A mi hermano José Mario Hernández Romero,
A los muertos por la represión del Estado en el estado de Guerrero, México.
Introducción
La
globalización antes que ser un concepto de análisis para conocer los
fenómenos de nuestra realidad social, es más bien una ideología que
legitimó un orden social, el cual podríamos distinguirlo en términos
políticos y económicos. Aunque también fue muy importante desde la
cultura y la filosofía. La llamada globalización fue un término muy de
moda en los años noventa que sustentó el dominio económico del llamado
neoliberalismo en gran parte del mundo, y en América Latina en
particular. Este supuesto nuevo orden no dejó de manifestarse en los
grupos dominantes y sus ideólogos que celebraron con bombos y platillos
la gloria y el advenimiento de un mundo mejor que supuestamente todos
deberíamos vivir, convivir y disfrutar. Sus ideólogos desde el ámbito
económico celebraron semejante falsedad; falso digo porque no fue lo
mismo para la convivencia de los sectores populares. Pero también desde
una posición filosófica los ideólogos se mostraron muy contentos al
formular una serie de argumentos que poco tenía que ver con la
realidad, me refiero a los llamados nuevos filósofos, que entre otros,
platearon desde el fin de la historia, de las utopías y del trabajo
hasta glorificación de las supuestas teorías “post”: postmodernidad,
postmarxismo, poscolonialismo, posestructuralismo y pospolítica.
Mostraron, entre otras falacias, la derrota de los grupos de luchadores
sociales que se manifestaron en contra del capitalismo, como un nuevo
credo que debería servir para darle sus horas de oración. Y de paso,
instituyeron el acta de defunción, por un lado, de las luchas sociales,
por el otro, del pensamiento crítico que antes ponía en evidencia las
debilidades del capitalismo. Mi objetivo es hacer una reflexión en
torno a la ideología llamada globalización que se posicionó en un
momento histórico del capitalismo en América Latina, principalmente
como resultado de la crisis que se había postrado desde los años
sesenta del pasado siglo.
Antecedentes de la globalización
En
un trabajo anterior (populismo, dictaduras y socialismo en América
Latina) mencioné que el neoliberalismo se había experimentado por
primera vez en Chile. Fueron los tiempos de la crisis del capitalismo
mundial que inició en los años sesenta. La experiencia en Chile era una
búsqueda de una salida a dicha crisis. Debemos decir que para imponer
un nuevo modelo económico y político, las elites dominantes en la
cuales se veían en peligro su status, tenía que cambiar el
funcionamiento del Estado para implementar un supuesto nuevo proyecto.
De esa manera había que ponerlo en práctica y fue en un país cuyas
condiciones económicas y políticas no se veían tan avanzadas como en
los países imperialistas euroestadounidenses. Fue en Chile justamente
como se lleva a cabo la transformación del Estado que Harvey llama
Estado neoliberal. En palabras del autor: “el primer experimento de
formación de un Estado neoliberal se produjo en Chile tras el golpe de
Pinochet el «11 de septiembre menor» de 1973. El golpe contra el
gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende fue promovido por
las elites económicas domésticas que se sentían amenazadas por el rumbo
hacia el socialismo de su presidente. Contó con el respaldo de
compañías estadounidenses, de la CIA, y del secretario de Estado
estadounidense Henry Kissinger. Reprimió de manera violenta todos los
movimientos sociales y las organizaciones políticas de izquierda y
desmanteló todas las formas de organización popular (como los centros
de salud comunitarios de los barrios pobres) que existían en el país.
El mercado de trabajo, a su vez, fue «liberado» de las restricciones
reglamentarias o institucionales (el poder de los sindicatos, por
ejemplo). ¿Pero de qué modo iba a ser reactivada su estancada economía?
