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sábado, 1 de enero de 2011
Horizonte es incierto para una reforma migratoria en EE. UU.
El año nuevo traerá un vuelco de control en la Cámara de Representantes, que pasará de los demócratas a los republicanos, y la reforma migratoria vislumbra un horizonte incierto para 11 millones de indocumentados residentes en EE. UU.
Este severo cambio de postura —y la retórica evidente que lo acompaña— repercutirá entre los miembros más conservadores del Partido Republicano que contribuyeron al giro en la Cámara baja.
Pero también podría alejar aún más al Partido Republicano del propósito de ampliar su presencia entre el creciente número de votantes latinos para ganar la Casa Blanca y la mayoría del Senado en el 2012.
Una legislación destinada a analizar las interpretaciones de la 14ª Enmienda en cuanto a conceder la ciudadanía a hijos de indocumentados será presentada al principio de la próxima sesión.
Es posible que sea seguida por la intención de obligar a los empleadores a utilizar el sistema informático aún en desarrollo, llamado E-Verify, para verificar que todos sus empleados trabajan legalmente en Estados Unidos.
Los demócratas terminaron el año con un segundo fracaso en sus intentos por aprobarle al presidente la iniciativa de ley llamada Dream Act, que habría otorgado a cientos de miles de indocumentados jóvenes la posibilidad de legalizar su situación migratoria. Dream son las siglas en inglés del proyecto de ley de Desarrollo, Ayuda y Educación para Menores Extranjeros.
Los republicanos en la Cámara de Representantes intentarán llenar el vacío en la reforma migratoria que dejaron los demócratas con una legislación que podría obligar a los indocumentados a hacer maletas y evitar que otros intenten ingresar ilegalmente a Estados Unidos.
Aunque los demócratas seguirán controlando el Senado, tomarán básicamente una postura defensiva y buscarán impedir el endurecimiento de las medidas contra los indocumentados.
En todo esto, el presidente Barack Obama podría surgir como un comodín. El mandatario ha recibido un mayor apoyo de los electores hispanos que de los votantes blancos no latinos, pero sabe que la relación es frágil si no puede mostrar una labor sustancial para mejorar la vida de los latinos en Estados Unidos.
Sin embargo, el mandatario de EE. UU. dijo: “El pueblo estadounidense merece un debate serio sobre la inmigración, y es el momento de eliminar la retórica polarizante de nuestro escenario nacional”.
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