Carolina Escobar Sarti
Estas elecciones no han sido una fiesta cívica, sino una aberración política, pero si algo rescato de este proceso electoral es el ejercicio ciudadano que han hecho distintos sectores, grupos, organizaciones, movimientos y coaliciones, para posicionar sus propuestas en la agenda nacional. Independientemente de la sordera de los partidos políticos que están casados con los poderes fácticos mucho antes de comenzar las elecciones, hay en esta participación ciudadana un valor trascendental para la democracia que vislumbramos y que rebasa, por mucho, el solo mecanismo del voto.
Es evidente la madurez que se ha ido adquiriendo a partir de este ejercicio de participación ciudadana en las últimas elecciones, y me ha tocado acompañar procesos importantes de construcción colectiva que, estoy segura, están moviendo a Guatemala en direcciones que aún no alcanzamos a percibir. No es una opinionitis desinformada la que prevalece en estos espacios, sino una voluntad de cambio real a partir de agendas compartidas y conocimientos profundos sobre distintas problemáticas del país.
Y aunque lo ideal sería que todas las demandas y propuestas fueran debidamente atendidas y encausadas por la clase gobernante de turno, me enfoco en lo importante del ejercicio democrático que ha ido madurando. Un ejemplo es el de un movimiento que ha pasado inadvertido en el país para muchos, pero que lleva 30 años de estar trabajando con los más desposeídos, muy lejos de visiones asistencialistas que se limpian la conciencia con regalar un tamal o un suéter en Navidad. Se llama “Movimiento Cuarto Mundo”, y sacó un comunicado dirigido a quienes aspiran a los cargos públicos en estas elecciones.
El texto completo se puede ver en www.cuartomundogt.org, pero tiene una diferencia sustantiva: surge de la reflexión y el trabajo conjunto entre personas que resisten a diario las consecuencias de la miseria y otras que son solidarias con sus luchas para superar la exclusión y buscar caminos que construyan una sociedad más justa. El texto concluye así: “La democracia no puede reducirse a un voto cada cuatro años. La Guatemala que queremos se puede construir un poco cada día, pero necesita el compromiso de todas y todos, así como que seamos tomados en cuenta como actores de desarrollo.”
Como cosa única, en este comunicado se recogen las voces de personas excluidas de distintas partes del país, que nunca tienen voz en ninguna parte pero que siempre han tenido mucho que decir. “Tenemos que exigir que no se use la pobreza de la gente, que no se nos manipule. No sólo somos personas a las cuales darles algo, sino también somos personas a la cuales se nos tiene que pedir opinión”, señala una de estas personas.
En el comunicado se habla con propiedad sobre el derecho al desarrollo, a la salud, a la educación, al trabajo, a los servicios fundamentales, a una vida digna y en paz. Pero su corazón está en eso que debería ser la razón de ser de cualquier político: la gente. Gente que no sabe leer y escribir pero les dice a los sordos: “Aconsejo a mis hijos para que aprendan, porque no saber leer y escribir es como estar ciegos, es como ser esclavo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario