Este
año habrá elecciones en varios países de la región que no sólo
cambiaran o no las orientaciones políticas de los gobiernos, sino que
incidirán en las propias directrices que podría tomar la región en
política regional y especialmente en relación con Estados Unidos.
Ya
hubo elecciones en Honduras -altamente atravesadas por prácticas poco
transparentes, por decir lo menos-, que fueron una muestra, no sólo de
las deficiencias de la democracia en la región, sino del sesgo político
regional con que se valoran por parte de los distintos países y de la
OEA -organismo con poca credibilidad en su actuar-. Tendremos elecciones
en Costa Rica -ya se está pendiente de la segunda vuelta el 1 de
abril-, en Colombia, en Paraguay, Venezuela. Brasil y México, los dos
gigantes de la región celebrarán igualmente sus procesos electorales y
en Cuba se producirá el inédito cambio de Raúl Castro de la presidencia
de la nación y la transición que seguirá, por el momento incierta. En
Venezuela habrá elecciones presidenciales en mayo y se presenta Nicolás
Maduro para su reelección; la oposición, bastante fragmentada, no está
claro si logrará presentar un candidato de unidad con posibilidades de
éxito, en un contexto altamente polarizado.
Voy a
centrarme en las elecciones del 1 de julio en México y de octubre 7 en
Brasil, porque son los dos países con mayor capacidad de incidir sobre
la región. Las elecciones mexicanas serán fundamentales; por el momento
el candidato de centro-izquierda Andrés Manuel López Obrador, histórico
líder, primero del PRI y luego del PRD y ahora encabezando el movimiento
político MORENA -Movimiento de Regeneración Nacional-, lidera todos los
sondeos electorales frente a un desprestigiado PRI, el partido del
actual Presidente Peña Nieto, gobierno que ha sido un desencanto para
los mexicanos y que tiene como candidato al exministro de Hacienda José
Antonio Meade y el PAN con Ricardo Anaya, anterior presidente de este
partido de la derecha mexicana. López Obrador, hay que recordar, perdió
la elección presidencial en 2006 ante Felipe Calderón por medio punto de
diferencia y su mandato reivindicaría un modelo de desarrollo centrado
en el mercado Nacional -que podría encontrar un espacio en el marco
neoproteccionista del gobierno de Trump en USA- y reivindicando la
autonomía frente a los Estados Unidos, en un momento de renegociación
del NAFTA. Un gobierno de López Obrador promovería un acercamiento de
México hacia Latinoamérica y una política de bloque regional y un mayor
respeto por la autonomía nacional, tradición de la política exterior
mexicana postrevolución.
En Brasil hay mucha
incertidumbre; la gran incógnita es si Luis Ignacio Lula da Silva, el
prestigioso líder del PT, podrá o no ser candidato presidencial en
octubre -todos los sondeos de opinión lo señalan como el triunfador
indiscutible si puede presentarse-, pero ha sido involucrado en un
juicio por presunta corrupción, en el cual ha sido condenado en primera
instancia, por un poder judicial brasileño que parece estar altamente
politizado, en un juicio bastante controvertido. La incógnita es quien
sería el candidato del PT si Lula no puede ser candidato; se rumoran los
nombres de los ex ministros de Lula, Ciro Gómez y algunos mencionan a
Celso Amorin, pero la pregunta es si Lula puede transferirle a su
candidato los votos que lo apoyan; algunos sondeos dicen que el
porcentaje de votantes de Lula dispuestos a apoyar su candidato sería
cercano al cuarenta por ciento. Los partidos de la centro derecha
brasileña tampoco tienen candidatos con posibilidades y que no estén
afectados por los escándalos de corrupción que sacuden la política de
ese país; se menciona a un veterano gobernador de São Paulo, Geraldo
Ackmim, pero no tiene muchas posibilidades de repuntar; también se
especula con un ex militar de extrema derecha Jair Bolsonaro, que ha
tratado de capitalizar la opinión de los sectores anti-Lula, pero igual
eso tiene un techo que no parece superar el 30%.
Un
triunfo de López Obrador en México y de Lula o un candidato del PT en
Brasil volverían a darle 'aire' a la oleada de gobiernos progresistas
que tuvo su auge en el primer decenio de este siglo y que pareciera
estar en proceso de arrinconamiento con los triunfos de gobiernos de
centro-derecha en Argentina y Chile.
Alejo Vargas Velásquez
Profesor Universidad Nacional
https://www.alainet.org/es/articulo/191393
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