John Saxe-Fernández
Es enorme tanto la gravitación de
la industria fósil (carbón, petróleo, gas) y sus cabildos sobre la
economía y política como la de las corruptelas y en especial, las
limitaciones que socavan en Estados Unidos el ejercicio doméstico y
global de la hegemonía. Las amenazas también vienen del acoso
balístico-estratégico y de una guerra fría desplegada por Bush II y
Obama contra Rusia, y el legado mortal de guerras de agresión en Oriente
Medio que H. Clinton hizo suyo como secretaria de Estado. En el caso de
los fósiles enfrentamos grandes retos y peligros para la vida en el
planeta. Importa mucho, como advierte Noam Chomsky, el rechazo del
Partido Republicano (PR) y de D. Trump, “para enfrentar –o aun reconocer
la existencia– de la catástrofe climática que se asoma en el
horizonte”: el calentamiento global antropogénico (CG). Tal postura,
añade,
es sentencia de ruina para nuestros nietos(Alternet, 26/1/16).
En la COP-21, París, 2015, bien calificada de
farsapor James Hansen, climatólogo de primera línea, fue ostensible y determinante el rechazo de Estados Unidos a un acuerdo
vinculantepara regular las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI). Bajo el peso del big oil y del American Petroleum Institute, poderoso cabildo al servicio de Exxon/Mobil, Chevron/Texaco, Conoco/Phillips, Shell, BP, et al, se dejó al mundo sin instrumentos efectivos para incidir sobre el CG, como advirtió Hansen, y pese a que durante esa cumbre ya se registraban aumentos récord en la temperatura mundial promedio. Por el peso
bipartidistadel big oil no es difícil localizar ahí la incapacidad de Estados Unidos para actuar ante un problema de gran urgencia: la Tierra sigue calentándose de manera inusitada y persistente. Junio de 2016 fue el 14avo mes consecutivo más caliente (+0.9Cº) que el promedio para todo el siglo XX y fue el mes de junio más caliente desde que empezaron los registros en 1880, según datos de Nasa y NOAA.
Derivada de la hipertrofia del poder fósil, tal incapacidad acentúa
el precipitado declive hegemónico de Estados Unidos. Como enfatizó
Antonio Gramsci, el liderato moral e intelectual, y no sólo la fuerza,
es esencial al ejercicio hegemónico, en especial para la autocalificada
nación imprescindibleen temas de vida y muerte.
Además, es sólido el argumento de Robert Cox, teórico de las
relaciones internacionales, en el sentido de que la hegemonía en el
sistema de clases doméstico es condición sine qua non para el ejercicio hegemónico externo, por lo que vale revisar la
fractura, que describe Amy Goodman (Democracy Now) al reseñar la reciente convención del Partido Demócrata (PD). Cientos de los partidarios y delegados de Bernie Sanders (en representación de unos 10-12 millones de votantes), manifestaron sus discrepancias con el apoyo inicial de Clinton al Acuerdo Transpacífico (ATP), dejaron sentir su repudio a las manipulaciones del PD contra Sanders y su entusiasmo por la agenda del senador en torno a la movilización contra el CG, el rechazo al regime change y al Citizens United, ley de la Suprema Corte que desregula los aportes de corporaciones y de los más ricos a las campañas electorales, empoderando como nunca al uno por ciento, etc.
Al aceptar la candidatura del PD y con la mira en millones de
votos sanderistas, adultos jóvenes de entre 18-35 años, Clinton dijo que
junto a Bernie Sandersenfrentaría al negacionismo climático de Trump. Afirmó que
cree en la ciencia, que
el cambio climático es realy
que podemos salvar nuestro planeta y crear millones de empleos alentando las energías limpias. Se alejó del ATP al rechazar
acuerdos comerciales injustos, prometió cargar a Wall Street los costos para el acceso universitario y derogar la Citizens United. En fin, adoptó la agenda de Sanders –pero del dicho al hecho, hay mucho trecho– excepto en materia de fracking (técnica atroz avalada por el PD) y de política internacional de seguridad.
Colocar a Tim Kaine, senador y ex gobernador de Virginia (sede de la
CIA, el Pentágono y eje bélico-industrial), como vicepresidente,
reafirma claroscuros en la praxis política clintoniana, en las antípodas
del sanderismo. Michael Hudson (ICH 29/7/16) y Aleen Brown (The Intercept. com,
28/11/16) ilustran lo mixto del quehacer de Kaine, entre otros, en
asuntos bancarios y de vínculos con la industria fósil. Es notorio su
impulso para
liberara bancos pequeños y medianos de los cánones de la Agencia de Protección de Clientes Financieros, de más desregulación de Wall Street y su apoyo al ATP. Aunque opuesto al oleoducto XL-K, promovió la exportación de gas shale (que alentará el fracking y fugas de metano a granel, de costa a costa) e iniciativas que relajan controles federales de los GEI en el Clean Power Plan. Cuando Zaid Jilani, reportero de Intercept, preguntó a Louis Finkel, vicepresidente ejecutivo para asuntos gubernamentales del American Petroleum Institute, sobre la designación de Kaine, respondió:
Es de lo mejor que pudimos esperar.
Facebook: JohnSaxeF
No hay comentarios:
Publicar un comentario