Las políticas de sustitución de las importaciones (fomentando las
industrias nacionales mediante subvenciones o medidas de protección
arancelaria) que habían dominado las tentativas latinoamericanas de
desarrollo económico, habían caído en el descrédito, particularmente en
Chile, donde nunca habían funcionado especialmente bien. Con el mundo
entero en recesión económica, se requería un nuevo enfoque”. [1]
La
política económica impuesta en Chile durante la dictadura requirió del
apoyo y del asesoramiento de los economistas de la Universidad de
Chicago, en la que laboraba Milton Friedman. Los economistas que había
sido antes poco admirados por las elites, ahora eran caracterizados
como dioses y fueron puestos en los gobiernos de América Latina. El
caso chileno es un ejemplo, por eso cuando Pinochet se hace del poder
mediante un golpe de estado, de inmediato pone en el gobierno a los
economistas neoliberales chilenos para impulsar la economía. Estos
economistas fueron formados desde mucho antes de la implementación de
dicho “modelo”, es decir, fueron educados desde la década de los
cincuenta y setenta, y los vuelven los ideólogos de la economía
política de la dictadura. Economistas como estos, son los que imperaron
o imperan en la llamada globalización. La globalización neoliberal
estadounidense está enmarcado primeramente en términos
político-económicos, durante los setenta y ochenta, poco después
vendría en términos culturales, que tanto glorificaron algunos de sus
ideólogos como el caso del antropólogo Néstor García Canclini, o el
caso de la antropóloga Gloria Delgado Cantú, que para ella consistió en
“que la globalización ha traído consigo una serie de beneficios tanto
para las naciones como para los habitantes del planeta de manera
individual; la existencia de una economía y un mercado globales han
permitido, entre otras, las siguientes ventajas: un mejor
aprovechamiento de los recursos de cada país; una mejor capacidad para
hacer frente a las fluctuaciones de las economías nacionales; un mayor
desarrollo de la ciencia y la tecnología; el acceso universal de grupos
e individuos a las manifestaciones culturales y científicas” [2]. Esta
postura es sumamente cuestionable, ya veremos. Más adelante vamos a ver
también como hasta el sociólogo Octavio Ianni está inmerso en dicha
glorificación, que supuestamente es o fue de izquierda.
La globalización en su posicionamiento en el mundo y América Latina
Para
que se impusiera a sangre y fuego la era de la globalización neoliberal
estadunidense en el mundo, que se iniciara prácticamente en Chile,
tenía que ver con la crisis del modelo anterior al mostrar sus límites
y que frenaba el proceso de acumulación desde los años sesenta. De ahí
que, de acuerdo con Marini, “La crisis capitalista que, como resultado
de la caída de las tasas de ganancia que se empieza a verificar a
mediados de los sesenta, estalló con violencia tras la primera alza de
los precios del petróleo y fue responsable, en los países
industrializados, de tres recesiones (1974-1975, 1980-1982 y
1990-1994), no constituye una excepción” [3]. Las recetas recién
aplicadas en Chile, no dejaron de manifestar su contradicción, que como
dice Marini, se presenta una nueva recesión en 1980-82, que no sólo
afectó a Chile, sino a gran parte del subcontinente latinoamericano,
por ejemplo, el caso mexicano hizo presente el agotamiento de las
condiciones materiales del pacto social que se había construido en
décadas atrás, es decir, desde el cardenismo. Hizo presente cuando,
entre otros motivos, “la inflexión se convirtió a partir de 1983 en
desplome, al cual acompañó una caída en los índices de ocupación. La
crisis puso al descubierto todos los desequilibrios internos y externos
de la economía durante el periodo de la sustitución de importaciones y
del llamado “desarrollo estabilizador” a partir de los cincuenta” [4].
Cabe considerar también que cada país latinoamericano tuvo sus efectos
particulares de la crisis. Sin embargo el síntoma que podría
caracterizar como generalizado fue, por ejemplo, la crisis de recursos
económicos para con el pago de la deuda, lo que provocaría que se
hiciera impagable. Una gran parte de los gobiernos encontró con que no
había recursos para el pago, y casi obligadamente recurrieron a un
nuevo préstamo para hacer frente a las crisis. Sin embargo las
instituciones imperialistas, sobre todo el BM y el FMI, que se verían
doblemente beneficiadas por dicha crisis, impusieron como condición a
los gobiernos latinoamericanos liberar a sus economías, los cuales
recurrieron a dicha orden para obtener recursos, fue un proceso que se
llamó reformas estructurales que se aplicaron en gran parte del
subcontinente.
