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▲ Por primera vez en la historia milenaria de la Iglesia católica, el pontífice rezó ayer en solitario en la inmensa plaza de San Pedro e instó al mundo a remar juntos contra la pandemia del coronavirus. En una tarde lluviosa, acompañado por el repicar de las campanas y sirenas de ambulancias, Francisco impartió la bendición Urbi et Orbi a los más de mil 300 millones de fieles en el mundo.
Ciudad del Vaticano. Por primera vez en la historia de la Iglesia católica, el papa Francisco rezó ayer en solitario ante la plaza vacía de San Pedro e instó al mundo a remar juntos contra la pandemia de coronavirus. Señor, no nos abandones, suplicó el pontífice en una tarde lluviosa al hablar de una “tormenta inesperada y furiosa (…) que desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades”. Durante el inédito rito, que incluyó la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), el Papa invitó a activar la solidaridad, capaz de dar sentido en estas horas en las que todo parece naufragar. La bendición extraordinaria es impartida sólo el 25 de diciembre y el Domingo de Pascua.
Foto Ap
Periódico La Jornada
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