tanto recuperar nietos anteriores, año tras año, ver el
disfrute, el crecimiento de ellos y aconsejar a las abuelas que tengan
paciencia, que tengan en cuenta los tiempos, las actitudes que hay que
tener para no mortificarlos y que resuevan sus cosas... esta vez me
tocó a mí tener templanza, tener ese equilibrio, que lo tengo.
–¿Pudo ceñirse al manual?
–Fui
un poco contradictoria porque yo decía “ustedes no lo provoquen si él
no quiere darles un abrazo” y yo quería abrazarlo. Transgredí de alguna
manera suavemente esos códigos. Quiero verlo, quiero que nos conozcamos
Y lo estamos haciendo. Pero yo misma me modero, soy cerebral y como yo
también soy medida en mis actos de afecto, lo entiendo perfectamente.
Es el primer año para brindar por la vida y para brindar con la silla
que estaba vacía ya ocupada, con la familia completa y con lo que
también me tocó vivir con una tranquilidad espiritual enorme pensando
en Laura, la mamá. Al papá no lo conocía, ahora lo conozco y estoy
orgullosa de ese papá, porque fue una persona maravillosa de la que ha
heredado mucho mi nieto. Pero pienso en Laura, que es la que me empujó
y sigue empujando en esta lucha tan larga, creo que ahora estará en
paz, ahora me dirá “mamá, misión cumplida”. La tengo siempre a mi lado
en mis pensamientos pero ahora con paz, es una cosa distinta, no
angustiosa. Yo repetí una frase por el mundo que me la están haciendo
recordar ahora y es que no me quería morir sin encontrar y abrazar a mi
nieto. Eso se cumplió felizmente.
–¿Se cumplió el deseo que había dejado en el arbolito?
–La
historia del arbolito de Navidad me dio ganas de escribir un cuentito.
El arbolito de Navidad en mi casa estuvo siempre. Eramos una familia de
clase media, era un arbolito humilde, chiquito, que adornaba yo con mi
mamá y mi hermano, con cositas hechas por nosotros, lo que se usaba
antes. Cuando tuve mis hijos, lo armábamos con ellos. Una vez se me
incendió uno porque eran con velas, eran como broches en los que se
calzaba una vela y en la Nochebuena se prendían todas las velitas. Pero
desde que mataron a Laura no lo quise hacer más, no tuve ganas. Me
enojé con Dios, era como que me había defraudado. Después me amigué....
Pero no tenía ganas de la alegría de tener una arbolito, sentía que no
me iba a representar nada. Pero mi hija Claudia, que tiene seis hijos,
año tras año armaba el arbolito. Hace unos años dijo “vamos a ponerle
unos deseos al arbolito” y cada uno puso los deseos personales. Y
empezamos a ver que fulano, que puso el papelito, consiguió la casa y
tal otro consiguió trabajo y aquélla el amor. Yo, a lo mejor, lo puse
otros años entre otros pedidos, pero el año pasado mi papelito decía
“encontrar a mi nieto Guido”. Claudia después de la Navidad destruye
los papelitos, pero este año, cuando va a armar el arbolito encontró el
mío. Lo guardó sin darse cuenta y apareció abierto. Y cuando ella lee
“Encontrar a mi nieto Guido” se puso a llorar. Ese arbolito es el
símbolo de una respuesta de quien en algún momento me dio un gran
dolor, la vida. Yo soy católica y es como que la vida me devuelve la
felicidad simbólica con este arbolito de Navidad.
–Y en 2014, ¿cuál fue el deseo?
–Para una nieta que quiero que Dios la bendiga también. Todos tienen necesidades pero lo que ella pide, lo que quiere, es vital.
–Pero Ignacio Guido no vino solo ni porque sí, hay un trabajo atrás de las Abuelas de muchos años.
–Claro.
Ahora viene la otra parte, la institucional. Es un milagro que una
señoras que no nos conocíamos y éramos distintas unas de otras sigamos
juntas, formando una fraternidad indisoluble para buscar a los nietos
de todas. Nadie busca su nieto, sino a los nietos de todos. Esa
consigna fue muy de adentro del corazón, sin egoísmos. Si hubiera
buscado sola no hubiera encontrado nada, estaría destruida. Muchas
compañeras se nos enferman, cada vez somos menos, pero todas ellas son
el sostén de esta institución, que tiene normas que han sido mantenidas
en estos 37 años de lucha como consignas plenas: son la verdad, la
constancia, el amor, la perseverancia, la paciencia y sin odios, acá no
manejamos sentimientos oscuros. Por eso cuando encontramos un nieto es
una fiesta y si podemos festejar por otras cosas también lo hacemos. La
casa de Abuelas no es una oficina, entrás y vas a la oficina a tomar
mate, es una cosa muy de mujeres. Y estamos unidas. Esta situación
también es un milagro y gracias a esto encontramos a los nietos.
También hemos tenido mucha ayuda nacional e internacional.