De esta manera los gobiernos iniciaron un cambio
del papel del Estado que se llevó a cabo con el desmantelamiento de las
empresas públicas, los programas sociales, etc., es decir, un cambio
del Estado que, siguiendo la propuesta de Harvey, fue a un Estado
neoliberal. Cabe decir que las políticas hacia la trasformación de las
economías, y por lo tanto del Estado, tuvo su segundo paso, después de
Chile, en los países más avanzados: Gran Bretaña en 1979 con Margaret
Thatcher, EU en 1980 con Ronald Reagan, pero antes, en 1978, Deng
Xiaoping lo había hecho en China.
En ese sentido, la política
estadounidense va imponiendo una oleada de gobiernos neoliberales
latinoamericanos de manera sucesiva o en diferentes momentos; los
cuales, cabe decir, algunos fueron precisamente domesticados en
universidades estadounidenses. James Petras y Morris Morley proponen
tres oleadas de gobiernos neoliberales que empezaron desde la década de
los ochenta hasta los noventa, años en los que se glorifica la llamada
globalización. Estos son, por ejemplo, Fernando Belaúnde-Alan García en
Perú, Raúl Alfonsín en Argentina, Miguel de la Madrid en México, Julio
Sanguinetti en Uruguay y José Sarney en Brasil [5], de la primera
oleada, que se caracterizaron porque asumieron el poder en medio de un
discurso populista y apoyo popular, que inmediatamente abandonaron y
aplicaron por primera vez la receta neoliberal o reformas de libre
mercado, en el caso mexicano, y en otros lo profundizaron.
La segunda
fueron Carlos Andrés Pérez en Venezuela, Carlos Menen en Argentina,
Fernando Collor en Brasil, Alberto Fujimori en Perú, Jaime Paz Zamora
en Bolivia, Luis LaCalle en Uruguay, Carlos Salinas en México [6], los
nuevos presidentes asumieron el gobierno bajo una cantidad de
irregularidades en las elecciones, como el caso de México, que con un
que fraude electoral se posicionó, pero que en el fondo tuvo que ver
con los efectos de descontento popular generado por los anteriores
gobiernos al aplicar por primera vez las recetas (o la biblia)
neoliberales. La tercera oleada que va de los años 1993 y 1995 fueron
Alberto Fujimori en Perú y Carlos Saúl Menen los cuales fueron
reelectos, así como Rafael Caldera en Venezuela, Ernesto Cedillo en
México, Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia y Fernando Henrique
Cardoso en Brasil [7]. En medio de las políticas económicas
neoliberales que, como vimos, iniciaron en los ochentas pero que
tuvieron su auge en los noventa, se hablaba de un fin de la historia,
un fin de las utopías e inclusive del trabajo, discursos que eran
propios de la llamada globalización.
Debemos decir que la caída del
bloque socialista, es decir, con la caída del Muro de Berlín en 1989 y
la URSS en 1991, los ideólogos se apresuraron en declarar el fin de la
historia como lo hizo un funcionario de Estado estadounidense Francis
Fukuyama, mostrando superficialmente su triunfalismo. Con ello daba pie
a que sólo el mundo consistía en disfrutar la vida basada en el
consumo, y ese consumo a todos les tocaba por igual. En el fondo, con
la caída del bloque socialista, dejaba a Estados Unidos el camino a
dominar política, económica y culturalmente el mundo. Podría decir que
era un plan estratégico estadounidense, y en ese sentido, se fue
imponiendo hasta dominar una parte del mundo que antes era influencia
del bloque socialista, a ese nuevo dominio se le denominó
globalización, pero no era una globalización a secas, por decir, como
muchos de sus ideólogos le llamaban y que nunca le dieron un
calificativo, era más que nada la globalización capitalista
estadounidense, el cual se imponía progresivamente a sangre y fuego en
cada rincón del mundo.
Los ideólogos exaltaron la globalización,
crearon una biblia que habría que consultar cada segundo para brindarle
oración a la diosa (globalización), desde lo económico y político hasta
en lo cultural. El discurso de Octavio Ianni no deja ser parte de este
credo, sin que sea muy exagerado, me parece importante citar sus
propias palabras: “La globalización está presente en la realidad y en
el pensamiento, desafiando a muchos en todo el mundo” [8].
