Katu Arkonada
El asesinato policial de George Floyd ha provocado un levantamiento antirracista y antifascista en Estados Unidos, que retoma el Black Lives Matter puesto
en marcha en 2013 tras el asesinato por un disparo policial en el pecho
del adolescente Trayvon Martin, y que cobró fuerza en 2014 tras ser
abatido a tiros en Ferguson, también por la policía, Michael Brown.
Tal y como transcurren los acontecimientos, es probable que la muerte
de una persona tenga cuanto menos la misma incidencia en el resultado
de la elección presidencial de noviembre que la crisis del Covid-19 que
ya ha cobrado la vida de más de 110 mil estadunidenses.
A Floyd, guardia de seguridad que había quedado desempleado por la
pandemia, le ahogaron durante ocho minutos y 46 segundos con la rodilla
en su cuello por haber pagado un plato de comida con un billete de 20
dólares falso.
Pero el asesinato de George Floyd es la punta del iceberg de un
sistema basado en el racismo y el clasismo que permite, según la web Mapping Police Violence, que 99 por ciento de las muertes a manos de la policía entre 2013 y 2019 hayan quedado impunes.
Tan sólo en 2019 hubo mil 42 personas muertas por disparos policiales. De ellas, según una investigación del Washington Post,
por cada millón de habitantes 12 eran blancas, 23 hispanas, y 31
afroamericanas. Es decir, en Estados Unidos tienes casi tres veces más
probabilidades de morir por disparos de la policía si eres negro.
Otra estadística terrorífica muestra que, aunque en EU
aproximadamente 50 por ciento de las personas asesinadas son blancas, 80
por ciento de los condenados a muerte lo son por haber matado a una
persona blanca.
Y si pensamos la pandemia de coronavirus que azota el planeta, en
Estados Unidos, con 13 por ciento de la población afroamericana, 26 por
ciento de las muertes por Covid-19 son de raza negra. Se hace necesario
darle un vistazo al proyecto The Covid Racial Data Tracker para comprobar que quienes más están muriendo por Covid-19 son personas afroamericanas, latinas e indígenas.
Todo ello, a menos de cinco meses para una elección presidencial
donde,en principio, era casi segura una relección de Trump, basada en
los buenos datos del crecimiento económico y la reducción del desempleo,
frente a un Partido Demócrata en crisis y un candidato gris como Joe
Biden. Sin embargo, hoy, con una crisis sanitaria que se traduce en una
crisis económica y social sin precedente, que ha dejado más de 40
millones de desempleados entre marzo y mayo, y una previsión del FMI de
contracción del PIB de 6 por ciento, Trump ya no está tan seguro de la
victoria y comienza a dar síntomas de nerviosismo.
Por eso el magnate se repliega sobre su núcleo duro tuiteando el 29 de mayo “ When the looting starts, the shooting starts”
(el saqueo lleva a los disparos), que hace referencia a expresiones
utilizadas por policías y racistas en 1967 en pleno auge del movimiento
por los derechos civiles, y en 1968, año del asesinato de Martin Luther
King. El 31 tuitea: “ Law & order!”, la misma frase con la que Richard Nixon ganó las elecciones en 1968.
Enfrente de Trump, la población afroestadunidense, migrantes,
estudiantes, mujeres y ambientalistas, con la duda de si Biden va a ser
capaz de articular todas sus demandas y sumar además de los sectores del
establishment a los que representa, la izquierda que acaudilla
Bernie Sanders. Para ello va a ser importante su acompañante como
vicepresidenta, que con toda seguridad va a ser una mujer.
Es difícil que sea Amy Klobuchar, con un perfil de centro parecido a
Biden, pero tampoco Elizabeth Warren, muy a la izquierda para el establishment
demócrata. La elección de vicepresidenta podría estar entre tres
mujeres afroestadunidenses, la senadora por California, Kamala Harris,
la ex candidata a gobernadora de Georgia, Stacey Abrams, y la
congresista por Florida, estado clave, Val Demings.
Y así como el Make America great again fue un mensaje potente que permitió a Trump ganar una elección, el Black lives matter
está dando también una batalla en redes sociales, donde una de las
figuras más importantes está siendo Bernice King, hija de Martin Luther
King, quien publicó una carta de 1963 de su padre desde la cárcel, donde
afirma que la mayor piedra con la que se tropieza la liberación negra
no es el Ku Kux Klan, sino los blancos moderados, que prefieren una paz
negativa entendida como ausencia de tensión, a una paz positiva
comprendida como realización de la justicia. Luther King señalaba en esa
carta que la experiencia les ha enseñado de manera dolorosa que la
libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor, sino que debe ser
exigida por las y los oprimidos.
Del Make America great again al Black lives matter. Del I have a dream, de Martin Luther King en 1963, al I can’t breath, de
George Floyd en 2020, la pandemia está cambiando el tablero
geopolítico, y el levantamiento del pueblo estadunidense contra el
racismo estructural en su sociedad podría cambiar también el resultado
de las elecciones presidenciales.
Mientras tanto, no hay suficiente fuego que pueda traer justicia por
el asesinato de George Floyd y el resto de víctimas de la violencia
policial y racial en Estados Unidos.
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