Pandemia
Alfredo Serrano Mancilla
De todo se aprende, incluso en los tiempos del cólera. La pandemia del coronavirus también trae lecciones en clave geopolítica para América Latina.
1. La primera pregunta es obvia: ¿qué está haciendo el Grupo de Lima
en esta contingencia? Esta alianza nació para un objetivo tan limitado
que no está a la altura de los desafíos históricos que tienen que ver
con las preocupaciones reales de la ciudadanía de América Latina. Y algo
muy parecido le ocurre a la OEA.
2. Ausencia de instancias regionales efectivas que afronten esta
problemática supranacional. Es ahora cuando se extraña a la Unasur y su
capacidad de coordinación frente a situaciones como ésta. La Celac tiene
una oportunidad histórica para asumir esta tarea.
3. China, primero. Se pide ayuda prioritariamente al gigante
asiático, y no a Estados Unidos. China fue el lugar de origen de este
virus y, por tanto, el primer país en sufrir sus consecuencias. Pero
luego de ese momento, superó la crisis de manera muy efectiva. El
porcentaje de afectados y muertos en comparación con su población es más
que mínimo, a diferencia de lo que pasa en otros lugares del mundo.
Demostró capacidad para vencer con eficacia esta batalla. Sale reforzada
a nivel global.
4. El neoliberalismo, como racionalidad, no sirve. El
sálvese quien puedano funciona; la supremacía de lo individual es un gran escollo ahora que pedimos esfuerzos colectivos; la cooperación se impone ante la competencia. Los mercados no saben cómo autorregularse; no existe mano invisible que los regule, y tampoco se cumple el mito de que los agentes privados logran sus beneficios por asumir más riesgos.
5. Europa ya no es un espejo al que imitar. Una vez más, y ya son
muchas, vuelven a perder una oportunidad para mostrar al mundo que están
a la vanguardia en temas importantes. No pudieron ser efectivos frente
al coronavirus. El Estado de bienestar es mucho más débil de lo que
presumían. La soberbia eurocéntrica los hizo infravalorar todo lo que
venía del Lejano Oriente. Italia y España llegaron tarde y están siendo
los más afectados por la crisis, y no es casualidad. La Unión Europea,
además, muestra su incapacidad para coordinar y armonizar al menos una
acción frente a esta pandemia. Se demuestra, así, que este espacio es de
hecho un mercado único económico y monetario, pero está muy lejos de
ser un proyecto social común.
6. Si se habla de salud, siempre hay que mirar hacia Cuba. Lo que
nadie tiene, Cuba lo dispone. El Henry Reeve (Contingente Internacional
de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves
Epidemias) fue creado en 2005 por Fidel Castro; y ahora son
imprescindibles: comienzan a aterrizar en muchas partes del mundo. Cuba
se sitúa en el centro de gravedad geopolítico cuando hablamos de salud.
7. Nace un nuevo desorden económico global. El riesgo país no
importa. El número de científicos o camas disponibles para cuidados
intensivos, sí. La predilección por la financiarización queda desplazada
por la importancia de la economía real. Se abre una nueva disputa hacia
adelante: entre el Consenso (neoliberal) de Washington permanentemente
actualizado y un nuevo consenso postcoronavirus que considera que la
sanidad pública es vital, el Estado debe tener un rol protagónico con
sus políticas expansivas contracíclicas (fiscales y monetarias), es
necesario un mayor control de capitales de los países emergentes para
evitar su fuga en este tiempo de adversidad, la economía ha de girar en
torno a la vida humana, y por supuesto, la deuda externa debería ser
condonada por los organismos multilaterales, así como restructurada con
quita por dos años (sin intereses) en el caso de los acreedores
privados.
Indudablemente, estamos frente a un nuevo dilema civilizatorio con
significativas consecuencias geopolíticas en el mundo, y por su
supuesto, para América Latina.
Director del Celag.
No hay comentarios:
Publicar un comentario