Cabe decir
que este trabajo llamado Teorías de la globalización fue
publicado en 1996, año en que la pretendida globalización neoliberal se
imponía y era la moda en el mundo, particularmente en América Latina.
Luego dice: “Ya son muchas las teorías empeñadas en esclarecer las
condiciones y los significados de la globalización. Unas con cierta
timidez, mientras que otras con bastante audacia; algunas veces se
desconocen mutuamente y otras se influyen. Pero todas abren
perspectivas al esclarecimiento de las configuraciones y los
movimientos de la sociedad global” [9].
Su discurso, en el presente
texto, aunque hay otros en el que aborda el tema, está lleno de
exaltación. Me parece que la eleva a verdad universal, le otorga un
carácter absoluto y un rango ontológico a algo que no es más un momento
determinado de la historia de la humanidad, pero en particular del
capitalismo mundial dominado por EU. Por otro lado, nunca habla del
origen del concepto de globalización, que es importante decirlo porque
este discurso no sale de la nada. El concepto proviene justamente de
los ideólogos de la administración empresarial, sobre todo de aquellos
que estaban innovando tanto en su personal como en su sistema
productivo en general.
Por ejemplo en la década de los setenta y
ochenta Peter F. Drucker en su trabajo referente a la innovación y los
empresarios innovadores, hablaba precisamente de sus intenciones de
llevar a cabo una expansión que se debería expresar en una
globalización del sistema productivo empresarial, que prácticamente
servía para el boom de lo que llaman la empresa multinacional o
trasnacional. Debemos decir que en la llamada globalización es el
dominio de la empresa trasnacional en el mundo. El término también fue
utilizado por Theodore Levitt en la década de los ochenta, al hacer
referencia a los cambios de la economía internacional, es decir, a los
cambios el ámbito económico empresarial que empezó a partir de los
sesenta. Cabe decir que la empresa trasnacional se viene desarrollando
antes de la segunda guerra, inclusive desde principios del siglo XX, y
no desde los sesenta como afirma Levitt. Entonces la oración se
traslada desde el discurso empresarial al discurso académico y/o
político, inclusive los que son supuestamente de izquierda (marxistas y
no marxistas) abrazaron con fervor el discurso de la globalización. Es
decir, grandes cantidades de personas se alinearon al discurso
dominante para no quedarse atrás.
En Octavio Ianni hay más, dice
que “en este clima, la reflexión y la imaginación no sólo caminan a la
par sino que se multiplican metáforas, imágenes, figuras, parábolas y
alegorías destinadas a dar cuenta de los que está sucediendo, de las
realidades no codificadas, de las sorpresas inimaginadas. Las metáforas
parecen florecer cuando los modos de ser, de actuar, de pensar y
fabular más o menos sedimentados se sienten conmovidos” [10]. Debo
decir que las metáforas en lugar de aclarar los problemas o por lo
menos de hacer entendible más o menos nuestra realidad, lo que hace en
el fondo es oscurecerla. Muchas veces funciona para confundir y
manipular y legitimar un proyecto político, económico o de otra índole,
es una medio para confundir metáforas y realidades, es una forma de
disimular la realidad social que cuestiona sus efectos o la
legitimación de dominación de las elites [11], por ejemplo puedo decir
el caso de la metáfora creada por Smith de la mano invisible que sirvió
o sirve para legitimar un orden económico dominante, ocultando sus
intenciones. Entonces la pretensión de Ianni no convence más que a las
personas que se sienten asombradas por una supuesta realidad que hemos
asumido: la vida plena. La globalización no es más que una ideología, y
sumamente conservadora es “un discurso, eufórico y determinista, se
basa en un conjunto reducido de preposiciones simples que se asumen
como verdades auto evidentes; el cuestionamiento de las mismas es
considerado la mejor prueba de ignorancia, estupidez incluso, de quien
aventura sus dudas” [12].