–¿Pero
esta vez lo personal no se mezcla con lo institucional? Porque fue un
año de muchas consultas para Abuelas a raíz de la difusión y el impacto
que causó el hallazgo de Ignacio Guido.
–Este año resolvimos
siete casos. Tres de ellos no llegaron a término, mataron a las mamás
antes de que nacieran los bebés. Las secuestraron, las torturaron y las
asesinaron. Los niños no nacieron, pero los estábamos buscando. Ahora
hay familias que no esperan. Y hemos encontrado cuatro nietos, que son
cuatro personajes maravillosos, de Abuelas muy allegadas a la
institución, fundadoras de la institución. Fue un año bueno. Y nos
preparamos para seguir. Sabemos que para nosotras el tramo es corto,
pero estamos preparadas para el relevo. Ya están incorporados en la
Comisión Directiva nietos, un papá, Abel Madariaga. Ahora cuando nos
llaman y una Abuela no puede ir, va un nieto.
–¿Y cuáles son los objetivos y deseos para este año, además del obvio de encontrar más nietos?
–Continuar
la tarea institucional con nuevas estrategias. Si nos preguntan qué
pensamos hacer, siempre contesto que no se sabe qué más vamos a hacer,
porque viene alguien y propone algo creativo que puede impulsar el
encuentro y ahí vamos. No tenemos un proyecto o un plan como si
fuéramos una fábrica, hacemos lo que hay que hacer oportunamente y
cuando se brinda la situación. Seguir buscando. Pero también somos
ciudadanas de este país y queremos sostener la democracia desde ese
lugar en el que estamos.
–Justamente el año que viene es
electoral y ha empezado a aparecer el tema de los derechos humanos en
declaraciones de distintos candidatos...
–Los organismos que
siempre trabajamos juntos, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora,
Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas e Hijos,
deberíamos pedir a los candidatos que nos muestren, que hagan público,
su proyecto sobre los derechos humanos del pasado y los derechos
humanos del presente que están violentados, no porque ahora el Estado
lo propicie, sino como una situación emergente de malos gobiernos o de
la dictadura. Ya están largando algunas frases lapidarias, primero que
hay curros, y lo generalizan y así nos involucran a todos y nos ofenden
a todos. También dicen que hay que mirar para adelante, que basta con
el pasado, “estoy harto de hablar de la dictadura”, dicen los
periodistas que comparten esos criterios con esos políticos. Debe ser
parte de una política institucional democrática, no partidaria, porque
queremos saber y que el pueblo sepa. Hay que pedir que hagan público
sus proyectos sobre los derechos humanos violentados por la dictadura
cívico-militar y lo que hoy en día se siguen cometiendo cuando una
persona no tiene trabajo, no tiene casa y sus hijos se enferman y no
tienen atención médica o niños que todavía pasan hambre. Que digan si
quieren enriquecer a los más ricos o repartir con los que menos tienen.
–¿Piensa que puede haber un retroceso en este tema?
–No
creo que haya un retroceso. Creo que la sociedad está más que preparada
para evitarlo. Esté el gobierno que esté, este tema tiene que
continuar, no se puede volver para atrás, debe ser política de Estado y
debe haber un compromiso en el proceso de la verdad, la memoria y la
justicia.
–¿Hay sectores que separan “los derechos humanos
del pasado”, los juicios a los represores, de los derechos económicos y
sociales, como si hubiera que optar por una cosa o la otra?
–En
la violación a los derechos humanos no hay opción. Es una mala
intención manifiesta. No se puede separar una historia de terror de la
que todos fuimos víctimas, aunque muchos no lo cuentan por miedo o
pudor. Ahora estamos liberándonos de esa clausura de la memoria que han
pretendido y hay gente que recién está reconociendo y diciendo cosas.
Como maestra que fui, digo que hay que alentar a que se escriban todas
las páginas de los libros, toda la historia. En los libros con los que
yo enseñaba había cosas de las que no se hablaba: dictadores, golpes de
Estado, opresión. Ahora estamos aprendiendo a mirar las cosas en un
siglo nuevo en un mundo nuevo.
–Pero algunos candidatos
parecen decir que hacer los juicios a los represores implica no
ocuparse de “los derechos humanos del presente”.
–Entonces
no viven en la Argentina. Si uno no se da cuenta que para el Día del
Niño están los negocios llenos, si no se dan cuenta que bajó la tasa de
desocupación, que se hizo la ayuda familiar para que quienes no tiene
trabajo puedan tener un ingreso, que se dan posibilidades para que la
gente tenga su techo, eso son derechos humanos que se van paleando. El
Estado está haciendo un esfuerzo en ese sentido y lo anuncia, pero en
los diarios monopólicos no sale.
–¿Hay sectores incómodos con los juicios sobre la dictadura porque se indaga ahora a los responsables civiles?
