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sábado, 17 de septiembre de 2011

ALEPH: Rendición de cuentas

Carolina Escobar Sarti  
Iniciamos el mes de laIndependencia presentando el libro Rendición de cuentas, de Juan Alberto Fuentes Knight, ex ministro de Finanzas de Guatemala. Para mí, un privilegio haber sido convidada a acompañar este hecho inédito alrededor del testimonio de un ex funcionario público que rinde cuentas a la ciudadanía y no al patronazgo de siempre. En nuestro contexto, algo sin duda excepcional; en otros contextos, un ejercicio cotidiano que cualquier hombre o mujer de Estado realiza con regularidad y normalidad.
 
Iniciamos el mes de laIndependencia presentando el libro Rendición de cuentas, de Juan Alberto Fuentes Knight, ex ministro de Finanzas de Guatemala. Para mí, un privilegio haber sido convidada a acompañar este hecho inédito alrededor del testimonio de un ex funcionario público que rinde cuentas a la ciudadanía y no al patronazgo de siempre. En nuestro contexto, algo sin duda excepcional; en otros contextos, un ejercicio cotidiano que cualquier hombre o mujer de Estado realiza con regularidad y normalidad. 

Testimoniar el paso por esta particular “poética” fiscal guatemalteca que se ejerce entre lo que Edelberto Torres Rivas llama el EMP o Estado Mayor Patronal y lo que Weber llamaba la burocracia de servidumbre, no es sencillo. Rendir cuentas es una señal irreductible de transparencia, que conlleva la intención de servir a la ciudadanía y no a intereses partidarios, sectoriales, corporativos o personales. Por eso, este libro constituye un hito en el ámbito de la función pública y nos permite valorar lo testimonial como construcción de una historia paralela a la oficial.

Fuentes Knight le toma una foto al Estado bipolar guatemalteco, fuerte para cuidar los intereses del verdadero gabinete económico en Guatemala, débil para velar y garantizar los intereses de la mayoría ciudadana. Rendición de cuentas pone en perspectiva algo coyuntural como las coordenadas que definieron la crisis y la imposibilidad que vivió un ministro de Finanzas en el ejercicio público-político, pero refleja una continuidad de crisis. De esta manera, se constituye en un testimonio coyuntural, pero en relación directa con una situación estructural.

Guatemala tiene la misma tasa impositiva desde hace 25 años porque en este país se tributa menos que en casi todos los del mundo. El atávico temor de perder la finca. En el libro, aparecen actores como el poderoso G-8 o el Cacif, a los cuales no se les pide opinión, sino permiso para tomar decisiones que afectan a todo el país y que, además, no le rinden cuentas a nadie. ¿Qué gobierno se atreve a pedirles cuentas por contabilidades triples en las empresas?, por ejemplo. ¿Quién cuestiona y pone en su lugar a un sector que históricamente ha capturado al Estado y vetado el desarrollo de una nación más grande que la de sus cuentas bancarias? ¿Quiénes se han opuesto históricamente a una reforma fiscal porque nunca es tiempo para ello?

Por otra parte, aparece en el libro el actor político. En el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2009-2010, se dice que Guatemala es el mayor cementerio mundial de partidos políticos. Esto no es sintomático, sino sindromático; hay un conjunto de síntomas que evidencia lo mal que anda nuestro andamiaje político-partidario. Retrata bien cómo lo político se mueve, sin ética alguna, alrededor de los grandes intereses del capital. Aparecen representantes de los dos partidos que ganaron la primera vuelta en las elecciones pasadas y del partido oficial actual, tratando de inclinar voluntades para comprar diputados, o pidiendo dinero para obras con rédito electoral en vez de considerarlo para el gasto social, o negociando reforma tributaria integral a costa de silencio por corrupción y represión, entre otras cosas que se sospechaban, pero ahora se confirman. Sobre la deuda flotante del Estado, que no es más que los negocios privados de diputados o los compromisos de pago que no son reconocidos en el presupuesto y no se pueden pagar, se habla aquí también. Por otro lado, aparece un Ejecutivo tibio, pusilánime, presionado, secuestrado por el empresariado, en sus distintas versiones, y la presencia de algunos columnistas que trabajan en esas empresas o sirven al capital y orientan opinión. De todo, queda un grupo de 40 economistas de muy distinta proveniencia, que seguirá haciendo presión para una reforma tributaria integral, entre otras cosas. Testimonio ineludible si se quiere entender mejor este país.

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