La globalización neoliberal
estadounidense asume su dominación plena en los años noventa, por
decirlo de alguna manera. Por eso todo el mundo que lo abrazaba se
sentía seguro y la glorificaba, pero esa pretendida globalización tuvo
casi desde el primer momento su cuestionamiento que partía precisamente
de la realidad. Es decir, nunca su tomó en cuenta la realidad para
formularla y por eso encontró su freno. Los ejemplos sobran, y el punto
de partida de este cuestionamiento en la realidad social se llevó a
cabo en las movilizaciones y luchas, como el alzamiento en armas del
EZLN en enero de 1994 en Chiapas, México.
El advenimiento de nuevos
gobiernos que posteriormente cambiarían el curso, como el ascenso al
gobierno de Venezuela que asumió del militar Hugo Chávez Frías, no sin
dejar de lado las luchas internas del país que llevaron al triunfo de
Hugo Chávez. La crisis de Argentina en 2001, que antes seguía al pie de
la letra las órdenes del FMI y del BM, se ve inmersa en una crisis
económica que frenó el curso de las políticas neoliberales. Se suma la
crisis en Bolivia con la privatización del agua, entre otros problemas,
que llevó al ascenso de una nueva organización política, que se
conjunta en el MAS.
En efecto, los años noventa se presentaron
cambios en el proceso del capitalismo, pero no es tanto como se quiere
presentar. Estoy de acuerdo con John Saxe-Fernández en el sentido de
que distingue dos perspectivas del fenómeno de la globalización, del
que nos da más elementos de análisis para comprender dicho fenómeno. El
primero afirma que la globalización es una categoría histórica, es “un
concepto cuyo referente histórico y empírico este centrado en el largo
proceso multisecular de la internacionalización económica que se
observa en el periodo posrenacentista , y que adquirió gran fuerza
después de la segunda mitad del siglo XIX como resultado de la segunda
revolución industrial y la multiplicación de grandes unidades
empresariales de base nacional que, con los antecedentes de las
compañías mercantiles de los siglos anteriores, empezaron a operar
internacionalmente” [13]. Esta postura me parece mucho más interesante
porque nos ayuda a comprender mejor la nueva expresión del proceso de
acumulación, que muchos otros estudiosos lo ubican desde el llamado
“descubrimiento” de América por los europeos. El segundo se trata de
desde una concepción de la sociología del conocimiento. “Desde este
ángulo se enfoca la atención crítica sobre el “discurso globalista” que
se ha instalado como una oferta de moda, eufórica y determinista,
acrítica y superficialmente aceptada por grandes públicos empresariales
políticos y académicos” [14]. Esta última postura es la que se inserta
el discurso de Octavio Ianni y muchos otros ideólogos.
En
nuestros días la pretendida globalización (neoliberal estadounidense)
vive en su momento de crisis profunda. Eso no quiere decir que no tenga
poder de decisión en el mundo, de hecho sigue siendo hegemónica, por
usar un término gramsciano, pero desde la crisis que se desató en
2007-2008, ya no es posible ni viable el “modelo”. Sus ideólogos que
ganaron mucho dinero por favorecer al proyecto globalizador en años
anteriores, hoy se mantienen callados. La crisis los ha puesto en
evidencia, casi desde el momento de su aplicación en el mundo y en
nuestro subcontinente. La crisis se muestra desde lo político y
económico hasta en lo cultural. La grave crisis que vive México, con un
Estado asesino y/o terrorista que mata a sus habitantes (como los
normalistas del estado de Guerrero) para seguir manteniendo el proyecto
de la globalización neoliberal estadounidense, es una clara muestra.
Conclusiones
La
globalización es una ideología que legitimó un orden social. Fue un
término muy de moda en los años noventa que sustentó el dominio
económico del llamado neoliberalismo en gran parte del mundo. El
neoliberalismo tuvo su primer experimentado en Chile con la imposición
a sangre y fuego de la dictadura, que después se aplicó en otros
países. Se lleva a cabo en los tiempos de la crisis del capitalismo
mundial que inició en los años sesenta, y la experiencia en Chile era
precisamente una búsqueda a la salida de dicha crisis. El experimento
de un nuevo modelo económico y político obligó a las elites a cambiar
el funcionamiento del Estado, modificando su funcionamiento, a través
de lo que se llamó las reformas estructurales. Cada país
latinoamericano tuvo sus efectos particulares de la crisis, sin embargo
el síntoma que podría caracterizar como un comportamiento generalizado
fue la crisis del pago de la deuda, lo que provocaría que se hiciera
impagable. Una gran parte de los gobiernos encontró con que no había
recursos y casi obligadamente recurrieron a un nuevo préstamo para
hacerle frente, pero las instituciones imperialistas impusieron como
condición a los gobiernos latinoamericanos liberar a sus economías.