–Sin
duda. Hay empresarios y empresas que están siendo denunciados por la
entrega de obreros y por abrir la puerta para la represión y por la
delación. No es lo mismo el que tiene muertes directas en su
conciencia, como Adolfo Scilingo, que confesó haber matado treinta
personas, y tiene sus manos manchadas de sangre. Pero debe haber
condenas y si no alcanza para condenas judiciales puede haber condena
social. Cuando voy a un pueblo chico, además de hablar sobre los
desaparecidos, les digo que reconstruyan la identidad del lugar para
poder separar el que fue bueno del que fue malo. Hay que escribir la
historia, sin venganzas ni odios, pero hay que saber quién es quién.
Porque si no las estatuas de Roca van a seguir estando en cada ciudad
como si hubiera sido un héroe.
–¿Cree que todos los candidatos del Frente para la Victoria van a continuar con las políticas de derechos humanos?
–Sí.
Creo que los que se están postulando por ahora están compenetrados con
este tema. Lo harán a su manera, porque Néstor hay uno solo y Cristina
también. Y pueden pasar cuatro años y que vuelva la Presidenta, podría
ser. Yo no entiendo mucho de esto, pero podría ser...
–De los candidatos de los otros partidos, ¿alguno le genera más desconfianza que otro?
–Más
desconfianza que (Mauricio) Macri me da (Sergio) Massa. Porque Macri
siempre fue así, nunca fingió, en cambio Massa fue un corderito y
terminó siendo lobo. Fue abierto con nosotros cuando era intendente y
era parte del gobierno de Néstor y Cristina. Pero después se acabó. Uno
se pregunta entonces qué pasó ¿fingió antes o ahora se vendió?, ¿qué
pasa que cambió 180 grados?
–¿Cómo se imagina la relación con las Abuelas si alguno de ellos es Presidente?
–Nosotras
somos súper respetuosas de la legalidad, sea quien fuere el gobierno,
intendente, gobernador. Si somos convocadas vamos, siempre que sea por
algo vinculado a los derechos humanos, se entiende. Si se abre alguna
puerta no la cerramos. El diálogo tiene que existir porque convivimos
en una patria y no somos enemigos, podemos ser contendientes políticos
en todo caso, podemos pensar de distintas maneras, pero la legalidad y
el respeto al voto popular está sobre todo.
–Algunos se asombraron porque saludó a Menem en el Senado la semana pasada.
–¡Me
vino él a saludar! Y yo soy muy educada. Me encontré con un
ancianísimo. Yo soy una ciudadana. El me recibió cuando lo pedimos.
Hizo mucho malo, pero en su gobierno se creó la Conadi (Comisión
Nacional por el Derecho a la Identidad) y Alicia Pierini levantó la
Secretaría de Derechos Humanos. Si él cometió delitos está la Justicia
investigando, tiene algunos juicios. Yo no simpatizo con él. La gran
traición fue el indulto. Cuando los organismos de derechos humanos nos
reunimos con él para que no indulte, dijo que iba a hacer lo mejor para
el pueblo. Y los liberó a todos, cerró el círculo de impunidad. El es
parlamentario y si está ahí, lo eligieron. A un Menéndez, a un Bignone,
yo no saludo, ahí hay todo horror y muerte.
–¿Cómo es ahora la relación institucional con la Ciudad?
–Estamos
viendo el traspaso definitivo del Banco Nacional de Datos Genéticos al
lugar que por ley hace tiempo tendría que haber estado. Se hizo un
concurso, está todo en orden. Todas las personas del Banco que quieran
seguir van a ser asimiladas, no pierden el empleo; los otros quedarán
en el hospital. Nada se pierde. Hay voces lamentables que hablan de que
se van a perder cosas. Como si las Abuelas fuéramos taradas y
quisiéramos perjudicar el encuentro... si estamos dando la vida para
encontrar a los nietos de la mejor manera, ¿cómo vamos a permitir que
el Banco entre en dudas? Es gente mala esa.
–¿Cuál es su postura sobre las denuncias al jefe del Ejército, César Milani?
–Está
actuando la Justicia. Todos lo que tengan cosas que denunciar que lo
hagan. Hay que esperar. Pero no lo vamos a condenar si la Justicia no
lo hace.
–Pero hay casos en que más allá de la decisión judicial hay un repudio o pedido de condena.
–Acá
se trata de una persona que ascendió y no fue impugnada en ese momento.
Pero si ahora se descubre que hay culpabilidad nadie lo va a defender
desde los derechos humanos. No lo defendemos a él sino a la legalidad.
–Estuvo con el Papa, ¿están esperando que se abran los archivos, ya están trabajando en eso?
–Ya
estamos trabajando. Con (el presidente de la Conferencia Episcopal,
José María) Arancedo y su gente. Cuando fui con mis nietos a Roma no
hablé con el Papa de eso porque fui como abuela de un nieto que él
quiso conocer. No fui institucionalmente. Pero el tema está activo.
Hemos recibido informaciones de la Iglesia y se están buscando
archivos. Ha salido del Vaticano esta resolución acerca de que si hay
argumentos,se pueden pedir desarchivos, pero hay que fundamentarlo y
hay que hacerlo a través de la Justicia.
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