Después de haber eliminado a la
presidenta reformista de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner,
Washington ahora se dispone a eliminar a la presidenta reformista de
Brasil, Dilma Rousseff.
Washington utilizó a un juez federal para ordenar a
Argentina sacrificar su programa de restructuración de su deuda externa
con el objeto de pagar a los fondos buitres el valor total de los bonos
en mora que los fondos buitre habían comprado por unos cuantos centavos
de dólar. A estos buitres se los catalogó como “acreedores” que habían
otorgado “préstamos” sin tener en cuenta que no se trataba de
“acreedores” y que no habían otorgado préstamo alguno. Eran oportunistas
a la caza de dinero fácil que fueron utilizados por Washington para
deshacerse de un gobierno reformista.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner resistió y,
por lo tanto, tenía que irse. Washington inventó la historia de que la
presidenta había encubierto un supuesto atentado iraní en Buenos Aires
en 1994. Esta fantasía inverosímil, sobre la que no existe ninguna
evidencia de participación iraní, fue suministrada por uno de los
agentes de Washington a la oficina del fiscal del estado y un dudoso
evento ocurrido hace 22 años fue utilizado para sacar a la Kirchner del
camino del saqueo estadounidense de Argentina.
En Brasil, Washington ha utilizado insinuaciones de
corrupción para conseguir que la presidenta Rousseff sea acusada por la
cámara baja. Las evidencias no son necesarias, solo las acusaciones.
Todo esto no guarda ninguna diferencia con las “armas nucleares
iraníes”, “las armas de destrucción masiva” de Saddam Hussein; el empleo
de “armamento químico” por parte del presidente Assad o como en el caso
de la presidenta Rousseff meras insinuaciones. El Secretario General de
la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, señaló que “la
presidenta Rousseff no ha sido acusada de nada”. Las oligarquías
apoyadas por EEUU están sencillamente utilizando el juicio político para
sacar a una presidenta que no pueden derrotar electoralmente.
En resumen, se trata de un movimiento de Washington
contra los BRICS. Washington está tratando de poner en el poder político
a un partido de derecha que Washington controle con el propósito de
poner fin a la creciente relación de Brasil con China y Rusia.
La gran ironía es que el proyecto de ley de juicio
político fue presidido por el corrupto presidente de la cámara baja,
Eduardo Cunha, que recientemente fue descubierto que tiene acumulados
millones de dólares en cuentas secretas en un banco suizo (quizás pagos
recibidos de parte de Washington) y que cometió perjurio cuando negó
tener cuentas bancarias en el exterior. SE puede leer esta sórdida
historia en
http://www.globalresearch.ca/us-complicity-after-vote-to-remove-brazils-president-key-opposition-figure-holds-meetings-in-washington/5521059.
Los “crímenes” de la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner y de la presidenta Dilma Rousseff son sus esfuerzos para que
los gobiernos de Argentina y Brasil representen a los pueblos de
Argentina y Brasil y no a sus respectivas oligarquías y a Wall Street.
En Washington esto constituye un delito grave ya que Washington utiliza a
las oligarquías para controlar a los países de América del Sur. Siempre
que los latinoamericanos elijan un gobierno que los represente,
Washington derribará al gobierno o asesinará al presidente.
Washington está cerca de poner a Venezuela de nuevo bajo
el control de su oligarquía criolla, que es su aliada. Los presidentes
de Ecuador y Bolivia también están en la mira. Una de las razones por
qué Washington no permitirá a su perrito faldero británico honrar el
asilo que Ecuador concedió a Julián Assange, es porque Washington tiene
la esperanza de tener a su propio agente como presidente de Ecuador en
cuya eventualidad el asilo otorgado a Assange será revocado.
Washington siempre ha bloqueado las reformas en América
Latina. Los pueblos latinoamericanos continuarán siendo siervos de EEUU
hasta tanto no elijan gobiernos con tan abrumadoras mayorías que estos
puedan enviar al exilio a las traidoras oligarquías, cerrar las
embajadas norteamericanas y expulsar a todas las corporaciones
estadounidenses. Cada país latinoamericano que soporte la presencia
norteamericana en su territorio no tiene otro futuro que la servidumbre.
Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro de EEUU y editor asociado de The Wall Street Journal.
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por Julio Fucik
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