American Curios
David Brooks
En imagen de abril de 1982, en una protesta en Nueva York, el reverendo
jesuita, poeta y escritor Daniel Berrigan, ícono de la lucha antiguerra
y a favor de la justicia en Estados Unidos, fallecido el pasado sábado a
los 94 años de edadFoto Ap
La Jornada
Frankenstein, Lucifer,
una corrupta y un socialista radical son por ahora las opciones del
electorado estadunidenses para seleccionar al próximo presidente, según
lo dicen los mismos precandidatos y sus políticos aliados, conste (los
reporteros
objetivosjamás nos atreveríamos a llamarlos tales cosas).
Donald Trump ha sido llamado el Frankenstein del Partido Republicano
por Harry Reid, el líder demócrata del Senado, entre otros. Insisten en
que es un monstruo creado durante años, tal vez décadas, de políticas y
retórica de republicanos, desde la ola antimigrante hasta las posiciones
cada vez más antimujer, antiderechos civiles, el racismo, y las
respuestas bélicas a todo problema tanto interno como externo, etcétera.
El analista Robert Kagan, columnista del Washington Post, lo define así:
Dejémoslo claro: Trump no es una rareza. Ni está secuestrando al Partido Republicano o al movimiento conservador, si existe tal cosa. Es, más bien, la creación del partido, su monstruo Frankenstein, llevado a la vida por el partido, alimentado por el partido y ahora hecho suficientemente fuerte para destruir a su creador.
Mientras tanto, el republicano John Boehner, ex presidente de la
Cámara de Representantes, que hasta hace poco era el segundo político
más poderoso del país, declaró la semana pasada que el precandidato
presidencial y senador republicano Ted Cruz es
Lucifer encarnado. En comentarios en un foro en la Universidad de Stanford, agregó que tiene amigos de ambos partidos, y
me llevo con casi todos, pero (en referencia a Cruz) nunca en mi vida he trabajado con un hijo de perra más miserable.
Cruz tiene la distinción de ser el legislador federal más odiado por
sus colegas, uno de los pocos consensos bipartidistas en estos años. Aun
los que lo han acabado apoyando para tratar de frenar a Trump lo
detestan: el senador Lindsey Graham afirmó en febrero, poco antes de
darle su respaldo:
si asesinaras a Ted Cruz ante el pleno del Senado, y el juicio se llevara a cabo en el Senado, nadie te condenaría. El senador demócrata Al Franken comentó que Cruz es
el hijo de Joe McCarthy y Drácula. Y no es algo reciente: su campañero de cuarto en su primer año en Princeton lo describió como
una pesadilla de ser humano.
Por otro lado, Hillary Clinton, la puntera en la contienda para la
candidatura presidencial demócrata, ha sido repetidamente acusada por
sus retadores de ser la favorita de Wall Street, y Trump no ha parado de
llamarla
Hillary la corrupta. De hecho, recordó que es tan manipulable por el gran capital que ella –con su marido, el ex presidente Bill Clinton– se presentó a la más reciente boda de Trump, y que estuvo ahí después de que él había donado dinero a su fundación. Su contrincante Bernie Sanders ha insistido en que ella ha financiado su carrera política, y sus arcas personales, con enormes contribuciones de banqueros, petroleros y otros grandes intereses. Desde que arrancó su campaña, ha tenido que batallar contra la percepción pública de que
no es confiable.
Estos tres pretendientes al trono de la Casa Blanca comparten
algo: son vistos de manera negativa por la mayoría del electorado, según
los sondeos, algo muy inusual a estas alturas de este proceso.
Finalmente está el
socialista democráticoSanders, quien al principio fue considerado un precandidato marginal, sin posibilidades, y que en las últimas semanas ha llegado a estar virtualmente empatado con Clinton en las encuestas nacionales. Casi todos los otros políticos de ambos partidos, pero en especial Clinton, como gran parte de la cúpula intelectual y mediática, han insistido una y otra vez en que Sanders ofrece posiciones
radicalesy por lo tanto
no realistas.
Pero como repitió Noam Chomsky la semana pasada, Sanders “es una
persona decente, honesta. Eso es bastante inusual en el sistema
político… Pero es considerado radical y extremista, lo cual es una
caracterización interesante, porque es básicamente un demócrata
tradicional del New Deal”. Afirmó que sería considerado un político
tradicional durante los tiempos de un Eisenhower, y que varias de sus
posiciones están basadas en el marco del New Deal de Franklin Roosevelt,
pero ahora lo descartan por ser radical y extremista. Esa es una indicación de qué tanto el espectro político ha girado hacia la derecha durante el periodo neoliberal, tanto, que los demócratas contemporáneos son lo que antes se llamaban los republicanos moderados.
Chomsky considera que lo más importante de Sanders es que ha
“movilizado a gran número de jóvenes que están diciendo: ‘ya no vamos a
dar nuestro consentimiento’. Y si eso se convierte en una fuerza que
continúa, organizada, eso podría cambiar a este país; tal vez no para
esta elección, pero a largo plazo”.
El futuro de la democracia estadunidense se disputa por ahora entre
estas figuras, pero todo depende del consentimiento de este pueblo de
aceptar o no las reglas de este juego en el que ya se han gastado más de
mil millones de dólares (qué negociazo es la democracia). Y tal vez lo
más notable hasta ahora son los indicios de que este juego ya no
funciona.
PD: muere un angel rebelde
El reverendo jesuita, poeta y escritor Daniel Berrigan,
ícono de la lucha antiguerra y por la justicia en este país, falleció el
pasado fin de semana a los 94 años de edad. Integrante de la izquierda
católica de los años 60, en parte inspirada por la teología de la
liberación en América Latina, Berrigan y su hermano Philip, otro cura,
compartían la posición moral de que la injusticia social era resultado
de un sistema que generaba pobreza, racismo y guerras. Sus actos de
desobediencia civil y acción directa, desde protestas contra la guerra
en Vietnam hasta su presencia y solidaridad en el movimiento Ocupa Wall
Street, lo llevaron a ser una de las figuras heroicas de la disidencia
estadunidense.
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