John Saxe-Fernández / I
A raíz de las elecciones 2020
en EU para la candidatura presidencial del Partido Demócrata (PD) y las
asignaciones de delegados al Colegio Electoral (en EU el voto es
indirecto.El voto popular no es necesariamente determinante), cobra gran interés el libro de Gregg Palast: The Best Democracy Money can Buy, (Nueva York, 2012, así como los aportes ahora en español de Amy Goodman y Juan González en Democracy Now. (https://www.democracynow.org/es) Ambas fuentes ofrecen el dato certero, bien documentado develando trampas, transas y purgas al padrón electoral, irregularidades e ilegalidades de larga data acentuándose desde el final del siglo XIX. El título de Palast expresa el fuerte sesgo plutocrático del sistema político, magnificado por la adopción de la ley Citizens United (2010), una desorbitada desregulación de las aportaciones individuales y de las corporaciones a las campañas presidenciales, de congresistas, senatoriales y a las gubernaturas.
Es desmedido el crecimiento del poder e influencia política de los
sectores más ricos y de los grandes monopolios y conglomerados,
patrimonio de los sectores más acaudalados. De ahí la perceptible
desigualdad y deterioro de la legitimidad de un sistema político bajo
fuerte oligarquización. No extraña que el primer artículo del libro de
Palast centre la atención en lo que su autor, Robert F. Kennedy Jr, (
RFK Jr ) califica como
un asalto hostil contra EUni tampoco que analice a la segunda de las 25 familias más acaudaladas de EU que integran mucho menos de uno por ciento como ejemplo del accionar de su influencia cuando los grupos de interés perciben el más mínimo riesgo a los negocios de sus corporaciones como en Koch Industries Inc. (KI ), un conglomerado que incluye a la poderosa industria del gas y del petróleo de EU. Al mando de KI está Charles Koch y hasta hace poco David, su recién fallecido hermano, impulsor de la derecha. La familia Koch, dueña al 80 por ciento de KI, es la segunda más rica de EU después de los Walton (Walmart). KI es un conglomerado valuado en 120 mil millones de dólares dedicado a refinar petróleo, al transporte, la ganadería y a la venta de petrolíferos. Otros negocios de KI incluyen extracción y comercio de minerales, la tecnología química, productos de papel y otras materias primas. Cuenta con 120 mil empleados en más de 60 países. En Alberta, Canadá, KI controla el negocio de las arenas bituminosas y tiene en la mira el petróleo y gas del pueblo venezolano, la principal reserva de combustibles fósiles del mundo.
Esa atracción de los ultraderechistas Koch por el crudo pesado
carroza no es nuevo. Palast informa que la voracidad de esa familia por
ese crudo pesado se agudizó ante ciertas necesidades de crudo pesado
para la magna refinería Flint Hills Corpus Christi de Koch Industries en
Texas. Pero los Koch toparon con un problema: un hombre peso pesado
llamado Hugo Chávez, el entonces ya heroico presidente de Venezuela que
se colocó entre ellos y un negocio de unos 3 mil millones de dólares.
Mientras el Departamento de Energía informaba al mundo que Venezuela y
no Arabia Saudita era
la mayor reserva petrolera del mundo, incluyendo una abrumadora porción del crudo pesadoen la superficie terrestre, Gregg Palast, en una de sus conversaciones con Hugo Chávez, le llegó a escuchar,
es que ya no somos más una colonia petrolera Mr. Palast.
Los Koch reservaron 75 millones de dólares
para derrotar a sus enemigos. En EU financiaron la mitad de las campañas senatoriales y 40 por ciento de las de la cámara baja por lo que RFK Jr aclara que
los senadores y diputados apoyados por los Koch no representan a EU, sino a los Koch. Actúan en medio de un asalto hostil contra nuestro país. Una aclaración de relevancia en los tiempos de oligarquización aguda en que el magnate Trump otorga al sector de los combustibles fósiles centenas de miles de hectáreas en tierras federales y en la reapertura en el mar territorial de EU a la perforación y explotación vedada luego de la catástrofe en el
Macondo del Golfo( La Jornada, 1/7/2010).
La
toma hostilde EU se vincula a la desorbitada transformación del sistema para financiar campañas electorales, mismo que, “ se ha transformado en un mecanismo para la legalización del soborno… la mejor inversión es financiar el proceso político de algún candidato, contratándolo para privatizar los bienes comunes de la nación: el aire, el agua, la fauna silvestre, las pescaderías y las tierras públicas quitándoselas al público, privatizándolas y entregándolas a la ganancia privada. Todo para los cuates del carbón más sucio… todo para cabildos nucleoeléctricos y de los combustibles fósiles más sucios, más contaminantes, más venenosos y más adictivos.”
Acá ¿cónclave diplomático en embajada de Estados Unidos para exigir a AMLO luz verde a lo avalado por Peña Nieto: fracking tóxico; farmouts a tribunales a modo del T-MEC contra México ?
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