Los
gobiernos iniciaron un cambio del papel del Estado, que se llevó a cabo
con el desmantelamiento de las empresas públicas, los programas
sociales, etc. En el contexto de “nuevos” gobiernos en favor del
imperialismo estadounidense, se distinguen tres oleadas que empezaron
desde la década de los ochenta, hasta los noventa, años en los que se
glorifica la llamada globalización. En medio de las políticas
económicas neoliberales, se hablaba de un fin de la historia, un fin de
las utopías e inclusive del trabajo, discursos que eran propios de la
llamada globalización. La caída del Muro de Berlín en 1989 y la URSS en
1991, favoreció el discurso, que ideólogos se habían apresuraron en
declarar el fin de la historia como lo hizo un funcionario de Estado
estadounidense Francis Fukuyama. Con ello daba pie a que sólo el mundo
consistía en disfrutar la vida basada en el consumo, que a todos les
tocaba por igual. En el fondo dejaba a Estados Unidos el camino para
dominar política, económica y culturalmente el mundo. Pero ese dominio
encontró su freno, mostrando su límite y su crisis casi desde el
principio, que posteriormente mostraría mayor su dificultad. Eso se dio
a través de la movilización de los principales sectores sociales
afectados por las políticas de la pretendida globalización y por las
mismas contradicciones del capitalismo supuestamente globalizador. El
caso mexicano, en los días que transcurren, es el caso más vivo.
Bibliografía utilizada
Delgado de Cantú, Gloria M., Antropología, ciencia que estudia al ser humano, edere, México, 2007.
Ianni, Octavio, Teorías de la globalización, Siglo XXI, CEIICH-UNAM, México, 1996.
Marini, Ruy Mauro, América Latina. Dependencia y globalización, CLACSO, Colombia, 2008.
Saxe-Fernández, John, (coord.) Globalización: Critica a un paradigma, UNAM, IIE, Plaza y Janés, México, 2003.
Valenzuela Feijóo, José, El capitalismo mexicano en los ochenta, ERA, México, 1986.
Notas:
[1] David Harvey, Breve historia del neoliberalismo, p. 14, En línea.
[2] Gloria M. Delgado de Cantú, Antropología, ciencia que estudia al ser humano, edere, México, 2007, p. 346.
[3] Ruy Mauro Marini, América Latina. Dependencia y globalización, CLACSO, Colombia, 2008, p.253.
[4] José Valenzuela Feijóo, El capitalismo mexicano en los ochenta, ERA, México, 1986, p. 13.
[5] James Petras y Morris Morley, “Los ciclos políticos neoliberales:
América Latina se ajusta a la pobreza y a la riqueza en la era de los
mercados libres” en John Saxe-Fernández (coord.) Globalización: Critica a un paradigma, UNAM, IIE, Plaza y Janés, México, 2003, p. 216.
[6] Ibíd., p. 220.
[7] Ibíd., p. 227.
[8] Octavio Ianni, Teorias de la globalizacion, Siglo XXI, CEIICH-UNAM, México, 1996, p. 1.
[9] Ibíd.
[10] Ibíd., p. 4.
[11] Carlos M. Vilas, “Seis ideas falsas sobre la globalización” en John
Saxe-Fernandez (coord.) Globalización: critica a un paradigma. UNAM.
IIE. DGAPA. Plaza y Janés, México, 1999, p.72.
[12] Ibíd., p. 70.
[13] Jonh Saxe-Fernandez, “Globalización e Imperialismo” en John Saxe-Fernandez (coord.) Globalización: critica a un paradigma. UNAM. IIE. DGAPA. Plaza y Janés, México, 1999, p. 9.
[14] Ibíd., p. 10.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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